Capítulo 30
CAPITULO 30
EL Regreso
Los grillos, las telarañas y la humedad. La excesiva humedad. Reinaban en el supuesto atajo. Sheynnis y yo apenas logramos desatar las oxidadas cadenas antes de que el aroma que estaba percibiendo se hiciera más cercano. Con la ayuda de un hechizo me asegure que se mantuvieran cerradas las puertas, las cerré con suma cautela para no llamar demasiado la atención de ninguna criatura, más en específico de ningún lobo.
El atajo en sí es una especie de túnel, de superficie rocosa. Las paredes de piedra irregular, frías y húmedas al tacto estaban llenas de musgo y telarañas, el suelo de tierra bajo nuestros pies también se encontraba húmedo y en partes hasta lodoso. Aparte de la humedad y los insectos la oscuridad reinaba aquí abajo, por lo que en una de mis manos llevaba un destello de luz, para iluminar nuestro andar. Sheynnis y yo teníamos la habilidad para ver en la oscuridad, yo lo acababa de descubrir esta noche, pero Sheynnis, aunque no lo admitía estaba muy mal, tanto, que no podía usar su visión a conciencia. Estaba sudorosa, y por momentos sus pasos se volvían demasiado torpes, en una ocasión, cuando la tomé del brazo sano para ayudarla a caminar, noté que estaba caliente, no, estaba ardiendo, pero no dije nada al respecto, yo no tenía poderes de sanación, y aquí no había medicina, la única forma de ayudarla era que ella misma lo hiciera, que iniciara el proceso de regeneración, pero por alguna extraña razón se negaba a hacerlo.
Caminamos durante un largo rato a través del túnel en silencio, yo liderando con el destello en mi mano y ella siguiéndome el paso tratando de mantenerse en pie. Justo cuando parecía que el túnel se volvía eterno unos fuertes golpes que venían desde arriba ocasionaron que las paredes del túnel desprendieran algo de arena.
—¿Qué rayos...?
—Es la guardia media luna. Estamos bajo el palacio —aclaró con voz débil. Hace varios minutos que no me había girado a verla, pero su aspecto estaba aún peor. Sostenía su brazo herido con el otro, su mirada estaba cabizbaja mientras que su frente chorreaba sudor.
—Sheynnis —la llamé, pero pareció no oírme. Con mi mano libre la sacudí ligeramente por los hombros y aunque levantó la mirada, termino por desplomarse sobre mi brazo.
Como pude la contuve para que no se lastimara con las estrechas paredes o el suelo. Me deje caer poco a poco, hasta quedar sentada con ella sobre mi regazo bañada en sudor y ardiendo en fiebre. Pase una mano por su frente para apartar los mechones de cabello que le cubrían el rostro y me asegure de acomodar delicadamente sobre su regazo el brazo herido.
—Sheynnis no me asustes. Tienes que iniciar a regenerarte ya o este túnel será tu tumba.
Por un segundo no hubo respuesta. Sus ojos estaban entreabiertos y sus labios carnosos resecos, apenas y logre escuchar un pequeño jadeo de su parte.
—No puedo..., no sí el alfa no lo autoriza —dijo en un tono de voz casi nulo—. Sí él lo autoriza entonces... soy digna de sanar, antes no. No voy a desobedecer las tradiciones.
—¿A quién le importan las tradiciones sí estás muriendo Sheynnis? ¡Sana ahora! —le exigí.
—¡No eres mi reina! ¡No puedes darme órdenes! —me espetó con la poca fuerza que aún contenía su garganta, lo que la llevo a toser entre jadeos.
—No te estoy ordenando que mates a alguien, te estoy pidiendo que te salves, por favor se consciente de que podrías morir aquí —traté de razonar con ella.
—Voy a liberar al alfa y luego...
—Morirás contenta ¿no? —enarqué una ceja, pero ella apenas y pareció prestarme atención, estaba demasiado centrada en reprimir sus jadeos de dolor como para seguir discutiendo conmigo. Seguir discutiendo con ella no solo significa una pérdida de tiempo, sino que también es inútil, dijese lo que dijese, ella no sanaría al menos que quien se lo ordenara fuese Jared.
—Yo iré por él. Y tú te quedarás aquí intentando seguir con vida hasta que él y yo regresemos ¿entendiste?
