𝟎𝟏 : 𝐀𝐆𝐀𝐓𝐇𝐀
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La habitación estaba fresca, y el sol, que se filtraba por la ventana, iluminaba cada rincón con un brillo cálido. La brisa entraba suavemente, haciendo que las cortinas se movieran con un vaivén constante, casi hipnótico. Todo parecía tranquilo hasta que la alarma de mi teléfono irrumpió, rompiendo el silencio con un sonido estridente que rebotó entre las paredes, amplificándose en un eco molesto.
Había tenido una noche poco reconfortante. Mi cuerpo aún estaba pesado por el cansancio, así que, sin pensarlo demasiado, agarré los extremos de la almohada y cubrí mis oídos con ella, intentando silenciar el sonido. Pero no sirvió de mucho; la alarma no dejaba de sonar. Suspiré, resignada, y decidí levantarme.
Quizás si hubiera descansado mejor anoche, no me habría costado tanto despertar. Me senté en el borde de la cama por unos segundos, apoyando los pies descalzos en el suelo frío. Siempre hacía esto porque, si me levantaba de golpe, solía marearme. Miré alrededor de la habitación, todavía medio a oscuras, hasta que mis ojos se detuvieron en el clóset.
Abrí las puertas de madera, dejando que el leve aroma a lavanda de los sobres perfumados escapara. Pasé los dedos por las prendas colgadas hasta que mi mirada se detuvo en un vestido blanco, sencillo pero elegante. Lo tomé con cuidado, junto con un par de sandalias y un collar minimalista que había dejado en un pequeño gancho.
Salí al pasillo en busca de un baño. La casa estaba en completo silencio; todos seguían durmiendo. Caminé con cuidado, asegurándome de no hacer ruido. Finalmente encontré el baño, giré la perilla y entré, cerrando la puerta tras de mí.
El agua caliente me ayudó a despejarme un poco. Dejé que cayera sobre mi cabeza, relajando los músculos tensos de mi cuello y espalda. Al terminar, me sequé con una toalla suave, envolviendo mi cabello mojado en ella mientras regresaba a mi habitación. Me vestí lentamente, disfrutando de la calma de la mañana. Mientras abrochaba las sandalias, mis pensamientos comenzaron a divagar:
¿Qué haría hoy?
Había escuchado que un huracán estaba por llegar a la isla, lo que significaba que tendría que quedarme en casa por un buen tiempo.
Era extraño llamar "casa" al hogar de los Cameron, pero ahora, en cierto modo, también era mi hogar.
Bajé las escaleras de puntillas, tratando de no hacer ruido. Llegué a la cocina y comencé a abrir los cajones, explorando como si fuera un territorio desconocido. Finalmente, encontré una waflera y una caja de mezcla para waffles. Mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa: al menos tenía algo para empezar.
Vertí la mezcla en un bowl y seguí las instrucciones impresas en la caja. Agregué los ingredientes, batiéndolos hasta obtener una consistencia uniforme. Encendí la waflera y vertí un poco de la mezcla en ella. Mientras el primer waffle se cocinaba, decidí preparar jugo de naranja.
Corté varias naranjas, el jugo fresco llenaba la jarra lentamente mientras las exprimía una por una. Luego, añadí un puñado de hielos, un poco de azúcar y agua suficiente para diluirlo. Agité la jarra con cuidado, disfrutando del aroma cítrico que impregnaba la cocina.
De repente, un humo gris comenzó a salir de la waflera, interrumpiendo mi momento de tranquilidad. Un olor a quemado inundó el aire, haciéndome reaccionar de inmediato.
Corrí hacia la waflera y la desconecté, pensando que se había quemado el cable, pero pronto me di cuenta de que el problema era el waffle.
—¡Mierda, mierda, mierda! —susurré, abriendo la waflera y sacando el waffle quemado con cuidado. Observé el bowl con la mezcla restante y solté un suspiro al ver que apenas alcanzaría para los demás.
—Quizás si lo raspo un poco... —murmuré para mí misma, tomando un cuchillo y raspando las partes quemadas con paciencia.
Después de este pequeño contratiempo, logré preparar el resto de los waffles sin problemas.
Corté fresas frescas en rodajas finas y las serví en un plato decorado con flores pintadas.
Coloqué todo en la mesa del comedor: individuales, servilletas, cubiertos, y los platos con los waffles adornados con las fresas.
