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CAPÍTULO 25

CAPÍTULO 25

ENTRE LA LUZ Y LAS SOMBRAS DEL AMOR

El sonido acelerado de los latidos de mi corazón retumba en mi cabeza. Me he quedado callada, sí, y con los labios entreabiertos, es decir, quiero hablar, pero no sé qué decir. Su confesión me ha dejado helada, con su voz retumbando una y otra vez en mi interior diciendo que me ama. Van me ama, y yo..., ¿Yo qué debería decir? Es que ni siquiera entiendo por qué me dice esto justo ahora, en este lugar cuando hubo muchas veces en las que le pedí se sincerara conmigo.

—Creo que esto es demasiado para ti. Incluso es demasiado para mi..., olvida lo que te dije, será mejor que nos separemos aquí y que retorne a mi lugar en las sombras, después de todo ya no soy necesario aquí ahora los tienes a ellos y a él —declara haciendo un ademán de ponerse de pie.

Aún con el asombro en la expresión de mi cara no necesité pensarlo para tomarlo de la mano y ponerme de pie junto a él. Él me miró con el entrecejo fruncido.

—No, no lo es, ni para ti ni para mí, menos ahora que creo..., haber encontrado tierra firme — ni siquiera me lo pienso dos veces cuando lo tomo del cuello de la camisa y lo jalo hacia mí obligandolo a verme a la cara. —Tu lugar no está en las sombras del mundo, está conmigo.

Nos miramos fijamente por una milésima de segundo, mientras él trataba de descifrar mis palabras, pero yo continué.

—Quiero entenderte, quiero escucharte y comprenderte.

—No quiero que mi mundo te quiebre y te destruya —confesó —pero tampoco quiero existir en un mundo dónde tú no estás.

—Van, no soy de cristal no voy a romperme o a quebrarme, puedo forjarme, cambiar, pero jamás permitiría que nada me rompa. Sin barreras, sin miedos, demuéstrame que me amas y déjame entrar aquí —puse mi mano sobre su pecho, justo sobre su corazón. Ni yo misma estoy segura de lo que estoy haciendo, pero sí algo sé es que la silueta de agua tenía razón cuando decía que Van necesitaba a alguien en quien apoyarse para que la verdad saliera a la luz, y yo quiero ser ese alguien.

—No tienes por qué pedir permiso para estar aquí, porque todo lo mío te pertenece.

Esas fueron las palabras suficientes para que yo cayera en la tentación. La escasa distancia entre los dos se redujo y Van pego sus labios a los míos. Esos labios seductores estaban sobre los míos, devorando mi boca con ansias. Un hormigueo que comenzó en mi estómago subió hasta mi pecho, mientras me dejaba llevar por el mar de emociones que en ese instante me abrazaban. Mi mano sobre el cuello de su camisa se cerró con más intensidad cuando sentí una de sus manos a la altura de mi mejilla y otra alrededor de mi cintura.

—¿Estás segura de que soy lo que quieres? —pregunta en un susurro con una voz suave con sus labios aún pegados a los míos.

—Lo estoy. —Aseguro con la voz jadeante sobre sus labios—. No me importan tus orígenes, ni que digan los demás de ti, de ahora en adelante no voy a permitir que nada ni nadie me diga quién eres ni lo que debo sentir por ti.

—Siento la sinceridad en tus labios, pero no quiero ser una fuente más de problemas en tu vida, aún estás a tiempo de pedirme que me vaya, una palabra tuya y desaparezco —dice con tanta seguridad que da miedo de solo pensarlo.

—Desapareces y te aseguro que voy hasta los confines más profundos en las sombras por ti —afirmo posando mis manos sobre sus mejillas—. No importa lo que piensen los demás, ni mi posición, ni tus orígenes dictan en mis sentimientos, nunca más, así que no me obligues a viajar hasta las sombras por ti.

Escuchandome así, ahora creo saber que es lo que siento, y porque me aturdía tanto. La tormenta ante mis ojos me impedía ver con claridad, pero ahora sé lo que siento, sé lo que quiero, y no hay nada que deseé más que sentirlo cerca de mí.

—Te amo Lena..., te amo reina mía —volvió a pegar sus labios con los míos. Subí mis manos hasta su nuca, lo pegue más a mí y me deje llevar por la intensidad de lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Espera...—tomo mis manos entre las suyas y nos separó por un instante —. Él ya te contó su historia, ahora deja que yo te cuente la mía.

Trague saliva. Esta no era más que una confirmación de que Van había escuchado toda la conversación que tuve con Hansel.

Minutos después yo me había tambaleado hacia atrás, casi perdí el equilibrio por una ráfaga de viento que me hizo estremecerme. Van me tomó de la mano y se aseguró de sentarme entre sus piernas en un abrir y cerrar de ojos. Recosté mi torso sobre su pecho, de manera que mi cabeza quedó a la altura de la curva que conecta su cabeza con su cuello.

—Escuchaste todo ¿no?

—Escuche tu grito, pero cuando llegué, él ya estaba contigo. No quería dejarte con un lobo a la mitad del bosque, pero sabía que tendrías que hablar con él tarde o temprano, así que mantuve mi distancia —confiesa con pesadez.