—Estas loca sí crees que yo-voy-a-de-jar-que..., vayas sola —cada vez le costaba más pronunciar las palabras.
—En este estado tampoco serías de mucha ayuda. Yo lo traeré, confía en mí.
—No conoces..., el-cas-tillo. Y menos los calabozos —soltó otro jadeo.
—Dame las indicaciones y yo llego. Solo dime eso y te prometo que regreso con Jared.
Sheynnis seriamente se tomó su tiempo para pensárlo. Cerró sus ojos con fuerza y soltó otro jadeo antes de volver a hablar.
—Ve, ve recto, el túnel aca-ba en el patio cen-tral. Allí es pro-bable que haya gu-ardias, de-bes, debes ser cuida-dosa. Lu-ego vas a ir a la to-rre que lle-va a los corredores, allí hay un bloque color cobrizo, sí lo encuentras presiónalo tres veces, y te abrirá las puertas hacia unas escaleras. Baj-alas y vu-el-ve a tocar tres veces cu-ando te encuentres con una pared, allí estarán los ca-labozos.
Explicó entre jadeos con la voz casi apagada.
—Bien, puedo hacerlo.
Sin darle tantas vueltas al asunto, con delicadeza, la ayude a recostarse contra la pared del túnel. Deje el destello sobre su regazo para que la iluminara. Como estaba no podía utilizar su poder.
—Aguanta, volveré pronto, lo prometo —le aseguro acomodando su brazo herido sobre su regazo.
—¿Sabes que te matare sí no lo salvas?
Asentí con la cabeza. No era una pregunta, era una advertencia.
Me incorpore y rápidamente ilumine mi visión para comenzar a avanzar. No era tan difícil, solo debía llegar a la cámara bajo el patio central y de allí ir a la torre, una vez dentro lo demás sería sencillo, pero debía darme prisa, la vida de Sheynnis dependía de ello.
***
La cámara tal y como lo recordaba estaba llena de antorchas. Por un momento recordé la noche en la que me despedí de Van, fue justo aquí. Fue justo aquí dónde nos reunimos todos por última vez y dónde todo se fue al carajo.
Sacudí la cabeza y continué con mi camino. Sheynnis podría morir en cualquier momento, y su muerte no sería algo que Jared y su manada me perdonarían, ni siquiera yo misma lo haría, sí supiera cómo se inicia la maldita regeneración la hubiera obligado a hacerlo.
Subí las escaleras enfocando mis oídos hacia arriba, tratando de escuchar cualquier anomalía en el patio, pero no se escuchaba nada. Era noche de luna llena así que los guardias tendrían que estar dando rondas, ¿no? De todas formas, ellos también son lobos y podrían caer bajo los efectos de la luna, salvo los indautos claro, pero a un indauto podría noquearlo con mayor facilidad.
Levante la puerta de piedra con mi magia, tratando de hacer el menor ruido posible. Saqué mi cabeza fuera de la puerta para asegurarme que no hubiera guardias cerca. Al confirmarlo, salí adoptando una posición en cuclillas para luego cerrar la puerta con la roca. Nadie vio nada, y no había guardias en el perímetro, de momento, el primer paso salió bien. El jardín no estaba tan iluminado como el patio más al centro por antorchas, lo que me fue de mucha ayuda para avanzar hasta una pared del jardín en cuclillas, tratando de ocultarme tras los arbustos. El césped del jardín estaba bastante deteriorado, casi marchito, mientras que los arbustos aún mantenían humedad y colores verdosos y naranjas.
Siendo consciente de cada latido de mi corazón, de cada respiración, avance con cuidado hasta la pared que servía como muro en el jardín. Pegué mi espalda a la pared de roca al tiempo que solté el aire retenido en mis pulmones con sigilo, cerrando mis labios entorno al hilo de aire que salía de mis labios.
Todo estaría bien en cuanto controlara hasta el más pequeño de mis pasos.
No llamar la atención de ningún lobo era mi segunda misión después de rescatar a Jared. Giré mi cabeza hacia ambos lados para asegurarme de que no hubiera nadie, y empecé a deslizarme con sigilo, con mi espalda aún pegada a la pared. Según yo la dichosa torre debía estar al final de esta pared, solo debía continuar y asegurarme de no ser vista.
