CAPÍTULO 6
CAPITULO 6
Sé lo que eres
—Se avecina una gran tormenta, debemos ir a palacio —escuche decir Hansel al tiempo que se ponía de pie.
—Oh, pero yo quería seguir jugando —me quejo haciendo un mohín decepcionada.
—Lo haremos la próxima vez que vengas —promete, pero no me muestro convencida. El cielo se a nuestro alrededor se torna cada vez más gris, pero aún así yo no quería irme, quería que jugáramos bajo la lluvia, o al menos eso quería hasta que escuchamos un fuerte estruendo, un trueno. Casi en el mismo instante me puse de pie atemorizada, Hansel me toma por los hombros y me abraza, lo abrazo de vuelta y acomodo mi cabeza sobre su pequeño hombro. —No temas. Prometo que cuando vuelvas la tormenta se habrá ido y podremos seguir jugando juntos ¿está bien?
Levanto la mirada, y me encuentro con la suya. Me regala una sonrisa que devuelvo de la misma manera sin despegar los labios. Nos separamos y él toma mi mano.
Corremos en medio del enorme campo de flores hacia el palacio. Hansel toma la delantera sin soltar mi mano, seguimos corriendo y riendo a la vez, él bromea y me llama lenta, pero le resto importancia porque lleva mi mano y sé perfectamente que por más fuerte que sea la tormenta él no me soltará.
De repente la mano de Hansel se desvanece, todo él se desvanece, voltea a verme asustado, desconcertada le ruego que no me deje, pero al final, él se desvanece por completo. Todo a mi alrededor se torna oscuro, el campo de flores se vuelve un lugar tenebroso, de árboles secos, tierra gris y reseca, el cielo se torna rojizo. Entro en desesperación, llamo y grito desesperada su nombre, pero él no responde. Todo acaba cuando un rayo cae del cielo directamente sobre mí.
—¡HANSEL! —un grito se escapa de mi garganta, y cuando me doy cuenta vuelvo en mí misma, sentándome sobre la cama.
Mi pecho sube y baja de manera rápida. Noto mi respiración agitada al instante que subo una mano a mi nuca y noto que estoy bañada en sudor.
—¿Lo ves una vez y ya sueñas con él? —la voz de Cheng Cheng hace que me calme un poco, al recordar que no estoy sola. En medio de la oscuridad de la noche, después de una horrible pesadilla, no estoy sola. Respiro hondo y cierro mis ojos por un momento tratando de normalizar mi respiración. Abro los ojos e inmediatamente busco a mi compañero felino con la mirada. Esta sentado sobre la cama, con su cola subiendo y bajando con impaciencia a un costado.
—No. Bueno si, fue una pesadilla, una que ni yo misma me explico. Solíamos ser amigos de niños, pero eso fue hace muchos años.
—¿Es en serio Lena? ¿Ni tú sabes por qué?. Pues te lo diré yo. Tus sentimientos se removieron y tus hormonas humanas alborotosas se volvieron locas al verlo, pero tienes que tener presente que el amor solo te vuelve débil. No puedes darte el lujo de dejarte llevar por las polillas consume energía que puedan estar alborotadas dentro de tu estómago.
Casi ofendida, solté un jadeo, y le contesté molesta:
—¿De que estas hablando? Ni siquiera sabes lo que soñé.
—Con saber que él estaba en el sueño me basta —contesto arrogante. Avanzó unos cuantos pasos hasta subir a mi regazo y se aseguró de que su mirada se entrelazara con la mía. —Lena, sabes que no puedes confiar en nadie, no importa lo que hayas soñado, no debes permitir que él entre en tus sueños, en tus asuntos y mucho menos en tu vida.
Le mantuve la mirada por unos segundos. Segundos en los que me sumergí en esos pequeños posos verdosos brillantes, pero a la vez sombríos, y hasta cierto punto escalofriantes.
¿Qué es este gato? ¿Qué?
—Mi yo de cinco años es la que guarda su recuerdo —dije sin despegar mis ojos de los suyos. —Y para tu tranquilidad, mi yo actual solo puede pensar en una cosa, y eso, es el elemento luz — conteste con firmeza, porque así era. Hansel pudo haber removido algunos recuerdos de mi niñez, pero no eso no significa que vaya a interferir en mi vida actual, no porque a Cheng Cheng no le parece, sino porque yo así lo deseo, porque en el fondo sé que si él interviniera empezaría a dudar de todo esto y probablemente terminaría rindiéndome.