—Me sentía muy mal por no haberle dicho todo antes..., pero no podía hacerlo, de cierta forma solo quería...

—Protegerlo —completa por mi.

Asiento con la cabeza.

—No querías que se involucrara en todo este lío de la corona que nada tenía que ver con él, porque sabías, o hasta hace poco creías, que no sería capaz de defenderse sí seres repulsivos intentaban atacarlo ¿cierto?

Vuelvo a asentir con la cabeza, pero esta vez lo hago con más lentitud.

—Es por la misma razón por la que yo no quería que supieras nada respecto a mi mundo y a las cosas que ahí se ocultan ¿Ahora comprendes mis razones? —me mira pero yo mantengo la mirada en un punto cualquiera de la noche, no sé me hace justo que utilice mis acciones para justificar las suyas.

—Sí, pero es distinto, yo podría defenderme ¿recuerdas? —atraigo algo del elemento luz a mi mano y la muevo frente a él mostrándole un leve destello de luz.

—¿Acabaste acaso con la runa? No, la runa casi acaba contigo, y esa solo era una pequeña, una milésima parte de las cosas horribles que hay tras esa bonita burbuja de oro que protege tu mundo.

—Eso es probable, pero sigue sin asemejarse con lo que pasó con Hansel, él se enteró por boca de su hermano y eso fue lo que le dolió más, porque yo no confíe en él ¿entiendes?

Suelta un suspiro con pesadez, y sentí como negó con la cabeza.

—Bien, supongo que en esta batalla no vale la pena luchar porque ya la tengo perdida, así que te contaré lo que tanto quieres saber —desenvolvió sus brazos de alrededor de mi cuerpo y depositó un leve beso en mi cien antes de utilizar su magia para crear frente a mí lo que parecía un río torrentoso y tres montañas en las lejanías de este, todo con una especie de humo blanco que apenas le daba forma a la silueta del río y las montañas. Sobre cada montaña resaltaba una silueta humana, en la de la derecha y en la del centro la de un hombre y en la de la izquierda una mujer.

—Frente a ti tienes las tres cortes vampíricas —dice mientras acerco más la ilustración borrando de la vista el río dejando ver sólo las tres montañas. —La corte tiniebla —señala a la de la izquierda, la que tenía una silueta de mujer en la cima —la corte sombra —señala la montaña a la derecha —y la corte tormenta, también conocida como la corte de los rebeldes.

Momento. ¿Cortes? Nadie nunca antes mencionó dichas cortes, ni siquiera Frederick cuando le pregunté qué sabía sobre los vampiros. Han pasado quinientos años y nadie sabe cómo han evolucionado, dijo en aquel entonces, lo que quiere decir que nadie sabe lo que Van esta contandome, porque nadie conoce la historia de las sombras después de la reina Scarleth. Siempre se supo que estaban allí pero nunca se supo dónde exactamente ¿Haciendo qué? O bajo qué organización.

Empuño la imagen volviéndola humo negro y la convirtió en una multitud frente a un trono, en el cual había lo que parecía una mujer sentada.

—Las cortes debían servirle a la gran bruja, portadora de magia negra..., creadora de nuestra especie. Por años así fue, los míos inducidos por el poder y las palabras de dicha mujer masacraron humanos dentro de los siete reinos en aquellos entonces existentes.

—¿Siete reinos? —cuestione asombrada.

—Antes de la magia, y de que los elementos se manifestaran, incluso antes de que la gran bruja se convirtiera en el monstruo sangriento que es, existían siete reinos, todos habitados por simples mortales, algunos gobernados por tiranos otros liderados y habitados por hombres justos, de allí nacen los vampiros, ella tomó a todos los jóvenes que creyó valerosos pero con corazones heridos o devastados por la misma humanidad, tomó a todos los no mayores de veinticinco años con esas características y los convirtió en bestias sedientas de sangre humana, con el fin de que la ayudaran a masacrar a todos los humanos hasta el punto de extinguirlos.

Increíble. Verdaderamente asombroso. Por eso Jared lo llamó hijo de bruja, porque ellas los crearon, les dieron el poder que tienen, y ellos la sirvieron por años.

—Creó un ejército de vampiros, para su propio reinado —infiero.

—Exacto. Ella envenenó al primer humano en un reino que se rumora estaba ubicado en el actual Sunland. Se dice que era un joven humilde de buen corazón, trabajador, hijo de un panadero el cual debido a una mala racha se endeudo, como consecuencia su padre, madre y hermana fueron azotados hasta la muerte por guardias humanos debido al adeudo de impuestos, un corazón valeroso, puro, inundado de rencor por la injusticia de la mano humana.

Con cada una de sus palabras cambiaba de imagen ilustrando sus palabras en lo que parecían hechos pasados.

Un corazón valeroso herido, aplastado y destruido ¿eh?

Herir un corazón agrietado es darle el toque final para su ruptura, herir un corazón ilusionado es atraer ráfagas de viento a la fría tormenta, pero herir un corazón puro puede traer la destrucción.

La silueta de agua lo sabía, ella conoce la historia, pero ¿por qué decírmelo en clave y no de manera directa?

