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CAPÍTULO 12

          CAPÍTULO 12

             EL CAOS QUE CREARON

Los nervios me invaden por dentro y ni siquiera me molesto en disimularlo, pero también soy consciente de que no es el mejor de los momentos para estar nerviosa, alguien podría salir sin vida de aquí y ese alguien obviamente es Hansel.

Retrocedí con cautela hasta que mi falda choca con la pila de lingotes de oro, y lo único que se me paso por la cabeza en ese momento fue: o lo hago yo, o lo hace Van, y mil veces yo antes que Van.

—Príncipe Renaldi, por favor...perdóneme —pronuncie viéndolo a los ojos antes de estampar un lingote de oro contra su cabeza. El golpe hizo que Hansel cayera inconsciente al suelo de inmediato, con el cabello empapándosele de sangre a con cada segundo.

—¡Vaya! Empiezas a enorgullecerme — soltó Van con una risita malévola viendo a Hansel tendido en el suelo —Dos segundos más y lo hubiera hecho yo.

—Esto pesa —me queje dejando caer el lingote de oro al suelo.

—Si, la primera muerte siempre pesa, la segunda ya ni se siente. Aunque... este es tu segundo homicidio ¿no?

—¿De qué hablas?¡No está muerto! Esta vivo.

—¿Ah sí? —enarca una ceja divertida —¿Y cómo lo sabes?

—Yo... yo no le pegue tan fuerte.

—Sí claro, y la sangre en su cabeza es producto del suelo ¿no? Como sea vámonos de una vez — sentencio acercándose al portón para abrirlo por completo, esta vez lo hizo solo, tiro de el con tal facilidad que empecé a cuestionarme porque lo ayude segundos antes, sí él posee tal fuerza.

—¿Y él? —señale a Hansel con la mirada.

—Que se quede aquí. Los guardias dijeron que era un lugar seguro ¿no?

—No voy a dejarlo aquí —sentencie y él me miro con mala cara.

—Pues yo no voy a hacerme cargo del paquete —aseguro antes de salir por completo de la bóveda, dejándome sola con Hansel en el suelo.

No podía esperar otra cosa de Van, él odia a Hansel más que a cualquier otro humano y jamás haría nada por él. No tuve que pensarlo mucho antes de hacer un hechizo de levitación y elevarlo en el aire detrás de mí, haciendo que su cuerpo me siga mientras salía de la bóveda. Al Salir me encontré con Van de cuclillas tocando el suelo del lugar como sí lo estudiara de alguna forma.

—¿Qué haces? —pregunte al estar detrás de él. Vi como olía sus dedos índice y medio, lo que me hizo suponer que previamente los puso en el suelo.

—Lena... tenemos que salir de aquí — dijo en un hilo de voz serio y autoritario.

—Lo estamos haciendo ¿no? — respondo con naturalidad.

—No. —Se incorporo y se giró hacia mí. —Esto es una trampa para matarte, la humedad que hay en el suelo no es más que una sustancia altamente inflamable, ¿entiendes? están por prendernos fuego, ¡Abre un maldito portal rápido!

Me quedé pasmada por unos segundos hasta que como pude hice lo que me ordeno. No tenía idea de a donde ir, el único lugar al que había abierto un portal dentro del reino había sido al bosque oscuro, y allí fue dónde terminamos.

—He visto la muerte frente a mi muchas veces, pero, jamás la había sentido así. Depender de la agilidad de alguien más es lo más horrible que he experimentado en la vida.

Escucho rezongar a Van mientras apoyo la cabeza de Hansel sobre el tronco de un árbol. Esta inconsciente, y su cabello está prácticamente empapado de sangre. Verlo así hace que me sienta ampliamente culpable, pero él se lo busco, él me busco, y yo no quiero que me encuentre.

—Deja de quejarte hago lo mejor que puedo —me defiendo antes de girarme hacia Van.

—¿Debería felicitarte entonces? —espetó observando a Hansel. Sé que el haberlo traído no fue la mejor de las ideas, y sé que a él le molesta, pero no puedía dejarlo a su suerte, menos sí le iban a prender fuego.

—Lo siento, pero no podía dejarlo morir ahí.

—Bien, entonces dejémoslo morir aquí —pozo sus manos sobre sus caderas retándome con la mirada.