—Espero que sepas el significado de lo que has dicho, confieso que hay días en los que me impresionas Malena, pequeña humana —sin esperar respuesta de mi parte se movió atravesando la cama, y subió a una reposadera de las ventanas. Sin pensármelo mucho lo seguí de cerca y me senté en la otra esquina, apoye mi frente en el cristal de la ventana e inevitablemente pose mi mirada en la lejana frontera.
—Los ministros no te atacaron de ninguna forma, los marqueses y demás nobles tampoco dijeron tener objeción alguna sobre tu futuro reinado —comentó mientras observaba el exterior.
—Tal vez sea porque les urge que alguien refuerce la muralla.
—Probablemente, pero eso solo significaría una sola cosa.
Me gire hacia él intrigada, sin embargo, él seguía con la mirada perdida en algún lugar a través de la ventana, la incertidumbre de saber a qué se refería me carcomía por dentro, por eso, al no ver respuesta rápida pregunte:
—¿Qué cosa?
—Están asechando a su presa, la dejaran confiarse, sentirse plena y despreocupada, pero cuando menos te lo esperes van a atacar —dijo sin dejar de observar el exterior.
—¿Crees que estén planeando algo para deshacerse de mi después de que refuerce la muralla? — inquirí.
Giró sus ojos verdosos hacia mí y respondió:
—No solo lo creo. Lo sé. Para ellos no eres de importancia, si no tuvieras que reforzar la muralla, ni la propia reina te hubiera traído hasta aquí, así que, debemos estar preparados y reunir los cinco elementos antes de que ellos decidan atacarte.
—No puedo permitirme darles el gusto de matarme. No puedo morir sin hacerle justicia a mi padre. No sé cómo lo haremos, pero vamos a reunir a todos los elementos. Y mañana empezare por conseguir el primero.
—Asumo que estas decidida a tomar el riesgo de los elementos y supongo también sabes lo que eso significa.
—¿Qué tendré que pelear para vivir? —inferí.
—Que tendrás que matar para vivir, y no dejar rastro —corrigió dedicándome una mirada fría, sombría, como siempre que me habla de algo que podría aterrarme, y es que hasta este momento jamás había pensado en tener que asesinar a alguien, pero sí se trata de mis enemigos y mi propia vida, tal vez no tenga más opción.
—Entonces que así sea.
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Para una princesa heredera que ha esperado durante muchos años el día en que será coronada como reina, hoy sería un día y una fecha memorable. Para mí, alguien común y corriente, descendiente de un ministro acusado y exiliado por traición, una chica que sin tener la menor de las intenciones termino usurpando el lugar y la vida de la futura reina de Sunland, hoy no es más que el día en el que firmare con mi cuerpo y mi sangre que voy a hacer justicia. Cada humillación a mi familia será pagada, cada falso levantado en contra de mi padre será desmentido y todo aquel que quiera matarme será sentenciado por su propia avaricia. Haré que los enemigos ocultos salgan de sus cuevas y cuando vengan a atacar, estaré esperándolos para defenderme.
El día de la tan esperada coronación llego. El reino entero este vestido de celebración. Hay banderas representativas de Sunland por todo el reino, en cada balcón de cada casa, en cada tienda, en cada puente e incluso en cada vitral de cada templo. Para todos, hoy era el día en que al trono subiría un nuevo sol que iluminaría el reino al reforzar la muralla.
Estaba frente al gran portón trasero del palacio en un carruaje, esperando a que los guardias abrieran las puertas para mí. Llevo un enorme y voluminoso vestido dorado con una cola de aproximadamente dos metros, el faldón lleva bordados símbolos representativos del sol y la piedra de sun, además de pedrería, polvo dorado donado por las hadas, mientras que el corset es algo sencillo alrededor de la cintura, y pura pedrería por encima de los pechos, con magas cortas que caen sobre mis hombros. El vestido es algo pesado, bueno, bastante pesado, y más porque de los hombros del mismo vestido cae una capa dorada enorme con un bordado del sol y un dragón en ella.
