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Capítulo diecinueve

| Y vivieron felices... ¿O no?

— ¿Dónde está? —Jacob llegó gritando aquella pregunta, tratando de contenerse para no transformarse en pleno bosque, frente a Renesmee.

— Acaba de irse

Por primera vez, bajo la circunstancia actual, Edward se atrevió a hablar. No había hablado con nadie desde que Danina había optado por irse.

— ¡La dejaron ir! —Recriminó.

— No, ella decidió irse y no íbamos a interponernos, no más —Habló Carlisle.

— ¿Por qué? Ella parecía dudar de irse, así que qué fue aquello que la hizo cambiar de opinión —Ninguno de los presentes quiso responder.

Pocos segundos después de que Edward le pidiera a Danina que se casara con él, ella se había alejado de su lado evitando mirarle. De hecho, empezó a dar vueltas por la sala sin decir una sola palabra.

¿Casarnos? Estás loco, vincula todas tus soluciones con Aro y los Vulturis, ¿no lo entiendes? Todas terminarían en muerte —Respondió.

¿En verdad te casaste con él?

— No, cielos, pero...

— No le veo fallas. No podrían hacer nada, tú eres la que no entiende —Puntualizó.

Tomó a su hija en brazos, la cual se veía apagada. La niña le mostró aquello de lo que habían hablado en su habitación horas atrás, entonces Edward comprendió que ella volvería, al menos lo haría.

Transcurrió el tiempo, uno, dos, tres meses e incluso más. Danina no volvió.

Pasó medio año, meses en donde los Cullen decidieron dejar de esperar, sobre todo Edward. Jacob se centró en la manada y en cuidar de Nessie;  La niña ahora aparentaba tener ya unos cinco años, fuera de eso -hablando del caso de Danina- mantenía la fe en que ella vendría a visitarla.

— ¿Podemos ir al río? —Preguntó a su tía Rosalie jalando su brazo.

Pulga, no tiene poco que volvimos del cine y quieres seguir andando de paseo cuando no has hecho tus tareas —Le reprimió su tío Emmett.

— Papá —Intentó que su padre la apoyara.

— Tu tío tiene razón. Primero has tus tareas y después iremos ahí, y lo primero es una orden —Endureció la mirada.

Mami me hubiera llevado —Reprochó.

— ¡Carlie! —La regañó.

— Perdón —Bajó la mirada a punto de llorar.

— Edward, no tienes por qué gritarle —La defendió Rosalie.

— Solo la estaba regañando, no puede hacer berrinche por todo Rose, debe aprender que primero están las obligaciones —Suspiró frustrado.

— Todo se escucha desde arriba —Dijo Alice llegando donde ellos— ven Nessie, hagamos la tarea juntas —Estiró su mano en dirección a la niña.

La pequeña tomó su mano, yéndose con ella.

El silencio reinó entre los hermanos Cullen. Nadie quería dar su brazo a torcer.

"Edward" escuchó un murmuro, uno lejano pero claro.

— Debo estarme volviendo loco —Llevó las manos a la cabeza.

— ¿De qué hablas? —Cuestionó Emmett.

— Estoy escuchando una voz desde hace días

— ¿En tu cabeza o...?

— Sí, en mi cabeza —Gruñó.

"Edward", de nuevo ahí estaba la voz.

— Suena a... Justo como Danina —Susurró.

— ¿Ella estará cerca?

— Hubiera venido de ser así —Supuso Rosalie.

En algún lado del mundo una persecución era liderada por la cabecilla mujer de los Vulturis junto a sus servidores. Estaban "cazando" a unos cuantos neófitos que recién causaron una matanza, cinco neófitos para ser exactos. Habían causado catástrofe y eso era castigado.

— ¡Alec, a tu derecha! —Gritó a modo de aviso.

Uno de los neófitos la empujó lejos, sin embargo ella pudo mantenerse de pie al final y siguió corriendo para ir en su búsqueda.

Sonrió ampliamente, como un niño cuando está a punto de hacer una travesura, y posteriormente movió ambas manos. Lo siguiente que pasó fue que, al estar bajo la ilusión, fue más fácil para Alex inmovilizarlos y para Jane torturarlos.

Los neófitos cayeron, agonizando y gritando. Para Danina aquello se había vuelto música para sus oídos, pues desde el segundo mes le encontró fascinación a lo que hacían.