—Lo único que quiero, es que me ayude a encontrar al verdadero traidor. Tú lo dijiste una vez, él es de la realeza, posee poder y contactos que me facilitarían llegar a mi objetivo. Así que mientras no llegue allí, definitivamente no voy a dejarlo morir —sentencié con determinación como nunca antes lo había hecho, no frente a Van. Él hizo un gesto de rendición y dejo el tema de lado.

—Excelente, sí es tu desición, como quieras. Ahora debemos buscar tu antiguo hogar, aquí afuera y con la cabeza empapada de sangre llamara la atención de más de un depredador.

—¿Te sientes bien con eso? —había olvidado lo que la sangre produce en él.

—¿Sabes? Tu pregunta debería ofenderme, pero en lugar de eso me provocó nauseas, por sí no te has dado cuenta soy alguien que sí tiene gustos, y no cualquier tipo de gustos, mis gustos son gustos buenos. Primero me lanzo de un acantilado y bebo mi propia sangre antes de probar una sola gota de la suya—aseguro molesto.

—Sí, de eso no me cabe duda, tomaste las mejores telas para armar tu propio vestuario —bufe cruzándome de brazos. Porque así lo había hecho, él mismo había elaborado cada una de las piezas de ropa que vestía, y todas con las mejores telas que los nobles me regalaron el día de la presentación.

—No vuelvas a ofender mis gustos así. Y ya vámonos de una vez antes de que el sol me irrite más de lo que ya lo está haciendo.

—Bien.

La luz del sol es escasa en el bosque, por la densidad de su flora, así que los rayos no pasan con facilidad, lo que convirtió el bosque en un lugar seguro para él durante años. Van hizo un ademán de tomar mi muñeca para hacerme avanzar, cuando de la nada una especie de luz verdosa estallo frente a él haciendo que su cuerpo fuera expulsado lejos de mí, estampándolo sobre el tronco de un árbol.

—¡Van! —exclame exaltada al ver como yacía adolorido al pie de un árbol, estaba de rodillas con una de sus manos apoyada en el suelo y la otra sobre sus costillas.

—No se acerque majestad.

Esa voz me hizo detenerme en mi lugar antes de ir en su ayuda.

Me giré hacia el portador de la voz, pero no fue necesario porque en menos de lo que pensé ya tenía a Frederick a mi lado.

—¿Qué haces aquí Frederick?

—Protegerla majestad.

—¿Protegerme de qué?

—De la bestia que tiene en frente ¿De qué más?

—Frederick, la única bestia que tengo frente a mis ojos es usted —le espete molesta.

—No te preocupes, porque dentro de poco vas a ver dos. —Escuche decir a Van mientras se aproximaba a Frederick de una manera impresionantemente rápida, más en cuanto estuvo cerca de él casi a unos escasos pasos, Frederick levanto su dedo índice y medio frente a él y eso basto para que creara una especie de escudo que no le permitió a Van acercarse o sí quiera tocarlo.

Van estaba frenético, no paraba de ejercer fuerza contra lo que sea que Frederick había hecho. Por más que luchaba no podía pasarlo, provocando que su ira creciera y que sus ojos cambiaran de color encendiéndose en aquel verde oscuro brillante al que tanto temía, porque aquel solo era señal de una cosa; sí yo no intervenía esto se iba a poner feo, muy feo.

—¡Basta! — dije con una voz fuerte, pero ninguno obedeció. —¡Basta!

Al ver que ninguno reaccionaba, trate de interponerme en medio de los dos, pero el escudo transparente que había levantado Frederick no me lo permitía, así que como pude me pare frente a él y extendí mis manos en ambas direcciones gritando:

—¡LES DIJE QUE PAREN! —un destello amarillo involuntario se desprendió de mi cuerpo, haciendo que ambos fueran expulsados en direcciones opuestas. Ambos lograron mantenerse en pie de manera impresionante, y es algo que agradezco, porque lo que menos quiero es empeorar la situación.

Aunque ambos desistieron, no dejaban de mirarse como a dos enemigos a punto de matarse, así que me dispuse a hablar antes de que cualquier otra cosa indeseable pasara.

—En primer lugar, Frederick yo no pedí tu ayuda. Y en segundo, Van sabes que debes dejarme a mi arreglar este tipo de inconvenientes.

