Rayne Senpai,

Eres muy gracioso.

¿Realmente le preguntaste a cada chico si era tu admirador secreto? ¡Que tierno!

Te dejo una porción de tarta de fresas en la cafetería junto a unas rosas rojas.

A este paso, de seguro tienes un jardín entero en tu casa.

Con cariño, D~

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PD: Si, si hablaste conmigo cuando preguntaste.

El joven levantó las cejas, no estaba tan equivocado. Pudo dejar escapar un suspiro de tranquilidad.

Fue a buscar su regalo, pero fue interceptado justo antes de entrar a la cafetería.

El chico alto de cabellera larga y rubia, el ex de su admirador, lo miraba fijamente cruzado de brazos.

Suspiró y nego con su cabeza.

—¿Qué vera en ti ese enano?—. Analizaba cada parte de su cuerpo, el bicolor sintió como si Lévis quisiera intimidarlo con ese sobre análisis.

Inevitablemente eso lo molestó.

—¿Necesitas algo?

—Como sea, gustos son gustos —alzó sus manos—. Solamente vengo a advertirte.

—Solo dilo—. El ceño de Rayne se fue frunciendo más.

—El enano es muy querido, ya te habrás dado cuenta que todos lo aman—. Rayne pensó en las palabras tratando de buscar un ejemplo de ellas. —Absolutamente nadie lo delató, todos lo apoyan, es una gran persona.

—Y me dices todo esto porque...

—Para que pienses dos veces antes de hacer algo estúpido como herirlo. No solo porque todos en nuestro salón te vamos a odiar sino que yo personalmente me haré cargo de hacer tu vida un infierno.

Los ojos de Lévis no mentian, esa amenaza era verdadera.

—Lo quieres mucho como para ser solamente un ex y un amigo.

—Lo quiero porque merece ser amado. Tal vez no sea el mismo tipo de amor el mio hacia él, que el de él hacia mí. Pero eso no cambia que lo quiero ver feliz y por el momento tú eres su felicidad.

Esas palabras cohibieron al mayor.

Lévis se fue, dejando atrás a Rayne en un total silencio aún sorprendido por la confesión.