Cuando terminé, escuché pasos provenientes de las escaleras. Miré hacia la entrada de la cocina y vi a Rose, bajando con elegancia. Llevaba tacones negros que hacían eco en el suelo, combinados con un vestido rosado y un bolso de cuero. Su collar de perlas brillaba bajo la luz del sol que entraba por las ventanas. Había peinado su cabello con ondas sueltas, aunque, a mi parecer, no le durarían mucho.
—Buenos días, Rose —saludé con una sonrisa sutil.
—Buenos días, Maddison —respondió, sentándose en la mesa. Sus ojos recorrieron el desayuno servido antes de añadir— ¿Lo hiciste tú?
—Sí —respondí mientras servía jugo de naranja en un vaso y se lo ofrecía—. Aquí tienes.
—Lo siento, pero prefiero café —dijo, rechazándolo con una actitud algo distante.
—No te preocupes, lo prepararé enseguida. Disculpa —dejé el vaso al lado de mi plato y comencé a buscar café en los armarios.
—Tercer gabinete a la izquierda —dijo una voz familiar. Me volví rápidamente, buscando al dueño de aquellas palabras.
—¡Wheezie! —exclamé emocionada, corriendo hacia ella para abrazarla—. ¡Hace tiempo que no te veía! Has crecido muchísimo.
Sostuve el abrazo por un momento antes de soltarla y sonreírle.
—Disculpa por no hablar contigo ayer; estuve un poco ocupada.
—No pasa nada, lo entiendo —respondió Wheezie con una sonrisa, mirando los waffles en la mesa—. ¿Los hiciste tú?
—Por supuesto —respondí con orgullo—. Ven, pruébalos.
Mientras Wheezie buscaba la miel de maple, más pasos se escucharon en el comedor. Esta vez entraron Rafe, Sarah y Ward.
—Primera vez que te veo desde hace tiempo, Maddison —dijo Ward con una sonrisa cálida.
Me levanté y lo saludé con un abrazo reconfortante.
—Sí, he estado algo distraída —respondí, sonriendo mientras me separaba de él—. Pero es bueno verlos a todos.
Sarah, que había estado observando la escena con una sonrisa, se acercó y me dio un beso en la mejilla.
—Qué bien verte tan temprano, Maddison —comentó con su tono suave y cálido—. ¿Preparaste todo esto por ti misma?
Asentí mientras me dirigía hacia la mesa, comenzando a repartir los waffles con cuidado.
—Sí, intenté hacer algo diferente esta mañana. Parece que todo salió bien, excepto por el primer intento con la waflera —dije con una pequeña risa, mirando el waffle quemado que había quedado a un lado.
Rafe se acercó a la mesa con su usual mirada algo crítica, pero su expresión se suavizó al ver la comida.
—Mmm, huele bien. Supongo que tendré que darle una oportunidad —dijo, tomando un plato y sirviéndose.
Me senté nuevamente, observando cómo todos tomaban asiento alrededor de la mesa. El ambiente estaba más relajado ahora, y la sensación de "familia" —aunque aún algo nueva para mí— comenzaba a sentirse más genuina.
La conversación fluía lentamente mientras todos empezaban a disfrutar del desayuno.
—¿Y qué planes para hoy? —preguntó Rose, mirando a su alrededor. Su tono era algo impersonal, pero la curiosidad brillaba en sus ojos.
—Bueno, con el huracán acercándose, probablemente estaremos en casa todo el día —respondí, mirando a todos para ver sus reacciones.
—No me molestaría quedarme en casa —comentó Wheezie con una sonrisa traviesa—. Siempre se puede ver una película o algo.
—No olvidemos los preparativos —intervino Sarah, tomando un sorbo de su jugo—. Debemos asegurarnos de que la casa esté completamente lista por si las cosas empeoran.
Asentí, comprendiendo el punto de Sarah. Aunque la situación del huracán era preocupante, todos parecían relajados, como si estuviéramos a salvo y protegidos dentro de esta casa.
Miré a mi alrededor, observando las caras familiares y el tranquilo bullicio de la mañana, y sentí una pequeña punzada de gratitud.
A pesar de todo lo que había pasado, estar aquí, con ellos, me daba una sensación de paz que no había encontrado en ningún otro lugar.