—Lo siento Lena, pero cuando el inconveniente me agrede, es lógico que quiera arreglarlo a mi manera. El que me busca me encuentra, y el que me golpea a traición... paga con el doble de dolor que yo —aseveró Van con voz profunda. Estaba devorando a Frederick con la mirada de eso no tengo duda.

—Mi deber es defenderla y protegerla majestad, y cuando vi al príncipe Renaldi en esas condiciones no pude evitar pensar que esa... criatura le iba a hacer algo similar.

—Dices protegerla, pero yo me pregunto dónde estabas cuando casi le prenden fuego viva en la bóveda de su amadísimo palacio.

—No tengo porque darle explicaciones a una criatura como tú.

—A él quizá no, pero a mí sí. Y solo para que le quede algo claro Frederick, quien dejo al príncipe Renaldi en esas condiciones fui yo — Frederick se volvió hacia mí con los ojos exageradamente abiertos, como sí no creyera mis propias palabras. Rodo la mirada nuevamente hacia Van quien de brazos cruzados le regalo una media sonrisa maliciosa.

—Esto es, increíble e inaceptable majestad. Y antes de que alguien diga algo, a él hay que tratarle las heridas — dirigió su mirada hacia Hansel, quien yacía varios árboles atrás de nosotros aún sin conocimiento. —Y usted necesita esto —de la manga de su túnica saco un pañuelo verdoso que envolvía a una esfera, lo desenvolvió con cuidado revelando al elemento agua encapsulado, él lo había traído hasta aquí. —Y él —señalo a Van con la mirada—no me interesa en lo más mínimo así que puedes morirte sí quieres, de la reina me encargare yo desde ahora.

—No sigo ordenes de nadie, y menos las de un intento de hechicero como tú.

—Soy un mago real tengo un título...— intento defenderse Frederick.

—Tú maldito título me importa tan poco como tu miserable vida. Y quiero que tengas algo en mente, yo moriré el día en que exista un rival digno para mí, pero tú, morirás él día que yo quiera — la voz de Van era intimidante, se me hizo un nudo en la garganta de solo escucharlo hablar así, y por la expresión de Frederick puedo asegurar que también sintió el peso de esa amenaza.

—Eres muy gracioso ¿sabes? Tanto, que podría conseguirte el puesto de bufón real —contesto Frederick relajado en su defensa, como sí aparentara ignorar la amenaza.

—No creo que salgas vivo de aquí como para hacerlo —Van fingió una sonrisa.

Las miradas acechantes y las amenazas de muerte iban en incremento con forme pasaban los minutos, fue entonces cuando supe que era el momento de intervenir otra vez.

—Basta los dos. ¿Cómo es que tú tienes eso Frederick? — desvíe la atención hacia el elemento en su mano.

—El ataque propinado en los aposentos de la reina pudo ser causado por dos razones. Una: es que quieren muerta a la reina madre para luego deshacerse de usted. Y dos: es que el elemento emana cierta energía que puede ser sentida por practicantes oscuros, sí ellos sintieron la energía venir del palacio, era fácil deducir que quien lo guardaba era la reina madre, dado que es muy conocida por su ambición. Por seguridad fui a buscarlo, dado que yo también puedo sentir su energía, en ese transcurso usted fue escoltada a la bóveda y yo tuve que rastrearla hasta aquí.

Eso explicaba muchas cosas, pero ponía en duda muchas otras...

—¿Y cómo sé que no eres un practicante oscuro?

—Fácil, mis ojos no desprenden humo negro cuando uso magia, usted lo vio cuando me defendí hace un momento. Los practicantes oscuros debido a las artes prohibidas que practican suelen tener las corneas de color oscuro profundo, y cuando usan magia esa oscuridad invade por completo su globo ocular haciendo que de sus ojos se desprenda humo negro.

Aclaradas todas las dudas, decidimos, o más bien decidí, porque Van demostró su absoluto desacuerdo, pero para curar a Hansel el mago era necesario, así que con rezongos o no decidimos buscar la casa en la que solía vivir dentro del bosque para recostar a Hansel. Frederick traía a Hansel flotando en el aire con magia, mientras yo avanzaba como podía arrastrando el vestido no sin antes quitarle el elemento a Frederick para evitar cualquier inconveniente, aunque también lo hice porque estaba harta de oírlos amenazarse el uno al otro, al menos al quitarle el elemento me sentí más segura y las amenazas bajaron.