—Ella lo tomó, y lo envolvió en mentiras, hasta que su sangre envenenó..., lo cambio, y con la mordida de este se encargó de cambiar a muchos otros, convirtiéndolo no solo en su mano derecha si no también en el señor de las tres cortes vampíricas que se formarían una vez que los humanos estuvieran al borde de la extinción. Era poderoso, malvado, vengativo, la magia se encargó de corroerle el alma, pero no el corazón..., corazón que lo traicionó y lo condenó a la muerte. Desde allí ya conoces la historia, la reina de Sunland, la muralla, y felices los humanos por siempre. Pero al morir su más fiel aliado y la fuente en la que había depositado gran parte de su poder, la gran bruja desapareció dentro del que autodenomino su propio dominio, Humo, se dice que débil tuvo ocultarse, durante siglos no se supo de ella y las cortes vampíricas se dividieron totalmente, cada una enfocada en sobrevivir, cada una más sedienta de sangre que la otra.

A estas alturas ya empezaba a procesar varias preguntas, como ¿quién asesino al señor de las tres cortes vampíricas? pero solo se me ocurrió una en particular:

—¿A qué corte pertenecías tú?

—A la corte tormenta, la corte de los rebeldes.

—¿Rebeldes? ¿En qué sentido? —quise saber.

—En el sentido de que no nos gusta servir a las brujas. Nos rebelamos hace ya cuatrocientos años. Una corte independiente, que no sirve a las filas del ejército de criaturas siniestras que han estado creando en estos últimos años.

—Entonces ¿Cómo fue que terminaste en Sunland? —pregunto curiosa.

—La corte sufrió un atentado hace ya casi diez años años. La corte de los rebeldes era la más fuerte, y la más odiada por las otras dos, no servíamos a las brujas, teníamos nuestra propia estructura de orden y mando, no queríamos ser partícipe de un ejército con una causa estúpida, lo que provocó que las otras cortes se enojaron, y se infiltraran poco a poco hasta que uno de sus miembros se metió entre las sábanas con alguien en quien creía ciegamente, alguien que era de mi entera confianza, ese alguien le dio fácil acceso a mis debilidades y a las de la corte, fue un día sombrío, normal para nosotros, cuando él proporcionó el primer golpe. Defendí con los míos la corte, y las tierras que por ley nos pertenecían, pero fue en vano ya estábamos invadidos. En un intento por resistir, en un acto que pudo incluso acabar con las otras cortes, esa traidora tomó la iniciativa de sellar mi magia bajo un poderoso conjuro que terminó convirtiéndose en una maldición, siempre pude cambiar de forma, pero en ese entonces estuve a punto de evolucionar de una forma, una poderosa, distinta, pero ese día ellos me arrebataron mi poder y me maldijeron a vivir por la eternidad encerrado en el cuerpo de un gato. Un felino indefenso a sus ojos. Tomaron la corte, y no supe más de mí sino hasta que me vi a mí mismo flotando sobre el tronco de un árbol en medio de un río, río que conducía hacia la muralla con Sunland, probablemente esperaban que muriera ahogado, o quemado hasta las entrañas al acercarme a la muralla, pero eso no paso. La muralla me azoto, pero no me mató, y así fue como pasé, al principio creí que en realidad estaba muerto, ni yo mismo me explicaba como logré pasar, pero tiempo después me encontraste, y desde entonces, viví resignado a nunca poder volver a mi verdadero cuerpo, a nunca poder recuperar mis poderes y a nunca poder regresar y asesinar con mis propias manos a esos traidores, me resigne y con cada año que pasaba mi amargura crecía, pero la ironía del destino fue tal que te convertiste en reina, me liberaste, y ahora he recuperado gran parte de mi poder.

Él me había dicho muchas cosas pero yo me quedé solo con una: Traidora, él había dicho traidora. Una vampira. Una vampira lo traicionó, por eso..., por eso me repetía constantemente que el amor nos vuelve débiles. ¿Van la amaba? Paso, por tanto, mantuvo un silencio abrumador durante casi diez años y nunca hizo nada por atacarnos, Van estaba resignado a vivir de este lado de la muralla, condenado al cuerpo de un gato por el resto de sus días.

—Eran, eran aquellos vampiros que vimos en Terra los que te traicionaron ¿cierto?

Las imágenes de humo desaparecieron en su totalidad, y sentí a mi espalda como su cuerpo se tensaba. Ese era un claro, sí. Así que cómo mató a uno de ellos, su magia se volvió más fuerte. No me atrevía a preguntar sí él amó o no a la vampira, no era el momento y francamente no me interesa saberlo de momento.

Me volteé a verlo, y vi como mordía su labio inferior con fuerza.

—Sé lo que se siente pensar en quienes te han hecho tanto daño y no has podido poner en su lugar —baja su mirada hacia mi rostro y nuestros ojos se encuentran. Los suyos se han vuelto verdes, de ese verde brillante e intenso que me pone nerviosa. Es odio, es magia y es parte de él. —Te entiendo Van, y prometo que sí logro recurar el reino con éxito, te ayudaré a volver a las sombras para recuperar la corte a la que pertenecías.

Prometo subiendo mi mano hasta su mejilla, acariciando levemente sus facciones con mi dedo pulgar. Sus ojos pierden ese verde intenso, y lo cambian a un negro profundo.