Terminé de desayunar y recogí los platos vacíos y al instante Rose dijo —Tranquila, déjalo, yo lo hago.—
Después de que todos terminaron de desayunar, el ambiente en la cocina se relajó un poco. Los platos vacíos fueron recogidos y repartidos, y aunque Rose había insistido en encargarse de los que quedaban, yo me levanté para seguir con la rutina del día.
El sol continuaba entrando por las ventanas, y la casa seguía estando tranquila, como si nada pudiera perturbar esa paz que se había establecido, incluso con el huracán acercándose.
Decidí comenzar a hacer algunos preparativos para el huracán, aunque no estaba completamente segura de qué hacer. Había aprendido a estar preparada en situaciones como esa, pero no dejaba de sentir que, al final, siempre era un poco incierto.
Busqué una caja con artículos de emergencia que había visto en el pasillo y la abrí con curiosidad. Dentro había linternas, pilas, velas, algunos alimentos enlatados, y agua. Mientras organizaba todo, la puerta se abrió y vi a Rafe entrando a la cocina con una expresión que no lograba descifrar.
—¿Necesitas ayuda? —me preguntó con un tono que parecía genuino, pero su mirada siempre tenía algo de incertidumbre.
Era claro que no se tomaba demasiado en serio los preparativos, aunque en ese momento parecía estar dispuesto a colaborar.
Asentí, señalando un par de cajas de suministros. —Claro, podrías ayudarme a organizar esto. ¿Tienes algo mejor que hacer? —le respondí con una sonrisa burlona.
Rafe se acercó y comenzó a ordenar algunas cosas con desgano, aunque parecía que sus pensamientos estaban en otro lugar.
Por un momento, el silencio se hizo presente entre nosotros, pero después de unos segundos, él rompió la calma.
—Es raro estar haciendo esto. Como si realmente estuviéramos en una zona de guerra o algo así —comentó, colocando una linterna en la mesa.
—¿No es eso lo que se siente? —respondí, levantando una ceja y mirando las velas. —Lo único que falta es una vieja película de terror para completar el ambiente. —Solté una risa baja, esperando ver cómo reaccionaba.
Rafe miró hacia mí, y luego, con una sonrisa sarcástica, dijo: —¿Sabías que si ponemos esas velas en una zona segura, pueden ser útiles?
Aunque no estoy seguro de que ver una película sea lo más divertido ahora. Mejor prepara el refugio. Tal vez estemos sin electricidad por más tiempo del que piensas.
Su tono sarcástico me hizo reír, aunque algo en su mirada parecía ser más serio. Seguimos organizando las cosas juntos, y aunque no habíamos hablado mucho, el ambiente entre nosotros ya no era tan incómodo.
La extraña relación que teníamos, siempre con algo de distancia y sarcasmo, me hacía sentir que algo más había en su actitud, pero no lo comenté. No quería hacer suposiciones.
—Rafe, algo he escuchado respecto a lo mucho que ha pasado contigo desde que me fui, no sé si sigues con problemas con tu papá ¿Sigue siendo así?— dije tratando de romper el cierto silencio que se había vuelto a formar
—Mira Maddison, te lo digo porque eres amiga de mi familia, no deberías meterte en eso, si bien papá es un hombre bastante complicado, creo que es obvio su preferencia respecto a Sarah— termino de acomodar unas cosas para que estuvieran listas en cualquier emergencia
—Lo siento Rafe, solo que me preocupo, solo te pido que recuerdes que puedes confiar en mi, así como yo confié en ti cuando paso lo de papá—lo miré con un poco de tristeza recordando aquel momento
—Entiendo Maddison, respecto a eso— dejó lo que estaba haciendo y posó su brazo sobre la mesa, quedando así frente a mi. — Quisiera pedirte perdón, se que en su momento fuimos amigos, perdón por no haber estado para ti cuando sucedió lo de tu madre, no sabía cómo actuar — me miró con algo que sentía que era un poco de remordimiento. Si bien Rafe era una persona bastante arrogante, aquel niño que conocí sabía que aún seguía allí.
No me gustaba hablar mucho de mi relación pasada con Rafe, éramos amigos, si, pero no éramos tan cercanos desde que yo me había ido de la isla, pero el día que mamá murió, solo quería que alguien que de verdad la hubiera conocido, hubiera estado para mi.
Después de un rato, terminamos con los preparativos de la comida enlatada y las linternas, y decidí ir a buscar a Sarah para hablar de todo lo demás. La casa seguía en calma, aunque las nubes en el cielo comenzaban a oscurecerse, como si el huracán estuviera acechando.
