Twenty two.
Andra Vogel.
Cada vez siento que la soledad me lastima más y más, la luz que algún día adore se marchitaba poco a poco y duele. Anhelaba que algún día al despertar todo fuera un sueño, ver a mi hermano en las mañanas, durante las tardes compartir abrazos con Gilbert verlo sonreír pero ya no había vuelta atrás.
Sabia que Gilbert tomaría de esposa aquella dama que seguramente le da todo lo que yo no pude, mi madre se acercó a mi colocando su mano en mi hombro regresándome a la realidad.
—Andra, tienes que alimentarte cariño.—Mi madre miro mi plato lleno del desayuno.—No haz comido en 4 días, te puedes desmayar o peor aún...
Escuché su voz temblar, pronto mi padre intervino;—Déjala, ya se le pasará.—Estaba malhumorado desde hace semanas, no sabía que hacer con la empresa cuando el muriera, el heredero iba a ser Harry pero el ya no estaba con nosotros y mi padre no me creía capaz de manejar algo como eso.
—Ya te dije que puedo hacerlo, padre.—Murmuré.
—Andra, no es momento para poner en discusión eso.—Gruñó dándole un sorbo al café.
—Como quieras... Me voy madre.—Besé su mejilla.—Que tengas un buen día cuidando a Delphi.
Mi madre en ocasiones acompañaba a Marilla y Rachel en el cuidado de la pequeña, pronto llegue a la escuela o lo que quedaba de ella, a mi lado estaba Ruby apunto de romper en llanto.
—El caldero, está todo...—Miss Stacy busco por doquier.
—Menos...—Anne frunció el ceño y corrió seguro por Rachel para reclamarle.
—Esto es un verdadero acto de cobardía.—La maestra tenía la mirada de desilusión.
—¿Donde estudiaremos? Estamos cerca de dar los exámenes de admisión a Queen's.—Cuestione preocupada.
—Iremos a mi casa, no es muy grande pero podrán estudiar.—Propuso la profesora yendo a levantar su vehículo.
—Entonces en 1872...—Murmuré.
—74.—Gilbert que estaba al lado de Anne me corrigió con una ligera sonrisa.
Le devolví la sonrisa en forma de agradecimiento, nuevamente mi cabello cayó sobre mi rostro mientras leía mas sobre mis apuntes. Sentía su mirada sobre mi haciéndome sentir nerviosa.
—No sé que haremos contigo Ruby, cambias los números por corazones.—Jane se quejó.
—Puedo ser inteligente y romántica.—La rubia se quejó.
—Claro que no.
—Mira a Gilbert, el es inteligente y romántico.—Todos volteamos a verlo.
—No es romántico.—Anne hizo una mueca haciéndolo soltar una risa nasal.
—Parece que con Winifred lo es.—Charlie intervino.—Y no olviden que aquí tenemos a alguien que lo puede confirmar.
Ahora las miradas fueron dirigidas a mi haciendo que aclare la garganta sintiéndome mucho más nerviosa aún.
—¿Qué tan cierto es? Andra.
—¿Conocen algo llamado privacidad?—Los miré mal antes de volver a leer.
—Entonces Gilbert, ¿Cuando ves a tu prometida?
Sentí mi corazón estrujarse al escuchar esa palabra, "Prometida" por inercia mi mirada se dirigió a Blythe quien no mostró pena alguna de hablar sobre ella.
—Winifred, mañana almorzare con sus padres antes de hacer el examen.
—Entonces va en serio.—Los chicos comenzaron a molestarlo.
Sin ganas de seguir escuchando me levante en dirección contraria a ellos donde estaban mis demás compañeros intentando estudiar.
—¿Podemos hablar un momento? Andra.—Miss Stacy se acercó a mi susurrando para que nadie mas nos diera atención.
Asentí levantándome del lugar mientras me guiaban a una habitación que no estaba siendo ocupada por ninguno de mis amigos.
—Lo he notado, se que las cosas no están bien... Reconozco un corazón lastimado a kilómetros de mi vista.—Acarició mi cabello mientras mantenía la cabeza agachada, lo cierto era que tan solo quería estar en mi cama llorando hasta dormirme.—¿Quieres hablar de ello?
Me limité a negar con la cabeza;—Le agradezco mucho pero, no. Tengo que estudiar.—Aclaré mi garganta.
La mayor posó su áspera mano en mi mejilla haciendo un suave movimiento con su pulgar para así limpiar la lágrima que estaba resbalando en ese preciso momento.
—Andra, puedes confiar en mi. Puedo ayudarte a resolver lo que sea si gustas.
—Gustar.—Hice una mueca.—Me gustan las estrellas, me gusta la música y me gustan los poemas.
Sonreí murmurando aquellas cosas que tanto me lo recordaban;—Me gusta el mar y caminar, pero no es lo mismo.—Miss Stacy sujetó mi mano esperando a que finalmente digiera la razón por la cual mis palabras en ese momento parecían tan absurdas e irrazonables
—Lo que en verdad me gustaba era ver las estrellas con el, solo me gustaba la música cuando el bailaba conmigo, solo me gustaban los poemas cuando los recitaba hasta quedarme dormida en su hombro, y me gustaba el mar cuando caminábamos por el hasta el atardecer. Ya nada será como antes, ¿Cierto? Lo perdí todo.
—No haz perdido nada aún.—La mayor me mostró una sonrisa cálida y podría jurar que estaba siendo completamente sincera en ese momento.—Si amas algo en realidad tienes que hacerlo todo para no perderlo, pero recuerda que es a ti a quien tienes que poner sobre cualquier cosa.
Con lágrimas rebeldes pegadas a mi rostro la abracé, no quise hacer ningún ruido ya que tenía miedo de que alguien haya escuchado todo lo que había dicho en ese momento.
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