Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 7

CAPITULO 7

Sentimientos Perdidos

—Bien... ¿Has terminado de contemplarme? —exigió saber al ver que no salía del trance en el que entre despues de ver su verdadero ser.

Siendo honesta, yo esperaba de todo.

 Un hechicero oscuro, una criatura de Terra, o lo que sea, menos esto. Nunca imagine, que debajo de ese cuerpo peludo y hasta cierto punto inofensivo, se escondiera... un vampiro.

Sus ojos pasaron de ser verdes a negros de forma escalofriante, a través un remolino oscuro que se formó dentro de sus corneas. Su cabello y sus ojos combinaban en un color negro sombrío y oscuro. Una parte de su cabello lizo cae por encima de una de sus cejas, mientras que del otro lado lo llevaba perfectamente peinado hacia atrás. Viste una camisa negra de ceda con botones del mismo color, tres de ellos desabotonados en la parte superior. Un pantalón negro simple con bolsillos a los costados y unas botas de cuero negro arriba de los tobillos. Facciones perfectamente definidas, piel ligeramente pálida, labios rosáceos, cejas espesas, pero bien definidas y una forma de mirarme que...me desconcierta, me estremece, y en el fondo me aterra.

—¿Cómo...? ¿Cómo lograste atravesar la muralla? —me escuche decir en un torpe hilo de voz sin dejar de contemplarlo.

—Larga historia —contesto cortante antes de comenzar a caminar hacia el balcón.

Aun con el corazón en la garganta, lo seguí hasta el balcón y sin pudor alguno volví a buscar su rostro con mi mirada. Estaba impactada, y estaba en todo mi derecho de saber ¿Cómo? ¿Por qué? Y ahora mismo estaba empezando a crear en mi cabeza una larga lista de preguntas para él.

—¿Cómo es posible que un vampiro este en Sunland? ¿Estás solo? ¿Hay más de tu especie aquí? ¿Vas a... matarme?

—Deja la histeria —me estepetó con hastió dejando de observar la inmensa oscuridad de la noche para posar su mirada sobre mi. —Sí hubiera más como yo aquí jamás me hubiera quedado contigo, y sí quisiera matarte ¿no crees que ya lo hubiera hecho?

Contesto inclinando su rostro ligeramente sobre el mío, por lo que yo me vi obligada a inclinar ligaramente mi espalda hacia atrás

—Es que... esto es una locura. Estuve viviendo todo este tiempo con un vampiro. La especie enemiga, y sin embargo, a pesar de la historia de enemistad entre los de tu especie y los míos... eres a quien le entregue cada uno de mis secretos y mi confianza —pase las manos por mi cabello con frustración al empezar a tomar en cuenta lo que esto significaba. El riesgo que todo esto implicaba.

Un vampiro está en Sunland.
Un vampiro está en mi habitación.
Un vampiro conoce mi verdadera identidad.
Y aún peor... un vampiro ha estado viviendo conmigo durante 9 largos años.

—¿Y ahora qué? ¿Te arrepientes? ¿Sientes que ya no podrás confiar en mí solo porque no soy uno de los tuyos? Mismos que te arrebataron todo sin piedad cuando aún eras una niña, no debo recordártelo ¿cierto?

Su mirada era profunda, y sus palabras una daga afilada que cortaba a las mías.
Desbíe la mirada de su rostro hacia la inmensa noche indignada.

Apoye mis manos en el barandal del balcón, y clave la mirada en la falda de mi vestido.
Él es un vampiro. Bien. He estado viviendo con un vampiro. Excelente. He depositado todos mis anhelos y secretos en él, y al menos hasta ahora no me ha fallado. Maravilloso. ¿Podre seguir confiando en el ahora que sé lo que es? No lo sé... es complicado. Él representa todo lo que está mal de este lado de la muralla, pero por otro lado, también representa mis esperanzas de vida.