El cabello lo llevaba totalmente recogido, dándole forma a un flequillo perfectamente peinado hacia los costados. Maquillaje natural, y guantes que solo usaría durante el recorrido, pero me los retiraría antes de la coronación, lo único que portaba respecto a joyas eran unos aretes pertenecientes a las reliquias de Sunland. Se dice que en el momento en que la corona se enciende, las joyas alrededor del cuello dedos o muñeca, podrían interferir en el hechizo de canalización. Por eso solo los aretes cuyas portadoras han sido todas y cada una de las reinas de Sunland durante su coronación son permitidos, ya que se consideran como una reliquia de suerte y bendición.
Antes de ser coronada daría un recorrido en carruaje por las principales calles de Sunland. El recorrido iniciaba en las puertas traseras del palacio y culminaba en las puertas del patio central. Era una tradición en la que toda la realeza (incluyendo a los ministros) celebraba el ascenso al trono de un nuevo portador. El recorrido era liderado por los guardias de élite, quienes recorrían a pie las calles, con banderas representativas del reino y sus báculos, mientras los siguen en carruajes, la sacerdotisa con la corana de sun, exhibiéndola sobre un almohadón rojo en una caja cuadrada de cristal. La reina madre y sus hijos (en caso de tener más aparte del o la heredera al trono) pero en este caso solo iba la reina madre, detrás de ella, los ministros en diez carruajes respectivamente, negros y dorados. Finalmente, la heredera al trono, en este caso yo. Iba en un carruaje blanco de ruedas doradas, adornado con rosas y claveles entre blancas y amarillas.
Cuando por fin fue mi turno de salir del palacio llego, los caballos blancos empezaron a andar y un escuadrón de guardias de élite se movilizo detrás de mí. Las puertas se abrieron y divise las majestuosas calles de Sunland. Enormes edificios con vitrales coloridos, era hermoso. Lo que más caracteriza a la población de Sunland, en especial a su capital, es su arquitectura con vitrales y cristales. Desde el carruaje divise la multitud alrededor de las calles inclinándose al verme pasar, algunos niños se inclinaban y luego lanzaban pétalos de rosas blancas, otros me saludaban corriendo tras el carruaje gritando 《Alteza》 《Es la princesa》 《Ella es muy bonita》《 Alteza》la emoción en sus voces era notoria, razón por la que me gire hacia ellos con una cálida sonrisa y los salude sacudiendo mi mano en el aire ligeramente.
Después de todo, la esencia de ser niños y la felicidad e inocencia que se siente a esa edad no se vuelve a sentir jamás. Menos cuando seres despreciables nos la arrebatan para complacer sus perversos fines.
Los guardias que venían tras del carruaje terminaron por apartarlos de la calle, apagando así sus gritos de emoción. Continué con el recorrido y terminé con el carruaje lleno de pétalos blancos por doquier. Al llegar a las puertas del palacio algunos guardias detuvieron a la muchedumbre fuera, mientras que un par de doncellas me ayudaron a bajar y a acomodar mi vestido. Las doncellas extendieron la capa en su totalidad y acomodaron estratégicamente la cola del vestido. Todo estaba listo. Las puertas estaban abiertas. La sacerdotisa junto a la corona habían hecho ya su recorrido hasta el salón del trono, detrás de ella la reina madre y los ministros, todos los guardias hicieron una especie de corte alrededor de la alfombra roja frente a mi. La alfombra iba desde las puertas del patio central hasta el salón del trono. El protocolo dicta que tendría que caminar a través del patio central, subir los cincuenta escalones que daban acceso al pasillo y de allí dirigirme al pasillo que me dirigiría al salón del trono donde todos me estarían esperando.
Bien, yo puedo.
No pasa nada. No te harán nada a menos que la corona decida no encenderse.
¿Qué es lo peor que podría pasar?
Yo Malena la hija de un ministro exiliado iba a seguir el protocolo para convertirse en reina.
Comencé el recorrido. Avance a través del patio, los guardias parados uno frente a otro alrededor de la alfombra hacían que mis nervios viajaran hasta mi estómago. Son los asesinos más letales del reino, pero de momento, no conocen mi verdadera identidad, y no me harían daño, así que nervios fuera, fuera.