La encontré en la sala, sentada en uno de los sofás, mirando por la ventana, casi como si estuviera esperando que algo sucediera. Me senté frente a ella, viendo cómo parecía perdida en sus pensamientos.
—Hey, Sarah —la llamé, interrumpiendo su mirada hacia el horizonte. Ella giró la cabeza hacia mí con una sonrisa cálida.
—Hola, Maddison. ¿Cómo van las cosas con los preparativos? —preguntó
—Todo bien, solo organizando algunas cosas. Creo que estamos listos para cualquier cosa. Aunque hay que estar más alerta con los víveres, por si acaso. — afirme
—Está bien, espero que todo salga excelente— dijo Sarah sonriendo
—Sé que así será, llego a la isla y me recibe un huracán, un poco acogedor— afirme entre risas
—Increíble— sonrió Sarah —Oye, ¿Que esperabas ver ahorita, te vi bastante atenta hacia la ventana— pregunté
Sarah se puso un poco nerviosa y negó —A nadie, quería ver el clima—
—Sarah, te conozco—
—Está bien, pero promete no contar nada, igual tampoco es que sea relevante, solo es un chico que siempre anda por aquí, se llama John B—
La miré con una sonrisa, nunca la había visto tan atenta a alguien y menos con Topper, que se suponía que era su novio
—¿Porqué nunca había escuchado de él?— dije bastante curiosa
—Bueno, ahí está el problema, es un pogue—
—¡¿Un pogue?!— exclamé a lo que Sarah colocó su mano en mi boca, tratando de que no se escuchara lo que había dicho
—Shhh— rió —Si, un pogue— quito su mano de mi boca
—Es decir, no tengo ningún problema que sea un pogue, sabes que nunca me gustó que clasificaran a la personas por su estatus socioeconómico pero dudo que a las personas y mas que todo a tu familia, les guste verte con un pogue—
—Ven, hablemos, te explicaré todo—
Nos sentamos una al lado de la otra en aquel sofá, ella puso sus manos en sus piernas y me miró —Pues mira, él trabaja aquí, no es que me guste, solo que es bastante cómodo hablar con él, pero sabes que él tiene unos amigos y en especial a Kiara, no le agrado para nada—
—¿Kiara?— pregunté
—Sí, ella y yo tuvimos un problema y desde aquel entonces, no nos hablamos—
—¿Que me dices de sus otros amigos? quizás podrías hablar con ellos— trate de sonar un poco optimista
—Con Pope, lo dudo bastante, solo lo he visto algunas veces aunque parece ser bastante responsable, entonces quizás si, no creo que tenga tiempo para prejuicios —
—Y JJ..—
Desde que ella mencionó aquel nombre, en mi mente se dibujaron bastantes posibilidades que ese niño que conocí cuando pequeña, fuera el mismo amigo de John B, no puse mucha atención a lo que Sarah estaba diciendo, ya que me puse a divagar en las probabilidades de que si fuera él
Si si era él ¿Se acordara de mi? ¿Sabrá reconocerme? ¿Alguna vez habrá pensado en escribirme?
—Maddison, te estoy hablando— dijo moviendo su mano frente a mis ojos — Tierra llamando a Maddison—
—Lo siento—
—No pasa nada ¿En que pensabas?—
—¿Recuerdas que yo un día te hablé de aquel niño que conocí tratando de domar un tronco en la playa?— sonreí recordando aquel momento como si hubiera sido reciente
—Sí— afirmó
—Se llama igual, se llama JJ— dije
—¿Lo dices enserio?— preguntó bastante confundida
—Sí, dudo mucho que sea él, pero me gustaría que lo fuera, desde que lo conocí en la playa, le agarre un cariño bastante especial—
—¿Y si hablas con John B? Quizás el pueda presentártelo—
—Lo dudo, pero lo pensaré—
—Antes de que se me olvide, creo que también conozco a Kiara— dije
—No me digas—
—En mi defensa, fue cuando era pequeña, cuando estaba en la playa con mamá—
—Comprendo, pero deberías entender que Kiara me odia, solo eso
—Sarah, ¿Qué hay de Topper? — pregunté bastante sería
—Nada especial, ya sabes, lo mismo de siempre—
—Sarah, ustedes ya.. bueno, ya sabes, te quito tu florecita, hundieron el titanic, acariciaron el peluche o siento mas directa, ya tuvieron se...—
Ella me interrumpio y dijo —No Maddison, no — blanqueo los ojos y luego rio
Después de este intercambio, decidí salir un rato. Necesitaba tomar aire fresco antes de que llegara el huracán, y no quería quedarme dentro de la casa todo el día. Caminé por el jardín, observando cómo el viento comenzaba a aumentar, llevando consigo un aire denso y salado. Pensé en salir a la playa, pero el clima no parecía permitirlo así que luego decidí ir a comprar de todo un poco.