—¿Harías eso por mí? —pregunta con el entrecejo fruncido.

—Haría por ti lo que tú has hecho por mí..., lo que sea.

Van curvo sus labios en una leve sonrisa. Luego me beso.

***

Ahora que conocía la verdad de los hechos, la verdad de Van, todas mis dudas absurdas habían desaparecido. No había más vampiros infiltrados en Sunland. No lo habían. Él no es un espía, su propia especie lo cree muerto. Van de cierta forma los odiaba, o al menos odiaba a los que atacaron la corte a la que pertenecía. Ahora todo se había vuelto claro. Más que eso, un sentimiento nuevo había florecido en medio de la luz y las sombras: el amor.

Bajamos del tejado cuando el frío incrementó y mi cuerpo empezó a temblar. Van me tomó entre sus brazos y en un par de saltos sobrehumanos aterrizamos en la ventana de mi habitación. Frederick ya se había ido, pero había dejado algo de ropa sobre la cómoda. Iluminé la habitación con luces mágicas y me aseé antes de cambiarme de ropa. Me puse el camisón azul y un pantalón de terciopelo azul que fabricó Frederick. Tenía mucho frío por lo que no dudé en usarlo.

—Mañana te espera un largo día, será mejor que duermas —susurro mientras depositaba un tierno beso sobre mi frente. Le mostré una sonrisa sin despegar los labios, él se sentó en la silla junto en la mesita de noche, al reclinarse el diastro brillo en medio de la oscuridad, brillaba intensamente sobre su pecho.

—¿Te vas a quedar ahí viéndome toda la noche?

Asintió con la cabeza.

Aparte la almohada y señalé dónde está estaba segundos antes. Lo mire haciéndole un gesto con la ceja. Él negó con la cabeza, yo asentí y el río abiertamente.

—Vas a estar incómoda, solo duérmete.

—No mientras tu estés allí. Me sentiré más cómoda sí vienes aquí, es raro que estes viendome desde la silla —palpé el espacio vacío sobre la cama, parpadeé varias veces e hice un mini puchero.

Él volvió a negar con la cabeza, pero esta vez sí lo hizo. Se recostó sobre la cama en el espacio libre. Me dejé caer a su lado y le sonreí con satisfacción. Él me acarició el cabello, y se aseguró de que estuviera cubierta correctamente del frío.

—Cuéntame más sobre ti ¿Qué te gustaba hacer antes? ¿Cuál era tu pasatiempo favorito?

—Sí te lo dijera te horrorizas, no quiero que tengas pesadillas.

Matar, claro. Eso era obvio.

—Claro, ¿Qué te gustaba cazar?

—Particularmente otros depredadores. Era una fascinación y un reto, entre más grande, más posibilidades de presumir.

—¿Lobos?

—En mi mundo son un afrodisiaco, se ocultaron hace años, todas las cortes llegaron a pensar que se habían extinto, pero cuando puse un pie sobre este reino, fue suficiente un suspiro para saber quiénes habitaban en el, no quise asustarte, por eso no te lo dije antes, esa noche tu doncella llego y luego lo del hechicerito inútil.

—Ningún hechicero, un mago real —corregí con una sonrisa en los labios, imitando la indignación de Frederick. Van sonrió.

Hablamos de su vida en las sombras durante otro rato. Sus cacerías. Los integrantes más cercanos que tenía en la corte, pero nunca mencionó a la vampira que lo traicionó. Solo se refería a ella como eso "Ella". Una ella sin nombre y luego un "Él". Los dos vampiros que lo maldijeron fueron un "Ella" y un "El", "Ella" de la corte de los rebeldes y "El" de la corte sombra. Por un momento mi pecho se contrajo al ver como en sus palabras se envolvía el dolor, la ira y la nostalgia. Sentía impotencia porque, aunque había recuperado su cuerpo como tal, no había tenido la oportunidad de recuperar todo su poder para ir en busca de lo mismo que yo quería... venganza.

Van quería volver, quería hacer justicia, quería liberar a los suyos, pero también sabe que hacerlo en su estado actual podría costarle la vida, puesto que en las cortes existen vampiros poderosos, y otras cuantas criaturas hijos de brujas capaces de atormentarlo hasta morir.

Poco a poco fue cambiando el tema, a las anécdotas que recordaba de mi en el bosque. De aquel día en que lo encontré, y cómo a pesar de su estado, húmedo y mal oliente, lo acogí y le di una nueva esperanza de vida. Confesó que llegó a creer que me vería morir algún día, creyó que ese bosque vería mi fin; pero todo cambió cuando la oportunidad de entrar a palacio tocó mi puerta.

Poco a poco entre susurros me quede profundamente dormida. Con Van allí observándome hasta el amanecer.

Al despertar los rayos nacientes del sol me golpearon el rostro. Van estaba sentado sobre la cama, la cabeza apoyada en la pared, observando el techo con expresión de aburrimiento. Sonreí, y me incorporé hasta quedar a su misma altura. Él sonrió, y me dio un leve beso en la frente. El diastro brillaba con intensidad sobre su pecho, reflejando los rayos del sol, mientras que el calón emanaba esa energía oscura que mantenía mis ojos y cabello en su estado natural.