—No —me escuche decir después de un extenso silencio entre los dos. —Lo hecho, hecho está, nada puedo hacer salvo —cerré mis labios en una dura línea —procesar todo esto, y de haberlas, aceptar las consecuencias. He de admitir que a pesar de ser mi enemigo jurado... no me has fallado como lo han hecho los humanos. Conociendo tú condición y la mía, decidiste quedarte a mi lado cuando nadie más quería hacerlo hace nueve años. Durante todo ese tiempo en el bosque me acompañaste y escuchaste cuando necesitaba gritar lo que a nadie le importaba oír. Incluso aún aquí en el palacio, me ayudaste. Tomaste mi mano e hiciste lo que ningún otro humano hizo; me ayudaste a empuñar la espada de la justicia, y ahora que por fin he logrado algo por lo que juntos hemos trabajado yo... ya no podría arrepentirme de nada.

Concluí viéndolo a los ojos, mismos que en ese instante dejaron de verme de forma escalofriante y empezaron a verme con confusión. Enmarcó una ceja al tiempo que metió ambas manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.

—Entonces, supongo que estamos a mano. Yo te ayude a conseguir el elemento luz, y tú me ayudaste a recuperar mi cuerpo. No hay nada que el uno le deba al otro, sin embargo, considerando lo mucho que me ayudaste a mantenerme cuerdo todos estos años encerrado en el cuerpo de ese gato, es momento de que decidas sí quieres continuar y pelear conmigo a tu lado o prefieres hacerlo sola y que yo desaparezca. Prometo que sí eliges la segunda, desapareceré sin dejar el menor de los rastros, para evitar perjudicarte. El escoger es un beneficio que no le doy a cualquiera, así que siéntete afortunada y escoge bien Lena.

Ahora yo lo vehía con desconcierto. ¿Estaba hablando en serio?

—Iniciamos esto juntos, y juntos lo vamos a terminar —afirme con determinación. Tener a un vampiro cerca sería como tener un cuchillo de doble filo, pero él no había salido de la nada, llevaba años conviviendo con él, aunque fuese sin conocer su identidad, y aún así nunca hizo nada en mi contra, y ahora yo necesitaba que mostrara el camino hacia los demás elementos. —¿O es que ahora que poseo el elemento luz me tienes miedo?.

Lo rete con la mirada.

—¿Miedo yo? —soltó un jadeo burlón —¿Eso no deberías sentir tu por mi? Se supone que tú eres la presa y yo el depredador.

Respondió con una mirada igual de retadora. Le devolví el jadeo burlesco.

—Corrección —levante mi dedo índice —antes era la presa. Ahora, soy el cazador.

Me sostuvo la mirada por unos segundos deleitándose con mi respuesta. Buscando una pizca de temor en mi mirada. Una pizca que no encontró, por lo que termino por girar su rostro para reprimir una sonrisa divertido.

Un humano común y corriente podría ser su presa, pero yo ya no lo era. No desde que el elemento luz se aposento en mi interior.

—Bien Lena, muy bien —dijo volviendo su mirada hacia mi. —Pocas veces pierdo en una pelea, y ya veo que esta es una de esas. Pero ¿qué me asegura que un día no te cansaras de mí y revelaras mi identidad ante todos para que me maten? —dijo enarcando ambas cejas, al tiempo que se cruzo de brazos.

Di un paso hacia él y, con cierto ¿temor? ¿cuidado? No lo sé con exactitud, pero tome su rostro entre mis manos, ya lo habia hecho antes cuando era una gato, y el contacto visual era la mejor manera de hacer que Cheng Cheng me prestara atención. Sus ojos se expandieron en un gesto que indicaba sorpresa, pero no puso resistencia cuando lo obligue a verme a los ojos.

—Yo no tendría porque hacer eso. Que sepas, que soy alguien que firma lo dice, por lo tanto lo que digo con mi boca lo cumplo con acciones. Y sí quieres un seguro, te recuerdo que ahora ambos conocemos un secretito del otro.

No sé sí fue por mi toque, o por lo que dije, pero su semblante cambio a uno tenso por un par de segundos.

—Dados los términos, sí esa es tú elección, yo la acepto y la respeto —dijo tomando mis manos con las suyas, aunque las aparto de su rostro no las soltó en absoluto. Con su toque comprobé que sus manos eran frías tal y como contaban las leyendas. —Admito que va a fascinarme acompañarte durante tu camino hacia los elementos. Pero también tienes que ser consiente que mientras estemos juntos, seremos como dos imanes para el peligro... las sombras siempre estarán acechando ¿Aún así no estas asustada?