—Ya no... ya no puedo más—solté de la nada entre jadeos dejándome caer sobre la raíz de un árbol. Estábamos cerca de la casa, pero ya no podía caminar, los tacones los había dejado tirados varios metros atrás, pero el vestido me estaba sofocando. Al sentarme pude darme cuenta de que los bordes estaban llenos de tierra y maleza, quizás el quintal de tierra que recogió mientras avanzaba es lo que lo hizo más pesado.

—¿Qué te pasa? —pregunto Van.

—¿Majestad se encuentra bien? —quiso saber Frederick.

—No —dije llevando una mano hasta mi pecho. —Ya no puedo caminar más, me duelen los pies, no soportare este vestido por mucho más tiempo.

—¿Es en serio? Pensé... no sé qué te había mordido algo —bufó Van, al tiempo que rodo los ojos.

—Majestad eso se puede arreglar —dijo Frederick en un suspiro.

—¿Ah sí? ¿Cómo?  —enarque una ceja.

Frederick hizo un movimiento con los dedos haciendo que un humo verde me envolviese levantándome en el aire, cambiando en tan solo un par de segundos mi frondoso vestido por uno más sencillo que caía hasta mis tobillos. No tenía corsé, ni piedras, ni nada lujoso, era un vestido sencillo y cómodo de color morado.

—¿Mejor? — pregunto él.

—Excelente, tendrá que enseñarme a hacerlo —respondí con una gran sonrisa, ahora sí podía respirar.

—Bien —soltó Van golpeando la cabeza de Hansel con su hombro mientras tomaba la delantera.

Negué con la cabeza, pero no dije nada.

Al llegar a la casa, constate que todo estaba igual a como lo recordaba, el umbral de madera sin barandal, las ventanas de vidrio rotas, el techo viejo y oxidado. Desde aquí casi podía oír los gritillos de mis hermanos corriendo de un lado al otro haciendo enojar a mamá, y aunque era consciente de que ellos ya no estaban más allí, se sentía... se sentía como estar en casa. Me apresure a tomar la delantera para abrir la puerta de madera, misma que chillo abriéndose con un ligero toque de mi parte. La cocina estaba invadida de pájaros y mapaches, mismos que salieron volando y corriendo por las ventanas rotas en cuanto me vieron entrar, los muebles viejos, las cortinas que utilizábamos como puertas para las dos únicas habitaciones y todos los recuerdos que tenía junto a mi madre, seguían allí. A pesar de que muchas veces me he repetido a mí misma que los sentimentalismos me vuelven débil, no pude evitar que el nudo que se formó en mi garganta hiciera que unas pequeñas lagrimas invadieran mis ojos.

Aunque traté de reprimirlas dentro de mis ojos me fue imposible. El recuerdo de todo lo que sufrí y viví aquí, me hacía llenar de rabia e impotencia, porque aun con la posición y las comodidades que ahora tengo, no podía tener lo que dentro de estas carencias tenía, una vida despreocupada, sin intentos de asesinato ni apariencias, una familia de verdad.

Frederick se abrió paso dentro de la casa y anunció que trataría las heridas de Hansel antes de hablar seriamente conmigo. Le sugerí que lo recostara en la antigua cama de mi madre, que era la más grande dado que ella dormía junto a sus dos hijos. Él se perdió en la habitación detrás de la deteriorada cortina y yo...yo me límite a recorrer la casa con la mirada, en cada esquina, encontraba un recuerdo: mamá quejándose del dolor de su espalda, los dos niños saltando a su alrededor preguntándole a quien amaba más, Cheng Cheng tratando de tomar una siesta mientras mis hermanos le echaban agua para molestarlo. Ahora que lo pienso eso es gracioso, mis hermanos siempre buscaban la forma de jugar con él y dado que él nunca accedía decidieron que molestarlo era más divertido que tratar de darle mimos.

—¿Te estas poniendo sentimentalista tan pronto? — y justo esa voz ronca y profunda tenía que sacarme de mis pensamientos.

—Tal vez... solo necesito tomar aire— le conteste intentando ocultar mi mirada.

Salí de la casa sin dar mayor explicación y fui al único lugar que había extrañado tanto dentro de este bosque: el rio.