Me di un baño rápidamente. Frederick había dejado una túnica roja con bordes de terciopelo dorado, y algunos espirales del mismo color. Terminé de ponerme el pantalón negro, y volví a ponerme las botas. Hoy dejé mi cabello suelto, después de todo, casi nunca lo lucía con orgullo como lo haría hoy. El largo cabello oscuro que caía hasta mis caderas se movía con sensualidad con cada paso que daba dentro del cuarto de baño.

Salí, lista para desayunar. Lista para ver a Van. Pero en la habitación no estaba solo él, ahora lo acompañaba Frederick. El ambiente en la habitación se tornó algo incómodo en cuanto cerré la puerta del cuarto de baño y ellos notaron mi presencia. Estaban demasiado cerca, Frederick entrecerraba los ojos en dirección a Van mientras se inclinaba sobre él, haciendo que Van retrocediera hacia atrás inclinando su torso. Ladeé la cabeza cuando ambos fingieron toser y se separaron con rapidez.

—¿Me perdí de algo? —cuestioné paseando una mirada expectante y algo confundida entre los dos.

—Creo que el que se ha perdido, de algo y de mucho soy yo —respondió Frederick con un aire de indignación, mientras posaba los puños sobre sus caderas. —¿A qué hora bajaron del techo majestad? La esperé durante casi una hora, pero usted nunca bajó, y esta mañana, siento demasiada felicidad extraña en el ambiente.

Dibuje en mi rostro una pequeña sonrisa. Pasé por su lado y le di un par de palmadas por los hombros mientras negaba con la cabeza. Camine directo hacia la cómoda dónde descansaba un suculento desayuno, con huevos, algo de carne, y verduras junto a un jugo de naranja. Comí con la mirada intensa de Frederick sobre mí, y la mirada juguetona de Van sobre ambos. Van amaba ver el dolor de otros sí, pero eso era parte de su pasado, ahora, de un tiempo para acá disfrutaba ver sufrir a Frederick por no saberlo ni poderlo todo como él quisiera.

—Bien —dije al tiempo que sacudí mis manos después de terminar el desayuno. —Hoy es el día, Jared hablaría con su manada sobre nosotros, y sí todos están de acuerdo nos apoyaran si no, ustedes y yo dejaríamos hoy mismo este reino.

—Lo sé majestad, por eso he venido, aparte de para traerle el desayuno, claro ¿Cuáles serían los pasos a seguir después de que la manada de lobos confirme su participación o por el contrario la rechace? —pregunta haciendo un movimiento rápido con su mano.

—Buena pregunta Frederick —volteé a ver a Van, él mantiene su espalda apoyada en la pared con un brazo a la altura de su pecho y una mano sobre su mentón. Levanta la pierna que tenía apoyada sobre su tobillo y da un par de pasos hacia mí.

—Tendremos que ver, los lobos dicen ser astutos. Veamos que proponen. Pero por sí las dudas yo ya tengo mi propio plan; primero los guardias que te escoltaron a la bóveda, luego la identidad de la farsante en el trono y entonces, solo entonces, Safiye.

Sonreí cuando vi sus ojos llenos de frialdad al mencionarla. El odio y el repudio que sentía hacia esa horrible mujer él lo representaba con esa mirada.

Bajamos al vestíbulo. Estaba vacío, pero un gruñido proveniente de una habitación nos hizo sobresaltar. Al menos a mí me hizo sobresaltar. Van se tensó y puso su mano sobre mi hombro y me apego a su pecho, Frederick dio un paso hacia adelante en dirección hacia dónde había venido el feroz gruñido.

—Es la casa de un lobo. Un alfa. Y su manada —les recuerdo al tiempo que tomo la mano de Van con delicadeza y la bajó de mi hombro, le dedico una mirada leve y dibujo una pequeña sonrisa sin despegar los labios para tranquilizarlo.

Él niega con la cabeza, cómo resignado ante el comportamiento de estos. Avanzo hacia la puerta a nuestra izquierda, un par de metros me separan de esta cuando un lobo la atravesó con su cuerpo, destruyéndola por completo. Sin duda alguien lo lanzó de dentro de la habitación. Cuando soy consciente de mí misma Van me ha tomado de la mano y me ha movido hacia un costado, evitando así que el cuerpo del lobo cayera sobre mí, ni siquiera sentí en qué momento hizo eso. Frederick pasmado con el lobo frente a sus pies da un par de pasos hacia mi molesto y aterrado a la vez —aunque intenta disimularlo— sacude el pelo de lobo de su túnica mientras escupe una que otra maldición.

El lobo cambia de forma. Vuelve a ser humano, es uno de los chicos más jóvenes de la manada, sacude la cabeza, pero no nos mira. Curiosa, me adentro en la sala de la que él salió prácticamente volando, y allí veo a Jared con los brazos fuertes cruzados sobre su pecho, al final de una larga mesa de madera, alrededor de la cual están reunidos los integrantes de su manada. Doy un paso hacia el inestable marco destruido de la que antes fue la puerta y saludo con semblante neutro. Jared asiente, su manada hace lo mismo.