—No —le asegure —Y despreocúpate, he vivido en la oscuridad durante muchos años. Tantos, que las sombras ya no me asustan.

—He de admitir que admiro tu valentia —dijo con un aire de diversión malicioso. —Espero que seas igual de valiente, cuando te diga que con mi toque tus ojos y cabello cambian, y vuelven a su color original.

Volví mi mirada hacia los mechones de cabello sobre mis hombros, y en efecto. Di un respingo por la sorpresa. Mi cabello ya no era de color castaño era negro. Mis ojos se abrieron con exageración por la sorpresa. Él soltó lo que pareció un jadeo burlesco y corto todo contacto entre nosotros, haciendo que mi cabello volviera a color castaño otra vez.

—¿Qué fue eso? —pregunte atónita.

—Eso, es nuestro pase de salida hacia otros reinos. De esta manera, aunque alguien te vea, jamás pensaría que la reina de Sunland está detrás de los cinco elementos.

—Puedo entender tu teoría, pero necesito una razón... ¿Por qué cuando me tocaste cambie y cuando dejaste de hacerlo volví a esto? —exigí saber levantando un mechón de cabello con histeria.

—¡Ash! ¿Los humanos son tan lentos o tu eres la única retrasada? Lena, las sombras corrompen la luz, y la luz repara lo corroído por las sombras ¿Es tan difícil de deducir y entender? —contesto con hastió.

—Primero, bájale a tu tonito que estoy a tan solo centímetros de distancia y te escucho perfectamente, además, tu tipo de magia es algo que no me enseñaron como tal, ni siquiera tengo los suficientes conocimientos de lo que puedo hacer con la mía, así que le pido encarecidamente señor vampiro algo de paciencia para esta humilde humana, misma que te recuerdo te acogió en su pequeña casa hace nueve años.

Le estopé en un hilo de voz fuerte, y aunque su semblante cambio a uno desconcertado, no perdió el aire de hastío. Me observo por unos segundos hasta terminar por pasarse las manos por el cabello con frustración y girarse hacia mí.

—Está bien, tienes razón, tus ganas Lena, otra vez —se lamio su labio inferior y poso las manos sobre sus caderas. —Lo que quiero decir es que los hechizos hechos con luz pueden ser deshechos por las sombras y los hechizos hechos en las sombras pueden ser deshechos con la luz —terminó por contestar él.

—Entonces, por eso necesitabas que obtuviera el elemento luz, y que encendiera la corona —deduje. —Solo así se rompería el hechizo que te ataba a tu antigua forma.

Lo señale con un dedo.

Un vampiro no haría nada por un humano de forma gratuita. Eso lo explicaba todo.

—En realidad no era un hechizo. Era una maldición que me obligaba a mantenerme en una forma que resultara indefensa, frágil y torpe a los ojos de otros de mi especie.

—¿Maldición? ¿Quién te la lan...?

—¿Majestad? ¿Se encuentra aquí?

Mis palabras se cortaron cuando escuche la voz de las doncellas llamarme desde el interior de la habitación.

Carajo. En un segundo sentí como la sangre hormigueaba debajo de mi piel al tiempo que mi corazón parecía tener dificultad para latir. Sí ocultar un gato parlante ya era difícil, ahora tener que ocultar un vampiro iba a costarme la poca paz mental que me queda.

—Quédate aquí, y escóndete. Tratare de hacer que se vayan rápido. Y ni se te ocurra hacer alguna tontería vampiresca. El palacio está lleno de soldados de élite, y sí te descubren estas muerto —le dije a modo de advertencia mientras entrecerraba las puertas del balcón dejándolo a él afuera y a mi adentro.

—¿Tontería vampiresca? ¿De qué hablas? —enmarcó ambas cejas.

—Pues de que más, de tus instintos asesinos —contesté y de un tirón cerré las puertas.

Dentro de la habitación, me encontré con las doncellas, quienes dijeron estar allí por órdenes de la reina madre para ayudarme a cambiarme. Entonces tome un largo respiro y casi les exigí no abrir las puertas del balcón.

