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CAPÍTULO 29


CAPÍTULO 29

LA CAIDA DEL ALFA

La oscuridad y el frío me abrazan en un susurro despiadado de dolor y angustia. Angustia de no despertar, miedo de no vivir, dolor de no haber culminado lo que empecé, lo que anhelé... hacer justicia.

Un susurro nostálgico recorre mi piel, alerta mis sentidos, pero no me devuelve a la luz... Estoy en un lugar vacío, lleno de telas blancas colgando como cortinas a mi alrededor de manera inconexa, son como un bosque brumoso que nunca se acaba. Camino vestida completamente de blanco a través de ellas, llevo la mirada perdida cansada de caminar sin rumbo, la piel en mis manos se ve más pálida, y aunque camino, yo misma no me siento dueña de mis actos, lo que siento, incluso lo que veo es algo extraño que no puedo explicar con exactitud.

Ni siquiera me siento a mí misma, ni siquiera creo estar respirando. El laberinto de telas se acaba de repente, y frente a lo lejos veo una pared con un espejo rectangular en el centro. La pared parece estar a varios metros de distancia, tantos que ni siquiera puedo ver mi reflejo en el espejo. Doy un primer paso fuera del laberinto de telas y las paredes a mi alrededor desaparecen por completo. El suelo que antes era sólido se vuelve agua..., agua cristalina que llega hasta mis tobillos, todo a mi alrededor se vuelve oscuro, la luz desaparece iluminando únicamente el espejo con bordes dorados. Parpadeo un par de veces e impulsada por una correntada de curiosidad camino hacia el espejo que ahora levita en el aire.

Poco a poco me acerco más, y más, hasta que mi reflejo aparece frente a mi... pero, no.

La mujer en el espejo tiene mi rostro, mi mismo color de ojos, el mismo color de cabello, pero ella... ella lleva un frondoso vestido dorado —algo antiguo— en su mano lleva algo parecido a un báculo de luz, y sobre su cabeza... la corona con la piedra de sun.

Su expresión dura y su mirada fría me deja claro que no..., no soy yo.

El aura de este lugar, el espejo y la mujer en el, me hacen recordar el día..., el día en que Van me envió a través de un hechizo al puente entre la vida y la muerte.

Entonces, estoy en el puente entre la vida... y la muerte. ¿Lo estoy?

—¿Quién eres? —pregunto en un susurro débil se escapa de mi garganta.

—¿Yo? No, la pregunta aquí es: ¿quién eres tú y qué crees que estás haciendo?

La voz de la mujer en el espejo retumbó como ecos en el agua a mi alrededor.

—Probablemente muriendo —respondí con voz agonizante.

—Levanta la mirada —exigió con voz estridente. Lentamente eleve la mirada hasta encontrarme con la suya. —Eres la reina de Sunland, has honor al título que muchos han defraudado, levántate de tu agonía que aún queda mucho por hacer, aún tienes que retomar el poder en el reino.

Al mirarla más de cerca, al oír su voz en un tono más neutro, mis sentidos me llevaron a recordar... la silueta en el agua, esa silueta que siempre está allí para prevenirme. ¿Es la mujer en el espejo?

—Lo he intentado, sabes que lo he intentado, pero me fié de un lobo y él me arrebató la vida.

—No. Él no te ha arrebatado nada —me asegura en un tono tajante.

—¿Entonces qué hago aquí? ¿Por qué no puedo despertar si no estoy muerta? —gruñí, dejándome llevar por un arrebato de desesperación.

—Porque tú no quieres hacerlo. Crees que ella ganó, y eso te está matando. Pero no, ella aún no lo ha hecho. Perder una batalla no significa perder la guerra. El elemento luz es la fuente de vida más poderosa por encima de los cinco elementos, y tú eres el único ser humano sobre los cinco reinos terrestres que lo posee, mientras el elemento no te abandone tú no morirás, pero sí tu lo rechazas, el elemento te abandonará.

—¿Estás diciendo que no estoy muerta?

—Estoy diciendo que tienes el poder para renacer. Busca en tu interior la razón de tu poder. Aférrate a lo que te falta por hacer, aférrate a las causas que motivan tu existencia, y vuelve, vuelve más fuerte que antes, vuelve para cumplir con tu misión, pero, vuelve Malena. Vuelve y no olvides la razón de tu ser.

—¿Cómo? ¿Cómo puedo volver? —pregunte ansiosa.

—Tú tienes el poder, pero no lo tienes bajo control, y sí sus riendas no dominas, es probable que el te domine a ti, o por el contrario, que se escape de tus manos, ejerce fuerza en lo que es tuyo y no permitas que te lo arrebaten.

La mujer desaparece del espejo en un remolino de agua que se convierte en una imagen movediza. En ella se muestra el palacio de Sunland en llamas, lleno de humo, piedras y calles como ríos de sangre, personas corriendo despavoridamente por las calles principales del reino y... la silueta de una mujer con capa y capucha color de rojo, la capucha le cubría parte del rostro, razón por la que lo único que pude apreciar de ella fue la siniestra sonrisa en sus labios carnosos pintados de rojo.

—¿Qué es todo eso? ¿Eso... es lo que hará Safiye?

—Eres la reina, Malena, recuérdalo. Eres la reina, pero para mantenerte en lo alto habrá sacrificios necesarios y dolorosos que tendrás que hacer por el bien de los demás. Para evitar grandes catástrofes, llegará el momento en que tendrás que sacrificar incluso más de lo que quisieras.

No estaba segura de si esa mujer era el destino o alguien más... pero lo cierto era que, cada vez que aparecía y me daba un consejo, prácticamente me lanzaba una advertencia sobre las consecuencias que podrían acarrear mis actos.

Vuelve...
Vuelve...
Vuelve, Malena... vuelve.