Pasado unos instantes logré divisar la torre, imponente en una esquina, que conectaba esta parte del muro con otra.
—Excelente. —Me dije esbozando una sonrisa.
Continúe avanzando con cautela, todo iba bien hasta que...
—¡Revisen los jardines! ¡Hay indicios de un polizón de aroma desconocido!
Carajo. La guardia media noche. Un movimiento en falso y me verían, uno demasiado abrupto y me matarían.
La torre estaba cerca, muy cerca, los guardias empezaron a moverse cerca del patio central, justo cerca de la entrada a la cámara, no tardarían en seguir mi olor hasta aquí, debía ser más rápida. Un paso. Dos pasos. Tres pasos. Uno más y...
Estaba tocando la superficie de la torre. Pero mi mirada se mantenía hacia el patio dónde los guardias empezaban a olfatear el aire y a sacar las garras para hurgar en la tierra mis huellas. Carajo. ¿Cómo pude olvidarme de eso? —por suerte estas botas pertenecían a Sheynnis— pero en definitiva debo darme prisa.
Me arme de valor, y al mismo tiempo llene mis sentidos de un sigilo casi inmortal cuando despegue mi espalda de la pared para girarme hacia la torre. De este lado no había ninguna puerta, sólo una superficie rocosa que se alzaba formando la imponente torre, y en la cima... Por todos los cielos. Un... un... ¡un lobo!
Mis labios casi temblaron, al no poder siquiera pronunciarlo en voz alta. Más que un lobo es la representación de una bestia, y para mi maldita suerte ya me estaba gruñendo. Estaba en la parte superior de la torre, sujeto del techo empinado. Su pelaje oscuro hacía que sus descomunales ojos rojos tomarán el protagonismo ante la luz de la luna. Y esa bestia acababa de verme, de gruñirme.
Tragué saliva, tratando de ignorar el miedo que empezaba a surgir en mi estómago. Lo más rápido que pude empecé a mover mis manos entorno a la superficie de la torre buscando el mentado bloque al tiempo que el lobo se erguía para soltar un feroz y estruendoso aullido a la luna, alertando así a toda la guardia de mi existencia.
Oh querido Van ¿Dónde carajos estás cuando te necesito?
—Vamos, vamos. Tienes que estar por aquí, tienes que estar —suplique al bloque para que hiciese acto de presencia, pero nada. La guardia y la bestia de por lo menos tres metros de altura estaban a nada de mi —¡Maldición!
Maldije y di un fuerte golpe con mis dos manos sobre la torre, entonces algo extraño pasó. Justo cuando mi vida parecía estar a punto de ser cegada por una bestia y todo un grupo de la guardia, la torre simplemente me absorbió.
De un momento a otro me vi a mí misma dentro de ella, en el principio de una escalera en forma de espiral con antorchas pegadas a la pared rocosa. Parpadeo varias veces para asegurarme de que no había vuelto al puente entre la vida y la muerte, pero al percatarme de que seguía aquí y que del otro lado se escuchaba un fuerte estruendo por parte de la bestia y la guardia, comencé a bajar dando largas zancadas. Ahora solo debía correr hacia Jared, correr, correr. Antes de que a la bestia le dé por golpear la torre y también sea absorbida.
Al final de la escalera como lo dijo Sheynnis había una pared rocosa. Allí comencé a dar uno que otro golpecito hasta que la pared nuevamente me absorbió esta vez dejándome justo donde quería; El calabozo.
Delante de mí había un pasillo en medio de dos hileras de celdas con púas y espinas de metal en las rejas; celdas para hombres lobo. Sin embargo, al echar una mirada a mi alrededor note que no habían muchos prisioneros, algunos estaban hechos bolita en una esquina pegados a la pared susurrando cosas inentendibles, otros de aspecto terrible se acercaron a la reja de púas y espinas con sus anchas fosas nasales moviéndose entorno a mí, las miradas felinas y los gruñidos no se hicieron esperar a mi paso. Pero ellos estaban encerrados y yo afuera, así que sus miradas intimidantes no me afectaron en lo más mínimo, debajo de esas melenas marañosas lo único que buscaba era un par de ojos castaños, pero entre más avanzaba, más me convencía de que este lugar era demasiado asqueroso como para que el rey enviara a su hijo aquí. Por instantes incluso podía percibir el olor a sangre y orina en el aire, era un olor realmente asqueroso. Estaba por terminar el pasillo de celdas cuando...
