Andra Vogel.

El día había llegado, Anne y Diana pasaron toda la clase hablando de lo hermoso que sería ir a Paris mientras mi mirada solo enfocaba a Gilbert quien a pesar de querer evitar mirarme a veces cruzábamos miradas.

—Será una pena no verte durando algunos meses, Andra.

—Extrañare sus clases Señorita Stacy.—Sonreí para la mujer.

Ella no tardo en devolverme la sonrisa dando por finalizada la clase, cuando regresé a casa mi padre estaba poniendo mis maletas en la carroza que nos llevaría hasta la estación de tren.

—Sigues con esa mirada Andra.—Mi madre se cruzó de brazos.

—Es solo que... voy a extrañarlos.—Miré a mis padres.

—Y nosotros a ti querida, pero la abuela necesita de tu compañía.—Hablo mi padre mientras me ayudaba a subir a la carroza.

Sentía como el viaje hasta la estación era lento, pasando entre los ríos y árboles de Avonlea iba a extrañar tanto a este lugar, Paris era lindo pero no hay lugar como el hogar.

En ese momento la imagen de Gilbert vino a mi cabeza, miré mi brazalete el cual siempre usaba desde la noche de navidad cuando Blythe me la regaló, probablemente ahora me odie y me dolía de tan solo imaginarlo.

—Llegamos.—Anunciaron mientras comenzábamos a bajar de la carroza.

Con ayuda de mis padres llegamos hasta las bancas de espera para el tren, mis padres viajarían antes que yo por los que se despidieron y se encaminaron al tren que los llevaría hasta New York.

—¡Andra!—La voz de Diana me alertó.

—¿Diana?—Me levanté de la banca.

—¡Andra!—Ahora era Anne.

Tras ambas venía Gilbert algo agotado, de seguro corrió hasta casa de ambas para que lo acompañaran a venir;—¿Qué hacen aquí?—Sonreí.

—Te mereces una buena despedida.—Anne sonrió dándole el pase a Gilbert.

—Creí... Creí que no vendrías.

—¿Y perderme este momento? Nunca.—Negó mientras acariciaba mi mejilla.

En ese momento sus labios le dieron un corto beso a los míos bajo la atenta mirada de mis dos amigas.

—Te esperaré, Andra.—Sonrió.—No me importa cuanto tardes, tú eres la persona que amo y nunca nadie podrá tomar tu lugar.

Al escucharlo decir aquellas palabras le di un último beso mientras unas lágrimas se deslizaban por mis mejillas, me dolía dejarlo pero no quería hacerlo sufrir.

—Te amo, Blythe.—Murmuré.

—¡Todos a bordo!

—Nos volveremos a ver.—Besó mi mano y me soltó.

—¡Adiós!—Anne y Diana se despidieron.

Cuando me subí al tren miré por la ventana a los tres quienes agitaban su mano despidiéndome;—¡Buen viaje Andra!

—¡Te vamos a extrañar!

También las iba a extrañar, cuando ellos comenzaron a hacerse pequeños ante mi vista entendí que el tren ya había avanzado demasiado, suspiré recostándome en el asiento mientras miraba mi brazalete.

—6 meses pasan volando, Andra.—Hablé para mi misma intentando convencerme de que aquello era cierto.

Por ahora tenía que esperar para averiguarlo, ahora era solo yo esperando llegar lo más pronto a Paris para que los meses inicien una cuenta regresiva.