—Malena —la voz de Hansel en algún lugar de la estrecha habitación me llena los oídos. Lo busco con la mirada y lo encuentro a unos cuantos pasos de rodear la mesa para probablemente abrazarme, pero se detiene cuando observa algo detrás de mí... o más bien a alguien: Van.

Su rostro palidece, y sus puños se cierran a sus costados. Lo mira como a un oponente, como una presa a la que quiere despellejar. Vuelvo la mirada hacia Van quien se encuentra detrás de mí, pero él no muestra señales de ni de ira,o molestia, tampoco muestra señales de esos ojos verdes suyos lo que para mi es un alivio. Aunque lo miraba, y mantenía el mentón en alto, su semblante era como el de una roca, duro y frío, mientras Hansel dejaba ver todo su odio y desaprobación hacia él.

Y eso era el autocontrol. Van lo dominaba bien, podía ver sangre y no sentirse atraído siempre y cuando mantuviera una dieta que no pasara de un mes, pero Hansel aún no dominaba ni sus cambios, no era capaz de autocontrolarse a sí mismo, no cuando los genes del lobo acababan de despertar en él.

—Hansel mírame —le pido dando un paso cauteloso hacia él —mírame solo a mí, respira, y mírame —las venas en su frente empezaban a protuberarse, la fuerza que ejercía con sus puños estaba causando que sus nudillos se pusieran blancos, y eso no era señal de nada bueno.

—Aléjate Malena —me pidió él. No le hice caso, avancé otro paso.

—¡Hazlo ahora! —replicó Jared, pero ya era demasiado tarde. Las orejas de Hansel se habían tornado puntiagudas, sus ojos brillaban en un amarillo intenso y sus colmillos, estaban al aire de forma agresiva. No note el momento exacto en el que sus garras se dirigieron hacia mi rostro, pero cuando intente reaccionar ya no estaba frente a él, Van se había interpuesto entre los dos y frenado el ataque con su espalda. Estupefacta al encontrar mi propio rostro sobre su pecho, subo mis manos lentamente a su espalda y encuentro algo frío liquido. Sangre.

Un lobo en luna llena podría incluso matar a los que ama sin ser consciente de ello.

Recuero las palabras del propio Hansel aquel día.

Para cuando Jared reaccionó Van ya me había aprisionado a su pecho y trasladado detrás de Frederick.

—Suéltame —ladro en medio de un gruñido cuando Jared lo aprisionó entre sus brazos por la espalda.

—Cálmate —exigió en un tono serio el alfa.

Gruño en respuesta mostrando ferozmente los colmillos. La manada se estaba aproximando hacia ellos para retenerlo sí hacía falta.

—¿Cómo puede volver en sí? — pregunte a Sheynnis quien casualmente estaba con las manos sobre la mesa observando la escena con fascinación en los ojos.

—Calma interior, que provenga de él mismo —respondió con una sonrisa sin dejar de ver como Jared sostenía a su hermano. Cómo Jared demostraba ser el alfa.

Autocontrol.

—...o agua fría, muy fría —escucho decir a Sheynnis.

Volví la mirada hacia Hansel, y con mi mano izquierda moví a Frederick hacia un costado, Van no hizo nada para detenerme —probablemente ya sabía lo que iba a hacer— avance y la manada se hizo a un lado. Habían pasado días desde que mi cuerpo se debilitó, días desde que no intentaba ningún hechizo grande o que implicara fuerza, pero hoy necesitaba controlar a Hansel. Traerlo de vuelta. En mi mano se creó una bola de luz, la energía volvía a sentirse tibia bajo mi piel, mi energía estaba regresando. Levante la mano hacia Hansel, de mi mano se extendió la magia hasta su cuerpo. Lo aprisione, pegando sus brazos a su torso. Jared lo soltó sin protesta alguna al notar mi intervención. Los lobos retrocedieron un par de pasos mientras el lazo mágico que había creado para aprisionar a Hansel lo acercaba más a mí. Mientras mantenía el lazo con fuerza, Hansel se retorcía, gruñía como una bestia. Lo acerque más a mí y con la otra llame al agua alrededor de la casa, de diferentes direcciones vinieron caminillos de agua hacia mi para recogerse en mi mano y formar una bola de agua, cuando fue lo suficientemente grande la lance hacia él. El agua le pegó directamente a la cara. Lo libere del lazo de luz y Hansel cayó de rodillas desorientado. Antes de que su cuerpo pudiese caer desplomado sobre el suelo, me arrodillé junto a él y lo tomé entre mis brazos. Había vuelto a ser él mismo en cuestión de segundos.

—Malena ¿Qué pasó? —pregunta con la voz muy débil.

¿En serio no recordaba nada de lo que pasó hace tan solo un par de segundos?

—Te saliste de control —conteste con voz más suave, mientras él continuaba tratando de recobrar la conciencia entre mis brazos.

—¿Sangre? —cuestiono al tocarse el labio mientras se incorporaba.

—Sí, sangre —la voz fría de Van hizo eco en medio de todos los murmullos de la manada. Hansel se giró a verlo con sorpresa, que poco a poco se convirtió en molestia y desprecio.