El espejo se quebró en pedazos al tiempo que la voz de aquella mujer se volvió ecos en mi cabeza. ¿Qué será de Sunland sí Safiye continúa en el poder? ¿Qué planea exactamente? ¿Qué sacrificio deberé hacer para salvarlos? ¿Qué? ¿Cuál?

Las preguntas invaden mi cabeza como una plaga letal que acompañadas con la voz de la mujer me llevaron al colapso. Me dejé caer en el agua aturdida, confundida, mareada, con la respiración jadeante, mi pecho subiendo y bajando a una gran velocidad... el oxígeno empezó a cortarse, y mis ojos... mis ojos ardían, tanto que ni siquiera podían permanecer abiertos.

Van me envió aquí una vez..., recito unas palabras para mí, quizás, quizás puedan sacarme de aquí, eran, eran... Del viento corren, quienes, no, así no era.

¡Carajo mi cabeza!

¡Piensa Malena!

¡Recuerda!

¡Recuerda!

Del viento corren los que del sol se ocultan porque... porque en la sombra encuentran lo que el sol provoca.

Si, pero yo no quiero ocultarme lo que yo quiero es... salir.

Al viento corren los que al sol se enfrentan, porque en la sombra dejan lo que al sol no debe mostrarse —grite y al instante la voz de la mujer se detuvo. Las preguntas dejaron de invadir mi cabeza... todo se quedó en absoluto silencio. Y entonces pasó...

Mis ojos se abrieron por fin, y entonces noté que estaba en medio del mar.

Aún con el vestido puesto, aún con vida.

Por un instante, me examiné a mí misma: las palmas de mis manos, mis mejillas, el calón en mi cuello, mi cabeza y cabello... Todo estaba en su lugar; incluso podía respirar. El elemento agua... el mar, o tal vez Karina, me había protegido y amortiguado mi caída.

Aparté de mi rostro varios mechones de cabello para intentar nadar o moverme, tratando de ser consciente de la dirección que debía tomar. Pero en ese momento, la silueta de agua volvió a aparecer.

—Tienes el poder. Lo ves. Lo tienes. Solo necesitas ejercer fuerza para tenerlo bajo control. Ahora, demuéstrale tu fuerza a uno de los elementos más rebeldes y ordénale al mar que te lleve a la superficie... una vez fuera, ve a la residencia del lobo en el bosque.

Levanté la mirada hacia arriba, hacia la lejana superficie. Nadar hasta allí con el pesado vestido no solo sería una tarea difícil, sino imposible. Lo intenté de todas formas, ignorando a la silueta en el agua.

—Pierdes tu tiempo, y haces que ella gane. Es tu decisión, reina de Sunland: o aprendes a ejercer fuerza, o dejas que la corriente te lleve —dijo antes de desvanecerse por completo en el agua

La corriente me lleva: Safiye gana.

No voy a permitírselo. No.

No voy a dejar que más inocentes paguen las consecuencias de su ambición.

No más.

No ahora que prácticamente he regresado de la muerte.

Extendí mis manos hacia los costados de mi cuerpo, jugueteo con el agua, probando su fuerza, para ejercer la mía.

Cierro los ojos buscando conectar con el elemento en mi interior: el agua.

Un escalofrío baja por mi columna cuando muevo mis brazos. El elemento está en su hábitat, y conectar con él no me es difícil.

Abro los ojos de golpe, noto que mi visión ha cambiado; el elemento está en éxtasis.

El agua a mi alrededor se mueve al compás del movimiento de mis manos, incluso me ayuda a impulsarme hacia arriba. Todo, producto de la fuerza, la fuerza que ejerzo. Mi poder y mi dominio sobre el, depende la fuerza que ejerza. Y ya no pienso medirme.

Giro mis manos, y el agua a mi alrededor con ellas. Levanto ambas manos hacia arriba, ejerciendo fuerza, como sí levantara una pared de piedra. Debía ejercer fuerza, y lo estaba haciendo. El agua se tornaba cada vez más ruda y más difícil de controlar a mi alrededor, mis brazos empezaban a temblar, casi podía sentir las venas pronunciarse en mis manos y en mi frente. Nadie dijo que el mar sería fácil de controlar, ella dijo que era rebelde ¿no?. Pero yo también soy muy testaruda, y esta vez no estoy dispuesta a rendirme.

Más, más arriba.

Más, un poco más, un poco más y...

—No voy a dejar que ella lo destruya todo. No, voy a pelear, voy, voy a pelear contra el mal que representa...—dije más para mí misma.

Valor, fuerza y determinación. Yo las tenía, Karina lo dijo, solo moriría en manos de quien fuese digno de su muerte..., y sí me eligió a mí, debo hacer que no se arrepienta.

Continúe elevando el torrente de agua con mi poder, continué ejerciendo fuerza hasta que mis manos dejaron de temblar, y se alzaron completamente.

Mi poder se liberó por completo. El agua dejó de resistirse al dominio y cedió a mi deseo de salir.

Me envolví a mí misma en un torrente de agua. Impulsada por el mismo océano, me lleve a la superficie envuelta en el torrente. Oculta en medio del agua viaje hasta la cima del risco cerca de la playa en la que Jared casi acaba con mi vida hace unos días.

Una vez mis pies tocaron el suelo rocoso del risco el agua se desvaneció a mi alrededor en un estruendoso splash.

Apenas logre dar un paso, mis piernas estuvieron a punto de desvanecerse. Estuve a punto de desplomarme y llorar, llorar de felicidad porque seguía viva. Viva.

Ya estaba respirando otra vez.

Estoy viva, y ella cree que estoy muerta.

Por lo tanto, esta es mi victoria no la suya.

