000. ❝ prologue ❞
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↯ CAPÍTULO CERO
▬ ❝ prologó ❞ ▬
━DEBERÍAS DESPEGAR LOS OJOS DE ESE LIBRO, EMMA ━aunque James había hablado lo suficientemente fuerte para que la joven lo escuchase, esta parecía estar absorta en su lectura, muy absorta para su gusto—. ¡Hey! Estoy tratando de que me prestes atención, Emma.
De nuevo no recibió respuesta de su parte, por lo que sin dudarlo jalo uno de los lacios mechones de la morocha, haciendo que se quejara.
—¡Auch! —dejó caer el libro sobre la mesa, causando un gran estruendo en el lugar—. ¡James!
—Hm.
La chica miró a la encargada de la biblioteca escolar, quien les dirigía una mirada fulminante.
—¡Lo siento! —exclamó Emma, alzando uno de sus pulgares en su dirección junto a una nerviosa sonrisa. Una vez la mujer dejó de mirar en su dirección, la joven volvió sus ojos hacia el chico Potter, el cual fingía leer un libro de pociones que, por cierto, estaba al revés—. Dime, pequeño e idiota Potter, ¿como es que aprenderás algo que Slughorn nos dice si estás leyendo de una forma bastante... peculiar?
—Esto no esta... —James rió, y cuando prestó verdaderamente atención al interior del libro, una mueca se posó en sus labios—. ¿Y en qué idioma está esto?
Emma negó, sonriéndole burlona—. No es un idioma, tonto, solo está al revés.
—¿Qué?
—¡Dale la vuelta!
James, un tanto exaltado por el grito de la castaña, le dio vuelta al libro tan rápido como pudo, esta vez pudiendo comprender todo acerca de aquellos venenos que el profesor estaba hablando.
—Ya lo sabía —una suave risa escapó de los labios de Emma—. Mínimo pude sacarte de tu mundo, Em.
La joven rodó los ojos—. Más bien me interrumpiste, Jamie, pero te disculpo solo porque se trata de ti.
—Que linda... siempre tan considerada.
Emma negó ligeramente con su cabeza antes de soltar un suspiro exasperado, pasando uno de sus dedos por el relieve de la portada.
—¿Por qué te presionas tanto, Em? —James puso su mano sobre el hombro de su amiga—. No debes de pasar casi todo el tiempo aquí, encerrada, con el extroleto.
La morocha se retiro las manos del rostro y lo miró con una ceja alzada—. ¿Con el qué?
—Exoreto —repitió, provocando que Emma soltase una carcajada silenciosa, pues aún seguían en medio de ma biblioteca—. ¿Qué, Emma? ¿Por qué te ríes?
—No es Exoreto o lo que sea que hayas dicho —aun con la sonrisa plasmada en sus labios, negó—. Se llama Hexoren.
—Eso —el Potter chasqueo los dedos y la señaló, haciéndola reír de nuevo—. Al menos logré que te distrajeras un poco.
—Como toda mi vida, James —suspiro ella, restregándose los ojos—. Pero no es queja, eh.
—Claro que no, nunca podrías poner una queja por tener a alguien como yo en tu vida, Em.
Emma le sonrió genuinamente. Quizá era su conexión de hace años o que en realidad él podría considerarse su versión masculina, pero sabía que de algún modo, siempre iba a estar junto a aquel payaso que tenía como amigo.
—Te doy la razón solamente porque ya me quiero ir a la Sala Común —soltó con diversión la chica, echando hacia atrás su silla para ponerse de pie—. ¿Vamos?
—Seguramente me usas de reemplazo por que Canuto no está por aquí.
Las mejillas de la chica se tiñeron de un adorable escarlata ante la mínima mención del chico.
—¡No es cierto! —alegó ella—. Es como si tú me usaras para acercarte a Lily, baboso.
—¿Sabes? Creo que tu enamorado está en la Sala Común... ¡te llevaré con él ahora mismo!
—¡James, no...!
Pero él no la escuchó, y en lugar de ello solo la tomo de la mano y le hizo correr junto a él, llevándose a tientas sus pertenencias.
La castaña intentaba soltarse, pero era imposible. El Quidditch tenía sus, al menor para la chica en estos momentos, malos beneficios; uno de ellos por ejemplo era la fuerza que el chico tenía. La odiaba.
—¡JAMES!
—¿Eh, hola?
Ambos jóvenes pararon su andar casi al mismo tiempo que la voz de Sirius Black se dejó oír a mitad del camino.
—¡Sirius!
—¡Canuto!
James, repentinamente nervioso, soltó la mano de la castaña y guió una de sus manos hacia la parte trasera de su cabello, sonriéndole de forma inocente.
—¿A dónde iban?
Sirius estaba enamorado, pero eso no lo sabia nadie mas que su tan limitado grupo de amigos. Quizá eso fue lo que hizo que le lanzara una mirada un tanto fulminante a su mejor amigo, quien simplemente fingía observar el techo del pasillo, soltando un débil silbido.
—Íbamos a la Sala Común —informo Emma, echando su gran libro a sus espaldas, balanceándose sobre sus pies ligeramente—. ¿Y tú? ¿A dónde ibas?
—A buscarte —alego él, sin titubear, dirigiendo toda su atención otra vez hacia la chica DeLux—. ¿Me acompañas, pequeña DeLux?
Emma titubeó, pero finalmente le lanzó su libro a James y tomó la mano que Sirius le extendía.
Había algo entre ellos. Algo hermoso que convertía su alrededor en una atmósfera completamente diferente. Era amor. Pero ellos aún no se atrevían a decirlo.
—Vamos.
Sirius dejó un pequeño beso sobre los nudillos de la castaña y jalo su mano, haciéndola correr junto con él hacia un destino desconocido.
James sonrió al verlos desaparecer y suspiró, aún sujetando el libro de su mejor amiga con fuerza. Sabía que los dos se querían, y solo rezaba para que todo fuera bien.
Porque Emma y Sirius eran almas gemelas, y merecían una vida juntos.
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