Lo primero en quitarme de encima fue la corona de sun. La guarde en una caja de cristal especial en medio de las otras tiaras. Apresure a las doncellas en todo momento con la excusa de que quería descansar, aunque en realidad lo que quería era salir corriendo a interrogar a cierto vampiro, de aspecto detestablemente atractivo, de ojos sombríos, y de carácter irritable.

Las doncellas dieron por terminado su trabajo y se retiraron de la habitación cuando me quede en bata, recostada en la cama, fingiendo que dormiría, pero en cuanto ellas cerraron las puertas, Cheng Cheng abrió las del balcón de forma sorpresiva con una fuersa sobrehumana y se adentró en la habitación en un abrir y cerrar de ojos. 

—¿Pensabas dejarme allí para siempre? Que poca hospitalidad la tuya de veras —lo escuche decir mientras se sentaba en un sillón frente a la pequeña chimenea humeante, y yo no tarde en seguirlo.

—¿Siempre has podido ser así de rápido? —pregunte al sentarme frente a él en otro sillón

—En efecto. Lo único que me impedía hacerlo era la maldición. Sin fuerza, sin voz, y sin poderes, un gato común y corriente que moriría tarde o temprano de no ser...—se cortó así mismo y volvió su mirada hacia mí.

—De no ser...

—Olvídalo —sentenció para luego aclararse la garganta con incomodidad y volver a recostar su espalda contra el espaldar del sillón concho de vino, sumergiendo su mirada en el fuego

—Como sea —fruncí el ceño recostándome por completo en el sillón. —Aparte de tu identidad tenemos otro problema —dije en cuanto recordé el nuevo problemita que tenía, más en cuanto ese par de palabras salieron de mi boca volví a captar su atención —Hansel me invito a dar un paseo a caballo mañana.

—Y me imagino que inventaste una excusa inteligente y le dijiste que no —infirió haciendo un movimiento con su mano.

—Lo hice, pero la reina madre nos escuchó hablando y, me vi obligada a aceptar —informé sin dejar de observar el fuego en la chimenea. No había que ser muy inteligente como para saber que esa noticia no sería de su agrado.

—¿Qué? No puedes ir, sería muy riesgoso que convivieras con él —sentenció en un tono autoritario.

—Lo sé, y no quiero ir, pero la reina madre va a obligarme —me defendí. —De todas formas, ella quiere...—hice una pausa antes de soltarle la bomba. De reojo vi como entrecerraba sus ojos oscuros hacia mí, pero no me moleste en mirarlo cuando dije:

—Quiere que él sea mi esposo.

—¿Qué? —su mirada estuvo a punto de tornarse verdosa, al tiempo que su semblante cambio drásticamente.

—Lo que oíste, pero tenemos tiempo para alargar las cosas, y por tengo setenta y dos horas antes de mi primera audiencia con los ministros, unas horas de libertad antes de tomar el supuesto control del reino.

Su mirada se tornó pensativa mientras que el color verdoso se extinguió de nuevo en sus corneas.

O son sus poderes, o son sus emociones, pero una de las dos influye cuando sus ojos cambian de color, o al menos eso es lo que puedo deducir por ahora.

—Entonces, tenemos un par de días para empezar a buscar los elementos con libertad, pero al mismo tiempo tenemos a un princeso con corona en el camino...—dijo finalmente con la mirada fija en algún lugar de la habitación.

—Cheng Cheng, solo confía en mí, me desharé de él. Mañana mismo de ser posible, pondré todo de mi parte para que regrese a su reino lo antes posible, voy manejarlo bien y...

Me interrumpió.

—Van

—¿A dónde?

—Mi nombre es Van —poso su mirada sobre mi algo molesto. —Ya es hora de que dejes de llamarme de esa otra forma tan ridícula.

—¿Van? Van como de Vanpiro

—Es Van no Vam. Por sí no lo sabías Vampiro es con M no con N —me aclaró molesto.

—Está bien, ya entendí lo siento, pero para mí sigue siendo muy similar, y sí me lo preguntas Cheng Cheng es más original.

—Si claro —soltó con sarcasmo.

—Que bueno que lo admites, estimado Van. Será un gusto colaborar por un bien común en adelante —le ofrecí mi mano, él la miro en el aire y enarco una ceja, después de dudarlo unos segundos finalmente la tomo.