Escuchar el fluir del agua era relajante, lo amaba, me ayudaba a pensar y al mismo tiempo a no hacerlo. Es irónico lo sé, pero lo amo.

El rio no era profundo, más bien estaba lleno de rocas por las que podía caminar y las que lo hacían estruendoso con el pase del agua. Me acerque a la orilla, metí mi mano en el agua y juguetee un poco con ella, la sensación de relajación fue instantánea, hasta que sentí algo frio caer sobre mi pecho... era el calón. Van me había seguido hasta aquí y me estaba poniendo la joya que haría que mis ojos y cabello cambiaran de color.

—Sí vas a estar aquí, al menos sé tú misma —dijo en cuanto la joya surtió efecto en mí.

—Gracias —agradecí con una media sonrisa, volviendo mi mirada hacía él sosteniendo con una mano el calón que colgaba en mi cuello. —¿Sabes? Tal vez, suene estúpido lo que voy a decir, considerando que probablemente allá afuera haya un asesino en serie queriendo matarme o matar a Cordelia, quien técnicamente ahora soy yo, pero, quisiera, que por un instante pudiera olvidarme de todas esas cosas, y que todo sea como antes, volver a ser yo, no tener que preocuparme por nada ni nadie, solo ser libre.

Él me observo con detenimiento por unos segundos, pero no dijo nada, en su lugar se envolvió en humo negro y adopto la forma de Cheng Cheng, sin duda él había entendido el mensaje. Le regale una sonrisa sin despegar los labios y lo acaricié detrás de las orejas, provocando que de inmediato me pusiera mala cara versión gatuna, haciendo que yo ensanchara más mi sonrisa.

Como en los viejos tiempos, empecé a saltar de roca en roca, aguardando el equilibrio en cada salto. Mientras que mi fiel compañero me observaba desde la orilla, sentado subiendo y bajando su cola a un costado. Yo aprecié el momento enormemente, tanto que olvidé las veces que fui y vine de una orilla a otra saltando, riendo por mis resbalones, evitando las caídas, concentrándome solo en mantenerme seca, olvidándome por completo de todos mis problemas... los problemas que de Cordelia.

La emoción o la ligera alegría que sentía al ver a mi amargado gato observarme en silencio como lo solía hacer antes, no duro mucho, puesto que de un momento a otro perdí el equilibrio en una de las rocas a las que salte, y por consecuencia caí al agua, y aúnque esta amortiguo la caida no evito que me golpeara tanto la espalda como la cabeza. El agua cubrió mi rostro, y aunque no estaba a una gran profundidad, no podía levantarme, algo aparte del dolor me lo impedía...y no supe que era, sino hasta que escuché esa voz.

Debe tomar lo que le pertenece majestad. Tómelo antes de que alguien más lo haga, en los montes al sur de Terra, detrás de la montaña más alta, se esconde quien durante quinientos años ha guardado un gran secreto... búsquelo y libere el elemento encapsulado.

Esa voz, esa voz yo la he escuchado antes, es la voz de... Karina. Me levanté de golpe al tomar conciencia de que me faltaba el aire y cuando me di cuenta ya estaba tosiendo en los brazos de Van. Él había venido hasta mí y me cargo en sus brazos hasta la orilla donde me regaño por descuidada, hasta que finalmente pregunto:

—¿Estas bien?

—La escuche Van.

—¿A quién?

—A Karina, ella me dijo que en Terra se esconde lo que va a ayudarme a desencapsular su elemento.

—¿Qué? Tan fuerte te has golpeado — toqueteo mi cabeza extrañado. —Eso es absurdo ella está muerta.

—Tal vez aun no, tal vez solo pueda descansar hasta que su misión este cien por ciento cumplida.

—¿De qué misión estás hablando?

—De la de darme su elemento, y que este se aposente en mi cuerpo.

Van se quedó en silencio como procesando lo que le había dicho, tal vez dudaba de mi lucides, pero yo estaba segura de lo que escuche.

Sin darle mayor importancia al asunto caminamos de vuelta a la casa, mientras Van se quejaba de que ahora estaba todo mojado por mi culpa, y era una exageración porque comparada con él yo estaba totalmente empapada.

—Frederick —llame adentrándome en la casa, olvidándome por completo que en mi pecho colgaba el calón.

—Intento de hechicero ¿estás aquí?. Yo creo que no, solo escucho dos corazones latir, al menos que el del principito ya no funcione...— se cortó así mismo en cuanto le puse mala cara.