Subí el primer escalón, de la enorme escalera de cincuenta escalones lizos y alargados, color beige. Subí lentamente, la capa y el vestido hacían que fuera dificultoso avanzar rápido. Cada escalón que subía, traía a mi mente un recuerdo diferente de lo que fue mi infancia, algunos buenos cuando mi padre aún era ministro y mi madre toda una dama, y otros horribles del día en que nos exiliaron, arrebatándonos todas nuestras pertenencias y abandonándonos como a animales salvajes en el bosque oscuro ¿Qué si los perdono? Eso no traerá de vuelta a mi padre a la vida ¿Qué sí al obtener venganza seré feliz? Tal vez no, pero al menos tendré la satisfacción de haber hecho justicia. Porque lo que nunca imaginaron aquellos que destruyeron a mi familia, fue que esa niña de cinco años débil e indefensa, de ojos cristalizados y de padres exiliados un día, llegaría al palacio y tomaría el trono por el que destruyeron a su familia.
Con la respiración algo agitada, y las piernas temblorosas subí el último de los escalones. Lo peor ya paso, o al menos eso creo. Camine por el pasillo hacia el salón del trono, estaba a tan solo unos minutos de la verdad, de mi verdad.
A unos minutos de enfrentar ese destino que aún no sé sí fue escrito para Cordelia o para mi. Antes de entrar dos doncellas se encargaron de arreglar alrededor de la alfombra nuevamente la capa y la cola del vestido.
Las puertas del ahora aterrador salón se abren.
Los ministros estaban alrededor de la alfombra haciendo una especie de corte. Habían cinco de cada lado, vistiendo su mejor túnica, de color dorado y blanco, con pequeños detalles negros y con el mismo gorro con el sol impregnado en el centro. Di el primer paso hacia el salón, justo en el punto en donde se acababa la corte de guardias de élite y empezaba la corte de los ministros. Camine sobre la alfombra con seguridad, aunque con cada paso los nervios de ver a la sacerdotisa con la corona de sun entre las manos me carcomían por dentro. El salón estaba repleto de banderas representativas del reino, rosas blancas y telas doradas. Estaban aquí todos los familiares de los ministros, y nobleza en general. La reina madre estaba parada frente al trono que le correspondía, y la sacerdotisa estaba de pie frente al imponente trono que aguardaba por mi si lograba encender la corona y realizar el hechizo de canalización. La reina vestía un voluminoso vestido naranja, de encaje, y pedrería muy costosa, una tiara discreta, dado que la tradición dicta que de ahora en adelante ya no podría usar ninguna corona frondosa estando yo presente, dado que su título ya no sería el de reina de Sunland, ahora ella pasaría a ser reina madre, por lo tanto, ella no podía llevar ninguna corona frondosa o de gran magnitud estando yo presente, por su parte la sacerdotisa vestía una túnica blanca con pequeños detalles dorados, una capa no muy larga de piel de zorro blanco, luciendo su voluminosa cabellera rubia dejando caer las ondas en cascada. Ella era la encargada de poner la corona sobre mi cabeza. De reojo pude ver al ministro de gobierno observarme con cierta malicia, y a Hansel detrás de él con calidez. Pero ahora no podía desconcentrarme, tenía que fijar mi mente y mi ser en una sola cosa y esa era...reforzar la muralla con éxito; encender la corona, obtener el elemento luz.
Me detuve donde terminaba la alfombra e iniciaban los escalones hasta el trono y la sacerdotisa comenzó la ceremonia:
—Su majestad, la reina Safiye de Sunland, hoy deja de ser la reina del sol, convirtiéndose en reina madre. Gracias a ella hoy tenemos la gracia de presenciar el ascenso de un nuevo sol, una nueva era, y un nuevo mañana. Como sabe, la tradición será que se mantendrá a la izquierda del trono hasta que una nueva familia real se posicione por completo en estos...¡Larga vida a la reina madre!
Todos en el salón repitieron esta ultima frase, excepto yo. La reina madre tomo asiento en su preciado trono con una gran sonrisa de victoria, de momento, ella había ganado la batalla contra los ministros, ahora, yo debía hacerlo.
—Princesa Cordelia Scarleth Beaumont de Sunland —fijo su mirada en mi. —¿Jura usted eterna lealtad al reino, a la corona y a su familia?
—Si juro —afirme, levantando la mirada y mi mano derecha a un costado.