—Y hubiera habido más sí nuestra querida reina no interviene. Jace, llévalo a descansar, no está en condiciones para estar en la misma habitación que un vampiro. Tú y los otros dos desaparezcan con mi hermano, no quiero más problemas —ordena Jared. Uno de los hombres más altos y corpulentos de su manada tira de Hansel se puso de cuclillas y con un solo brazo rodeo el torso de Hansel y los puso a ambos de pie sin mucho esfuerzo. Hansel se deja llevar, pero no quita la mirada de Van, esa mirada dura y fría se mantiene entre los dos de manera mutua, hasta que Hansel acompañado de un par de chicos más desaparecen tras lo que quedaba del marco de la puerta, junto al chico que la destruyó con su cuerpo.

Retomo mi lugar junto a Van, mientras todos los lobos fijan sus miradas en nosotros. Reviso su herida, pero esta ya no está, se curó mágicamente otra vez —y Frederick intervino, porque ya ni siquiera quedan rastros de las garras de Hansel sobre su camisa. La manada retoma sus puestos alrededor de la mesa, como si nada hubiera pasado, mientras Van, Frederick y yo nos quedamos en el otro extremo al final de la mesa, frente a Jared.

—Los genes de Hansel acaban de despertar, esta noche pasará por su primera luna llena, está ansioso y tener un vampiro cerca no es de mucha ayuda —alega el alfa apoyando sus manos sobre la mesa. —Tendremos que volver a palacio esta misma noche, hay que llevarlo a una mazmorra especial antes de que la luna llena toque el cielo.

—Entiendo, él me hablo sobre eso, y respecto a Van, sé que es parte de la especie enemiga, parte de la especie a la que juraron masacrar, y comprendo que bajo su piel se oculten las ganas de querer despedazarlo, por lo que su especie les hizo a los suyos..., a los míos. Pero los tiempos han cambiado, y Van no fue partícipe de esa guerra, ahora mismo estoy frente a una amenaza aún mayor sobre el que ahora es mi pueblo, y nada tiene que ver con vampiros. Van a jurado lealtad hacia mí y les pido respeten mi decisión de mantenerlo a mi lado, y por ende les pido respeten su presencia. Cómo acaban de ver él no atacará a nada ni a nadie al menos que lo ataquen primero, sí ustedes cometen el grave error de hacerlo, no me haré responsable por las consecuencias, ni por sus vidas, porque sí se meten con él sin razón alguna, automáticamente estarían desafiandome. Hoy intervine a favor de Hansel por la estima que le tengo, y porque sé lo que está pasando, pero no pienso intervenir por nadie que lo provoque primero —mantengo la mirada fija en Jared, la manada entera ha tensado sus hombros, mantienen los brazos cruzados sobre sus pechos y la mirada vacilante entre el alfa y yo.

—Ya hemos hablado respecto a tu, peculiar aliado —confeso Jared sosteniéndome la mirada —y hemos decidido que nos mantendremos al margen de su decisión majestad, sí quieres al enemigo de tu lado, perfecto, no hay nada más que alegar. Pero quiero que entiendas que tampoco estamos obligados a trabajar con él y mucho menos a tolerar su presencia, menos cuando muchos dentro de mi manada están conteniéndose con mucha fuerza de voluntad para no lanzarse sobre él, pero también somos conscientes del error que cometimos al azotarte, y someterte a la misma muerte. Siendo la reina de Sunland podrías declararnos la guerra y destruir con todo tu ejército todo lo que somos, pero no lo harás, al contrario, has decidido apoyarte en nosotros en busca de ayuda para tomar el control de tu reino, lo que nos lleva a una alianza por la paz y seguridad entre ambos reinos. Por lo tanto, hemos determinado que seremos partícipes del despojo de la reina madre Safiye del poder sin importar a qué o con quienes tengamos que tratar, y también con mucha vergüenza por nuestra falta de táctica, razonamiento, análisis e ignorancia para saber diferenciar entre los elementos y la magia negra, en nombre de toda mi manada ofrecemos una disculpa por los malos tratos y las bruscas heridas causadas a su majestad la reina de Sunland —Jared ergio su postura, subió un puño hacia su pecho e inclinó levemente la cabeza hacia adelante, en un gesto de disculpas. Segundos después su manada se giró hacia mí e hizo lo mismo.

Frederick a mi espalda susurró algo con un tono de satisfacción por lo bajo. Yo asentí con la cabeza en cuanto Jared levantó la mirada. Y el alivio de saber que cuento con toda su manada se manifiesta en un suspiro.

Hablamos de varias cosas que incluían la magia que pudo haber utilizado Safiye para cambiarme el color de los ojos y cabello de forma radical. Jared no estaba dispuesto a arriesgarse y cometer el mismo error que cometió conmigo al deducir que yo poseía magia negra, por eso quería estudiarla primero, ver su forma de moverse y el olor de su magia.

—No puedo presentarme en Sunland, en el trono hay una usurpadora a la que todos creen reina, y no sabemos quién es en realidad o sí posee algún tipo de magia, y tampoco puedo presentarme como Malena puesto que mi familia fue exiliada hace años.

—¿Y por qué no la hacemos venir? —pregunta Sheynnis.