Entre a la primera tienda que vi, volteé hacia el cajero y un señor me recibió con una sonrisa cálida —Buenas Tardes, ¿Buscas algo en especial?—
—La verdad no, solo estoy buscando un poco de provisiones por si todo llega a salirse de control—
—Claro, sigue— sonrió
Me adentré en los pasillos de aquella tienda, buscando algo que pudiera servir a largo plazo si la situación empeoraba, vi en la estantería que estaba a mi lado izquierdo unas radios, las tome y segui buscando algo mas que sirviera, tome unas pilas, un poco de comida enlatada y unas gomitas.
Camine hacia la caja, saque un dinero que tenia en el forro del celular y pagué.
Agradecí y salí de la tienda.
El viento soplaba con fuerza, y yo apenas podía mantener la bolsa que llevaba en mis manos. Iba distraída, mirando el cielo cada vez más oscuro, cuando doblé una esquina y choqué de lleno contra alguien.
La bolsa resbaló de mis manos, y casi pierdo el equilibrio.
—¡Mierda! —murmuré, mientras trataba de no caerme.
Unos brazos firmes me sujetaron justo a tiempo.
—Hey, tranquila. —dijo una voz masculina.
Alcé la vista y me encontré con un chico, su cabello alborotado por el viento y una tabla de surf bajo el brazo. Tenía una expresión relajada, como si no hubiera notado la intensidad del huracán que se avecinaba.
—Perdón, yo iba distraída. —dije rápidamente, agachándome para recoger la bolsa.
Él también se inclinó, recogiendo uno de los paquetes que se había caído. —No te preocupes, fue culpa mía. ¿Estás bien?
—Sí, sí, todo bien. Gracias. —respondí, sintiendo que me ruborizaba un poco.
—Seguro. No llevas mala cara para alguien que casi se parte la cabeza. —bromeó, entregándome el paquete con una sonrisa ladeada.
Solté una pequeña risa, sorprendida por su tono. —Gracias... supongo.
Nos quedamos en silencio un segundo, mientras yo trataba de ajustar las cosas en la bolsa y él se acomodaba la tabla bajo el brazo. Fue él quien rompió el silencio.
—¿Estás por aquí cerca? No parece un buen momento para estar afuera. —dijo, señalando el cielo que se oscurecía más con cada minuto.
—Sí, vivo con los Cameron. —respondí, sin darle demasiada importancia.
Su expresión cambió ligeramente, como si eso le hubiera dicho algo importante. —¿Con los Cameron?
—Sí, ¿por? ¿Los conoces? —pregunté, curiosa por su reacción.
Él soltó una risa corta, casi sarcástica. —Digamos que tenemos algo de... historia.
Lo miré con más atención, tratando de conectar las piezas. Era evidente que había algo detrás de esa respuesta, pero no quise insistir.
—Soy John B, por cierto. —dijo de repente, extendiendo una mano.
—Madison. —respondí, estrechando su mano.
Analice bien la situación y me había percatado de que era aquel chico del que Sarah me había contado minutos atrás, me imagino cuál será su reacción cuando se entere a quien me encontré.
La mirada de John B parecía escanearme con curiosidad, pero no de una forma incómoda, sino más bien como si estuviera tratando de descubrir algo sobre mí.
—Así que, Madison, ¿también surfeas o solo estás de paso? —preguntó, señalando mi bolsa y luego su tabla.
—Un poco de ambas. Me gusta intentarlo, pero no soy muy buena. —admití, sonriendo.
Él asintió, divertido. —Eso está bien. Ya sabes, cuando pase el huracán, podríamos ver qué tan buena eres.
—¿Eso fue un reto? —pregunté, alzando una ceja.
—Tal vez. —respondió, su sonrisa ensanchándose. —¿Lo aceptas?
Me reí, negando con la cabeza. —Lo pensaré. Pero no te emociones, no soy tan mala.