—No se sí será un gusto, pero mientras guardes mi secreto ten por seguro mi lealtad, estimada reina de Sunland —enfatizo en las palabras finales curvando sus labios en una pequeña sonrisa.

—De mi parte es lo mismo, estimado vampiro sin título aparente —bromeé y el se vio obligado a bajar la cabeza para ocultar una sonrisa al tiempo que nuestras manos se soltaron. —Ahora que lo recuerdo, tenemos otro problema.

—¿Ahora qué? ¿Me vas a decir que mañana también será tu fiesta de compromiso?

—En realidad, estoy cansada, y por lo que sé, tu no duermes, y no me gustaría dormir sabíendo que tú me estás viendo, sería incomodo, aunque...

—Aunque ya lo he hecho durante trece años, y aún no te he hecho nada. Creo que a estas alturas ya deberías saber que soy el último en este palacio que te haría daño.

—¿Debería darte las gracias por no matarme mientras dormía antes? —enarque una ceja, él se limitó a suspirar y a rodar los ojos. —No se trata de sí me matas o no, es que, me sentiría incomoda.

Suspiró y clavo su mirada en el suelo al tiempo que negó con la cabeza, se mantuvo así por unos segundos y cuando por fin regreso a verme, se levantó bruscamente del sillón y termino apoyando su mano en el reposabrazos del sillón en el que me encontraba —y en este momento confieso que algo aterrada, él empezaba a volverse impredecible —inclinó su rostro sobre mí al tiempo que yo retrocedía, o al menos lo hice hasta que mi espalda se encontró con el espaldar del sillón. Él mantenía un semblante neutro, mientras que sus ojos se mantenían clavados en los míos, su cercanía hizo que una extraña correntada de nervios me subiera por los brazos, más aún porque a esa distancia podía sentir su helada respiración sobre mis mejillas. Subió su mano libre hasta mi mejilla, y de reojo vi como mi cabello cambiaba de color. Otra vez

—¿Qué estas...?

—No puedes dormir, ni descansar hasta que encontremos una forma de cambiarte sin que te toque —su mirada fría continuaba sobre la mía haciendo que incluso respirar fuera dificultoso, los ojos que ahora debía estar viendo seguro eran azules. Los contempló por unos segundos y volvió a hablar:

—Así podremos empezar a buscar el siguiente elemento mañana mismo, cada segundo dentro de palacio es una victoria para ti, pero no sabemos hasta cuando sea así —explico al tiempo que se incorporó con lentitud, cortando así todo tipo de contacto entre nosotros. Suspire por lo bajo, aproveché para devolverle el aire a mis pulmones, me aclare la garganta con nerviosismo para evitar que notara que mi corazón empezaba a latir como un caballo sin riendas. Tenerlo cerca no iba a resultar en nada bueno, y menos con el cuerpo y el rostro casi perfecto que tiene. No para evitarme problemas, yo lo preferiría como un gato. Me incorpore también.

—¿Y cómo lo haremos exactamente?

—Yo soy la clave —se señaló con el dedo —pero necesitamos un dispensador. Algo que pueda contener parte de mi esencia, así cuando tú lo uses podrás cambiar. Pero la cosa es que el dispensador no puede ser cualquier objeto, tiene que ser mágico —explico.

—Sí las sombras corrompen la luz, entonces... podríamos tratar con alguna de las piedras de la corona —pensé en voz alta, y sí, pensé en voz alta. Pensé en voz alta delante del imprudente Van. En cuanto mis labios pronunciaron esas palabras Van en un abrir y cerrar de ojos desapareció en dirección hacia donde estaba la corona.

Corrí detrás de él hacia el enorme armario. Me abrí paso entre los maniquís y cuando llegué a la sección en la que se guardaba la corona, lo vi con la pequeña caja de cristal en las manos abierta a punto de meter su mano para tomar la corona.

—¡Alto! —ordené con voz jadeante —Podrías corromper la piedra de sun, y eso no sería bueno. Nada bueno —expliqué cómo pude entre jadeos.

Gracias a los cielos pareció entender, aúnque de mala gana, me extendió la caja y con algo de hastió en la voz me pidió que lo hiciera yo.

—Bien —dije en cuanto la tuve entre mis manos. —La corona tiene varias piedras y adornos diminutos. Cada uno es una reliquia. La sacerdotisa los conoce todos, sí tomamos uno tal vez ella se dé cuenta.

—¿Y ? Le dices que se te cayo y ya —contesto encogiéndose de hombros.

—¿Y sí no me cree?

—Para algo eres la reina, tiene que creerte y sí no, bien puedo callarla para siempre.

—¿Qué? ¡No! —dije abriendo los ojos de par en par.

—Deja el drama, solo era una sugerencia —resoplo poniendo los ojos en blanco. —Además, no necesito algo grande, solo mágico —se inclinó sobre la corona en mis manos, y la analizo por un instante.

—Este —señaló una pequeña reliquia dorada. La pequeña piedra tenía una forma llana delicada con el doble de lados que un cuadrado. 

Aunque me lo pensé seriamente por unos segundos, con temor, la desenganché de la corona, tenía un pequeño orificio en una de sus puntas, de allí se sujetaba a una pequeña hilera de oro en la corona. Le entregue la diminuta reliquia, y volví a guardar la corona en la caja de cristal, la deje en su lugar, y regrese la mirada a él. A pesar de tener la reliquia en su mano parecía desconcertado.

—¿Qué pasa?

—Pasa... que estoy débil. Tanto, que ni siquiera puedo drenar poder a una piedra en miniatura.

—¿Es porque estas de este lado de la muralla?

—Es porque estoy muy cerca de la piedra, y porque aún no me recupero del todo. Vete a dormir, pensare en algo. Y para tu tranquilidad, no voy a tocar la corona, y tampoco voy a verte dormir.

Entreabrí los labios para protestar, pero me tragué mi protesta cuando vi que intentaba volver a encender sus ojos. Siendo sincera, estaba cansada, tanto que no pude si quiera seguir protestando.

Somnolienta, desperté por la mañana, me incorpore sobre la cama y en cuanto vi el sol en todo su esplendor a través de las ventanas me di cuenta de que desperté más tarde de lo que me hubiera gustado. Las doncellas habían entrado en la habitación, estaban limpiando y arreglando el lugar, pero ¿Y sí una lo había visto? ¿Qué tal si alguna lo descubre? ¿Y sí se encuentran frente a frente?

Estaba en problemas. Lo imagine de muchas formas y ninguna terminaba bien.

Me incorpore rápidamente y le pregunte a una de ellas que tiempo llevaban dentro, respondió con tranquilidad que un par de horas, solo que al verme sumergida en un sueño profundo prefirieron no despertarme.

No perdí más tiempo y emprendí camino hacia el pasillo que conducía al armario. Tenía que encontrarlo, y comprobar con mis propios ojos que no había hecho alguna locura. A pesar de vivir muchos años junto a él, su naturaleza era desconocida para mí, y eso era inquietante, porque yo creía vivir con un gato normal, pero ahora resulta que es vampiro.

Al intentar abrir la puerta que daba paso al armario, alguien se me adelanto y lo hizo desde dentro, di un paso hacia atrás por instinto y quien salió por la puerta fue nada más y nada menos que Van en los brazos de una doncella.

—Buen día majestad —saludo la doncella haciendo una pequeña reverencia. Le respondí cordialmente, y solté un suspiro aliviado al bajar la mirada hacia Van, aunque en esa forma para mi sigue siendo Cheng Cheng.

Amablemente le pedí que me lo dejara, lo tome entre mis brazos y lo lleve al balcón donde no había ninguna doncella.

—Casi me muero del susto. Pudiste haberme dicho que podías volver a ser un gato, pensé que te habían descubierto —le espeté en un susurro sin bajarlo de mis brazos.

—Tu tampoco preguntaste. Por un momento pensé que lo habías deducido, pero por lo visto tu cerebro no almacena grandes cosas.

—Como iba a deducir algo que no entiendo. A ti no te entiendo. Sé que eres y lo que representas, pero no sé de que eres capaz, o de que están hechos tus poderes, mucho menos lo que puedes hacer con ellos.

—El que no entiende por qué tienes tanta facilidad para estresarme soy yo, de verdad. Tal vez luego considere darte unas clases sobre lo que es ser un vampiro. Conformate con saber que por ahora soy débil, pero puedo cambiar de forma a mi conveniencia.

Apenas y procesé lo que dijo, y aunque tenia muchas dudas como la de ¿Quién le había hecho eso? ¿Por qué lo había hecho? O ¿Para qué? Me las trague todas porque las doncellas estaban a unos cuantos metros de distancia. Al menos eso explicaba en parte por qué sus ojos podían cambiar de color.

Las doncellas me recordaron mi encuentro con el príncipe Hansel y me prepararon para la ocasión. Use un traje de equitación combinado en color crema y amarillo, recogieron todo mi cabello en un moño bajo perfectamente peinado, y use escaso maquillaje.

—Esta lista majestad ¿Necesita que le ayudemos en algo más?

—No, estoy bien. Pueden esperarme en el pasillo saldré en un momento.

Accedieron y haciendo una reverencia, salieron de la habitación. Al encontrarme sola con Van nuevamente me acerque para hablarle.

—¿Alguna sugerencia?

Se envolvió en una especie de humo negro y gris, y en cuestión de segundos dejo de ser un gato y volvió a tomar su verdadera forma.

—Si. Mátalo si se descuida —fue lo primero que dijo en cuanto el humo desapareció por completo.

—No voy a hacer eso a plena luz del día.

—Podrías citarlo por la noche entonces.

—No, no, y no. ¿Alguna otra sugerencia que no implique sangre?

—Podríamos usar veneno también, pero, tú no lo harías, te falta mucha determinación para tomar la iniciativa. Lo quieras aceptar o no, él representa algo importante en tu vida, y sí dejas que su encanto te afecte, vas a terminar muerta. Estudié lo que dijiste anoche y sí las cosas van así, tal vez sea por dos sencillas razones. Una: los ministros quieren el reino para ellos, la reina Saliye Fariye o como se llame, también lo quiere, y tarde o temprano tal vez tengas que enfrentarte a cada uno de ellos por el poder y por tu vida. Dos: La reina ha mostrado sus cartas, grave error.

—¿A qué te refieres? - fruncí el entrecejo desconcertada.

—Quería que refuerces la muralla, y lo hiciste. Quería que tu fueras sumisa y acataras sus órdenes, y fingiste hacerlo. Ella cree que lo logro. Ahora quiere que te cases, y lo está planeando todo muy bien. Te casas, tienes un heredero, mueres durante el parto, ella cría al nuevo heredero y sigue siendo reina madre. Tendría el poder por muchos años más. Viendolo así es un muy buen plan.

—Eso es lo que quiere, una vez que ya no le sirva, va a matarme, todos creerán lo que ella diga, y los ministros no podrán seguir en el poder por más de tres reinados, por tradición deben ceder el lugar a sus hijos en caso de no haber más hijos no herederos al trono de anteriores reyes. Así se desharía de todos y fundaría una nueva corte.

Van dio unos cuantos pasos hacia mí, puso sus manos sobre mis hombros, se acerco a mi oreja y susurro.

—Exacto, se deshace de ti y luego de los ministros...por eso tu debes deshacerte de Hansel o él te llevara a tu muerte. Tú decides. Vives un romance trágico y temporal, o una vida larga y obtienes tu venganza.

Me quede en silencio por unos segundos. Levante la mirada hasta encontrarme con mi reflejo en el cristal incrustado en una de las ventanas. Mis ojos azules y mi cabello negro eran lo único que me hacían ser yo, lo demás era una farsa...Van era el único que me hacía ser yo, y yo no quiero darle el gusto a Safiye, quiero el poder de vengarme, de hacer justicia.

—Elijo la venganza —en el reflejo vi como Van esbozo una sonrisilla sombría, probablemente de satisfacción.

—Excelente elección —dijo tomándome mas fuerte por los hombros. De un tirón hizo que girara en mi propio eje y quedara frente a él —cuando vuelvas tal vez te dé un regalo.

Salí de la habitación, decidida a deshacerme de Hansel de todas las maneras posibles. Detrás de mí solo podía escuchar el vibrar de las armaduras de dos guardias y los pasos de las doncellas. Me acompañaron hasta las caballerizas reales, las doncellas se quedaron en la entrada y los guardias junto a mi entraron en busca de Hansel.

Las caballerizas eran bastante sencillas en comparación con el resto del palacio, odo lo que habia era olor pasto, estiércol y sonidos naturales de los caballos. Al fondo del lugar, logre divisar en el pasillo a un caballo blanco, de melena gris con puntas negras, un caballo muy similar a... ¿Susu?. La yegua que me regalo mi padre en mi cumpleaños número cinco, antes de que todas las mentiras destruyeran nuestra familia. Tenía que ser Susu, estoy segura. Con cada paso que daba hacia ella algo extraño se removía en mi pecho.

Nos quitaron todo al exiliarnos, pero es reconfortable saber que Susu sigue con vida. Me acerque a ella algo melancólica, con los ojos a punto de estallar en lágrimas. Más para mi sorpresa Hansel estaba del otro lado cepillando su melena.

—¡Oh! Majestad —Exclamo al verme. Como pude esquive su mirada y limpie en mi rostro los posibles rastros de lágrimas.

—Buenos días. No pensé que le gustara asear a los caballos con sus propias manos príncipe Hansel —me escuché decir.

—Espero no le moleste. Esta yegua es muy especial, y quería hacer algo por el al menos una vez.

—Especial dice, yo lo veo muy normal —comemte con simpleza.

—Oh, no me refería al físico o a sus cualidades, me refería a lo que representa —giro y empezó a acariciar a mi Susu en la frente. Ahora lo podía ver de cuerpo entero, llevaba un pantalón negro, una camiseta blanca con un par de botones sueltos en la parte superior, y unas botas negras. Su cabello negro, estaba revuelto, y por sus mejillas corrían algunas gotas de agua y sudor. Veía a Susu con teenura, pero al mismo tiempo con nostalgia ¿Será posible que  aún me recuerde?
—Ella es Susu, pertenecía a... una gran amiga. Siento que le falle mucho en el pasado y tal vez esto sea lo único que pueda hacer por ella.

—Debió querer mucho a su amiga —comenté tratando de suprimir mis emociones. Él incluso recordaba el nombre de Susu. Hansel aún era... mi Hansel.

Pero yo ya no era su Malena, no podía serlo, tenía que lograr deshacerme de este estupido sentimiento, sea cual sea, no debía dejar que creciera.

—Mucho, tanto que sí un día volviera a verla, haría lo que fuera para protegerla y mantenerla a mi lado.

Su mirada se poso sobre la mía, misma que ahora estaba algo inquieta por sus palabras. Al final solo me regalo una cálida sonrisa y se dispuso a la lavarse las manos.

Van quería que me mantuviera con vida y que obtuviera justicia para mi y para mi familia, eso lo tenía claro, pero ¿Qué quería Hansel? ¿Por qué el interés en mí? ¿Por qué se quedo en el palacio cuando su familia ya partió hacia su reino? ¿A caso él sospecha de mí? ¿Él sabe quien soy en realidad? Sean cual sea sus razones,  me mentiría a mi misma sí dijera que puedo matarlo, no podría, no podría lastimarlo, solo puedo alejarlo... para no dañarlo.

Holaaaa!!! Creo que ya se me hizo costumbre actualizar los lunes😅. Perdón por dejarlos con el suspenso toda la semana, el capítulo hizo explotar mi cabeza. En serio no saben cuanto amo escribir cada parte de este libro.

Espero que ustedes también lo disfruten mientras lo leen💖

Me encanta leer sus comentarios son como el motor de mi inspiración para seguir escribiendo. Gracias por motivarme a seguir escribiendo y por darse el tiempo de leerme.

Ahora sí, leo sus teorías, sus dudas, déjenme saber que piensan sobre lo que ha pasado en este capítulo ( tal vez les de un adelanto de lo que se viene, que por cierto esta buenísimo😉)

Por cierto la canción de arriba me inspiro mucho para escribir este capítulo, tiene ese toque de misterio, que bueno ame. Espero que a ustedes también les guste.

Este capítulo va dedicado a Libr410 quien siempre esta comentando, apoyándome y motivandome a seguir escribiendo.

Los quieres...

Evie💖

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro