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CAPÍTULO 4


 CAPÍTULO 4

 E L E M E N T O S

—Una vez más —exigió Cheng Cheng, desde la pequeña mesa de cristal donde se encontraba sentado.Desde que acepte colaborar con él no ha parado de instruirme en el que según él, es mi camino. Durante horas hemos trabajado en mi mirada, sonrisa, caminata, e inclusive mi voz, según él todo gesto cuenta, para ganar o perder territorio dentro del palacio.


—Saludos madre —recite con la voz más azucarada que he podido generar dentro de mi garganta. Estábamos ensayando la forma en la que me dirigiría a la reina en adelante.

—Mejor, o menos horrible —masculló con una vos hostil.


—¿Qué? —chisté indignada, llevaba más de media hora haciéndome repetir la misma frase y los mismos gestos, y de todos este fue mi mejor intento.


—Tú mirada no refleja lo que sale de tu boca, tienes que hacer que se vea mas real. Tu voz destila miel, pero tu mirada lanza dagas en lugar de azúcar.


Solté un bufido tratando de tragarme mi orgullo y volví a la posición inicial varios pasos atrás. Esta vez, dibuje una sonrisa aún más dulce en mi rostro e intente que mi mirada se iluminara con la misma. Enderecé mis hombros y di un par de pasos hacia Cheng Cheng, simulando como las veces anteriores que él era la reina. Me incline haciendo una reverencia y me asegure de mantener siempre una dulce sonrisa.


—Saludos madre.


—Impresionante. Mucho mejor, considerando que esta es la milésima vez que lo dices en un día, no está tan mal.


—¿De verdad lo hice bien? —pregunté casi chillando de la emoción, tener que repetir la misma estupidez una y otra vez empezaba a hartarme.


—Si, incluso a mí me dieron ganas de adoptarte —soltó con ironía al tiempo que rodó los ojos con fastidio.


—Muy gracioso —chisté rodando los ojos al tiempo que me cruzaba de brazos.

—Has mejorado mucho. Se podría decir que ahora sí tienes la actitud de una princesa. ¿Recuerdas lo que has aprendido?

—He pasado varios días hablando solamente con un gato en estas cuatro paredes ¿Crees que no he aprendido nada?.En efecto, las doncellas solo aparecían tres veces al día, a la hora de cada comida. No decían nada. Solo entraban dos, dejaban la comida y se retiraban, minutos más tarde volvían, se llevaban la charola envueltas en el mismo silencio.

—Me gustaría escucharlo, como una última lección.

—Bien. —Me aclare la garganta antes de comenzar a recitar para él. —Lo que eres frente a otros solo será el reflejo de sus deseos, lo que eres frente al espejo dependerá de quien quieras ser tu—recite una de las primeras frases que se encargó de grabar en mi cerebro. —Usare mi belleza como un arma de sumisión, y me ganare lo más débil que tienen todos los seres humanos: su corazón. No desperdiciare oportunidades. Mi orgullo solo se hará presente cuando tenga poder, cuando domine el territorio en el que me encuentro, aprovechare cada error y descuido de mis enemigos para crecer y atacar lentamente, sin que ellos lo noten, sin que ellos sospechen quien los está atacando. No desmayare en mi lucha hasta alcanzar lo que me he propuesto. Y seré leal a quien ha iniciado esta lucha conmigo.

—Perfecto. Ha quedado bastante claro. Entonces, ahora ya sabes por dónde empezar —señalo la puerta de la habitación con su mentón, sabía que mis doncellas estaban del otro lado, pero...

—Buenos días princesa —di un respingo antes de girarme hacia la puerta. Asumo que nunca dejará de sorprenme las habilidades de este gato ¿Cómo supo que la reina entraría en ese instante?.


¡Oh claro! sus orejas, su sentido de audición es más agudo que el mío.

La reina se adentro en la habitación con un semblante severo, esperando mi reacción, mi respuesta ante su saludo. Las doncellas se quedaron varios pasos detrás de ella y por unos segundos me quede pasmada, parpadeando una y otra vez.


—Saludos madre —me escuche decir a mí misma al tiempo que hice una reverencia. Y vaya que sonó convincente, no solo por como lo que dije, sino por la postura que mantuve, no muy inclinada, sonrisa azucarada, mirada cristalina e inocente. La reina me observó por unos instantes con una pequeña sonrisa, para luego acercarse poco a poco a mí.

—Madre —comencé en cuanto me incorpore. —Me siento totalmente apenada por lo sucedido hace un par de días. Considerando que has gobernado sola por todos estos años y que has mantenido a Sunland a salvo, tu carácter hacia mí solo es el de una madre que desea ver a su hija convertirse en una reina capaz. De ahora en adelante, prometo no volver a faltarte el respeto como mi madre y como mi reina. Prometo seguir tus pasos e inclusive tu voz. Estos días de soledad me han hecho ver que estoy para servir a mi pueblo, a mi familia —exprese en un acto horrible de redención. Pero sé que lo hice bien, porque de reojo vi como Cheng Cheng miraba a la reina con malicia. Dado que había bajado la mirada, no podía ver el rostro de la reina ni su expresión, solo sentía el atroz silencio de su presencia.

—Finalmente has entrado en razón, hija —tomo mi mentón, y levanto ligeramente mi rostro hasta que su mirada se encontró con la mía, por su puesto, mantuve la mirada cristalizada tal y como Cheng Cheng lo había sugerido, tenía que parecer indefensa, pero sobre todo, tenía que parecer sincera. —Veo que estos días de aislamiento te han sentado bien, y por supuesto, sé que tampoco es fácil para ti adaptarte a este nuevo estilo de vida, pero con el tiempo, sé que serás la reina perfecta.

Considerando que quieres convertirme en tu títere, a tus ojos seguro que lo seré.—Gracias madre. Gracias por entenderme —dije con una voz suave. Ella sonrió con satisfacción, señal de que el plan había sido un éxito.

—Más allá de ser tu reina, soy tu madre, es por ello que te castigue sin tus doncellas, pero a partir de ahora vuelven contigo —sentenció, al tiempo que le echo una mirada a las doncellas por encima de su hombro.

Dichas esas palabras, las doncellas dejaron de estar detrás de ella para posicionarse detrás de mí.

—Quedan pocos días para tu presentación oficial, así que como futura reina hay hechizos básicos que debes conocer.

Asentí con la cabeza sin pronunciar mayor palabra. Por fin algo que me interesaba.—Frederick —exclamo, y de la nada, envuelto en un manojo de humo verde y gris, apareció al costado de la reina un hombre alto, vestido con una túnica color negra y verde. La túnica tenía llamas color verde que iban desde el final de la túnica hasta sus rodillas, mangas extra largas que incluso tenía que encogerlas para poder dejar a la vista sus manos, y un cabello largo y negro, que le llegaba a la cintura, lo traía semi peinado, pues aunque una parte estaba recogido en un pequeño moño dos mechones largos y lizos colgaban al costado de su frente.

—Llamo majestad —dijo a la reina.

—Inclínate, estas frente a la futura reina de Sunland: la princesa Cordelia —le ordeno la reina sin quitarme la mirada de encima. Siguiendo la orden, aquel hombre se giró hacia mi he hizo la misma reverencia que hicieron las doncellas al verme por primera vez, se postro ante mí en el suelo y me saludo con respeto.

—Puedes levantarte — exclame con una voz grave, ni muy suave ni muy agresiva.

—Fascinante —comento en cuanto se puso de pie —la princesa está completamente recuperada, con todo respeto alteza ¿Se siente lista para comenzar a reinar y portar la corona de sun?

—¿Qué tipo de pregunta es esa Frederick? —protesto la reina casi indignada.

—La corona es tu temor, que no llegue a soportarlo es el mío, pero si no refuerzo la muralla, estaremos todos perdidos —he aquí una princesa sabia, no tan sabia improvisando. — Me siento completamente bien, y si esto no responde a tu pregunta, voy a dar un salto de fe por mi reino y por mi familia ¿Puedes confiar en mí? —concluí con un tono de voz apacible, la reina quedo fascinada con mi respuesta, mientras que aquel hombre procedió a disculparse y a presentarse:

—Alteza, dentro de su reinado usted tendrá dos brazos derechos, uno es el ministro de gobierno, y el otro soy yo. Mi nombre es Frederick, soy el mago real, y sí estoy aquí es por que ya es hora de que repasemos algo de magia básica, la que necesitara para canalizar la magia de la corona.

Asentí con la cabeza ante su presentación, mientras que la reina ordeno a las doncellas que lo escoltaran hasta el salón de mi habitación, dejándonos unos minutos a solas.

—Me alegra que hayas entrado en razón, y espero que no traigas nada entre manos, ya sabes que el poder aquí lo tengo yo —murmuro con severidad.

Lo sé majestad, por ahora usted tiene el poder, pero llegara mi momento, y entonces podremos hablar de manera clara, cara a cara, mientras tanto:

—Lo sé, antes estaba confundida y aturdida por mi nueva identidad, y mi nuevo estilo de vida. Desde ahora, le seré leal y mantendré mi promesa de servirle.

Solo hasta cuando a mí me convenga por supuesto.

—Bien, si las cosas van a ser así entonces todo será más fácil, tu solo debes seguir mis órdenes, y vas a tener una larga vida.

No sé si eso fue una amenaza o no, pero de todas formas ella parecía más tranquila con mi nueva actitud. Al menos los consejos del gato no han sido del todo inútiles.La reina salió de la habitación junto a sus doncellas, mientras que yo me dispuse a ir hacia el salón, donde me esperaban Frederick y mis doncellas.

—Ves como mis lecciones si dan resultado —comento Cheng Cheng detrás de mi, mientras me dirigía hacia el salón.


—Debo felicitarte. Deberías postularte para obtener el lugar de Cants.

—No te hagas la graciosita. Educar malcriadas es trabajo para viejas como Cants, mi trabajo es crear una gobernante digna de ser respetada. Por cierto ten cuidado con lo que le dices a ese hechicerito, un paso en falso y todo se va abajo.—Lo sé, no debo confiar ni en mi sombra.Las doncellas abrieron la puerta del salón pero al entrar, ellas salieron, llevándose incluso al malhumorado Cheng Cheng con ellas.

—¿Qué sucede? ¿Por qué se retiran? —pregunte a una de las doncellas.

—Ni las doncellas y ninguna otra criatura puede ser partícipe de clases de magia. Es parte de nuestra etiqueta, por ello nos retiramos alteza —explico sin atreverse a levantar la mirada.—No tema princesa, no voy a hacerle daño —escuche decir a Frederick más al centro del salón. Instintivamente, lo observe por unos segundos antes de adentrarme en el salón. Las puertas se cerraron a mi espalda.

—No le temo, solo le tengo curiosidad —mantuve la actitud de princesa dulce y sabia.

—Eso es bueno, la curiosidad lleva al ser humano a grandes descubrimientos, o grandes desgracias —hablo en un tono de voz que me pareció extraño. —Pero bueno ese no es su caso, usted va a ser reina, y todo lo que la rodea debe ser bueno, así que iniciemosEn un movimiento hizo que frente a él apareciera una mesa alta y redonda, sobre ella había una manzana roja, una daga y un libro.—¿Con cuál deberíamos iniciar alteza? —pregunto refiriéndose a los objetos sobre la mesa.

—Yo...— estuve a punto de decir no entiendo, pero me corte a mi misma cuando recordé las palabras del felino cara de hierro; no debo confiar en nadie, y mucho menos exponer tan notoriamente mi ignorancia sobre algo tan básico. —Dejare que me guie el día de hoy.

— Bien, iniciemos con los hechizos básicos de transporte —sentenció con una sonrisa al tiempo que tomaba el libro, cuya pasta era gruesa y de color dorado.

—Esta es la historia de Sunland contada por la primera reina, y su hechicero real después de su muerte.


—¿La reina Scarleth?

—Así es. Como bien se sabe, la reina Scarleth, no solo fue la fundadora y primera reina de Sunland, también fue una de las más grandes hechiceras que el reino haya visto.Si, había escuchado aquello, de hecho todos en el reino comentan sobre esa historia, tanto que se ha convertido en leyenda. La primera reina fue alguien de impresionantes poderes, paso de ser una simple chica de campo a ser la reina y hechicera más poderosa de todos los tiempos, todo, gracias al sacrificio de su padre, pues se dice, que en medio de la crisis causada por los vampiros su padre acudió por ayuda a los trolls, y fue así como obtuvo la piedra que le dio el poder a Scarleth de crear la muralla que hasta el día de hoy nos mantiene con vida.

—En efecto, conozco gran parte de su historia gracias a las leyendas y los libros que he tenído la oportunidad de leer en estos días —comente acercándome a él.

—No lo creo, me parece que no conoce ni la mitad —me aseguro él.

—¿Ah no?

—No —sostuvo sin despegar su mirada de mí. El mago me veía de una forma extraña, como si buscara algo dentro de mis ojos —solo sabe lo que los demás le han contado, lo mismo que todos han leído. Pero no se preocupe, ya habrá tiempo para que conozca la historia a profundidad, cuando tome el trono estoy seguro de que vendrá a verme muy seguido a mis humildes aposentos.

—Claro —solté un poco nerviosa alejándome un poco de él para acercarme a más mesa. — Entonces ¿Vamos a iniciar o no?

—Claro, iniciemos —dijo calcinando el libro en su mano. Literalmente lo hizo cenizas con su magia.

—¿No íbamos a iniciar con el? —pregunte refiriéndome al libro.

—Y lo hicimos, iniciamos la primera parte —contesto con serenidad.

—Pero y entonces qué...

—Oh, tranquila, el libro sigue existiendo, yo solo lo guarde, es un libro muy especial, por eso debe estar muy bien guardado.Asentí con la cabeza extrañada, en lugar de parecer un hechicero, parecía un descerebrado con aires de hechicero.

—Esto es algo básico —dijo tronando sus dedos, al mismo tiempo que hizo desaparecer la manzana de la mesa —y esto es algo extremadamente básico —volvió a tronar sus dedos haciendo que ahora apareciera una cesta de manzanas.

—Es básico, pero no puedo hacerlo, mi estado de salud me impidió estudiar hechizos como este desde niña —comenté aposentándome en la vida de Cordelia, vida que ahora mismo se supone es mía.

—Lo sé, pero ahora que su torrente de magia ha despertado, lo único que tiene que hacer es concentrarse —tomo una manzana de la cesta y me la extendió. —Vamos inténtelo, hágala desaparecer.

Dude un poco pasando mi mirada del rostro de Frederick hacia la manzana, hasta que finalmente dije:

—Bien, lo intentare.

Fije mi mirada en la manzana. La observe con demasiado interés durante unos segundos, como 

sí le suplicara que desapareciera.


Desaparece.


Desaparece.

Vamos desaparece de una vez.Paso más de un minuto y la manzana seguía en el mismo sitio.

—No intente hacer que desaparezca mientras la observa —intervino Frederick ante mi eminente fracaso. —Primero intente imaginar donde quiere que termine.

Suspire, llene mis pulmones de aire, cerré mis ojos he imagine que la manzana aparecería sobre la cabeza de Cheng Cheng. Un magnifico lugar para empezar.Esta vez me concentre más. Retuve el aire en mis pulmones y deje que la magia hiciera lo suyo.

—Lo logro —escuche decir a Frederick, abrí los ojos y note que la manzana ya no estaba.

—¡En serio! ¡Lo logre!

—Así es. Solo necesita repasar más, es normal que al inicio necesite de extrema concentración al punto de cerrar los ojos, pero con el tiempo será suficiente un chasquido de dedos para hacerlo.

Practique un par de veces más, y ahora podía hacerla desaparecer con los ojos abiertos, era cuestión de observar el objeto y tener en mente el lugar al que quería que se trasladara, tal y como lo explico Frederick. Cuando lo domine completamente, empezó a enseñarme hechizos para poder encender y apagar lámparas y antorchas.

—Encender antorchas es más complejo, pues es algo que dominan más aquellos que nacieron con el elemento fuego —comento encendiendo la antorcha que hizo aparecer en una pared.

—¿Qué elemento domina? —pregunte curiosa. Para ser el mago real necesitaría ser alguien poderoso.

—¿YO? —se señaló con el dedo índice.

—Si usted.

—Yo nací sin magia alteza —confeso, y yo me tense al pensar que eso es algo que la verdadera Cordelia debía saber. —Mi magia me la dio al morir mi padre, el anterior mago real, lo que nos hace magos no es un elemento, sino nuestros conocimientos, y la habilidad de crear hechizos y pociones, por ello este puesto existe —se señaló— toda la realeza posee magia, no mantendrían un puesto de mago real si no lo necesitaran ¿no lo cree?

—Claro, tiene lógica, pero entonces ¿Qué clase de pociones hace?

—Eso es algo que solo la reina o el rey pueden saber, me disculpo por no poder responder a su pregunta alteza.

—No hay necesidad de disculparse, solo será cuestión de un par de días para que responda a esa pregunta — dije al tiempo que troné los dedos y encendí la antorcha. —Creo que no es tan complejo para mi —regrese a verlo orgullosa.

—Usted es la futura reina, su talento procede de su linaje —aplaudió.

Cordelia debería sentirse alagada, pero yo, yo no soy ella. La sangre del anterior rey no corre por mis venas, por ello aun me preocupa tener que encender la corona frente a todos y reforzar la muralla el día de la coronación.

—Claro —asentí forzando una sonrisa.

La clase duro un par de horas más. Aprendí a levantar objetos con solo mirarlos, encender y apagar objetos específicos, y hacerlos desaparecer. Para mí eso era un gran logro, pero para mí irritante felino...

—Eso es como quitarle una escama a un dragón —comentó con desagrado.