—Este Safiye, aunque tú no lo sepas, es un punto a mi favor —me regocijé al decirlo en voz alta a la nada mientras me incorporaba por completo. La residencia de Jared no estaba muy lejos de aquí; tendría que llegar antes del amanecer.

No perdí más tiempo. Levanté parte de la falda de mi vestido empapado y comencé a caminar. No importa cuánto tarde o lo que deba sacrificar. Cueste lo que me cueste, voy a evitar la catástrofe que se avecina. La imagen que me mostró el destino no va a suceder. No, porque yo voy a evitarlo.

***

Para cuando llegué a la residencia de Jared, la luna seguía brillando intensamente en el cielo. Las luces de las linternas del umbral estaban encendidas. En cuanto puse un pie sobre el escalón de entrada, dejé caer la falda aún húmeda de mi vestido y solté un pesado jadeo. Caminar arrastrando el vestido a través del bosque, en medio de la noche, resultó ser más agotador de lo que pense, arrastre ramas y tierra junto con el, por lo que tuve que desgarrarlo un poco en la falda para que me dejara caminar. Admito que pensar en que estaba viva y que Safiye creía que estaba muerta hizo que mi miedo hacia las criaturas que pudieran acechar en el bosque pasara a segundo plano.

La puerta principal estaba entreabierta. Fruncí el entrecejo, confundida. Para estar así, había demasiado silencio. La madera chirrió cuando empujé la puerta ligeramente. La sala y la escalera de la entrada estaban tal y como las recordaba; sin embargo, no había rastro de nadie.

Sin molestarme en cerrar la puerta, me adentré en la residencia, buscando alguna señal de un lobo. Pero en cuanto di un par de pasos hacia la escalera una flecha pasó frente a mis ojos, literalmente, estuvo a un centímetro de estrellarse en mi nariz.

Mis sentidos se activaron por completo, empuñé dos bolas de luz listas para lanzarlas hacia la dirección desde dónde fue lanzada la flecha, pero en cuanto giré mi mirada hacia el lanzador en el otro extremo de la sala, me detuve por completo.

—¿Malena? ¿Tú eres esa Malena? —La voz de Sheynnis parecía temblorosa mientras bajaba bajo el arco, entrecerrando los ojos hacia mí.

—¿Existe alguna otra? —contesté entre dientes, deshaciendo en mis manos las bolas de luz.

—No, bueno... es decir, según todos, tú. Tú no lograste sobrevivir. Nadie encontró tu cuerpo... Madre mía, incluso llevas el vestido. ¿Eres un fantasma? No, ¿estás penando porque todo salió mal? ¿Vienes a llevarnos contigo? ¡No! Oye, que el vampiro no fuera lo suficientemente rápido para salvarte de caer en las rocas y luego al mar no es culpa nuestra —se defendió, extendiendo una mano hacia mí en un gesto cauteloso.

—¿Es en serio? —enarqué ambas cejas, incrédula—. ¿Todos... absolutamente todos creen que estoy muerta?

—Al parecer, todos menos... tú —murmuró, arqueando una ceja.

—¡Pero es la verdad! —gruñí exaltada—. Estoy viva, estoy frente a ti, ¿no?

—Sí, pero... —mordió su labio inferior mientras daba un paso hacia mí con el índice extendido. Aunque intentaba que su expresión no mostrara terror, la torpeza y lentitud de sus movimientos la delataban.

¿En serio iba a hacer eso?

Solté un bufido mientras ponía los ojos en blanco. Le extendí la palma de mi mano, y con un pequeño toquecito de su dedo índice comprobó que estaba hecha de carne y hueso.

—¿Contenta? —enarqué una ceja mientras bajaba la mano.

—Sí... sí estás viva. Vaya que eres dura... de matar —dijo, lanzándome una mirada de pies a cabeza, como si aún no pudiera creer que estaba frente a ella.

Negué con la cabeza, tratando de ignorar su comentario.

—¿Dónde están los demás? —quise saber.

—¿Dónde más? En el mar, buscándote —contestó, casi irritada. Por un momento olvide lo mal que le caigo a Sheynnis por estar relacionada con Van.

—¿No deberían estar aquí? Se suponía que después del baile nos encontraríamos aquí.

—¿Después del baile? —soltó un bufido casi burlón—. Reinita, han pasado veinticuatro horas desde que el mar se tragó tu cuerpo.

¿Veinti... veinticuatro horas?

—¿Qué? —dije, estupefacta, mientras mis ojos se abrían como platos.

—Ahora entiendes por qué pensé que eras un fantasma, reinita. No cualquiera aguanta la respiración bajo el agua durante veinticuatro horas, y menos en medio del mar.

Por un segundo, mi cuerpo perdió el equilibrio. Gracias a los cielos logré sostenerme del pasamanos de la escalera, porque, de no ser así, me habría desplomado en el suelo.

Veinticuatro horas. Todo un día.

Un día entero mi cuerpo estuvo bajo el agua, mientras yo estuve en el puente entre la vida y la muerte...

—¿Qué te pasa? —Sheynnis se aproximó hacia mí con los brazos extendidos—. ¿No me digas que te vas a morir ahora?

El objetivo se había logrado de una manera aún más convincente de lo que todos lo habíamos planeado, pero ahora todos creen que verdaderamente estoy muerta, incluido Van.

—¿Dónde está Van? —giré la mirada hacia ella.

—¡Uhg! —dio un paso hacia atrás al tiempo que puso los ojos en blanco—. ¿En serio crees que alguien ha tenido tiempo de preocuparse por la ubicación del vampiro? —dijo cruzándose de brazos.

Eche la cabeza hacia atrás unos segundos para aclarar mis ideas. Tenía que pensar con claridad antes de actuar, Van no se iría sin encontrarme primero, no lo haría, a menos que...