—Eso quiero verlo. —dijo, con ese mismo tono relajado que hacía que la conversación fluyera con facilidad.
El viento sopló más fuerte, obligándonos a detenernos por un momento. Él miró hacia el cielo y luego a mí.
—No deberías ir a surfear con el clima así—
—Es un poco de adrenalina, unos amigos están esperándome allí en la playa— afirmó —Creo que deberías regresar a casa antes de que esto empeore— agregó
—Lo mismo digo. Aunque algo me dice que no eres del tipo que se queda en casa. —respondí
—Me atrapaste. —admitió, riendo suavemente. —Pero intentaré no volar con el viento.
Nos quedamos en silencio un instante, como si ninguno quisiera terminar la conversación.
—Bueno, Madison, tal vez nos veamos después de todo este caos y de pronto en otra circunstancia más agradable que casi hacerte caer —dijo finalmente entre risas, comenzando a retroceder con su tabla bajo el brazo.
—Tal vez. No te pierdas. —respondí, despidiéndome con una pequeña sonrisa.
Lo observé mientras se alejaba, y aunque fue un encuentro breve, algo en su forma de hablar, en la facilidad con la que conectamos, me hizo sentir que ese no sería el último.
Volví a Tannyhill, pensando en aquella conversación, después de todo era la primera persona con la cual hablaba además de los Cameron desde que llegué
Toqué la puerta y Rose abrió, sonreí sutilmente y seguí hacia la cocina sacando todo lo que había comprado
El resto de la tarde se pasó bastante rápido, el cielo oscureció bastante, entre toda esa oscuridad gotas de lluvia caían con bastante fuerza, por no hablar de todo el viento que había.
Prendí mi teléfono y vi una notificación de mi tía, me había preguntado cómo estaba todo, respondí
—Un poco agitado, pero espero llamarte cuando todo esto pase— escribí pero me percaté de que no tenía internet.
Ya con toda la casa asegurada, Rose encendió el televisor, en las noticias había un reportaje respecto a cómo la situación había empeorado
—Ultima hora, Huracán Ágatha se aproxima a la isla—
El huracán Ágatha, ahora categoría 4, avanza hacia la costa de la isla con vientos de más de 200 km/h y lluvias torrenciales. Las autoridades han emitido órdenes de evacuación en las zonas de mayor riesgo. Se espera una marejada ciclónica que podría causar daños graves. — expuso una presentadora a lo cual Ward subió el volumen
En la pantalla se veían imágenes de olas golpeando bastante fuerte las costas y las palmeras siendo agitadas por el viento.
Segundos después la luz se apagó, el televisor no funcionaba, los bombillos no prendían y no lograba ver a nadie
—Aquí estoy— escuché decir a Wheezie
—Wheezie quédate donde estas— oí a Sarah
Según yo, Rose y Ward habían salido a buscar las linternas, así que decidí seguir explorando la casa a tientas. La oscuridad era total; no lograba ver nada ni a nadie, solo el eco de los estruendos afuera llenaba el aire.
De repente, pasé cerca de alguien. El roce de un brazo me hizo dar un salto hacia atrás, pero en mi torpeza terminé chocando contra la pared.
—¡Mier...! —empecé a decir, pero me mordí la lengua—. ¡Mier... Miércoles!
Una risa inconfundible rompió el silencio.
—¿De verdad? —se burló Rafe.
—Cállate —le susurré, tratando de sonar seria, aunque no podía evitar sonreír.
—Relájate, aquí deben estar las linternas... creo —dijo mientras me tomaba de la muñeca y me llevaba a tientas por el pasillo.
Minutos después, encontró una y la puso en mi mano. Luego encendió la suya, y, como si fuera una broma, me apuntó directamente a la cara con el haz de luz.
—¡Quítala! —reclamé, entrecerrando los ojos y soltando una risa nerviosa.
En lugar de quitarla, movió la linterna hacia otro punto, iluminando a Sarah y Wheezie, que estaban sentadas juntas en un rincón.
—¿Ven? No era tan difícil encontrarlas —comentó Rafe con una sonrisa, mientras yo rodaba los ojos.
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📝: ¡Holaa! espero que me disculpen por no haber actualizado mas pronto, pero trataré de escribir mas seguido, me ayudarían mucho votando y comentando, ya que eso me motiva un poco a actualizar mas rápido, ojalá que les guste este capítulo.
No siendo más les deseo un buen día o una buena noche 💗
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