—Si, de seguro para ti eso debe ser fácil, pero entiende que la reina no va a enseñarme hechizos que verdaderamente valgan la pena, con que pueda canalizar la magia de la corona y reforzar la muralla a ella le basta —explique recostándome en la cama.

—Pero a nosotros no. A ti no. Sí quieres el poder no debes conformarte —me espeto trepándose a la cama en un ágil salto.

—Gracias por la sugerencia, pero entiende que ni siquiera poseo un elemento, por ahora obtener poder me es casi imposible —recosté mi cabeza sobre la almohada subí el edredón hasta mis hombros y le di la espalda.


—¿Y entonces qué? ¿Vas a rendirte?

—¿Qué más da si me rindo o no? De todas formas, mi padre ya está muerto, mi madre y mis hermanos llevaran una mejor vida en el reino Faes, y yo...seré la supuesta reina de Sunland.

—¿Sabías que solo los mediocres piensan así? —lo escuche decir a mi espalda, mientras una fuerza extraña me expulso de la cama, haciéndome caer de cara al suelo.

Solté un gruñido, y entre jadeos me senté en el suelo.—¿Fuiste tu? —le espeté regresando mi mirada hacia él. —¿Qué te pasa? ¿Cómo hiciste eso?

—Con poder. Así fue como lo hice, tu respuesta me irrito tanto que mi poder...


—Espera... ¿Qué tipo de magia posees?

—Si poseo magia o no, que más te da ¿No vas a rendirte de todas formas? —contesto irritado. Me senté en el suelo para quedar a la altura de su cara peluda al borde de la cama.

—¿Sabes? Eres tan irritante, que a veces se me olvida que Cheng Cheng el gato que crie como mío, simplemente no existe.

—Exacto, no existe, pero los elementos si. La reina si. El verdadero traidor también, y si aprendieras magia de verdad podrías obtener los elementos

—Habla claro —entrecerré mis ojos hacia él.

—Al encender la corona, por obvias razones obtendrás, el elemento luz, el único elemento que solo poseé el rey de Sunland. Los elementos fuego, agua, viento y tierra pueden obtenerse de otra forma.

—Pero creí que un ser humano solo puede poseer un elemento dentro de sí a la vez, poseer los cinco podría causarle la muerte.

—Eso es lo que piensan los insignificantes mortales, porque jamás se han atrevido a sobrepasar los límites. Su mente es tan pequeña, que creen todo lo que el hechicero ese les dice, los elementos son poderosos juntos, por eso es que no cualquiera puede poseerlos.

—¿Entonces crees que yo podría poseerlos y controlarlos?

—¿Y porque no? Siempre y cuando los obtengas en el orden correcto podrás dominarlos.

—No sé cómo lo haces, pero siempre te sales con la tuya, si es como lo dices, entonces podría llevar a cabo mi venganza.

—Exacto, pero primero, debes obtener el elemento luz, entonces podremos ir en busca de los otros. —¿Tú irías a buscarlos conmigo?

—No sobrevivirías sin mi —aseguro enarcando una ceja. Solté un jadeo ofendida.

Le mantuve la mirada por unos segundos para luego curvar mis labios en una sonrisa. Probablemente su personalidad sombría estaba empezando a pegárseme.—Supongo que por ahora debería enfocarme en prepararme para obtener el elemento luz —dije acomodándome nuevamente en la cama.

—Hasta que te escucho decir algo coherente —mascullo el felino, mientras yo acomodaba mi cuerpo debajo del edredón —pero te advierto, que el camino hacia los otros cuatro elementos no te será tan fácil como este, un gran poder conllevar un gran sacrificio, tendrás que sufrir y librar muchas batallas para poder poseerlos.

—Ningún sacrificio podría acobardarme ahora que ya no tengo a mi familia.

—El que no la tengas, no significa que no te importe, y eso podría convertirse en tu mayor debilidad.


—Estas exagerando, ya déjame dormir, mañana vendrá Frederick nuevamente para seguir con las clases de magia, creo que vendrá hasta el día de la presentación.

—Y de seguro mañana te enseña como limpiar el establo sin que te ensucies las uñas ¿no? —bufó acomodándose a un lado de la cama para dormir.

—Si, seguro —me escuche decir más dormida que despierta.

—Conformista.


HOLAAA!!!

Sunland nos revela cada vez nuevos secretos.

Arriba les deje una imagen de Frederick 

¿Qué les parece nuestro mago real?

¿creen que Malena podrá obtener los elementos?

Los leo en comentarios. 💜💜

Los quiere...♡

Evie💖

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