—Tendría que invitarla mi padre y quedan tan solo unas pocas semanas para que se cumplan quinientos años de independencia de Sunland, debería estar ocupada con los preparativos —agrega Jared con un gesto pensativo.

—Nada sería más importante para ella que deshacerse de mí. Sabe que yo estoy aquí, por lo que al recibir una invitación no dudaría en aceptarla, menos sí eso significa una oportunidad para deshacerse de mi.

—Matarte —la voz de Van hizo eco en la habitación. —Eso es lo que ella necesita, y lo que tenemos que hacerle creer para poder avanzar. Hagámosle creer que ha logrado su objetivo, y que estas muerta —dio un par de pasos hacia la mesa, apoyó un puño sobre ella y se giró hacia mí, lo observé con el entrecejo fruncido. Él miró a Jared.

—La odiabas ¿no? Hagámosle creer a Safiye que ese odio, esa duda, y la molestia que causa en ti su presencia aún existe, todos en el palacio lo vieron, y se lo confirmaran sí llegara a preguntar, hagámosle creer que tú la mataras de una manera en la que nadie pueda culparte, tiene que ser un asesinato creíble, que se dé justo mientras ella este aquí.

Jared medita las palabras de Van y baja la mirada por unos segundos. Levanta la mirada nuevamente y la clava en él.

—La propuesta es buena, lo que no entiendo es porque tengo que ser yo el asesino teniendo entre nosotros un asesino mucho más creíble, que la matase un vampiro sería más creíble ¿no? — ared apoya sus manos en los bordes de la mesa y se inclina hacia delante, en un gesto retador, sin embargo Van no se queda callado y arremete contra él.

—Lo sería, pero pasa resulta y acontece que ella está en medio de un reino rodeado de lobos ¿Sería creíble que un solo vampiro entrará, asesinara a la portadora del elemento luz y saliera sin un solo rasguño? No lo veo factible.

—¿Quién dijo que saldrías sin un rasguño? —Sheynnis lo miró enarcando una ceja.

—¿Quieres apostar lobita? —le contestó él entre dientes.

Jared se aclaró la garganta y ella dejó de mirar a Van en automático. Adoptó una postura rígida.

—Bien, asumamos que hacemos eso, ¿en qué nos beneficia que ella crea que su majestad ha muerto en manos del heredero de Faes? —cuestionó Frederick haciendo un movimiento con la mano, agitando la manga de su túnica con aburrimiento.

—Cero sospechas, tiempo, y la oportunidad de movernos libremente para dar el golpe en Sunland —contesta Van.

—Al creerme muerta, al creerme verdaderamente muerta, va a relajarse, bajará la guardia, y entonces, será cuando atacaremos —infiero.

Solo así ella estaría confiada. Solo así podríamos entrar a Sunland con la seguridad de que no habrá una emboscada esperándonos. Solo así... podre recolectar la evidencia necesaria para demostrar quién es realmente y las atrocidades que ha estado cometiendo.

—Sí, eso suena excelente, pero con todo respeto majestad, se da cuenta de que estamos hablando de un ejército de guardias de élite contra una manada de lobos, cuatro guardianes de las profundidades, con cuatro lagartijas mágicas y un vampiro. Sí, suena a ventaja ¿no? —ironizo Frederick.

—Se te ha olvidado contarme Frederick —me gire a verlo. —Y no solo es una manada de lobos, tampoco cuatro guardianes, ni un vampiro, es la habilidad de tomar ventaja la que cuenta, de girar las cartas a nuestro favor, utilizando nuestra inteligencia por encima de la magia.

—Calcularemos los hechos según se vayan presentando, no se adelante Frederick —alega Jared cruzándose de brazos, antes de subir una mano hasta su mentón en un gesto pensativo. —Por ahora vamos a hacer lo que mejor se nos da, vamos a acorralarla sin que se dé cuenta de que ella es el objetivo, pero para eso, para poder matarla debemos tener pruebas de que es una bruja, de que su magia es magia negra.

—¿Y sí no resulta ser una bruja? Al menos no una real —ladra uno de los lobos. El único pelirrojo de contextura similar a la de Jared. Por su posición alrededor de la mesa y por la manera en la que le hablo casi podría jurar que es cómo su mano derecha dentro de la manada.

—Nosotros no seremos quienes la juzguen —levanta la mirada hacia mí — pero tampoco nos quedaremos de brazos cruzados a ver la caída de Sunland ¿entienden de lo que hablo? —pasea la mirada por los integrantes de su manada.

—Sí no lo es, será juzgada y exiliada de mi reino, con una sentencia que no le permita siquiera acercarse a la aldea más cercana a conseguir comida —asegure con una voz firme.

Ella se lo merecía. Y sí llego a confirmar mis sospechas sobre ella..., sobre que fue la responsable del exilio de mi familia y de la tortura a la que fueron sometidos mis padres, no dejaré ni rastro de ella.

HELLOOO!!!

Yo sé que ustedes esperaron con ansias este capítulo, así que espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.

Cuéntenme ¿Qué les pareció?

¿Qué dudas o teorías crearon acerca de las tres cortes vampíricas?

Los leo🖤☀️

Nos vemos el próximo lunes.

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