Sacudí la cabeza intentando alejar esa posibilidad de mis pensamientos. Me erguí nuevamente y me giré hacia Sheynnis.

—Entiendo que no, pero necesito encontrarlo antes de que él la encuentre.

—¿A quién?

—A Safiye, sí las cosas terminaron dándose como se dieron, quiere decir que ella metió sus sucias manos en el juego sin que nos diéramos cuenta.

—La bruja esa no es tan tonta como para quedarse a esperar su muerte reinita, hoy apenas el sol tocó el cielo retorno con toda su prole de sardinas doradas a su amado reino —rodó los ojos con una expresión agría en el rostro. Hecho el trabajo era lógico que ella se fuera. — Respecto a ella, creo que hay algo que debes saber.

—¿Qué?

—Esa noche, solo Maxthon y Jace lograron entrar al baile disfrazados, los demás sufrimos un atentado que nos hizo perder la oportunidad de cazar a otros nobles, sin embargo, cuando Maxthon recibió la señal y fue a avisarle a Jared de que era hora de, bueno, fingir tu asesinato, Maxthon no encontró a Jared por ningún lado, y para cuando lo encontró tu no solo ya habías sido lanzada por la barandilla, sino que Jared estaba... petrificado, congelado en vida, bañado en sudor y sin poder moverse.

Mis ojos se expandieron nuevamente. Mi puño se cerró entorno al pasamanos de madera. Entonces ella lo descubrió, ella sí intervino, por eso estuvo tan confiada, por eso Van entró al baile disfrazado, él lo presintió. Safiye volvió a jugársela, y esta vez casi lo logra.

—Ella intervino, seguramente no se creyó lo del odio de Jared hacia mi, y sí lo hizo, lo uso para poner las cartas a su favor.

—O para ponernos a todos los unos contra los otros.

—¿A qué te refieres? —di un paso hacia ella.

—A que todo es una mierda en este instante. Hansel esta recluido en la cámara de control con un cintillo de espinas en la cabeza porque todavía no acepta tu muerte, Jared está detenido en un calabozo porque Hansel lo acusó de tu muerte frente a toda la corte, la manada esta en manos de Maxthon momentáneamente y se han dedicado a buscarte junto a la guardia real, pero otros alfas de la corte podrían acusarnos de cómplices de tu supuesto asesinato y pedir nuestras cabezas en cualquier momento. Frederick se desvaneció y el vampirito pues quien sabe.

—¿Y tú porque no estás con ellos? —quise saber.

—No te lo tomes a mal reinita, pero soy alguien inteligente que sabía que en cuanto alguien encontrara el resto de tu cadáver, sí es que los tiburones dejaban algo claro, nuestras cabezas rodarían.

—Entonces mi muerte se hizo pública, cómo lo planeamos.

—No tanto así, nunca planeamos toda esta mierda, así que ahora que vives necesitamos demostrar la inocencia de Jared.

—¿Solo cuentan con la acusación frenética de Hansel? —enarque una ceja.

—Si, estaba descontrolado, tanto que el propio rey tuvo que hacer que la guardia real lo golpeara para que no mostrara su otra faceta frente a la reina de Sunland.

Un nudo se formó en mi garganta. De todos, el que más puso de su parte y quien terminó llevándose la peor parte por este plan fue él.

—Entonces debemos empezar por Hansel, así iremos reuniendo la manada uno a uno.

—Lo que sea, me encanta la idea, en especial la parte en la que vives y nuestras cabezas no ruedan.

—Voy a cambiarme, arriba. Alguna túnica debió quedar guardada aquí, no puedo ir a ningún lado vistiendo así. Dame cinco minutos y nos vamos.

—Solo procura hacerlo lo más rápido posible ¿sí? Mis hermanos podrían morir en cualquier momento gracias a tu linda cara, literalmente.

Deje a Sheynnis al pie de la escalera, levante la falda aún húmeda de mi vestido y me apresure a subir. Una vez me asegure de estar a una distancia prudente en el pasillo, lejos de la vista de Sheynnis, deje caer la falda por unos segundos. Antes que nada, tenía que saber de Van, tenía que contactarme con él, antes de que cometiera una locura. Lleve ambas manos hasta el calón en mi pecho.

Estoy viva Van. Viva.

Esperé su respuesta por un par de segundos, pero no la hubo.

No quiero que piensas que estás demente, porque no es así, te aseguro que estoy viva. Estuve en el puente al que me enviaste una vez, pero logré regresar, y ahora voy a ayudar a Sheynnis a salvar su manada en secreto. Búscame en secreto, y sí no logras encontrarme , búscame en la residencia de Jared, volveré aquí después de solucionar todo.

***

—Ni creas que por ser reina debo decirte "majestad" ni presentarte mis respetos cada vez que te tenga enfrente. Primero: no estás en tu reino. Y segundo: no eres mi reina. Además, las cosas malas que hicimos en el pasado me parece que quedaron más que saldadas después de ayudarte en esta locura que casi nos cuesta la vida a todos —puntualizó Sheynnis después de que unos guardias pasaran marchando debajo de nosotras, hablando sobre los respetos que debían rendir al rey durante la formación de la mañana.

Ambas nos vimos obligadas a trepar prácticamente hasta la copa de un árbol para ocultarnos de una patrulla de guardias. La audición aguda de Sheynnis nos alertó a tiempo, y logramos subir lo suficientemente alto como para que el viento no llevara nuestro olor hasta ellos.

—Deja de protestar por tonterías. Para mí, el título de reina es solo eso: un título. Sigo siendo humana, igual que todos —le espeté en un susurro mientras los guardias terminaban de alejarse.

—Claro, reinita, como tú digas —bufó con un tono claramente redundante.

Finalmente, los guardias tomaron una distancia prudente de nosotras.