— Suficiente, Alec —Ni siquiera lo miró. El vampiro se detuvo más Jane no— un poco menos, querida —Le ordenó, cosa a la que obedeció— bueno, díganme quién los creó

Dio un asentimiento en dirección a Jane ya que ninguno parecía querer hablar. Así que Jane los hizo arder con más intensidad.

— No sabemos... No conocemos su... Nombre —Decía entre pausas una chica del grupo neófito— era... Un hombre

Hizo un ademán. Jane dejó de hacer lo suyo y dio un paso atrás.

— ¿Cómo era él? —Se arrodilló frente a la joven.

— Alto, de cabello negro, musculoso, era pálido. Juro que no sabemos su identidad, el solo... Nos hizo esto cuando estábamos acampando, hace unas noches —La miró a los ojos buscando algún indicio de mentira, más no encontró nada.

— Te creo —Se levantó sacudiendo su ropa como si hubiese entrado en contacto tierra— pero aún así debemos hacer lo correcto

— Pero les hemos dicho lo que querían —Dijo otro neófito.

— Los Vulturis no damos segundas oportunidades —Les dio la espalda— adelante —Les dijo a los pequeños "brujos".

Se alejó de la escena de muerte con tal de calmar su mente. Estando a una distancia prudente soltó un suspiro. "Los Vulturis no damos segundas oportunidades". Eso era algo que ya estaba acostumbrada a decir y aún así le daba asco decirlo, etiquetarse de nuevo como una Vulturi.

Este caso de neófitos era el décimo tercero de lo que iba en los últimos cuatro meses. De acuerdo a lo poco que lograban recuperar de información llegaron a la conclusión de que detrás de ello había un único y mismo creador. Las características de este le parecían familiares a Danina pero no quería sacar conclusiones apresuradas. Y es que el padre de Nahuel ni siquiera pudo ser encontrado por los Vulturis, entonces vincularlo a los recientes sucesos no sería tan adecuado, quizá ya había muerto o algo parecido.

Para los siguientes días la rutina se repitió. Era la encargada de acompañar a la guardia a cazar a neófitos, no por obligación, sino que ella quería, ya no iba a permitir que la mantuvieran encerrada, no de nuevo.

— ¿Sabes Marcus? Se me hace extraño todo este lío —Dijo cruzando las piernas, sentada en su trono. Caius y Aro aún no llegaban.

— No creerás que es algo que mis hermanos han creado, ¿cierto? —Ahora el hombre ya no hablaba tan lento ni bajo, para nada. Eso había cambiado desde que Danina regresó al castillo.

— No, ellos no son tan originales para hacerlo —Chasqueó la lengua.

Marcus se acercó a su trono con tal de acariciarle el cabello con suavidad para calmarla. Danina se dejó, mientras se hundía en sus pensamientos diarios.

"Danina" susurraron.

— ¿Dijiste algo? —Le preguntó a su compañero de clan.

— No

— Esto es tan raro —Cerró los ojos y apretó los párpados.

— Hola, querida —Escuchó esa voz que tanta cólera le causaba.

— Cállate y toma asiento Aro —Apretó la mandíbula abriendo los ojos de una vez.

— ¿Al fin haz resuelto algo? —Caius no se iba por las ramas, él era directo.

— Por desgracia, Caius, no hay suficientes pruebas ni nada que nos vincule a algún posible culpable —Encogió los hombros. Marcus dejó de acariciar.

— Podría ser ese tal Joham —Sugirió el mencionado.

— Me temo que no, pues la descripción de los neófitos siempre es la misma, no concuerda con la apariencia de Joham

— ¿Cómo conoces tal cosa?

— Porque lo conocí en el pasado, a él y sus... —Entonces, como si por obra del destino, en su mente se plasmó la viva imagen del hijo de Joham, Anuel— hijos —Terminó en un murmuro apenas audible.

Anuel cumplía con todas las características físicas que los neófitos mencionaban. ¿Cómo se le había pasado aquello?, ¿cómo no lo consideró antes?

— Compartenos tus pensamientos, esposa —Habló Aro.

— No me llames así —Lo señaló, en cambio él sonrió con malicia— creo tener a un posible culpable, pero yo descubriré si es él —Volvió la vista a los tres— me encargaré de esto mientras ustedes siguen buscando a Joham

— No podríamos pedir más —Dijo Marcus.

Las puertas principales fueron abiertas, Dominic entraba junto a Felix acompañados de turistas. Los cuatro grandes sonrieron sin mostrar los dientes.







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