—Que lo que le será otorgado sirva a su gracia para engrandecer el reino, y que sus ojos nunca sean segados por la maldad en las sombras. ¡Que la justicia, la bondad y lealtad de sus súbditos la acompañen eternamente! ¡Y que así sea hasta el fin de este muevo amanecer! —concluyo la sacerdotisa posando sobre mi cabeza la corona de sun.
La corona era algo pesada lo sentí desde el momento en que la sacerdotisa quito sus manos de ella dejándola totalmente sobre mi cabeza.
Ahora es cuando los nervios empezaban a invadirme de verdad.
Aun así, me apegue a las palabras de Cheng Cheng cuando dijo:
La oscuridad debe estar en tu corazón no en tu mente, esa la necesitas clara para pensar.
Entonces subí los escalones frente a mi hacia el trono.
Una vez estuve frente al imponente trono, me gire hacia todos en el salón, cerré mis ojos para calmar y controlar los acelerados latidos de mi corazón, y cuando los abrí, sentí que ardían. Una llama me quemaba por dentro, recorría cada parte de mi ser como sí buscara acomodarse en algún lugar. Mis ojos estaban completamente cegados por aquella llama ardiente, segundos después sentí que de mis manos se desprendían pequeñas partículas destellantes mismas que me envolvieron haciendo que poco a poco mis pies dejaran de tocar el suelo.
Levitaba en el aire, rodeada por destellos de luz brillante. Cerré los ojos y me dejé llevar por aquella llama en mi interior. En el mismo instante en el que flotaba supe que era hora de hacer el hechizo. Comencé a mover mis manos en el orden y la forma que Frederick me había enseñado para realizar el hechizo de canalización.
Cuando finalmente contuve toda la energía en el circulo formado por mis manos, abrí los ojos, y mi visión ya no era la misma. Veía todo envuelto en una luz amarilla destellante, entonces comprendí que aquello era el elemento luz en mi interior.
Liberé toda la energía contenida en mis manos dejándola salir en forma de ondas destellantes. Una radiante luz viajo desde el salón del trono a través de todo el reino hasta llegar a la muralla haciendo que esta brille a lo lejos, señal de que estaba siendo reforzada con éxito.
Mi cuerpo entero estuvo envuelto en una luz destellante, cegando a todos en el salón mientras las ondas de luz viajaban hacia la muralla.
Cuando sentí que ya no podía más, la luz que me envolvía se fue apagando de a poco, y mi cuerpo descendió hasta quedar de pie frente a todos en el salón.
Segundos les tomo asimilar lo que había sucedido, y de inmediato, se postraron en el suelo haciendo una respetable reverencia mientras que la sacerdotisa decía:
—¡Larga vida al sol naciente! ¡Larga vida a la reina de Sunland!
Todos repitieron lo mismo sin levantarse. Momento que aproveche para sentarme en el imponente trono que como reina ahora me correspondía.
Mi trono.
Por fin podía respirar.
Por fin, y con un gran éxito conseguí el elemento luz.
Lo que significa el inicio de mi venganza.
Ahora podía volver a ubicarme los guantes dorados. El baile de celebración comenzó en cuanto callo la noche y todos pasamos al gran salón de baile, un salón majestuoso, decorado con un gran candelero de cristal en el centro. En el salón, había varias mesas con bocadillos y distintas bebidas, los colores que destacaban en las cortinas y decoración eran el dorado y el blanco, allí también había tres tronos, en el principal me senté yo y en el que estaba a mi izquierda la ahora reina madre. No habíamos tenido oportunidad de hablar, pero se notaba en su mirada que quería decirme algo.
—Es momento de comenzar el baile real, el cual será aperturado por su majestad la reina — anuncio un emisario con voz fuerte mientras que yo me removi incomoda en el trono. Lo que me faltaba, bailar. —Invitamos a uno de los príncipes del reino Faes a dar apertura al baile junto a la reina.
La felicidad y la paz no podían durarme mucho ¿cierto?
Ahora es cuando empiezo a suplicar que el ofrecido sea Jared y no Hansel. Lo que más quisiera es tener el menor contacto posible con él, pero recordando como recuerdo a Jared, él que va a venir no va a ser otro sino Hansel.
Y en efecto, fue él quien se aproximó a la pista con su traje azulado de cordones y botones blancos Carajo. Se aproximo al trono con su cálida sonrisa, hizo una reverencia y extendió su mano hacia mí.
