Chapter 003
003
"La flor que florece en la adversidad es la más rara y hermosa de todas".
-Mulán
La Isla de los Perdidos era un lugar que despertaba la curiosidad en Rosalie. A pesar de las advertencias de Evie, Jay, Carlos, y Percy, había algo en ese lugar sombrío que la intrigaba. Tal vez fuera porque era tan diferente al mundo de cuento de hadas en el que había crecido. Mientras el grupo avanzaba por las callejuelas, Rosalie se distrajo mirando los puestos de mercado destartalados y las calles llenas de objetos extraños. Sin darse cuenta, se había separado de sus amigos.
Caminó un poco más, fascinada por la decadencia y la oscuridad que la rodeaba. Todo parecía tener una historia detrás, y aunque su corazón le decía que debía volver con el grupo, su mente curiosa la empujaba a explorar un poco más. Fue entonces cuando sintió que alguien la estaba observando.
-¿Perdida, princesa? -una voz ronca y burlona surgió desde las sombras.
Rosalie se giró, sobresaltada, para encontrarse con un joven pirata con una sonrisa traviesa en el rostro. Llevaba un garfio en el cinturón, y su chaqueta roja, aunque vieja, aún conservaba un aire de autoridad. Harry Hook la miraba con una mezcla de curiosidad y malicia, como si estuviera evaluando a su próxima presa.
-Oh, yo... solo estaba explorando -respondió Rosalie con suavidad, sin mostrar miedo. Su tono era dulce, pero había una firmeza en su mirada. Aunque era inocente en muchos aspectos, no era ingenua. Sabía que ese pirata no era alguien en quien confiar.
Harry dio un paso más cerca, su sonrisa ensanchándose al ver que la chica no retrocedía.
-Explorando, ¿eh? -Harry jugueteó con el garfio, moviéndolo lentamente de un lado a otro mientras la rodeaba, como un tiburón acechando a su presa-. No es muy seguro que una chica como tú ande sola por aquí. Nunca sabes con quién podrías encontrarte.
Rosalie lo siguió con la mirada, sin dejar que su aparente inocencia fuera confundida con debilidad. Algo en su interior le decía que debía tener cuidado, pero al mismo tiempo, sentía que podía manejar la situación. Después de todo, había crecido escuchando las historias de su madre, Rapunzel, y sabía que no todos los villanos eran tan temibles como parecían.
-No estoy sola, Harry. -Su voz era tan suave como siempre, pero sus palabras eran una advertencia sutil-. Mis amigos están cerca.
Harry dejó escapar una carcajada, inclinándose hacia ella hasta que sus rostros estuvieron a pocos centímetros de distancia.
-¿Harry, eh? -respondió, sorprendido de que ella supiera su nombre-. Entonces ya has oído hablar de mí. Eso facilita las cosas.
Antes de que Rosalie pudiera reaccionar, Harry la tomó suavemente del brazo, pero con una fuerza suficiente para hacerle entender que no tenía intención de dejarla ir.
-Ven conmigo, princesa. -Su tono era seductor, pero había una oscuridad detrás de sus palabras-. Estoy seguro de que Uma estará encantada de conocerte.
Rosalie sintió su corazón latir más rápido, pero se mantuvo tranquila. Sabía que luchar sería inútil, y gritar solo atraerían más problemas. En cambio, decidió usar lo que mejor sabía hacer: su encanto.
-¿Por qué te molestas en llevarme, Harry? -preguntó con una sonrisa suave, mirando directamente a los ojos del pirata-. Podrías simplemente dejarme ir, y nadie sabría que me viste.
Harry la miró por un momento, intrigado por su respuesta. Era diferente a las otras personas que había conocido, más dulce, más segura de sí misma a pesar de la situación.
-No te preocupes, princesa. -Harry sonrió, una mezcla de diversión y admiración-. Será más divertido así. Y quién sabe, tal vez te guste más la compañía de piratas que la de tus amigos.
Con esas palabras, Harry la guió a través de las calles, mientras Rosalie comenzaba a pensar en cómo salir de esta situación. Sabía que sus amigos la buscarían pronto, pero por ahora, tendría que encontrar la manera de lidiar con Harry Hook por sí misma.
Rosalie fue llevada por Harry hasta el escondite de los piratas, un lugar oscuro y lleno de vida, donde el sonido de las olas golpeando la costa se mezclaba con las voces de piratas y villanos. Las luces parpadeaban, proyectando sombras extrañas en las paredes, y el aire estaba cargado de sal y tensión. Rosalie sabía que debía mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza.