—¿Malena? —mi cabeza giró en un audaz movimiento siguiendo aquel hilo de voz.
—¿Jared? ¿Eres tú? — pregunté y di un par de pasos hacia la sucia reja a mi costado.
—Mierda. Eres tú. Estas. ¡Estás viva! —dijo con voz ronca. Incrédulo se acercó a la reja olvidando por completo las púas, al verse demasiado cerca de una de ellas se vio obligado a retroceder un paso.
—Si estoy viva. Pero las explicaciones después. No tenemos mucho tiempo, allá afuera hay una bestia el doble de grande que tú y no debe tardar en bajar aquí por mí.
Paseé la mirada por toda la celda buscando una cerradura o una forma segura para sacarlo.
—¿Qué bestia?
—Una de pelaje oscuro y ojos rojos brillantes. Y sí te lo preguntas, sí, de colmillos bastante grandes.
—Mierda —masculló—. Muévete, utiliza tu magia. ¡Haz algo!
—¡Eso trato!
El elemento luz no serviría para deshacerme de las púas y el metal y el agua pues... lo único que haría es darle una buena limpieza. Una que incluso a Jared le vendría bien, se veía fatal, su cabello estaba revuelto y húmedo, mientras que los que antes eran unos finos pantalones ahora estaban sucios y rasgados, por otro lado, la camisa de su traje brillaba por su ausencia, dejando a la vista su trabajado abdomen y anchos hombros.
Bien Malena que la belleza de este arrogante no te desconcentre, viniste a sacarlo no a observarlo.
Agua. No. Luz. No. Me vendría bien algo de fuego, pero no lo poseo, no aún. ¿Entonces qué? ¿Qué hago? Jared continuó maldiciendo y exigiéndome que me apresurara, pero yo no hacía más que observar la celda de arriba abajo. Debía tener un punto débil.
—Rayos Malena, muévete los guardias ya están viniendo.
—¡Eso trato!
La presión de sus palabras sobre mí hacía que el sudor brotara con más intensidad por mi frente. El agua no, pero tal vez la luz sí. Tendría que ejercer fuerza. Mucha.
Di un paso hacia atrás e hice un movimiento con ambas manos extendiéndolas hacia la celda. Mi mirada se iluminó mientras invadida por el elemento luz, forje un hechizo para formar dos manos gigantes de luz que sujetaran dos barras de la celda, y tirar de ellas con toda mi fuerza. Las barras chirriaron y los otros prisioneros soltaron maldiciones sorprendidos. Mantuve mi mirada fija en las dos barras con púas que ya se deformaban conforme mayor fuerza ejercía. Mis ojos empezaban a arder y entonces desde lo más profundo de mi garganta, cerrando mis puños con fuerza solté un grito al tiempo que las barras se desprendieron abruptamente de la celda.
Con mis manos mágicas las lance a la escalera que daba acceso a los calabozos y mis ojos dejaron de arder. Mi visión volvió a la normalidad al tiempo que solté una bocanada de aire.
—¿Estás bien? — sentí la mano de Jared sobre mi hombro. Le aseguré que sí con un asentimiento de cabeza.
—Bien, entonces, camina—me tomó con fuerza de la mano, obligandome a caminar —. Sí estás viva, ahora mismo se lo vas a decir papá. Gracias a tu estúpida idea de ocultarte, pusiste a mi manada en peligro y a mi hermano contra mi.
Me erguí para zafarme de su agarre con brusquedad antes de que pudiera dar un paso más hacia la salida. Lo mire con molestia directo a sus ojos vidriosos e irritados. No entiendo como la vida le da tanta belleza a seres mal agradecidos, violentos y arrogantes como Jared. Él empuñó molesto la tela de la túnica a la altura de mis hombros para asegurarse de que no escapara.
—Primero: No me estaba ocultando, el mar me mantuvo cautiva —quite con brusquedad su mano de mi hombro—.Y segundo: Sheynnis está muriendo por culpa del ataque de otro alfa, y sí quieres salvarla debemos irnos ahora mismo.
Jared entreabrió sus labios resecos al tiempo que sus ojos se abrieron como dos bombillos.
—¿Dónde está? —exigió saber.
