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Twenty one.


Andra Vogel.

Luego de lo que había pasado con el periódico de Anne todos discutimos sobre lo mismo, cosa que me tenía cansada, escuchar incluso a las chicas criticar a la pelirroja por tratar de hacerles entender que las mujeres servimos para más que un matrimonio me molestaba.

—Anne no debía escribir eso.—Moddy se quejó.

—Dañó por completo la reputación de Josie.

—No solo eso, ahora el periódico tiene limite de noticias.

—Ya basta.—Me crucé de brazos mirándolos con desprecio.—Es que todos aquí van a ignorar el porque Anne escribió eso, Billy le faltó el respeto a Josie.

—Pero.—Tillie iba a interrumpir.

—Le faltó el respeto a una mujer Tillie, pudiste ser tú.—Bufé.—Anne lo único que hizo fue que todos tuvieran un poco más de respeto para nosotras, escuchen esto "Las mujeres no necesitan de un hombre para completarlas, las mujeres nacen completas" Tenemos aquí a la profesora Stacy, es la persona más inteligente y encantadora que hemos tenido en esta escuela y no necesita de un hombre para resaltar.

—Gracias, Andra.—Miss Stacy sonrió dejándome continuar.

—"Nosotras no necesitamos que un hombre tome las opiniones por nosotras" Moddy, ¿Sabes más de lo que Ruby piensa que ella misma?

El se limitó a negar con la cabeza agachada, al instante todos comenzaron a apoyarme, vi de reojo a Gilbert quien tenía una sonrisa sin parar de mirarme, al instante entro Anne con unas tablas en sus manos dispuesta a dar una idea para nosotros.

Nuestro momento había llegado, el ayuntamiento estaba lleno de las personas que se dispusieron a seguirnos con la intención de averiguar que haríamos, mi mirada se dirigió al pañuelo que usaría para cubrir mi boca, esto podía salir mal.

—¿Nerviosa?—Gilbert se acercó hablando a mi bajo.

—No diría nerviosa, más bien... Emocionada.—Sonreí mientras comenzaba a atar el pañuelo sobre mi boca dejando a la vista el brazalete que Gilbert me había regalado en una pasada navidad.

—Aún lo tienes.—Habló un poco conmovido y curioso.

—Tenemos el derecho de hablar.—Anne y Josie abrieron las cortinas mientras nosotros sosteníamos.

Las personas comenzaron a leer lo que las tablas decían incluyendo mis padres que parecían asombrados por lo que estaban viendo, hasta que cierto hombre se subió intentando quitarle la tabla a Tillie quien opuso fuerza.

Entonces el sonido de una cámara resonó en el lugar, estaba en evidencia como querían callarnos;—Stacy, controle a sus niños.—Reclamó el mayor.

—Ellos no son niños.—Pronunció la maestra.—Y no están fuera de control.

—Agradezco sus sugerencias.—Gilbert vio al mayor mientras partía la hoja frente a el.

La noche se había vuelto para nosotros, pude observar a Anne charlar con la profesora y a los demás hablar sobre cómo habíamos doblegado a los del ayuntamiento, sin duda fue de las mejores acciones que hemos hecho por un bien propio.

—Se que todo esto pasará, nunca nadie te hará lo mismo de nuevo Josie.

—No si tú estás a mi lado dispuestas a darles un buen golpe.—La rubia rio y me miró con agradecimiento.

—Necesito ir afuera un momento, hablamos luego.—Me despedí yendo hasta el porche.

La luna alumbraba la noche, el silencio gobernaba el lugar era simplemente lo que necesitaba en ese momento, me sentía bien conmigo misma. La presencia de alguien llamó mi atención, Blythe estaba ahí junto a mi guardando silencio.

—Blythe.—Saludé de manera cortante sin ganas de hablar.

Aún me sentía dolida por el hecho de verlo con otra persona.

—Todas las noches en las que no estuviste aquí, me imaginaba cómo sería cuando te volviera a ver.—Comenzó a hablar.—Soñaba contigo, con verte sonreír a mi lado y cumplir todo lo que alguna vez nos prometimos.

Sonreí de lado y tomé su mano con cariño;—Estás cumpliendo esas promesas con Winifred, ella es muy afortunada de tenerte, Blythe.—Murmuré sintiendo como si una daga se clavara en mi corazón.

Gilbert apretó mi mano con ligera fuerza evitando lastimarme antes de mirar a la luna, una hermosa luna llena.

—¿Por qué aún lo usas?—Regresó su vista a mi.—El brazalete.

—Porque es un regalo hecho por una persona importante.—Mentí.

Esa era una de las razones pero en verdad lo usaba porque esa misma noche de navidad hablamos sobre un futuro juntos, me sentía estúpida por creer que eso pasaría.

Gilbert recostó su cabeza sobre mi hombro buscando paz, con cuidado comencé a hacer pequeños círculos con mis dedos en su espalda con la idea de calmarlo.

—Andra, quédate conmigo aunque sea un momento... Quien sabe cuando la luna vuelva a estar así de nuevo.—Habló como si de un niño pequeño se tratase.

—Me quedaré contigo cuanto quieras.—Murmuré mirando al cielo.

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