Sheynnis saltó del árbol, cayendo al suelo con una impecable agilidad. El impacto fue seco, pero lo suficientemente leve como para mezclarse con los sonidos de los animales nocturnos. Sabía que intentar imitar ese movimiento acrobático no iba a ser fácil y menos iba resultar bien, por lo que con ayuda de mi magia baje delicadamente, flotando por los aires, para caer como una silenciosa hoja al suelo. Sheynnis continuaba viendo hacia la dirección que habían tomado los guardias, ni siquiera noto que utilice el elemento luz para bajar del árbol.

—Indautos, imbéciles —musito negando con la cabeza.

—¿Guardias indautos? —quise saber. Ella asintió con la cabeza.

—El rey pretende incluirlos para promover la unión entre indautos y lobos. Una completa estupidez, ¿lo ves? Los guardias de verdad hubieran notado nuestra presencia a un kilómetro de distancia, solo con nuestro olor. Y si se tratara de uno bien entrenado, me atrevería a decir que incluso podría haber oído nuestras voces o movimientos al subir al árbol. En cambio, los indautos solo se preocupan por cómo lambisconearle al rey para que les suba el sueldo —dijo Sheynnis, rodando los ojos mientras soltaba un pequeño bufido.

—Si me los describes así, casi podría jurar que será imposible llegar a Hansel o a Jared sin que nos descubran —dije, cruzándome de brazos.

—Eso sí vamos por la puerta principal. La cámara de control tiene una sola puerta de entrada y salida, por lo que llegar a Hansel solo será posible si liberamos primero a Jared.

—¿Y cómo llegaremos a Jared sin ser vistas? —pregunté, arqueando una ceja.

—Eso es simple. Los calabozos tienen una sola puerta de entrada, pero muchas de salida. Solo debemos asegurarnos de llegar esta misma noche.

Cambiando drásticamente de planes, ahora nos dirigíamos a sacar a Jared del calabozo. La luna estaba en su punto más alto, iluminando el cielo nocturno con su luz, que se filtraba a través de las ramas secas de los árboles del bosque. A pesar de nuestros intentos por avanzar con el mayor sigilo posible, las hojas secas crujían bajo nuestros pies en un susurro suave, delatando nuestro paso. Gracias a los cielos encontré una de mis túnicas junto a un pantalón negro en la residencia, aunque Sheynnis tuvo que prestarme un par de botas, que me quedaban un poco grandes, pero aún así trataba de que eso no fuera un impedimento para que pudiera avanzar. De vez en cuando llevaba una de mis manos con disimulo a mi pecho para empuñar el calón y tratar de comunicarme con Van, él seguía sin responder, y yo no estaba muy segura de que él me estuviera escuchando, empezaba a pensar que quizá se quitó el diastro.

La mayor parte del camino avanzamos en silencio, Sheynnis temía que alguna patrulla de lobos pudiera estar cerca, por lo que debíamos ser tan sigilosas que nuestros pasos se mezclaran con el viento. Ella caminaba delante de mí para tratar de que su olor opacara el mío ante las ráfagas de viento que iban hacia el norte: hacia el palacio. Según Sheynnis el rey decretó toque de queda durante tres noches mientras se esclarece mi muerte y se encuentra mi supuesto cadáver, además de que hoy es luna llena, y los lobos sin autocontrol son llevados a la cámara de control y los guardias dan más rondas en el reino y cerca del bosque buscando que el decreto se cumpla y llevando al calabozo a los infractores o lobos sin autocontrol sueltos.

—Alto —Sheynnis se detuvo un momento haciendo un gesto que indicaba silencio. Me quedé paralizada, tratando de controlar cada respiración mientras ella olfateaba el aire.

—¿Qué pasa? —pregunte en un susurro.

—Hay un aroma extraño en el aire, pero no pertenece a la guardia real, ni a nada... conocido —contestó en un susurro.

—¿Qué?

—Shsss —exigió silencio llevándose el dedo índice frente a sus labios.

que el aroma estaba en el aire, Sheynnis ergió su

Permanecimos inmóviles durante unos segundos más hasta que Sheynnis sugirió que siguiéramos avanzando, pero con mayor cautela. Obedeciendo sus instrucciones, caminé observando todo a mi alrededor. Comenzábamos a adentrarnos en una parte del bosque envuelta por una ligera neblina.

El silencio se prolongó por varios minutos, no solo entre Sheynnis y yo, sino en todo a nuestro alrededor. El bosque entero parecía haberse quedado en suspenso. Ya no se escuchaba el canto de los grillos ni el gorjeo de las lechuzas.

Sheynnis me susurró que estábamos cerca de un atajo que nos llevaría directamente a los calabozos, lo que hizo que mis músculos se relajaran ligeramente. Un suspiro helado escapó de mis labios cuando una ráfaga de viento chocó contra mi rostro.

De repente, Sheynnis se detuvo en seco.

—¿Qué pasa? —susurré.

—El aroma... se hace más fuerte —me alertó, con la voz tensa.

—¿Qué percibes exactamente? —pregunté, esforzándome por mantener la calma.

—Un lobo. Y por la intensidad del aroma, creo que es... —Las palabras de Sheynnis quedaron en el aire cuando un fuerte estruendo resonó muy cerca de donde estábamos.

Sheynnis dejó salir sus garras y colmillos mientras sus ojos se encendían en un brillante tono amarillo. Miró rápidamente a su alrededor, analizando cada árbol cercano. Instintivamente, junté mi espalda con la suya, preparando bolas de luz en mis manos.

El silencio volvió a apoderarse del lugar. Entrecerré los ojos y mi visión se volvió momentáneamente amarilla gracias al elemento luz, lo que me permitió observar en las zonas donde la luz de la luna era más tenue. Sin embargo, no encontré nada sospechoso.

—No veo nada —le aseguré en voz baja.

Sheynnis tampoco encontró algo visible, pero insistió en que el aroma seguía en el aire. Con la mirada alerta y los músculos tensos, se ergió su espalda, supuse que volvió a esconder sus colmillos, y yo deshice las bolas de luz en mis manos. Nos relajamos por un par de segundos, cuando, de la nada...

Me vi a mi misma besando el suelo por un fuerte empujón causado por... una bestia que arremetió contra Sheynnis. La niebla apenas me permitió ver cómo el lobo la derribaba, mientras yo misma me encontraba intentando reponerme del susto arrastrándome hacia atrás en el suelo.

Los gruñidos de la bestia mezclados con los de Sheynnis me dejaron claro que no era una bestia cualquiera, era un lobo; uno gigantesco, un alfa.

Carajo, lo que nos faltaba.

Sheynnis soltó un fuerte gruñido cuando logró escaparse de debajo del lobo gracias a un fuerte golpe dirigido a sus testículos. El lobo soltó un sonido de dolor para luego gruñir enfurecido. Para cuando logre ponerme de pie nuevamente Sheynnis me dirigió una mirada —sus ojos nuevamente brillaban en un amarillo intenso, tenía las garras y los colmillos afuera— un gruñido bajo basto para que yo también retomara las bolas de luz en mis manos.

El lobo volvió a arremeter contra Sheynnis, ella lo evadió deslizándose por el suelo y arañó con sus garras parte de su panza, el lobo frenético de dolor se giró hacia ella furioso, mostrándole cada uno de sus afilados colmillos, Sheynnis no se dejó intimidar, se incorporó y gruño mostrándole los suyos.El lobo tomó impulso para lanzarse sobre ella nuevamente, moviéndose con una velocidad y ferocidad asombrosas. Pero antes de que pudiera alcanzarla, intervine lanzándole dos bolas de luz. Una golpeó su enorme cabeza y la otra su costado, derribándolo al suelo aturdido. Sheynnis gruño ferozmente y se lanzó hacia él para clavarle las garras frenéticamente en el cuerpo, pero en comparación con el tamaño del lobo, las garras de Sheynnis solo podían dejar pequeñas heridas, ninguna de gravedad, pero ella estaba demasiado frenética por acabar con él que ni siquiera se detuvo a pensar en que no era rival para ese lobo.

—¡Apártate! —le grité, sí queríamos noquearlo, la que debía atacar era yo y con ella encima de el no podría, pero mi advertencia fue en vano y demasiado tarde, el lobo se repuso del golpe en la cabeza y en un audaz movimiento de su pata trasera, pateó a Sheynnis a la altura de los hombros y la lanzo hacia un lado, rapidamente se puso de pie y cuando menos lo pensé nuevamente Sheynnis estaba debajo del lobo pero esta vez el la hizo a un lado bruscamente, para centrarse... en mí.

Preparé dos bolas de luz en mis manos mientras el lobo me miraba con una ferocidad inquebrantable. Musitaba un gruñido bajo, mostrando su filosa dentadura mientras lanzaba un ladrido. Sin darme opción, se lanzó sobre mí.

Inmediatamente, lancé las bolas de luz hacia él para evitar que aterrizara sobre mí. Sin embargo, esta vez sus reflejos rápidos le permitieron esquivarlas con agilidad. Cayó levantando una nube de hojas secas a varios metros de distancia.

Estaba demasiado cerca ahora. Sheynnis aún permanecía en el suelo, intentando recuperar el aliento tras el golpe recibido, pero el lobo volvió a ladrar furiosamente. No podía ayudarla todavía. Primero debía enfrentar al lobo.

Bien, Van me enseñó a defenderme, y este es el momento perfecto para poner en práctica todo lo aprendido, todo, absolutamente todo, sin dejarme nada.

Es solo un lobo, un alfa, contra el elemento luz y agua.

Bien, sí no cede en sus intenciones de asesinar, yo tampoco lo haré.

Use mi poder sobre la luz de la luna para cegarlo. Con mis manos redirigi toda la intensidad de la luz de la luna a sus ojos. El lobo se descontroló y aturdido comenzó sacudir la cabeza al tiempo que soltaba uno que otro gruñido enfurecido. Quizás cegarlo no fue una buena idea, empezó a moverse con movimientos bruscos sin dirección alguna. Lo que hizo que me viera obligada a correr hacia Sheynnis para posteriormente ayudarla a ponerse de pie, el lobo había dejado una gran herida en la parte desnuda de su hombro, la sangre ya cubría gran parte de su brazo. El lobo en su cegara guiado por su olfato empezaba a acercarse hacia nosotras.

—Vamos, tenemos que irnos —dije al tiempo que pasaba su brazo sano por encima de mi cuello para ayudarla a caminar, la pelea con el lobo había hecho que incluso uno de sus tobillos se viera afectado, provocando que su andar se viera ligeramente frustrado,

—Nos va a seguir, sí no lo matas con su olfato va a seguirnos —advirtió Sheynnis entre jadeos mientras intentábamos avanzar entre la niebla que rodeaba los escasos árboles que quedaban, lo que significaba que el bosque estaba por acabarse. Eche una mirada por encima de mi hombro hacia el claro en dónde nos había atacado el lobo, y en efecto, empezaba a olfatear el aire con su enorme nariz, buscando la dirección idónea y algo me decía que no tardaría en encontrarla, y en cuanto lo hiciera la luz de la luna se volvería más escasa gracias a las ramas de los árboles; el hechizo se deshará y nos atacará con más fiereza; entonces para sobrevivir solo me queda una salida: matarlo antes que el a nosotras.

—¿Aún estamos lejos del atajo? —quise saber.

—No, está por aquí, estoy segura.

—Pues apresúrate en recordar dónde exactamente.

—Busca el tronco de un árbol, tiene que estar talado, pero aún pegado a sus raíces... solo hay uno por aquí, debajo de el está el atajo —me explico.

Me dispuse de inmediato a buscar un árbol, o lo que quedaba de el con esas características. A voluntad, retomando el control sobre el elemento luz, ilumine mi visión; fuerza, solo necesitaba ejercer fuerza y el elemento respondería a mi petición. La visión amarilla del elemento luz me permitía ver en la oscuridad, así que busqué con ella el tronco. Pronto descubrí que cerca no había ninguno, hasta que a varios metros a mi izquierda, casi al borde de una colina se ocultaba entre las hojas secas el tronco viejo de un árbol.

El lobo soltó un fuerte ladrido enfurecido, y sus pesados pasos empezaron a escucharse a nuestras espaldas: El hechizo se había deshecho.

—Allá está —señalé la dirección en dónde estaba el tronco con mi mentón. —Corre hacia allá —le exigí bajando su brazo de mi cuello.

Por un segundo Sheynnis paso su mirada de mi hacia el lobo a mi espalda. Su mirada se endureció con impotencia, estando como estaba no podría pelear, sería un suicidio sí lo hacía. Ella lo sabía, y aunque le pesaba el tener que abandonar la batalla, se mantuvo cuerda y asintió con la cabeza antes de empezar a andar en la dirección señalada con pasos torpes.

No me detuve mucho a verla irse. Me giré hacia el lobo que ya se aproximaba a gran velocidad. No iba a permitir que tuviera oportunidad de herirme, porque yo iba a dar el primer golpe.

Junte ambas manos dándole forma a un destello de luz. Un destello del mismo tamaño que mi presa. Un destello que más allá de cegarlo, iba a quemarle las córneas. Cuando el lobo estuvo a una distancia considerable, no titubeo y con toda la fuerza de mis brazos le lanzo el destello de luz ardiente directamente al rostro de la criatura.

No me detuve a ver sí el destello impacta en el o no, o sí lo esquivaba. Apenas lo lance me impulsé con ambas piernas, di un giro en el aire para asegurarme de que mi puño se estrellará con fuerza en el suelo, y así la fuerza de mi puño impulsada por el elemento agua hizo que en el suelo se creara una grieta que poco a poco se fue extendiendo en dirección hacia el lobo, que aún batallaba con el efecto cegador del destello de luz. Retrocedí con cautela dando pasos hacia atrás para alejarme de la grieta, mientras el lobo avanza hacia mí guiado por su olfato, enfurecido, gruñendo, sin darse cuenta de la grieta que se estaba formando bajo sus patas.

Cuando logré subirme a una roca, y el lobo avanzó hacia dónde lo quería, bastó con que tronara los dedos para que el agua bajo la tierra hiciera lo suyo. Poco a poco el suelo recorrido por la grieta se desmoronó bajo las patas del lobo. Desde la roca, vi como pataleaba intentando salvarse, intentando agarrar algo que impidiera que cayera al pozo profundo que el agua estaba formando, pero entre más lo intentaba, más fuerza ejercía en mi puño para asegurarme de que el agua subiera con mayor fuerza y rapidez desmoronando la tierra a su alrededor.

Cuando el lobo cayó por completo al pozo, el agua le llegó hasta el cuello, allí me di cuenta que trataba de mantenerse a flote. Levanté mi mano dándole una orden al agua: asfixiarlo hasta morir.

Como sí yo fuera el agua que lo asfixiaba, cerré mi puño frente al pozo. Una mano de agua se formó entorno al cuello del lobo, lo sujetaba con firmeza mientras lo obligaba a hundirse bajo el agua. Pataleó, chilló, se quejo y soltó muchos ruidos extraños intentando zafarse, pero por más que intentó salvarse, por más que forcejeo, el agua terminó por tragárselo bajo el pozo hasta asfixiarlo. Solo cuando el agua dejó de moverse, solo cuando fui consciente de que había pasado suficiente tiempo bajo el agua lo solté y dejé que el agua volviera al lugar que pertenecía bajo la tierra hidratándola.

A pesar de que el agua volvió a su lugar, el pozo quedó intacto, aunque vacío con un cuerpo dentro. Sí tuviera el elemento tierra bien pudiera hacer algo para que la tierra se restaurara y el pozo se cerrará, así no dejaría huella de lo que aquí sucedió.

Una vez el agua desapareció por completo, solté todo el aire retenido en mis pulmones. Acababa de matar a un lobo. A un alfa. Y a penas tenía un pequeño rasguño en mi mejilla y algún moretón perdido en mis brazos.

La primera muerte pesa, la segunda ni se siente...

Esas fueron las palabras de Van en algún momento. Sí viera esta escena probablemente se sentiría orgulloso. En efecto, no sentía culpa ni nada parecido, había salvado mi vida y la de Sheynnis, y había matado a un lobo, que probablemente es un alguien, pero aun así me siento... normal.

Curiosa me acerqué al pozo para observar el cadáver. Cuidadosamente me incliné y lo que vi no fue un lobo. No, definitivamente no era un lobo, era un hombre... y no solo un hombre, eran dos.

¡Carajo! ¿Qué rayos es esto?

¿Es posible que dos hombres formen a un lobo?

¿Hansel nunca me habló de una anomalía como esta? No, no lo hizo, de haberlo hecho seguro lo recordaría. Y sí esto no es algo normal definitivamente, aquí hay algo más.

Ninguno llevaba uniforme militar, por lo que obviamente no pertenecían a la guardia real. Uno vestía un pantalón corto color marrón, su torso estaba desnudo, se encontraba bocabajo encima del otro hombre que parecía estar vestido con un traje negro de noche, un traje elegante. Su cabeza tenía poco cabello, pero era un hombre fornido de aproximadamente cuarenta años, mientras que el muchacho sobre él tendría unos treinta a lo mucho. Gire en torno al pozo para tratar de reconocer el rostro de alguno, o al menos grabarme sus características faciales para luego describírselas a Hansel o a Jared, pero entre más observaba el rostro del hombre mayor más familiar se volvía, como sí lo hubiera visto antes. De la nada, como ráfagas de viento vinieron a mi memoria las imágenes del cumpleaños del rey, más específicamente los rostros de los dos nobles que se acercaron a saludarme cuando Hansel me dejó sola y Van... Van dijo que eran la cuartada de Safiye.

Volví la mirada hacia el rostro de aquel hombre para comprobar o descartar mis sospechas, pero las imágenes vinieron a mi mente con mayor fuerza: era él. Era un noble, uno de los que Safiye intentó usar en el baile para matarme, y uno al que ahora yo asesiné.

Entonces ella... ¿Sabe que sigo con vida?. Mierda, la muralla está conectada a mi vida ahora que soy la reina, entonces debe saberlo.

Carajo no pensamos en eso.

Mientras yo viva la muralla seguirá fuerte y arriba, pero sí muero fuera del reino la muralla caerá junto conmigo, entonces hasta que la muralla no caiga, sabrá que sigo con vida. Maldita sea.

Maldecí varias veces en voz alta, recriminándome tal falta de inteligencia de nuestra parte, para hacerle creer que estoy muerta y evitar que la muralla caiga debía fingir mi muerte dentro de Sunland no fuera.

—¿Lo mataste? —la voz jadeante de Sheynnis a mi espalda me tomó por sorpresa e hizo que diera un pequeño respingo.

Solté un suspiro y asentí con la cabeza.

—¿Tú no deberías estar dentro del atajo ya?

—Pensé que podría ser de ayuda por si las cosas se complicaban, pero ya veo que te defiendes más que bien reina, tienes dos elementos no esperaba menos de ti que...

Se cortó así misma cuando vio a los dos hombres en el pozo.

—¿Y ese de dónde salió? —pregunto frunciendo el ceño.

—Eran uno. Los dos eran el lobo —le respondí girando la mirada hacia su rostro pintado de asombro.

—Imposible. Los únicos que pueden fusionarse así son lobos gemelos, y esos definitivamente no lo son.

—No, no lo son. Y ahora que están muertos no podemos quedarnos a interrogarlos, debemos avanzar, quizás la manada o Vesnom tengan respuestas para esto.

Sheynnis mantuvo su mirada sobre los cadáveres un par de segundos más.

—No sería bueno dejarlos así, a la vista de todos, lo mejor sería que los cubras —sugirió.

Tomando en cuenta su sugerencia, nuevamente extraje el agua de la tierra con un movimiento de mi mano, y lancé un hechizo al pozo, uno que haría que los cuerpos no pudiesen subir a flote.

—Bien, hay que irnos —le dije y ella asintió con la cabeza. Más en cuanto le di la espalda soltó un quejido de dolor. —¿Qué te pasa?

Sheynnis descubrió su hombro para mostrar tres marcas de garras ensangrentadas. La herida no sé veía nada bien, su brazo estaba lleno de sangre, tanta que su mano goteaba.

—Sheynnis hay que tratarte eso ahora.

—Estamos a la mitad del bosque, no hay nada que pueda ayudarme.

—No hay nada de medicina, pero tal vez... ¿podrías regenerarte?

—Eso sería doloroso —musito.

—Inténtalo.

—¡No puedo!

—¿Por qué? Tu tienes un autocontrol bastante bueno, eres un beta, y sí no te ayudas a ti misma podrías morir por la infección o por la sangre que estás perdiendo.

Bajo la mirada hacia su herida y volvió a cubrirla con su mano sana.

—Sí muero, moriré siéndole fiel a mi manada. Vamos por Jared —sentencio.

Bufé. Ella no iba a ayudarse dijera lo que le dijera ¿tan doloroso sería regenerarse que se negaba a hacerlo?

—Bien —masculle al tiempo que levanté la parte inferior de mi túnica para romperla y sacar una tira que sirviera como torniquete.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Qué no ves? Dame tu brazo —di un paso hacia ella con la tira en mi mano. Hizo una morisqueta, pero al final lentamente descubrió su brazo para mí. De cerca la herida se veía aún peor, era profunda, la sangre fluía y la carne rasgada palpitaba. Rodeé su brazo con la tira y me aseguré de atarla por arriba de la herida, para luego apretar con fuerza el torniquete. Sheynnis se mordió el labio inferior con fuerza intentando reprimir un aullido de dolor. — Bien, al menos ahora no morirás por pérdida de sangre.

Sheynnis musito algo que supongo era un gracias, (en tono sarcástico). Con el torniquete en su lugar, caminamos hasta el tronco talado, y allí oculta bajo unas cuantas hojas secas estaban dos pequeñas puertas de madera resguardadas bajo una enorme cadena oxidada.

—Excelente, tendremos que romper las cadenas —musite posando las manos sobre mis caderas.

—Pero tendrá que ser rápido, porque estoy detectando un nuevo aroma... y es aún más fuerte que el anterior —me gire hacia Sheynnis horrorizada.

Excelente, un lobo más, un alfa más y no llegaríamos a Jared esta noche.

Hola! Hola!

¿Cómo están? Espero que les haya gustado el capítulo.

¿Alguien sabe dónde podría haberse metido Van? Mmm leo sus comentarios.

Pronto tendremos las respuestas que tanto esperan, sé que esperar puede llegar a ser angustioso, perooo les aseguro que valdrá la pena, estamos cada vez más cerca del gran día.

Gracias por leerme y esperar con paciencia cada semana por un capítulo.

Con amor Evie.

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