—En el pasaje que conecta el bosque con la cámara del jardín.
Sin dejarme explicar más, Jared emprendió carrera hacia la pared que segundos antes me expulsó aquí. Como si fuese su amo le dio un fuerte golpe y la pared lo absorbió rápidamente. Lo seguí de cerca por lo que no tuve que volver a golpear la pared para ser absorbida, o quizás la pared no quiso ser golpeada nuevamente. Subió la escalera a una velocidad sobrehumana, por lo que tuve que correr para poder alcanzarlo antes de que saliera de la torre. Nuevamente en el jardín el aire frío de la noche me golpeó el rostro y me removió el cabello. Sin embargo, no había nadie en el jardín. Todos debieron bajar a los calabozos tras el estruendo, ni siquiera había rastro de la bestia.
Jared continuó caminando hacia la entrada de la cámara dando largas zancadas, mientras yo trataba de seguirle el paso.
—¿Vas a darte prisa o vas a quedarte esperando al Denetor? —me espetó cuando levantó la roca para revelar la entrada a la cámara.
Negué con la cabeza y me apresuré a entrar. Sí me detenía a discutir con él probablemente terminaríamos matándonos mutuamente y no yendo a salvar a Sheynnis.
—¿Qué es el Denetor? —quise saber mientras atravesabamos la cámara hacia el pasaje.
—Lo viste hace un rato ¿no?
—¿La bestia?
—Si la bestia, un Denetor. Una animal mitad lobo, mitad horror. Su único objetivo aparte de obedecer a mi padre es matar, un segundo más y ya estarías en su estómago. Papá solo lo deja salir cuando considera que el reino está bajo amenaza y sí lo soltó es porque las cosas siguen de la patada.
Trague saliva al imaginarme en el estómago del Denetor ¿Habrá un día en el que mi vida no peligre? Mientras sea la reina de Sunland, definitivamente no.
Continuamos avanzando por el pasaje iluminados únicamente por nuestra respectiva visión mágica. Sheynnis no estaba muy lejos por lo que no nos tardaríamos en llegar a ella. Cuando vi una luz al comienzo de una curva en el pasaje supe que se trataba de ella. Y en efecto, estaba allí pero totalmente desvanecida, bañada en sudor y con el destello a un costado de su rostro. Jared se aproximó hacia ella antes que yo y la acomodo en su regazo antes de empezar a darle palmaditas en el rostro.
—Sheynnis. Sheynnis, despierta.
Me puse de cuclillas a un costado de ambos, con el destello de luz brillando entre mis manos.
—Su brazo —señalé la herida con el mentón—. Un alfa en el bosque la hirió.
—¿Qué clase de alfa? —levantó su dura mirada hacia mí.
—Un noble que fusionó su cuerpo de lobo con otro hombre.
—¿Qué? Eso no tiene sentido, no existen los nobles gemelos.
—¡Lo asesiné! ¡Bien! Maté a un noble de tu reino, y cuando lo hice, volvió a su forma humana. Pero nos llevamos la sorpresa de que era un lobo fusionado. Así lo llamó Sheynnis.
Jared bajó su mirada hacia el rostro apagado de Sheynnis y fijó su mirada allí por unos segundos sin decir nada.
—Ya hablaremos del noble. Sujetala —acomodo a Sheynnis sobre mi regazo. Deje el destello en el suelo nuevamente y la tome por la espalda mientras Jared desataba el torniquete para examinar su herida. Sheynnis ardía por la fiebre, lo que debió causar que perdiera la conciencia.
Jared recorrió con su dedo índice todo su brazo, desde la herida hasta su dedo medio, como sí buscara detectar algo.
—La infección ha avanzado mucho. Debió iniciar la regeneración hace más de una hora.
—Lo mismo le dije, pero se rehusó a hacerlo porque dijo que las tradiciones del no sé qué decían que solo lo haría sí el alfa se lo autorizaba.
—Tonterías, su vida es más importante, aunque con la herida de un alfa el proceso de regeneración es complejo y mucho más tardío. Sostenla con fuerza. Esto le va a doler hasta el alma —me sostuvo la mirada hasta que asentí con la cabeza, rodeé a Sheynnis con fuerza por los hombros.
—¿Qué vas a hacer? —quise saber.
—A iniciar y acelerar su proceso de regeneración.
Dos segundos después, Jared tomó la muñeca del brazo herido de Sheynnis y la giró, de manera que la palma quedó hacia arriba. Allí, sobre su muñeca, dio un par de golpecitos en la zona donde se veían las venas, y una vez éstas se pronunciaron, sacó las garras. Las levantó en el aire, como para tomar impulso, y las clavó con fuerza en las venas de Sheynnis.
En ese mismo instante, Sheynnis se estremeció entre mis brazos y soltó un grito desgarrador de dolor. La pegué más a mi pecho, tratando de contenerla mientras Jared continuaba con lo que fuese que estaba haciendo. Solo verlo hurgarle en las venas hacía que se viera doloroso; no quería ni imaginar el tormento que estaba sintiendo la pobre Sheynnis.
Cuando Jared sacó las garras, sujetó con fuerza la mano de Sheynnis hasta que ella recobró la conciencia, más allá de los gritos.
—Es-tás... estás bien —soltó en un hilo de voz.
—Y tú estarías mejor si no fueras tan tonta —espetó Jared
—Tenía que asegurarme de que ella fuera por ti.
—¿Qué? —la mire con ceño fruncido.
—Sé lo que es un calabozo —giro su mirada hacia mí— y sé que con fuerza bruta no podría salir de allí. Solo tu podrías sacarlo
—¿Sabes que de todas formas hubiese ido sin necesidad de que te pusieras en peligro?
—Preferí arriesgarme.
—Eres una tonta Sheynnis —mascullo Jared.
—Lo sé.
***
Una vez Sheynnis recuperó el aliento, el proceso de regeneración se aceleró, y la herida en su brazo se fue desvaneciendo lentamente pero en menor tiempo de lo esperado, así como su fiebre. Salimos del pasaje de vuelta al bosque para volver a la residencia, todas las patrullas se han movilizado a palacio luego del alboroto y más después del escape de Jared, por lo que preferimos esperar en la residencia y decidir con calma que haríamos. Una vez llegamos Jared se sentó en las escaleras mientras que Sheynnis y yo nos mantuvimos una a cada lado de la escalera, apoyándonos en el barandal.
—Hansel debe estar fuera de sus cabales ahora mismo. Sería inútil sacarlo de la cámara de control a la mitad de una luna llena —puntuó Jared.
—De todas formas, me haré presente frente a él para que sepa que sigo con vida. Si no te molesta, lo haré mañana. Hasta entonces espero poder contactar a Frederick o a Van.
—No me molesta, siempre y cuando le aclares la situación a mi hermano. Frederick te buscó sobre el mar y movió todos sus contactos para encontrarte debajo de él. Es lo único que sé del mago. Respecto al vampiro —apretó los labios antes de continuar—, no tengo ni la menor idea.
Suspire al tiempo que lleve una mano hasta el calón en mi pecho. ¿Dónde estás Van?
—A estas alturas, el rey ya debe saber que escapaste. ¿Crees que enviará al Denetor a buscarte? —preguntó Sheynnis, mordiendo su labio inferior con evidente preocupación.
—No lo creo. Sabe que no desobedecería sus órdenes bajo ninguna circunstancia. Estoy seguro de que será él, en persona, quien venga a buscarme.
—No te preocupes, le aclararé todo, a él y a Hansel —le aseguré.
—Es lo menos que podrías hacer, ¿no lo crees? —levantó la mirada hacia mí con una mezcla de reproche y expectativa.
—Lo sé, nada de lo que pasó estaba en los planes. Nada. ¿Podrías al menos decirme dónde y qué estabas haciendo cuando se supone que debías ir a empujarme, o al menos simular hacerlo? —exigí saber posando las manos sobre mis caderas.
—¿Y tú me dirás dónde carajos estuviste todo este tiempo? —arremetió con voz seca. Asentí con la cabeza sin titubeos.
—Safiye me ofreció una bebida, la tomó frente a mí de la charola del mesero, por eso la bebí, pero un par de minutos después empecé a sentir que el aire me hacía falta, sentía que me sofocaba, subí un momento por aire a uno de los corredores superiores, y allí me quedé hasta que Maxthon me encontró y clavó sus garras en mis venas, ayudándome así a sacar toda la sangre infectada de mi cuerpo.
Apreté los labios para suprimir la palabrota que tenía en mente. Ahora es obvio, Safiye lo supo todo, y se las arregló para que nuestro acto fuera más allá de eso, y se concretará en mi muerte.
—Entonces lo descubrió todo. Safiye lo sabía todo sobre nuestra actuación y estuvo fingiendo inocencia todo el tiempo, para al final ser ella la que con una sola pieza diera el golpe que lo destruiría todo—. Pase una mano por mi cabello con frustración. No se le escapa una. Pero más que eso, siempre termina por descubrirlo todo.
—Eso quiere decir que alguien tuvo que ponerla sobre aviso —infirió Sheynnis.
—Pero ¿Quién? —Jared enarcó sus cejas hacia ella.
—La manada es confiable ¿no? —ambos giraron su mirada hacia mí con clara molestia.
—En mi manada no hay espacio para traidores, nadie que no sea de extrema confianza entra en mi círculo —me aseguró Jared con extrema seriedad.
—Creo que en lugar de ver a quienes tienes en frente como posibles traidores, primero deberías girar tu cabecita de reina hacia un lado y ver de quienes te has estado rodeando —soltó Sheynnis con la mirada fija en mi cuello; en el calón.
No. Imposible. De todas las personas del mundo el que menos se atrevería a traicionarme sería él. Van no lo haría, sí así lo hubiera querido no se hubiera infiltrado en el baile. Y le prometí que nunca más dejaría que alguien pusiera en duda mis sentimientos respecto a él. Solté un bufido por lo bajo y negué con la cabeza.
—No. Te equivocas, pudo ser cualquiera menos él. Sí Van quisiera algo de mí, lo hubiera tomado hace tiempo. Empezando por mi vida —le aseguré paseando mi mirada entre ella y Jared.
El silencio estuvo a punto de tomar una extensión de tiempo considerable cuando Jared habló.
—Lo que sea. Supongamos que no fue el vampiro, y sí tampoco fue alguien de mi manada ¿Quién fue?
—Eso es lo que habrá que averiguar mañana cuando todos estemos reunidos. Puedes detectar la mentira ¿no?
—Mejor que nadie —me aseguro.
—Bien, entonces esperaremos hasta mañana. Cuando la luna llena haya pasado y todos los lobos vengan a la residencia, haremos la respectiva investigación —dije al tiempo que hice un ademán de subir las escaleras.
—Aún no nos has dicho dónde estuviste todo este tiempo —escuche decir a Jared a mi espalda. Deje un pie sobre el escalón, suspire y gire mi mirada hacia él.
—En el puente entre la vida y la muerte —dije en un hilo de voz.
—¿Qué? —Sheynnis sonaba desconcertada.
—Lo que escuchaste. Entre la vida y la muerte existe el puente del destino, y estuve allí hasta que logré despertar en medio del mar. Una vez recobre la conciencia hice uso de mi poder y salí con ayuda del agua, sin que nadie me viera.
—Estás demente ¿Cómo qué el puente entre la vida y la muerte? Yo estuve a punto de morir hace un rato pero no recuerdo haber pasado por ningún puente —soltó Sheynnis con un tono de voz desconcertada.
—¿Por qué estás segura de que nadie te vio? —se limitó a preguntar Jared en un tono de voz mucho más neutral que el de Sheynnis, como sí a él no le asombrará en lo más mínimo lo que dije.
—Por qué me aseguré de que así fuera —tampoco iba a darle detalles respecto a la entretenida charla que tuve con una mujer en el espejo y con la silueta de agua.
Mientras subía los escalones, escuche a Sheynnis soltar un bufido. Probablemente aún no terminaba de procesar mis palabras. Tal vez en su mente yo estaba loca, o simplemente creyó que dije lo que dije porque no quería decir la verdad, pero no, aunque suene descabellado estuve entre la vida y la muerte.
Al entrar en la habitación cerré la puerta a mi espalda con seguro. Solté un pesado suspiro antes de caminar en dirección a la ventana. La habitación estaba tal cual la dejé hace un par de días. La única diferencia es que ni Frederick ni Van están aquí para contarles lo que me pasó, para planear nuestro siguiente paso. No están. No están. Y, sin ellos, me siento... sola. Sola y sin la más mínima idea de qué hacer. ¿Cómo aseguro que Safiye crea que estoy muerta sin que la muralla caiga? ¿Cómo descubro qué pasó exactamente con Cordelia? ¿Quién es su padre, si en verdad el rey no lo es?
