¡Rayne Senpai!

Tres cosas.

Admiro tu valentía, yo no podría gritar frente a todos, me da vergüenza de solo pensarlo.

Segundo, eres competitivo, si crees que gritando eso voy a decirte mi nombre completo, pues estás equivocado. Aunque me conmovió bastante, soy débil ante ti.

Por último, era de esperarse que eligieras la respuesta correcta. Después de todo eres el genio de tu salón, otra cosa que admiro mucho de ti.

Bien, la pista es la siguiente:

• Mido menos de 1,75cm por lo que no soy uno de los más altos de mi curso, pero tampoco soy el más bajo.

Eso es todo, te dejo un pedazo de pastel guardado en la cafetería del instituto, espero que te guste.

Con cariño, D~

Rayne cerró la carta, se puso a pensar en todas los estudiantes que no llegarán al 1,75. No era muy útil esa pista. Se iba a volver loco tratando de saber quién era.

Decidió ir a la cafetería, necesitaba azúcar para sobrevivir a las clases faltantes.

—Oh, Rayne—. Saludó Amy Meliadoul, la cocinera del instituto. —Tengo algo para ti.

La mujer le entregó un pedazo de pastel, era de vainilla, tenía una fresa en la parte superior y había la inicial «D» escrito con chocolate negro.

—También te dejaron esto.

Una rosa azul con un lazo rosa en su tallo.

—¿Sabes quién me lo dejo?—. Meliadoul asintió.

—Pero no pienso decírtelo, debes descubrirlo por tu cuenta—. Le sonrió y se fue para la cocina.

Rayne hizo un mueca por la respuesta, luego olió la rosa, ese perfume le recordaba a su infancia. Levantó la mirada por la pelirosa frente a él que no dejaba de sonreír mientras lo veía.

—Volviste a meterte en problemas.

—¡¿Por qué todos directamente lo asumen?!—. Preguntó ofendida.

—Love Cute, terminas como ayudante de la cocinera cada vez que te castigan.

—¡Ya lárgate, de cualquier manera no pensaba darte pistas!—. Después de los reproches de la de coletas rosas, terminó alejándose.