
Capítulo tres
| Paz en tiempos de guerra
Los Cullen acompañados de Danina y Jacob regresaron a la casa de estos, pues consideraban que no había peligro alguno.
La tranquilidad no duró tanto tiempo ya que Sam y su manada hicieron acto de presencia con la intención de matar a Renesmee y a los Cullen por romper el tratado. No pudieron hacer nada porque Jacob les informó -junto a una Danina sarcástica- que él se había imprimado de la bebé. La ley más poderosa de ellos les impedía herir a la pequeña, por ende ya no había nada que hacer.
Rosalie y Danina se quedaron al cuidado de la bebé mientras el resto se iba de caza. Le habían ofrecido ir pero se negó ya que aún no estaba lista para cambiar de dieta al cien porciento.
— Bueno, supongo que las aguas se han calmado —Movió los hombros de arriba hacia abajo. Rosalie no le respondió, se limitó a mirarla con fastidio— supuse mal —Agregó virando los ojos.
La rubia fue a dejar a Renesmee a una cuna, en el piso de arriba, así que la otra chica se quedó sola observando con detenimiento la estructura de la casa.
El cuerpo de Bella yacía en el mismo lugar en donde murió. Se tenía previsto que le dieran la noticia de su muerte a su padre dentro de unos días para que tuvieran tiempo de sopesar todo correctamente y encontrar una muerte falsa justa.
Una ráfaga de viento agitó su cabello. Instintivamente giró para sostener a una persona del cuello y azotarlo en la pared más cercana sin usar tanta fuerza.
— Si vas a atacar, hazlo bien —Lo soltó evitando intercalar miradas. Edward empezaba a ponerla en un estado de enojo inmedible.
— Carlisle me mandó a ofrecerte ir de caza con él y Esme —Tosió un poco.
Lo inspeccionó de arriba hacia abajo, deteniéndose en su pecho. Asintió un par de veces a modo de comprensión más no de aceptación a la oferta.
— No, gracias —Dijo únicamente como respuesta.
Ninguno de los dos habló. Edward subió las escaleras para ir en busca de su pequeña y Danina siguió estando sola, observando, fundiéndose en sus pensamientos.
« — ¿Todavía no hay ningún cambio? —Preguntó ella.
— Ninguno —Respondió.
Tomó la esponja que Alice le ofrecía y comenzó a limpiar restos de sangre seca del cuerpo de Bella, escuchando lo que el par de hombres decían.
— Quizá, Carlisle, quizá haya llegado demasiado tarde —Sintió lástima por él.
Claro que era tarde, muy tarde. La pobre humana no había sobrevivido ni con la morfina. Y es que Carlisle ya lo había advertido; hay límites hasta para dicha sustancia que no se pueden combatir ni solucionar»
"Humana tonta. Tontamente loca de amor" pensó. Cuanto hubiera dado ella por que su bebé viviera, por que lo dejaran vivir y poder tenerlo en brazos, justo como Edward con Renesmee. O siquiera haber tenido el gusto de verlo nacer, como Bella.
Se sumió tanto en sus pensamientos que recordó el día en que su mundo decayó y se dio su renacimiento triunfal, llenándose de tristeza pura y melancolía.
— Hemos llegado —Anunció Alice en un canturreo.
Más Danina no saludó ni movió su cuerpo.
Jasper percibió sus emociones apenas estuvo cerca de ella. Como buena persona le proporcionó algo de tranquilidad, de nuevo.
— Gracias Gaspar —Uso aquel apodo para reír un poco.
— ¿Dijo Aspar? —Emmett no había entendido bien el acento italiano.
— Es un placer, señorita —Fingió sacarse un sombrero, incluso se inclinó un poco. Alice le golpeó el brazo y este se rió por ello— disculpe, bella dama —Le dio un suave beso en la comisura de los labios.
« — Disculpe, bella dama, ¿alguna vez le han dicho que su belleza sobrepasa los límites? —Ocultó una sonrisa burlona. A veces decía cosas así para molestarla.
— Cierra la boca, Aro —Era una tonta, una tonta ciegamente enamorada.
— Podría cerrarla así —La tomó de la cintura atrayendola a él para poder besarla en los labios»
De repente sintió náuseas. No podía comprender cómo pudo enamorarse ingenuamente de él, del mismo diablo. Aparentaba ser solo un joven de veinte años y en realidad no lo era, tenía más edad encima junto a una mente retorcida.
Se levantó de un salto y salió a paso apresurado del hogar rumbo a quién sabe dónde.
Arriba, en el balcón, Edward la observaba irse. Había leído su mente más de lo debido.
Rato después los Cullen se reunieron en la habitación donde el cuerpo de Bella se encontraba. Las mujeres le estaban dando una última limpieza, colocando un vestido azul y peinando su cabello. Si veías de lejos a Bella parecía estar durmiendo, solo eso.
Danina regresó en el instante en que todos estaban frustrados sin saber qué hacer con Bella, cómo decirle a Charlie que ella había muerto. Optó por pararse a unos cuantos metros alejada de ellos, después de todo no era su asunto.
Mordió sus labios reteniendo una idea que le cruzaba desde hace un tiempo y buscó con la mirada a Renesmee, quien la observaba estirando las manos hacia ella y al ser rechazada por la vampiro se rompió a llorar. Controló los impulsos de ir y abrazarla por el simple hecho de que se sentía incapaz.
— Adelante —Le dijo Edward— tu idea igual es buena
— Deja de meterte en mi cabeza —Por primera vez sonó cohibida.
— ¿Qué idea? —Preguntó Rosalie.
— Yo... Bueno, yo pensé a modo de chiste que podrían fingir que ella aún está viva, como en las películas, que se va de viaje a Alaska y en el trayecto tiene un accidente, ya saben el resto —Sus manos se movieron en el aire— es algo idiota, no era en serio, ni es creíble
— Te tenemos a ti para que lo sea —Opinó Emmett.
— ¿Funcionará, Alice? —La mencionada asintió en dirección a Edward.
— Lo he visto ya, Charlie lo creerá
— Uh, no puede ser posible que tomen en cuenta algo sarcástico —Se quejó.
— Lo hicieron anteriormente y funcionó
— ¿Quién dejó entrar al perro? —Soltó fingiendo pánico.
— Sí, quién —Le siguió la broma Rosalie.
— Será mejor que te calmes, garabatos —La rubia y la pelinegra se observaron riéndose del mal apodo.
— Te estrujaría el cuerpo hasta quebrar todos tus huesos si tan solo tuviera fuerza suficiente
— Necesitamos que te alimentes para llevar a cabo el plan —Dijo Carlisle.
— No puedo cazar a humanos, ¿cierto? —El mayor negó— bien, vamos a ello de una vez
— Edward irá contigo —El recién mencionado chasqueó la lengua.
— Está tan emocionado de ir tanto que hasta está sonriendo ampliamente—Comentó Jacob entre risas.
— Bien. Alcanzame..., si puedes —Lo retó con tal de amortiguar la sensación de incomodidad en ambos.
Los Cullen sonrieron, incluso Edward lo había hecho. Danina lo vio vacilar por escasos segundos para después salir corriendo del lugar hasta adentrarse al bosque, siendo seguida por el chico.
Escaló los árboles de modo que saltaba entre árbol y árbol riendo como una niña. El otro la igualaba, a pesar de que en el fondo seguía creyendo que su compañía era mala y peligrosa.
Ambos estaban pasándola bien.
Finalmente se tiró al suelo doblando las rodillas para que estas absorbieran el impacto de la caída. Una vez con los pies fijos al suelo notó que Edward estaba a escasos metros de ella mirándola con aprobación o al menos eso intuyó ella.
— Lo has hecho con mucha gracilidad, incluso para un vampiro
— ¿Qué quieres decir? —No conocía el significado de la palabra— supongo que gracias —Desvió la mirada— ¿podemos hacerlo de nuevo?
— Estamos en una expedición de caza, céntrate —La riñó sin dejar de sonreír.
— Caza, sí, cierto —Asintió sin ganas— ¿qué vamos a cazar?
— Alces. Estaba pensando en algo fácil por ser tu primera vez...
— No es mi primera vez —Suspiró. Ya había dicho antes que hubo un tiempo en que lo intentó, al estar alojada en la casa de los Cullen— pero que amable de tu parte. Vayamos a por ellos
Solo podía pensar en el ardor que tenía en la garganta a causa de la sed. Necesitaba alimentarse ya. Es por ello que sin chistar siguió a Edward con sigilo.
— En ese caso, ya sabes que debes cerrar los ojos y concentrarte —"Ajá, señor genio" pensó— que graciosa
— Para de leerme la mente —Pidió casi como una orden.
Cerró los ojos y se concentró en cada ruido y olor. Podía ver de alguna forma a pequeños animalitos, hormigas, incluso sentía el olor de las hojas de los árboles. Las comisuras de sus labios se curvearon hacia arriba, había captado algo interesante.
— Lo tengo —Abrió los ojos— a un lado del arroyo, al noroeste. Son cinco alces en total —Informó.
— Correcto, ¿qué sientes que hay que hacer ahora?
Dudó. Quería correr y cazar al animal o animales de una vez, sin embargo no se sentía como si aquello fuera correcto. Normalmente mataba humanos y no a cualquiera; escogía a los imbéciles que más merecían morir. La joven de aquella noche en que Carlisle la encontró resultó ser una maldita pues golpeaba a su madre porque no le daba lo que le pedía, pues prácticamente eran ellas dos y se creía con la autoridad suficiente para maltratar a su mamá.
— No lo pienses —Le aconsejó dando un paso hacia atrás— simplemente sigue tus instintos, Danina
Se dejó llevar por el olor y por la sed que la consumía. Corría y corría con velocidad rumbo a su futura comida. Y cuando estuvo a punto de llegar se distrajo por un olor exquisito, uno por el cual siempre mataba. Era un hombre, el cual escalaba unas montañas cerca de ahí; estaba herido, se había raspado las rodillas.
Su objetivo cambió, tanto así que pasó al lado de un alce asustando al animal. A ese punto su sed ya había empeorado. Edward la había arrebasado, parándose frente a ella y empujándola para que recobrara el sentido. Ella gruñó muy fuerte, apretó los puños y se detuvo.
— Lo lamento
Se disculpó para después regresar por donde había venido, lanzándose ahora sí a los alces con tal de saciar su sed.
— ¿Por qué te disculpas conmigo? Ha sido mi error, no tomé en cuenta que habría gente cerca. No tienes de qué disculparte
— Te he gruñido —Dijo con obviedad. Edward solo podía ver el hilo de sangre que descendía de sus labios a su barbilla.
— Claro que lo has hecho. Es natural —No se conformó con ello.
— Regresemos, estoy... Satisfecha —Bajó la mirada y se echó a correr una vez más.
— Admiro tu coraje, quiero decir, te contuviste —Le escuchó.
— ¿Qué más podía hacer?
— Lo que estás acostumbrada a hacer, quiero decir...
— Le he prometido a Carlisle que no lo haré
Cuando llegaron a la casa un par de miradas cayeron sobre ellos, intimidando a la pelinegra.
— ¿Qué tal les fue? —Preguntó Esme.
— De la mier...
— Lo ha hecho estupendo —La interrumpió él. Y no mentía.
— ¿Ya estás mejor? —Carlisle se preocupaba demasiado por ella, de hecho la consideraba como alguien de la familia.
— Sí —Mintió.
— ¿Aún tienes sed?
— La verdad es que no —Siguió mintiendo.
— Entonces has terminado por hoy —Asintió.
"Pequeña mentirosa" pensó Edward.
"Y una mierda" pensó Danina.
_________________________________________
Una vez que entras a esta historia te comprometes a no ser un lector fantasma. ¡Los votos son inspiración! ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro