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Toda historia tiene un comienzo


La espesura del ambiente era incontrolable, podías sentir en cada uno de tus sentidos la negrura del lugar y lo contaminado que el aire de este se encontraba. El fuerte sonido hacía que los oídos vibraran como respuesta, el entorno plagado de humo hacía que los pulmones se contrajeran y comenzaran una lucha por la búsqueda de oxígeno a la vez que los ojos libraban su propia batalla para enfocar los rincones del lugar y apartar los coloridos destellos que imposibilitaban su tarea.

A pesar de lo alta que se encontraba la música y lo difícil que era mantener la respiración en ese lugar, un joven apartado en una esquina observaba el panorama con desinterés. Sus pulmones ya estaban acostumbrados a la ligera falta de oxígeno, y sus ojos parecían adaptados a ver con claridad a través del humo. Cualquiera que le observara sin duda afirmaría que era un chico que visitaba esos locales a menudo, que era su ambiente habitual. Ese pensamiento no estaba muy equivocado, pero a pesar de su apariencia peligrosa nadie sabía con exactitud que había detrás de sus profundos y neutros ojos oscuros; parecían ocultar más secretos de los que cualquiera podría soportar.

—¡Aquí estás! Siempre haciéndote de rogar —un joven rubio llegó apurado junto al azabache y colocó la mano sobre su hombro amistosamente—. Hoy hay chicas nuevas, debería verlas, no te decepcionarán.

A pesar del tono suspicaz que estaba usando el de ojos más claros, el azabache ignoró sus palabras y se llevó un cigarro a la boca para proceder a encenderlo; completamente desinteresado con respecto a la idea del rubio.

—Vamos, Jeon, sé lo mucho que te gustan las mujeres —el recién llegado le guiñó un ojo a su amigo quien siquiera le dirigió una mirada.

Tras soltar el humo de su cigarrillo por la boca apoyó su cabeza en la columna y paseó su mirada por el lugar con aburrimiento.

—No estoy de humor. Además este pueblo es pequeño, son las mismas de siempre —la ronca voz del azabache hundió la alegre expresión del rubio, quien entendió que su amigo no iba a ceder.

—Algunas están más maduras...

Jeon ignoró sus palabras y rodó los ojos con cansancio.

Su vida ya era dura de por sí y los días que tenía problemas no era capaz de aguantar a las mismas chicas de siempre tratar de coquetearle. Nunca había nuevas visitas en aquel pueblo, por lo que no había nada nuevo que él pudiera añorar; ni una sola ambición, ni ninguna clase de sueño. Se sentía atrapado en una jaula en la que todos parecían estar a gusto menos él, quien añoraba salir al mundo y vivir experiencias nuevas; conocer a gente nueva.

Cuantas más veces pensaba en la idea de irse, más se convencía de que jamás podría hacerlo; su madre lo necesitaba, él era lo único que la mantenía estable.

—Tengo que irme, quiero llevar a mi madre de pesca mañana. El médico dice que un poco de brisa marina le sentará bien.

Para el rubio no pasó desapercibido el breve destello de agotamiento y tristeza que pasó por los ojos del azabache, era algo que siempre le pasaba cuando hablaban de la madre de este. Era un tema delicado que ni el propio Jeon era capaz de llevar con naturalidad; era el único tema en el que las palabras se le quedaban atascadas en lo profundo de su garganta, sin saber de qué forma expresarse.

—¿Está mejor? 

—Está exactamente igual que siempre. Tengo la sensación de que el día que la descuide será el día que me deje —por primera vez en lo que llevaban juntos, la mirada del de ojos oscuros se dirigió a su amigo—. No quiero separarme de ella, ella no lo hizo ni siquiera cuando no tenía fuerzas para criarme.

Un recuerdo se coló en la mente del de ojos oscuros, atormentándole desde dentro. Nadie en ese pueblo podía siquiera imaginarse lo que la familia Jeon había soportado. Solo una madre con su hijo, tratando de salir adelante.

El rubio no pudo decir nada más ya que Jeon se apartó de la columna y sin mirarle de nuevo comenzó a andar a la salida con desinterés.