Otro suspiro se escapa de mi garganta al tiempo que paso mis dos manos por mi cabello con frustración. Apoyo mis codos en el marco desgastado de la ventana y levanto la mirada hacia la luna brillante en el cielo nocturno. Sí existe una reina de la luz en medio de la oscuridad, sin duda es ella. Unos le temen, otros la admiran y otros simplemente la ignoran, pero sin embargo se sirven de su luz durante las noches frías.
Es así como funciona todo. Es así como muchos me verán sí un día logro por fin sentarme en el trono y ejercer mi derecho de reinar libremente. Unos tal vez me teman, otros quizás lleguen a admirarme, y en la corte sin Safiye probablemente van a ignorarme.
Me mantuve unos minutos más observando el cielo nocturno, con la esperanza de que él apareciera. Pero no lo hizo. Cuando mis ojos empezaron a protestar por el cansancio me dirigí al cuarto de baño para sacarme de encima todo el olor a sudor y a sangre. Sangre que en su gran mayoría ni siquiera era mía.
Salí de la tina antes que mis ojos decidieran que allí se cerrarían hasta el siguiente día y me puse el camisón blanco que dejé guardado en los cajones del mueble hace varios días.
Dando masajes sobre mi cabello me dirigí a la cama y cuando estuve a punto de dejarme caer en ella, una silueta apareció a través de la ventana.
—¿Lena? Lena, ¿eres tú? ¡Estás viva! —fue cuestión de segundos para que aquellas palabras llegaran a mis oídos y un par de brazos fuertes me rodearan en un abrazo protector. Por un momento me sentí desconcertada pero en cuanto procese el hecho de que realmente él estaba aquí hablé:
—Estás aquí. Por fin Van, estás aquí —le devolví el abrazo con la misma fuerza.
—No sabes cómo me culpe por no haber podido llegar a ti a tiempo— se separó de mí para acunar mi rostro entre sus manos. —Intenté, te juro que lo intente, pero el mar fue más rápido que yo, y cuando nade por ti, tú... tú ya no estabas.
Subí mi mano hasta una de las suyas y deposité un beso en su dorso. Por primera vez estaba viendo el rostro angustiado de Van. Por primera vez estaba viendo el temor en aquellos ojos brillantes que antes solo lo inspiraban. Por primera vez Van estaba mostrándome su fragilidad.
—No tienes que culparte, lo que paso, no es tu culpa. Sé que fuiste por mí, y te lo agradezco, porque sé cuánto detestas el agua, y aun así nadaste en medio del mar por mí.
Es imposible explicar la sensación de felicidad que siento al tenerlo así de cerca. De ver que se preocupa por mí de verdad. Es imposible que pueda explicar con palabras lo que siento por Van.
—Me alivia el alma saber que sigues con vida —susurró pegando su frente a la mía—. Jamás me hubiera perdonado el perderte. Jamás me hubiera perdonado tu muerte. El día en que me dejes me volveré loco por la desesperación de vivir sin ti..., de vivir sin mi luz. Desde que supe que te amaba Lena, mi vida gira en torno a ti y no hay cosa que no haga por ti, pero sin ti, sin mi guía, sin mi brújula..., nada tiene sentido Lena, nada.
—Lo sé, lo sé. Pero estoy aquí, estoy viva. Y no voy a dejarte por nada del mundo, lo prometo. No existe poder en el mundo que pueda separarme de ti. Te amo Van —susurre en un acto de pura sinceridad.
—Te amo reina mía.
El espacio entre nosotros se volvió nulo cuando nuestros labios se encontraron en un tierno beso. Un beso que sabía a anhelo, a dulzura y en el fondo a felicidad. Sí felicidad, Van es mi felicidad. Ahora lo sé. Siempre lo fue, incluso cuando vivía bajo la piel de un gato, Van siempre fue quien estuvo para mí, quien a pesar de la tempestad alrededor me hacía sentir mejor con tan solo escucharme en silencio.
Holaa!!!
Espero les haya gustado el capítulo.
Nos vemos la siguiente semana.
Gracias por leerme.
Con amor Evie🖤
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