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CAPÍTULO 10

                        CAPÍTULO 10

La naturaleza de los vampiros

Escapar de Frederick no fue fácil, tuve que inventar varias escusas para poder librarme de él. No sé si lo convencí del todo, pero al menos logré salir de la torre sin él detrás de mi. No entiendo que tiene de malo el termino reina de los cielos, es decir, Karina lo dijo en su última agonía... ella me lo dijo, como puede que no lo haya dicho refiriéndose a mí, sino a otra persona, o a alguien del pasado. Aun no puedo quitarme de la cabeza la imagen de ella agonizando en el fondo del mar con la daga incrustada en su pecho, sus ojos verdes me miraban directamente a los ojos y...

—Estos son los registros que encontré de hace trece años. En ellos hay algo que debería revisar —Hansel pone un libro antiguo y polvoriento en la mesa frente a mi. Obviamente no pude escapar del compromiso que tenía con él, así que en cuanto salí de la torre, tuve que a fuerza venir a la biblioteca real.

—¿Algo en especial que deba saber? —enarco una ceja.

—Léalo por favor —dice con un semblante ¿nostálgico? Bueno, tenía una expresión difícil de definir. No me molesto en cuestionar algo más, abro el libro y lo primero que encuentro allí es la pintura del rostro de mi padre en un pequeño cuadrado en la parte superior de la hoja. Estaba con su traje de ministro color negro y dorado, su semblante es neutro y... y una torrencial oleada de emociones me invadió por dentro. Mi padre era inocente. Mi padre era justo. No merecía morir así, era un buen hombre y la mano derecha del rey, sin embargo, este no dudo en exiliarlo cuando los otros ministros se lo sugirieron. Pensar en esa injusticia es lo que detiene mis lagrimas e incrementa mi colera interior.

Ahogo mis ganas de llorar en un pequeño suspiro y continúo leyendo.

Caso ministro de gobierno Edward Beaumont [Cuarta Era — Año 87]

Acusación: Traición a su rey.

Pruebas: Se lo encontró más de una vez en el palacio del rey Magnus Renaldi Asford de Faes. Se presume que buscaba apoyo militar en el reino vecino para levantarse en armas en contra de su rey.
También cuenta la declaración del hijo de la reina Cecilia Beaumont III, declarando el a ver visto al hoy acusado tener actitudes extrañas dentro del palacio.

Dentro de la casa del acusado se encontraron variedad de armas cortopunzantes, así como mágicas. Se desconoce con que fines las guardaba, y no ha sabido dar explicación aceptable del por qué tenía esa cantidad en su casa.

Apelaciones:

El acusado y su defensa afirman que el lazo que lo une al reino vecino es la amistad con el rey Magnus Renaldi Asford y la amistad entre sus hijos, quienes a futuro estarían comprometidos en matrimonio.

Pare de leer, pare todo... esto quiere decir que estoy comprometida con Hansel ¿estuve comprometida con él desde niña? Niego con la cabeza.

Da igual, de todas maneras, se supone que estoy muerta, papá está muerto, y nadie hizo nada para ayudarlo. La única apelación que existe fue echada a la basura, y probablemente haya sido por el hijo de la reina Cecilia Beaumont III.

—¿Por qué le interesa que yo lea esto? Es decir ¿Qué tiene que ver con los registros de los huérfanos del reino? —pregunte para tratar de evadir la ira que empezaba a consumirme por dentro.

—Lo comprenderá si sigue leyendo —me señala nuevamente el texto.

Sentencia:

Su traición no será pagada con la horca considerando que es un miembro de la familia real, y que esta es la primera vez en casi quinientos años que un miembro de la familia comete tal delito. Sin embargo, los cargos imputados son imperdonables, por lo cual su real majestad el rey Arthur Esteban Beaumont de Sunland decreta exilio para el acusado y los miembros de su familia. Por lo consiguiente, desde este momento, él y sus descendientes no tendrán derecho a portar el apellido de la familia real, por tanto, dejarán de formar parte de la realeza y de este reino.

¿Imperdonable? Lo que ellos nos hicieron es lo imperdonable. Arruinaron a mi familia. Destruyeron nuestras vidas, nos lo arrebataron todo y sin embargo eso no fue suficiente.

Parpadeé varias veces, esto es algo que yo ya sabía, porque yo lo viví en carne propia. Sufrí el abuso, el despojo de nuestras pertenencias y el dolor de mis padres, sin embargo, me limito a cerrar mis puños con fuerza y trato de ocultar mi ira fingiendo ignorancia hacia el tema.

—¿Aun no entiendo que tiene que ver todo esto con la reconstrucción de los orfanatos? —trato de sonar serena.

Hansel se sienta a mi lado en otro sillón, adopta una posición cómoda, antes de empezar a explicar:

—Majestad, sé que esto es muy repentino, y sé que tal vez me estoy metiendo en casos cerrados que no deberían tocarse o abrirse.

—En efecto —le asegure.

—Pero, este caso es especial. El ministro Edward era alguien respetable y muy sabio, uno de los mayores entre los ministros, y un súbdito leal a su rey, más que una relación de monarca y súbdito el ministro Edward era el hermano de su padre... el difunto rey. Claro está que todos los ministros no eran hermanos del difunto rey, algunos eran sus tíos, hijos de anteriores monarcas que no llegaron al trono, pero el ministro Edward era hermano del rey, el único en realidad.

—Ahora que lo menciona creo recordar que varias veces compartí con su familia—hablo desde los posibles recuerdos de Cordelia, porque si, varias veces las dos familias se juntaron para comer. Cordelia, la genuina y verdadera Cordelia, era alguien reservada, no hablaba mucho, pero las veces que nos encontrábamos solíamos sonreírnos la una a la otra, y sí no mal recuerdo ella también jugo conmigo varias veces, solo que los recuerdos de aquella época son confusos dentro de mi memoria cómo para recordar con exactitud su rostro.

—Yo sé que si lo hizo. Y recuerdo también que hay cosas que no están escritas en este papel, hay cosas que muchos prefirieron ignorar...

—Hable claro príncipe Renaldi. ¿A dónde quiere llegar con todo esto? ¿Hay algo que usted sepa que nadie más?

Bajo la mirada hasta sus piernas, soltó un suspiro y volvió a mirarme.

—Sé, y creo firmemente que el verdadero traidor no fue exiliado ese día, el verdadero traidor camina libremente entre los pasillos de este palacio.

—¿Sabe quién es? — pregunte más ansiosa de lo que me hubiera gustado.

—Si lo supiera, créame que lo traería a sus pies, porque confío en que usted le hará justicia al exministro Edwar y a su padre.

—¿Mi padre?

—Si. Discúlpeme si soy algo entrometido y directo, muy directo, a decir verdad, pero dado los hechos no es difícil adivinar que alguien está detrás de la corona. Alguien lo suficientemente calculador que supo mover las piezas que le estorbaban hasta llegar al rey, pero usted logro sobrevivir de su enfermedad, lo que no niego es un milagro, pero esa persona estaba esperando que no lo hiciera.— Se inclina sobre mi hombro para poder susurrar — Ahora usted está en la mira majestad, es por eso que me he quedado en el reino, sí me lo permite, quiero ayudarla a descubrir la verdad, y a hacerle justicia a quienes injustamente fueron juzgados y sentenciados, perdiendo incluso la vida.

Se aleja cuidadosamente para observar mi expresión, la cual mantengo neutra, neutra pero que de cierta manera refleja desconcierto por la ira y la impotencia que llevo y trato de ocultar por dentro.

—¿Usted quiere ayudarme de verdad?

—Por supuesto, Faes le es fiel a la corona de Sun, la cual ahora la ha escogido a usted como su portadora, nuestro deber es seguir y proteger a quien la porta.

—¿Considera esa suficiente razón para que yo confié en usted? —lo veo directo a los ojos.

—La verdad no, sería hipócrita de mi parte decir que confié en mi solo porque soy leal a la corona. Para ser sincero, si tengo un interés detrás de esto... —se corta a sí mismo bajando la mirada por unos segundos —la hija del ministro Edward era mi mejor amiga, cuando paso lo que paso apenas teníamos cinco años de edad, en aquel entonces, ni ella ni yo entendíamos lo que estaba pasando, y aúnque lo hubiera entendido, no hubiera podido hacer nada a esa edad. Pero ahora que cumplí la edad necesaria, supe que no solo era momento de empezar la búsqueda de una vieja amiga, sino también la de la niña que se robo mi corazón desde que me vio por primera vez a los ojos, el amor de mi vida... Alison Malena Beaumont.

Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar mi verdadero nombre en sus labios. No supe como reaccionar exactamente, me sentí acorralada, asfixiada, y como una perfecta mentirosa. Yo estoy aquí, respirando el mismo aire que él, nos separan tan solo unos centímetros, pero el precio de portar la corona, no debe ser otro que este.

No puedo permitirme pensar y actuar desde mi melancolía sentimentalismo, tengo que controlarme, tengo que dominar las polillas en mi estomago. Van lo dijo, los sentimentalismos no me llevaran a ningún lado, debo actuar desde mi posición, desde donde estoy ahora, envuelta en la realeza, bajo un nombre y un cargo que nunca me pertenecieron, pero que por tenerlos debo renunciar a todo lo que antes fue mío, desde mi familia, hasta el mismo amor de Hansel.

—Entiendo —digo finalmente.

—¿Entonces me permitirá ayudarla?
Me detuve a pensar un momento.

Confabular con Hansel es igual a:  problemas con Van.

No confabular con Hansel es igual a: problemas con la reina madre.

Todo es un horrendo lio para mi. Todo. Desde mi identidad hasta mi existencia, es un problema. Pero francamente, y pensando con la cabeza fría si muevo correctamente las piezas en el tablero, podría tal vez...

Mis pensamientos fueron interrumpidos por un estruendo. Las estanterías a nuestros costados se estaban viniendo abajo con todo y libros, una a una caía sobre otra. Me levante del sillón asustada, Hansel miraba hacia sus costados como sí estudiara la situación. La estantería que estaba a nuestro costado derecho estaba por caer y la de nuestro costado izquierdo igual, quedaríamos atrapados bajo el peso de todas las estanterías junto con los libros. Todo paso muy rápido, las estanterías estaban cayendo al mismo tiempo, no supe que hacer o cómo reaccionar, lo único que sentí, fue la mano de Hansel rodeando mi cintura y cuando menos lo pensé estábamos encima de las estanterías que ya yacían en el suelo. Hansel calculo un tiempo exacto antes de saltar para dejarlas caer al suelo y así quedar sobre ellas y no debajo. Debo admitir que no fue cualquier salto fue uno sobrehumano, por no decir sobrenatural.

—¿Se encuentra bien majestad? — pregunta observándome exaltado.

—Si, estoy bien —le aseguro algo aturdida.

—Ve a lo que me refiero, esto fue solo un atentado, de los muchos que vendrán en su contra, y me temo que cada uno será peor que el anterior —me susurra.

Suelto un suspiro. Los aliados son buenos, y Hansel me sería de mucha ayuda para distraer a Safiye. De seguro Van no se enoja tanto, porque lo que voy a hacer lo voy a hacer por mi porvenir.

—Entonces, creo que no tengo más opción que aceptar su ayuda —trato de sonar desolada, casi indefensa como Van tanto me ha insistido que me muestre a los demás. —Pero pondré mis condiciones, no ahora pero si después — sentencié. Si iba a meterme en problemas con Van tenia que ser por algo bueno, por algo a lo cual pueda sacarle provecho.

Las puertas se abrieron de golpe, eran los guardias quienes tras el estruendo entraron en la biblioteca y se apresuraron ayudarnos.

***

Ningún ser humano puede describir a ciencia cierta lo que pasa por la mente de un vampiro. Son físicamente como nosotros, pero tienen algo que los hace especiales, aparte de los colmillos, la sed insaciable de sangre, y la perversión en sus miradas, cada vampiro posee un elemento oscuro que lo hace diferente. La magia como la conocemos no tiene nada que ver con la magia que ellos poseen, son perversos, malvados, y siempre están en busca de poder, siempre están en busca de nuevas víctimas.

Si cree haber visto uno, manténgase alejado e informe lo más rápido posible a un guardia real, si es uno de élite mejor.

 Puras cosas obvias. ¿Esto es lo mejor o lo más profundo que saben sobre ellos?

Después del incidente en la biblioteca la reina madre ordeno que me mantuviera en mi habitación, claramente a ella no le conviene que me muera sin antes dejar un heredero. Lo único bueno de ese atentado fue que varios libros sobre la teoría vampírica desde los ojos humanos cayeron a mis pies, tomé uno como pude y lo traje conmigo, pero de todas formas no encontré nada relevante. Van se encuentra en el cuarto de baño, no sale de allí por ningún motivo, suele cambiar de forma cuando las doncellas entran, pero luego, vuelve a ser él mismo, vuelve a meterse en el agua, y vuelve a hundirse en su intrigante desgracia.

¿Cómo poder ayudarlo? ¿Cómo puedo saber que le pasa? ¿Cómo lo hago sí no se nada de él? Estoy en una clara desventaja, y al mismo tiempo llena de intrigas. Si allá afuera hay vampiros intentando obtener los elementos para atacarme, yo también debería prepararme para su ataque, pero no sé cómo, al menos no mientras este encerrada en estas cuatro paredes, y mientras ese vampiro este perdiendo el tiempo debajo del agua tibia.

Tome la decisión, esto no podía seguir así, lance el libro sobre la cama, me arme de valor y me dirigí hacia el cuarto de baño. Puse mi mano sobre la manija, y sin pensármelo tanto abrí la puerta y entre. El lugar estaba lleno de vapor y un humo blanco que interfería en mi visión. Me adentré temerosa, y ahí lo vi de espaldas, dentro de la tina con el torso desnudo. No le di mucha importancia a mi incomodidad, me acerqué solo lo necesario para poder hablarle:

—Van... ¿Qué te sucede? ¿Estas bien? — pregunto temerosa.

—Vete...— suelta vagamente, como si le costara abrir la boca para hablar.

—No. No me voy a ir y a dejarte aquí así. Ya paso más de un día desde que volvimos de Oceanía, algo no está bien en ti, tu odias el agua...

—Lárgate — pronuncia con el mismo tono de voz que hace un rato.

—¿No estas siendo tu mismo? Algo está mal en ti...

—¿Algo está mal en mí? O este es mi verdadero yo —me espeto con frialdad lanzándome una mirada por encima de su hombro.

Y entonces fue que lo comprendí. Su naturaleza lo orilla a la sangre... sangre humana, misma sangre que no ha bebido en días y probablemente en años. Vio sangre en mi brazo por la herida que me proporcionaron en Oceanía, su instinto debió despertarse con solo olerla, ahora debe estar pasando por una crisis... debe estar reprimiendo sus ganas de atacarme, sus ganas de beber sangre.

Debo pensar rápido. Él necesita sangre y para bien o para mal soy la única humana por esta zona, si lo provoco demasiado, podría perder el autocontrol y atacarme, debo ser precavida... Pero ¿Cómo lo ayudo? ¿Cómo le doy de mi sangre sin que me mate?

Salí del cuarto de baño lo más rápido que pude, tenía que mantener mi herida lejos de él o podrí...

Demasiado tarde.

Van olio mi sangre y su instinto no tardo en hacerse presente. No debí entrar al cuarto de baño, por algo se estaba escondiendo.
Van apareció frente a mi en el pasillo que esta entre las tres puertas de la habitación. Su rostro esta más pálido de lo normal, su aspecto en si lo muestra demacrado, su torso esta desnudo, pero por  lleva puestos unos pantalones oscuros que dejan un rastro de agua a su paso.

Se acerca a mí con una expresión exasperante, mostrándome por primera vez sus colmillos, filosos, y  aterradores. Retrocedo poco a poco hasta que mi espalda choca con la puerta  salón, mismo salón en el que habíamos practicado varios hechizos antes. Van camina acechante hacia mí. Gritar sería fácil, llamaría la atención de los guardias y ellos vendrían en mi auxilio, pero seguramente lo paralizarían y luego lo matarían. Tengo que arreglármelas yo sola.

Tomo la manija y abro la puerta del salón. Entro y la cierro tan rápido como puedo, pero él me gana en agilidad, aparta las puertas, y yo retrocedo todo lo que puedo dentro del salón.

—Van... escúchame, tienes que controlarte —digo, tratando de que entre en  sí mismo.

—¡Te dije que te largaras! —me espeto con una voz ronca, fuerte, totalmente desconocida para mí. Van ya no estaba dentro de sí mismo. Perdió el autocontrol.

—Van ¡Van! —todos mis pedidos fueron en vano, el depredador por naturaleza es más rápido, más calculador, más ágil y más despiadado.

Se abalanzo sobre mi dejándome en el suelo con su cuerpo sobre el mío. Aun podía gritar, pero no quería que lo mataran, no quería que mataran al único ser que aun sabe que existo, que me llama por mi nombre, que me comprende, me mantiene cuerda y que me ha ayudado a sobrevivir en este palacio. No podía hacerle eso en un momento de debilidad...

Me mantuve quieta reprimiendo mis lagrimas. Él por su parte, rasgo la manga de mi vestido con brusquedad justo donde tenía la herida y clavo sus colmillos allí. El dolor que sentí es indescriptible, sentí claramente como extraía el liquido de mi cuerpo. Se había vuelto todo lo que los libros decían (Una bestia). Pero yo sé que él está fuera de control, sus ojos están perdidos en un intenso verde, tengo que lograr que vuelvan a ser negros antes de que me robe el ultimo suspiro de vida. Y aunque lo hiciera, me acogería a las palabras de Karina Si voy a morir, moriré a manos de quien este a la altura de mi muerte. Y sí hay alguien que por lo mucho o lo poco que ha hecho esta a la altura de mi muerte ese sin duda es él.

Aun con el dolor que siento por la mordedura en mi brazo, busco su mirada. Al principio no cuento con mucha suerte, más en el momento exacto en que nuestras miradas se intersectan  siento como una lagrima escapa de uno de mis ojos sin que yo pueda evitarlo cae por una esquina del rabillo del ojo, él lo nota, y yo aprobecho para hablarle:

—Van... vuelve a mí.

Lo llamo nuevamente, buscando que vuelva en sí. Van me observa con detenimiento, sé que ve el dolor en mis ojos porque me veo reflejada en los suyos, más cuando poco a poco ese verde profundo y brillante se pierde en las sombras del color negro, él vuelve. Al momento en que su iris cambia de color, se da cuenta de lo que esta haciendo, e inmediatamente se separa de mí.
Retrocede una distancia considerable casi aterrado.

Cierro los ojos y lleno mis pulmones de aire. Subo la mano de mi bazo contrario hasta la herida y me cerciero de que aún vivo cuando suelto una bucanada de aire.

Con el brazo adolorido intento sentarme, después de varios intentos lo logro. Él me observa aterrado, confundido, como si terminara de procezar lo que hizo.

—¿Estas bien? — pregunta acercándose a mi con cautela.

—Después de una mordida ¿tú qué crees? —contesto entre dientes.

—Yo... no puede ser— dice exasperado observando mi brazo —me descontrole... lo siento mucho, créeme cuando te digo que no quería hacerlo.

—Lo sé. Me dolió, y créeme cuando te digo espero que este dolor pese sobre tu conciencia. —niega con la cabeza y su expresión se suaviza. —Aunque debo reconocer que al mismo tiempo extrajiste el dolor... la herida que tenía ya no está oscura ¿Por qué? — pregunte observando la parte de mi brazo dónde él puso sus colmillos. Y en efecto él color negruzco que rodeaba la herida, había desaparecido.

—Extraje parte del veneno, tú piel estaba intoxicada, pero tu torrente mágico esta compuesto por el elemento luz y el no permitiría que la energía oscura corrompiera tu interior, por eso la herida no se hizo profunda, y aunque te dolía no te mataba, porque tu cuerpo estaba luchando para expulsarla —explico ayudándome a ponerme de pie.

—¿Y porque no me explicaste eso antes?

—Porque no tenía tiempo.

—Te estaba consumiendo por dentro ¿verdad?

—¿El qué ?

—Las ganas de beber... sangre humana.

Posa sus dos manos sobre sus caderas y suelta un suspiro. Muerdo mi labio inferior esperando no haber preguntado algo que no debía.

—Lena, no se trata solo de sangre humana, sobreviví bebiendo sangre de animales de todo tipo dentro del bosque, algunos más repugnantes que otros, pero me mantenía, pero ahora, no existe tal fuente de supervivencia para mí, y...

Lo interrumpí.

—Espera. Me estás diciendo que desde que vinimos al palacio no habías consumido nada.

Su silencio me lo dijo todo, era cierto, y lo sorprendente es que había durado tanto sin descontrolarse, lo que significa que tiene un autocontrol bastante avanzado, pero lo perdió en cuanto el hambre fue más grande que el mismo.

 
—No tengo la capacidad de ayunar tanto tiempo, menos con la tentación frente a mis ojos — musito finalmente.

—Si querías algo de sangre pudiste habérmela pedido, no es que no tenga, tampoco es que me sobre, pero pude haber evitado que calleras en esta crisis —lo señalo haciendo referencia a su aspecto.

—Estas loca, tu sangre es un veneno mortal para mí. Pudiste haberme matado en el mismo momento en el que te mordí, ¿o ya olvides que posees el elemento luz? Cazadora. Un destello en tus ojos activaría un drenaje de luz a través de tu sangre, lo que causaría en mi interior un caos y una guerra interna dentro de mi cuerpo.

—Provocándote la muerte... — deduje.

—Exacto. Mi abstinencia me llevo a olvidar ese detalle, me olvide de todo, es la primera vez que me pasa algo así, pensé que si sometía mi cuerpo al calor pasaría, pero solo lo empeoro —confiesa. 

—Y empeorara si sigues ayunando de esa forma. Sé que eres alguien fuerte, y sé que no te importa sufrir dolor, pero sí esto se vuelve a repetir...

Me señalo con su dedo índice y me interrumpió súbitamente.

—Sí esto se vuelve a repetir debes matarme. Sí esto se vuelve a repetir activas con tus ojos el elemento y me matas, y sí eso no funciona grita, pide ayuda, no importa si muero, yo ya no tengo un fin en específico, pero en cambio tú. Tú debes vivir, con o sin mi debes seguir con los planes, tienes en tus manos la posibilidad de hacer justicia, de acabar con tus enemigos y de marcar la diferencia.

***

Mis doncellas retornaron justo al ocultarse el sol, la reina les impuso un severo castigo por dejarme sola, tal fue la agresividad de esa mujer que a algunas incluso les costaba mantenerse de pie, todas estaban adoloridas y marcadas. Todo por mi culpa, se suponía que la reina madre no se enteraría de que las hice dejarme sola, a pesar de mis intenciones con acabar con mis enemigos, es imposible que no me pese la conciencia cuando veo que en ocasiones también actuó como un monstruo que solo crea caos y dolor a su paso. Ellas no se merecían eso, solo cumplían órdenes. Al ver el dolor en sus pasos, como un intento de disculpa les pedí que se fueran a descansar temprano e hice que en secreto el medico real tratara sus heridas, era lo menos que podía hacer por ellas.

Camino hacia el balcón guiada por la luz de la luna que se cuela entre las puertas abiertas. Van esta allí de espaldas, su aspecto cambio bastante después de beber mi sangre, parecía que la vida le había vuelto al rostro, se arregló, se cambió y volvió a ser el mismo de antes, físicamente hablando, porque, aunque no lo admite del todo lo que paso le afecto más a él que a mí, sé que no quería hacerme daño, y sé que aquello le pesa porque piensa que perderé la confianza en él. Y aunque eso sería lo más lógico después de lo que paso, no puedo hacerlo, en mi mente hay una negación que me impide hacerlo, él es el único en quien confió plenamente dentro de este palacio, el único que entiende las causas de mi lucha y el único que me apoya y ayuda sin juzgarme, lo que paso clasifica como una acción no intencional, y no podría culparlo por su naturaleza, además de que su descontrol también fue mi culpa por no ayudarlo a consumir algo con antelación.

—¿Cómo te sientes? —pregunto al acercarme a él.

—Eso debería preguntártelo yo a ti.

—Estoy bien, mi brazo mejoro notoriamente, empezó a curarse después de lo que hiciste y ya no tengo ninguna herida, solo quedan... solo queda la marca de la mordida.

En efecto, lo único que quedaba a la altura de mi hombro era la marca de sus colmillos. Ya no dolía, y no me sentía mal de ningún modo.

—Quedara una cicatriz —dijo observando mi brazo— pero será pequeña, sé que podremos cubrirla con maquillaje... sí es que aun quieres que continue aquí.

Soltó apenado, ni siquiera podía mirarme a los ojos, Van se veía, y se mostraba arrepentido.

—¿Qué te hace pensar que no? Tuviste una crisis puedo entender eso...

Me interrumpió, y esta vez levanto la mirada.

—Una crisis que pudo haberte matado ¿entiendes eso? Somos totalmente opuestos, un arma viva de destrucción contra el otro, podríamos matarnos mutuamente en el momento menos pensado.

—Pero no lo haremos, porque a pesar de que las armas existen no hay emociones que nos motiven a usarlas. Tú has estado a mi lado desde el día cero, has podido matarme de muchas formas durante todos estos años, pero no lo has hecho y quieres que te diga ¿por qué? — no espero respuesta, solo continúo hablando— porque me necesitas tanto como yo a ti. No sé de que forma me necesites tu a mi exactamente, pero yo a ti te necesito como el cielo a la luna cuando llega el atardecer, necesito alguien que ilumine este camino de penumbras que me arrastra a la desgracia más inevitable del ser humano... la muerte.

—Es probable que tengas razón, nos necesitamos el uno al otro, de distintas formas y con distintos fines, pero aun así... ¿No desistirás de la idea de que siga contigo a pesar de lo que te hice?

—Me hiciste un favor, ayudaste a curar mi herida —me encogí de hombros. — Y no, no vas a librarte de mi al menos que me claves una daga por la espalda ¿entiendes lo que digo?

—Que directa. —Admitió mirándome con asombro. —Te he sido leal por muchos años, y lo seguiré siendo, pero debo encontrar una fuente de alimento para mí, o me convertiré en una bestia sin autocontrol.

—Ya pensé en eso.

Me adentré en la habitación y después de asegurarme de que me había seguido, abrí un portal hacia el bosque oscuro en una pared.

—Mientras yo duermo tú puedes ir de cacería —le digo señalándole el portal.

Me mira con desconcierto, pero al mismo tiempo con un aire de satisfacción, cada vez me cuesta menos utilizar el elemento luz, empiezo a volverme más ágil a la hora de abrir portales, y sé que eso le causa satisfacción.

—¿Me vas a alimentar? —enarca una ceja —¿Alimentaras con la sangre de tu pueblo al enemigo para tu beneficio? —su mirada se torna felina y divertida al mismo tiempo.

—No sé dé que te sorprendes. Los animales que habitan en el bosque tarde o temprano se matarán entre ellos o morirán por naturaleza, lo he visto porque viví ahí. Solo te estoy enviando a adelantar su proceso y de paso a que tomes algo de vitamina, creo que te hará bien quemar energía, despejar tu mente, no lo sé... estar aquí encerrado te está haciendo daño— hice una pausa para tomar aire antes de aclarar algo que estaba escapándoseme. — No eres mi enemigo, eres el de ellos, el de los que me hicieron daño... y el enemigo de mis enemigos, es mi amigo ¿Has comprendido?

No dice nada, pero sé que lo que he dicho ha sido una melodía para sus oídos. Él quiere que sea fría, calculadora, y que actúe de acuerdo a mi propio beneficio, y es exactamente lo que estoy haciendo en adelante, porque será la única forma en la que lograré sobrevivir.

—Abriré el portal mañana en la mañana para que regreses, solo asegúrate de llegar a tiempo al mismo árbol al que el portal se abre.

Asiente con la cabeza y avanza hacia el portal. Antes de entrar regresa su mirada hacia mi.

—Eres demasiado buena siendo mala para ser humana. Ellos no te merecen —fue lo último que escuche antes de que su cuerpo atravesara el portal.

No sé a qué se refirió con esa última frase, pero me dejo pensando mientras vi el portal cerrarse. Mi desconcierto me llevo a empezar a hablar conmigo misma:

—Esto es cada vez más peligroso para mí, para él...

—Y para todos ¿Qué cree que está haciendo majestad? ¿De verdad cree que ese vampiro la llevara por un buen camino?

Las palabras se congelaron en mi garganta, esto no era posible, esa voz era la de...

Helloooo!!!

Eh aquí la actualización de la semana.

Las cosas empiezan a complicarse ¿eh? Pues sí esta historia a mi parecer no es una historia que contenga un gran romance como suele verse en otras (no es que no vaya a haber por supuesto que lo habrá) es una historia llena de intrigas, misterio, y les aseguro que cada capítulo los dejara pensando seriamente en lo que pasara en el siguiente, porque en Sunland nada es seguro y todo puede suceder más si la magia está de por medio.

Gracias por acompañarme hasta aquí y ser parte de este sueño. Nos vemos el próximo lunes con más de Sunland 😉

Los quiere....

Evie 🖤💛

Sí quieren conocer datos curiosos sobre los personajes y tener adelantos de la historia pueden ir a mi cuenta de instagram y encontrarme como Evie_202111

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