—No está —dije después de verificar por toda la casa que así era.

—¿Y ahora qué?

—No lo sé, Hansel tiene la cabeza vendada, supongo que después de tratarlo fue al palacio.

—Sea lo que sea que haya hecho, da igual, tenía planeado deshacerme de él de todas formas —se cruzo de brazos apoyándose en el marco de la puerta.

—Iré a cambiarme, espera aquí.

Me dirigí a la que era mi habitación y comencé a buscar entre los pocos vestidos que allí tenía, todos estaban rotos, pero he de admitir que eran mucho más cómodos que los que tenía en el palacio. Tomé uno de color verde y blanco, un vestido normal, con mangas que caían sobre mis hombres, y falda que caía sobre mis tobillos. Seque mi cabello, y lo deje libre, sin ningún tipo de ataduras.

Al salir de mi habitación, me encontré con un Van sin camisa sentado en uno de los viejos sofás con cara de aburrimiento... y ¡Estaba sin camisa! Carajo. Ya lo había visto sin camisa por supuesto, pero en aquella ocasión no preste tanta atención a su definida figura dado que estaba frenético por probar mi sangre.

—¿Qué te pasa? — me escuche decir enarcando una ceja.

—¿Qué me pasa de qué? Mi camisa esta toda mojada gracias a ti.

—¿Y no puedes cubrirte con algo?

—¿Con que exactamente? En esta casa no hay nada sofisticado, y no voy a poner sobre mi pecho algo que no esté limpio y sea de calidad —protesto sin moverse del sofa —Aunque, pensándolo bien... ¿se puede saber de qué te asombras? No es como sí no me hayas visto así antes.

—Claro, la misma ocasión en la que casi me dejas sin sangre en el cuerpo, ¿o ya lo olvidaste? —le recordé molesta.

—Si, y recuerdo que ya te pedí disculpas por eso.

 No puedo mentir diciendo que mi mirada se quedó solo en su cara, porque no es así, detalle su torso con mis ojos, Van a pesar de vivir encerrado en el cuerpo de un gato por tantos años definitivamente estaba en forma, sus hombros anchos, sus pectorales perfectos y su abdomen marcado me dejaron...

—¿Impresionada? —enarco una ceja con una media sonrisa. —No te culpo, no existe vampiro que no sea atractivo, y yo, no soy la excepción.

—Si claro, ¡Que egocéntrico! —bufe poniendo los ojos en blanco, hice un ademán de salir de la casa más en cuanto intente poner un pie afuera, él con su habilidad de ser más rápido que nadie se paró frente a mí.

—¿Te vas tan pronto Lena? ¿O es que no soportas la tención? —dijo en un susurro fijando sus ojos en los míos.

Carajo practicamente respiraba sobre mi.

¿Qué le pasa?

Más bien... ¿Qué me pasa?

Es Van es un vampiro, respira Lena, solo es Van. Solo es Van.

—Yo no siento nada, y mucho menos ninguna tención —me defendí, y menos mal pude mantener un hilo de voz fuerte, para sonar segura.

—¿Ah no? Tu corazón no dice lo mismo— se acercó más y más hasta que se inclinó sobre mi para poder susurrar en mi oído —lo escucho latir, lo escucho subir el ritmo, más y más...

Sentir su voz tan cerca hizo que se me erizara la piel, y fue peor, cuando poso una de sus manos sobre la muñeca de una de las mías, al instante sentí un escalofrío subir por todo mi brazo. De allí recorrió todo mi brazo hasta llegar al hombro con la yema de sus dedos, su toque frío pero delicado hizo que me pusiera cada vez más...

—¿Nerviosa? Siento tus emociones a flor de piel Lena —susurro nuevamente en mi oído —Estas nerviosa por mí, más de lo que alguna vez has estado por el princeso ¿cierto?

¿Por qué carajos sigo estatica? No lo sé, pero mi atarantado corazón esta por salirceme del pecho.

—No sé de qué estás hablando —mentí, sí, mentí, porque, aunque mi cuerpo y mi corazón desbocado me delataran, mi razón no me había dejado sola.

—Sí lo sabes —se separó de mi oído, y con la mano con la que había recorrido mi brazo, tomo mi mentón y me obligo a verlo a los ojos justo cuando había cambiado de dirección mi mirada. —Hay tres cosas que no se pueden ocultar en este mundo Lena. El sol, la magia y la verdad.