Era un hábito normal en el azabache ponerse a la defensiva cuando aparecía el tema de su madre. Ya llevaba varios años enferma y ningún médico podía decirle con exactitud cuánto tiempo le quedaba de vida, lo único claro era que nada podía salvarla ya, y eso lo hacía aún más doloroso.

Jeon Jungkook solía ser un chico muy sociable, estudioso y alegre, pero la oscuridad que se apoderó de su madre acabó arrastrándolo a él también y lo dejó todo por ella, tal como esta misma lo había hecho cuando él aún era pequeño. Siempre creyó que era lo que su madre deseaba, pero él no era consciente de lo equivocado que estaba. Su madre sufría cada día viendo la infelicidad y el agotamiento de su hijo, sentía que ya no había esperanzas para él por su culpa, y eso hacía que su enfermedad la debilitara aún más. Pero aún sin fuerzas, cada noche que su hijo regresaba de esas fiestas alocadas que ella desaprobaba, rezaba porque alguien lo salvara de su tormento y su sufrimiento, solo quería que alguien estuviera allí cuando ella lo abandonara; alguien que lo hiciera fuerte.

Jungkook se acercó a la orilla y se quitó los zapatos para sentir las frescas olas refrescar sus adoloridos pies. Era algo que hacía todas las noches para relajarse antes de entrar a su casa, donde sabía que su madre le esperaba despierta y preocupaba. Por muy mal que le hiciera sentir saber que tenía a su madre en vela por su culpa, necesitaba ir a esas fiestas a olvidar y fingir ante todos que era un chico normal; el chico que todas las mujeres deseaban, el fuckboy del pueblo, ese era su rol y lo mantendría para alejar la atención de su madre. Si así debían verlo para protegerla, estaba dispuesto a llevar esa carga.

Allí, con la vista puesta en el horizonte, comprendía que estaba hecho para una vida a lo largo del mundo. Su mundo era pequeño, pero el real era muy grande, y algo le pedía a gritos que siguiera sus instintos y lo dejara todo para explorarlo. Hubo un tiempo en el que pensó en llevarse a su madre con él, viajar juntos, pero como una respuesta automática su enfermedad se volvió más grave y esa idea tuvo que descartarse inmediatamente.

—No sé si hay alguien ahí arriba que pueda escucharme, pero si alguien me observa desde ahí arriba por favor ayúdame. Nunca me he quejado de la vida que tengo, pero necesito que algo vaya bien en ella; por favor, salven a mi madre, es lo único que tengo y de lo único de lo que jamas podría prescindir. Sin ella no tengo nada así que por favor no os la llevéis, no me abandonéis en este mundo para vivirlo en soledad y agonía...

Jungkook no esperaba ser oído, nunca creía que le escucharan de hecho. Cada noche le pedía piedad a la luna, tal y como su madre le había contado de niño, esta estaba atenta a aquellos que la necesitaran, y siempre escuchaba. Pero esta nunca lo hizo, y lo más doloroso fue que aún así ni él ni su madre dejaron de hablarle cada noche.

Tras un suspiro de cansancio, el joven azabache dio media vuelta y se dirigió de nuevo hacia su hogar, con la mente ensombrecida por las dudas y el peso de lo que el día siguiente le traería.

Pero lo que él no sabía es que el destino nunca permanece monótono, siempre hay algo aguardándote a la vuelta de la esquina

Esperando que lo encuentres...










¡Aquí va el primer capítulo de Sunrise! La verdad es que tengo muchas historias esperando pero he descubierto que escribir diferentes cada vez me ayuda a no atascarme con una y de esta forma puedo sacarle provecho a todas ;)

¡Espero que os guste mucho la historia y que no os decepcione!

Seguiré actualizando las demás historias por igual así que no os preocupéis 🫶💙

¡Gracias por leer el primer capítulo! Tengo muy buenas expectativas para esta historia.

¡Gracias cherrxdark por la maravillosa portada!, me inspiran muchísimo tus gráficos. Espero que la historia esté a la altura de ellos 💗😩

Atte. Venus.

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