Harry la guió hasta el centro de la sala, donde una figura imponente y con una presencia dominante se encontraba de pie, observando a los suyos con autoridad. Era Uma, la hija de Úrsula, con su cabello azul en trenzas y una mirada afilada que podría atravesar el acero.
-Mira lo que me he encontrado explorando por la isla -dijo Harry con una sonrisa astuta, empujando suavemente a Rosalie hacia adelante-. Una princesita perdida.
Uma la miró de arriba abajo, frunciendo el ceño. No había duda de que Rosalie no pertenecía a ese lugar. Con su vestido lila y su largo cabello dorado, parecía una flor delicada en medio de la oscuridad de la Isla de los Perdidos.
-¿Y quién se supone que eres? -preguntó Uma con desdén, cruzándose de brazos-. ¿Otra chica rica y mimada que viene a jugar a ser heroína?
Rosalie mantuvo la compostura, aunque sintió la frialdad en las palabras de Uma. No era la primera vez que la juzgaban por su apariencia o su origen, pero sabía que demostrar quién era realmente llevaría tiempo.
-Mi nombre es Rosalie -respondió con una sonrisa cálida-. Soy hija de Rapunzel y Eugene, pero no estoy aquí para jugar. Solo me perdí un poco mientras exploraba la isla.
Uma levantó una ceja, claramente desconfiada.
-¿Explorando? -repitió con incredulidad, sus ojos entrecerrados-. ¿De verdad crees que alguien como tú puede pasearse por aquí sin que le pase nada?
Rosalie entendió que Uma estaba probando su fortaleza. No podía permitirse mostrar debilidad, pero tampoco quería desafiarla abiertamente. Decidió usar el enfoque que mejor conocía: la sinceridad.
-Sé que esto no es un lugar seguro, pero eso no significa que todos aquí sean malos. -Sus ojos verdes brillaban con determinación-. Yo solo quería ver más allá de lo que siempre me han contado, entender este lugar y las personas que viven aquí. No todos los que están en la isla eligieron estar aquí, ¿verdad?
Las palabras de Rosalie captaron la atención de Uma. Había algo en esa chica que no coincidía con las expectativas que tenía de las princesas. Era amable, sí, pero había una sinceridad en ella que Uma no esperaba. Aun así, no estaba dispuesta a dejarse ganar tan fácilmente.
-No te creas que tus palabras bonitas van a cambiar las cosas por aquí, princesa -replicó Uma, aunque su tono ya no era tan gélido-. Este lugar es para los fuertes, para los que saben luchar por lo que quieren.
Rosalie asintió, comprendiendo el mensaje detrás de las palabras de Uma.
-Lo sé, y no espero que confíes en mí solo por mis palabras. Pero creo que la fuerza también viene de saber escuchar y entender a los demás. No vine aquí a juzgar, solo a aprender.
Uma la observó en silencio por un momento, evaluando si sus palabras eran sinceras o solo una estrategia. Había algo en la inocencia y honestidad de Rosalie que la intrigaba, algo que la hizo bajar un poco la guardia.
-Eres diferente a lo que esperaba, Rosalie -admitió Uma, aunque con cautela-. Pero no te confundas, esto no significa que confíe en ti. Solo que... me das curiosidad. Veremos si esa dulzura tuya es real o solo una máscara.
Rosalie sonrió, agradecida de que, al menos, Uma no la había rechazado por completo. Sabía que ganarse la confianza de Uma no sería fácil, pero también sabía que la amistad verdadera no surgía de la noche a la mañana. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para demostrar que, aunque era diferente, no era alguien que debiera ser subestimada.
-Gracias, Uma. -Rosalie inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto-. Estoy aquí para aprender y ayudar, si puedo.
Uma asintió lentamente, aún manteniendo su distancia, pero ya no con la misma frialdad de antes.
-Entonces, demuéstralo -dijo Uma finalmente, dando media vuelta y señalando a Harry para que la siguiera-. Pero recuerda, princesa, aquí no hay segundas oportunidades.
Mientras Uma y Harry se alejaban, Rosalie se quedó en el centro del escondite, sabiendo que había dado el primer paso en un largo camino. Con suerte, su sinceridad y amabilidad serían suficientes para ganarse la confianza de Uma y, tal vez, encontrar una manera de salir de la isla y reunirse con sus amigos.
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