Subió su otra mano hasta mi mejilla y la acarició con suavidad, haciendo que mis ojos se cerraran instantáneamente por su tacto.

—...vez, tu razón no puede ocultar lo que los latidos de tu corazón y tu cuerpo dicen a gritos, estas nerviosa Lena, y lo que más me gusta de eso, es saber que lo estas por mí.

Abrí los ojos, y en seguida me encontré con los suyos, con esos dos pozos negros que en este momento me estaban volviendo loca. Me estaban haciendo perder la razón y yo, ya no podía seguir mintiendo...

—Me estas...

—¡Majestad!

El llamado en la puerta hizo que nos separáramos por completo, no sin que antes el arrancara el calón de mi cuello, haciendo que tanto mis ojos como cabello volvieran al color castaño y miel respectivamente. No proteste al respecto, solo me centre en salir de la casa en busca de aquella voz, porque siendo sincera mi respiración tanto  los latidos de mi corazón estaban acelerados y en completo desorden allí dentro, lo único que quería era huir de la situación a toda costa y Frederick me había salvado.

—¿Frederick? ¿Qué le ha pasado? —me apresure a acercarme a él, estaba en el suelo sujetando su abdomen, como sí este le doliera. Algo le había pasado estaba claro.

—¿Dónde estaba? ¿Quién le hizo esto? — pregunte mientras intentaba ayudarlo para que se pusiese de pie.

—La reina madre, ella esta furiosa y...  me ha lanzado un ¡Agh! —se quejó, como sí algo lo estuviera consumiendo por dentro. —Un rayo atormentante, que está consumiéndome por dentro.

—¿Qué? No, Frederick, usted no puede morir ahora. Míreme —lo obligue a verme a los ojos — tiene que haber una forma de arreglar esto, lo que sea, solo dígamelo.

—Es... imposible majestad, la vida ya se me está yendo —se quejó, pero al mismo tiempo me pareció que estaba dramatizando.

—No digas eso ¡Van! ¡Van ayúdame! — segundos después de pedir su ayuda, apareció a mi lado con la expresión de fastidio que siempre se carga cuando ve a Federick, no le hacía nada de gracia ver que suplicara por la vida de Frederick.

—¿Puedes hacer algo por él? — pregunte regresando a verlo.

—De poder, puedo. La pregunta es ¿sí quiero? Y la verdad no me apetece — exclamo encojiendose de hombros.

—Van por favor...

—Él fue en busca de su muerte, así que, ni que remedio. Cuando te toca te toca ¿no?

—Haré lo que me pidas, no importa lo que sea, lo hare te lo prometo. Haré lo que sea.

—Tanto te importa la vida de este intento de hechicero como para que me supliques.

—No es su vida lo que me importa, es lo que sabe, y lo que aún no me ha dicho. Él es una pieza crucial para llevar a cabo mi venganza ¿Qué no lo entiendes? —lo mire a los ojos exaltada.

—Está bien, lo entiendo, pero que de una vez sepas que yo no creo en promesas, nadie cumple lo que promete.

—Solo sálvalo Van, nos arreglaremos después, ¿sí?.

Su semblante se suavizo un poco y sus ojos empezaron a teñirse de verde antes de acercarse a Frederick, quien ahora yacía sobre el suelo de madera del umbral. Van se puso de cuclillas frente a él y poso su mano sobre su abdomen justo donde decía dolerle, concentro su energía allí y ejerció según mi punto de vista más fuerza de la necesaria sobre el adolorido abdomen de Frederick.

—¡AHHH! ¡AHHHHHH!

Los gritos desesperados de Frederick, hicieron que las aves alrededor de la casa salieran volando despavoridas, y yo casi podría jurar que Van disfrutaba oírlo quejarse.

—Está hecho —soltó de un par de minutos levantándose muy tranquilo, sus ojos volvieron a oscurecerse y se plantó a mi lado.

—¿Ya está? — pregunte atónita, porque, aunque Frederick había parado de gritar seguía tendido en el suelo sin muchos signos de mejoría.

—Si.

—¿Y por qué yo lo veo igual?

—Porque no todos los cuerpos son iguales, algunos soportan el combate y la destrucción de ambas energías dentro de su cuerpo, y otros no. Y no me mires así que al menos lo intente, que su cuerpo sea igual de inútil que él no es culpa mía.

Me disponía a contestarle cuando:
—Majestad... estoy, estoy, ¡Ja! Estoy vivo— escuche a Frederick decir con una voz jadeante.

—¿Se siente bien? —pregunte al ver que intentaba ponerse de pie.

—Algo... al menos ya no siento arder mis órganos —dijo poniéndose completamente de pie, con algo de dificultad.

—Bien, he salvado una vida inútil —bufó Van adentrándose en la casa.

—Un momento. ¿Él me ha salvado? — pregunto Frederick con un tono de voz alterado.

—En efecto.

—Oh, eso va a pesarme toda la vida —musito poniendo los ojos en blanco. Bajo la mirada por unos segundos y luego volvió a centrarse en mi. —La reina madre esta histérica, la bóveda en la que supuestamente la pusieron a salvo exploto en mil pedazos. El palacio es un caos. Todos piensan que tanto usted como el príncipe Hansel podrían estar muertos, Faes está a nada de declararle la guerra a Sunland, quieren una explicación o un cuerpo que compruebe los hechos, y de haberlo querrán un culpable... la reina madre exploto contra mí, y a estas alturas también debe pensar que estoy muerto.

—¿Qué? —la reacción de Van se hizo ver mucho antes que la mía, porque sí, a pesar de estar adentro aparentemente ignorándonos, lo había escuchado todo. Salió y se estancó en la puerta esperando reacción o más información por parte de Frederick.

—Que ahora es cuando para empezar seriamente la búsqueda de los elementos, sé que los han estado buscando, y voy a ayudarla a encontrarlos, porque ahora tanto su posición como su vida cuelgan de un péndulo, y la única forma que tendrá para defenderse será la misma que utilizo la primera reina de Sunland...poseyendo los cinco elementos.

—¿La reina Scarleth también poseyó los cinco? Pero... ¿Cómo? Sé que ella fue una de las reinas más poderosas de todos los tiempos, pero jamás pensé ni escuche que ella podría haber poseído todos los elementos, menos cuando por años nos han hecho creer que es algo peligroso e imposible para un ser humano, y además... es que no entiendo como eso fue posible. En aquellos tiempos no había registros de nada, ni de magia, ni de los reinos alrededor de nosotros a más del reino sombra.

—Tal vez ella conto con la ayuda de alguien que sí sabía cómo obtenerlos, y en donde buscarlos.

—¿Quién? —pregunte más exaltada de lo que me hubiera gustado, pero en lugar de Frederick quien respondió fue Van:

—Un vampiro.

—Y temo que cualquiera que haya sido la historia, está por repetirse.

Mis ojos se abrieron demaciado por la impreción, mismos que por instinto buscaron los de Van. Nuestros ojos se veían los unos a los otros haciéndose la misma pregunta... ¿Qué significa el que la historia este por repetirse?

Holaa!!! ¿Como va su semana?

La mía intensa, he entrado oficialmente a la Universidad y me han bombardeado con tareas y trabajos😔.

Así que es muy probable que producto de aquello me aleje un poco de la plataforma, pero no crean que por eso dejare de escribir. Tratare de sacar un tiempo a diario para escribir, el problema es que no creo poder subir un capítulo semanal😔. Sí esta listo para el fin de semana, lo subiré lunes, pero sí no pues será en el transcurso de la semana. ¡Así que no se alarmen sí no actualizo rápido! Mi meta es terminar este libro, y lo voy a hacer, lléveme el tiempo que me lleve.

Sin más espero que el capítulo haya sido de su agrado🤗.

Se vienen muchas cosas interesantes e intensas 🤭. Poco a poco les iré revelando más y más secretos que los dejaran😳 jajaja, pero tranquilos sí deciden acompañarme en esta aventura llena de peligros, magia y poder siempre tendrán un lugar en mi corazón💖🖤

Por cierto casi lo olvido😅. En tik tok les he dejado un video estilo booktrailer (ojo no soy muy buena editando pero he hecho mi mejor intento😉) Me ha encantado como ha quedado y espero a ustedes también les guste🤗

Sin más ahora sí me despido, esperando volver pronto con un nuevo capítulo📚

Los quiere Evie🖤💛

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