No tenía escapatoria. Tendría que bailar, o figir que bailo al menos.
Tomé su mano y lo seguí hacia el centro de la pista.
Al ritmo de violines, y otros instrumentos que creaban una amena melodía comenzamos a movernos por toda la pista. Rodeó mi cintura con una de sus manos y me aprisiono hacia él con delicadeza provocando cierto nerviosismo de mi parte, aun así, subí mi mano y la apoyé en su hombro. Hubo un momento en el que mi mirada se encontró con la suya, mirada que no dejaba de indagar la mía a pesar de ser cálida y acogedora. Sea cual sea su mirada preferiría que no me viera directamente a los ojos, recuerdo que alguna vez mi madre me dijo que los ojos son las ventanas del alma, y si Hansel lograba ver a través de estos ojos claros falsos, sin duda encontraría a la verdadera dueña de este cuerpo.
En un momento dado, varias parejas se nos unieron y empezaron a bailar a nuestro alrededor. A pesar de que era casi imposible, trate de evitar su mirada durante todo el baile.
Una vez terminado este, hicimos una reverencia el uno al otro, y nos dispersamos en direcciones diferentes. Otra melodía comenzó a sonar y la pista volvió a llenarse de parejas.
Al alejarme un poco de la multitud y tener contacto con la luz de la luna a través de los vitrales, recordé algo importante que hasta ese momento había olvidado:
Hacer el hechizo de canalización y reforzar la muralla, haría que Cheng Cheng pudiera volver a su forma original, ósea que...hoy podría descubrir que era en realidad.
Por fin descubriría con qué clase de criatura he estado conviviendo todo este tiempo.
Por fin descubriría su secreto.
No tuve que pensarlo tanto para emprender el camino hacia la salida del gran salón. Con gran esfuerzo logré salir mientras todos bailaban, asegurándome de que nadie me siguiera, más cuando pensé cantar victoria y dirigirme hacia mi habitación, un...
—¡Majestad! —hizo que me detuviera en medio del pasillo.
Casi irritada me giré hacia el portador de aquella voz, y me encontré con nada más y nada menos que Hansel.
Con el mayor de los esfuerzos trate de dibujar una sonrisa y conteste:
—¿Sí?
—Me pareció verla salir algo apresurada ¿se siente bien? —pregunto el pelinegro dando un paso hacia mi.
—Oh no debe preocuparse, estoy bien, solo me siento algo cansada. Puede volver al baile...yo ya me retiro —dije intentando escapar de la situación, pero entonces otra pregunta salió de su boca.
—Entiendo, me disculpo sí fui imprudente, y me disculpo si lo que voy a decir también le parece imprudente, pero me gustaría aprovechar este momento para invitarla a cabalgar mañana, sí su agenda no esta tan saturada claro.
Si por mi fuera, y sí mi propia vida viviera, te acompañaría hasta los confines de la tierra, pero la dulce Malena que amaba pasar tiempo contigo dentro de mí se ha extinguido y yo solo puedo decir:
—Agradezco su invitación príncipe Hansel, pero no estoy segura de poder acompañarlo.
—¿Acompañarlo dices? ¿Dónde? —pregunto la reina madre quien también abandono el salón y se encontraba a unos cuantos pasos detrás de Hansel.
—Invitaba a la reina a dar un pequeño paseo a caballo mañana —se apresuró a contestar Hansel, mientras la reina madre se acercaba a él —pero entiendo sí su majestad tiene otras cosas que hacer —concluyo volviendo su mirada hacia mí.
—Por supuesto que no, una reina que acaba de ser coronada por tradición tiene setenta y dos horas libres antes de tener una audiencia con los ministros, por lo cual mañana tendrá todo el día libre majestad.
Informó la reina madre posando su mirada sobre mí, casi exigiéndome que aceptara la invitación. Invitación que estoy segura no le agradara para nada a Cheng Cheng, y con toda la razón del caso, compartir tiempo con Hansel no sería nada bueno sí lo que quiero es mantener el secreto de mi identidad.
Al verme acorralada, no tuve más opción que ceder, y aceptar. Hansel se despidió gentilmente, y desapareció tras la puerta del gran salón, prometiendo verme mañana en las caballerizas del palacio.
En cuanto desapareció por completo, la reina madre se acercó disimuladamente a mi oreja y susurro:
—¿Qué crees que estabas haciendo?
—Nada, pero pensé que no era correcto aceptar una invitación sin su autorización — repuse lo mejor que pude, tratando de sonar sumisa.
—Y por supuesto que pensaste bien, pero él es un buen prospecto, y sea lo que sea que te proponga solo acepta y ya —me espeto con un tono bajito.
—¿Un buen prospecto? ¿Para qué? —pregunte frunciendo el entrecejo.
—Para ser tu esposo, estúpida.
Me quede totalmente helada. Espantada. Atemorizada y estúpidamente me sentí indefensa. ¿Por qué cuando creo que todo marcha bien algo tiene que complicarlo? Yo no puedo casarme ahora y mucho menos con Hansel.
—Te estabas retirando ¿no? Vete a descansar, mañana tienes una noble cita, y debes asegurarte de encantarle, después de la boda un heredero será lo primordial, pero primero lo primero. Puedes retirarte, y cuidado con la corona, la sacerdotisa pasara revisión por ella en cualquier momento.
Concluyo la reina devolviéndose hacia el gran salón. Aun no superaba sus palabras, pero no era hora de pensar en eso, primero lo primero y eso es: descubrir quién es Cheng Cheng en realidad.
Comencé mi largo recorrido desde aquel pasillo hasta el lado norte del palacio, lugar donde se encontraba mi habitación. Levante parte de la falda del vestido recogida con mis manos, tratando de correr, o al menos dar pasos largos, la incertidumbre se vuelve más grande con cada segundo para mí.
Subí escaleras, atravesé pasillos enteros y caminé hasta el punto de agotarme, y desbaratar todo mi peinado en el ajetreo, aunque la corona seguía intacta sobre mi cabeza los mechones de cabello lizo y castaño, ya cubrían mis hombros.
Cuando al fin tuve la puerta de mi habitación frente a mi, sin pensarlo dos veces, y sin titubear, aunque sea un poco la abrí de golpe, apartando ambas puertas hacia un lado.
La habitación estaba oscura, iluminada únicamente por la luz de la luna que se colaba a través de las ventanas y las puertas del balcón, que en ese momento estaban abiertas. Me adentre en la habitación, buscando ya sea un gato, un dragón, un hada, un ogro (que sinceramente le sentaría bien por su carácter) o lo que sea, pero entre más me adentraba, más perpleja se volvía mi expresión, pues no había rastro de nada, al menos no hasta que...
Las puertas de la habitación que había dejado abiertas se cerraron en un estruendoso golpe, haciéndome dar un pequeño brinco del susto, y más aún cuando escuche:
—¿Me buscabas Lena? —una voz ronca varonil y grave retumbo en las paredes de la habitación.
Mi corazón empezó a latir de manera acelerada y mi respiración se volvió más lenta. Esa voz profunda y varonil no puede ser de un ogro...
Lentamente y con cierto recelo gire mi rostro hacia las puertas de la habitación. Encontrándome de frente con un par de ojos verdes brillantes que resaltaban en la oscuridad, era Cheng Cheng, claro que lo era, solo que ahora estaba en su verdadera forma. Entrecerré los ojos tratando de divisar mejor al portador de aquellos ojos brillantes, pero la oscuridad me impedía hacerlo, o al menos lo hizo hasta que el portador de los ojos verdosos dio un par de pasos hacia la luz de la luna colada dentro de la habitación.
—Has hecho un gran trabajo, y finalmente poses un elemento —dijo el gato que ahora era un hombre de casi dos metros de alto aproximándose hacia mí.
—Tú eres...
Solté entre balbuceos, embelesada por la sorpresa y el atractivo de este.
—Si. Una criatura mágica muy especial...
Dio un par de pasos más hacia mí y divisé como un espiral oscuro se mezclaba en sus ojos verdosos cambiándolos por completo a un color negro.
—Un vampiro
Hola holaaa!!!
Les traigo un nuevo capítulo de Sunlad!!!
Y no cualquier capítulo eh, Lena logro obtener el elemento luz, Hansel es el prospecto de esposo que la reina quiere para ella y Cheng Cheng por fin revelo su identidad!!!
Amé escribir cada parte de este capítulo, aunque me tarde un poco editandolo 😅 espero me disculpen por la tardansa y que les guste 🖤🤍
Los quiere Evie <33

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