Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 47. ¿Mi reina?


¿Mi reina?

Papá insistió en examinarla, a pesar de que Ada aseguró una y otra vez que se encontraba bien. Lo cierto es que Arus actuó con tanta rapidez que su caída apenas había durado unos cuantos segundos, no los suficientes como para hacerse daño.

—Ella está bien —dije en voz alta para que todos se calmaran, incluyéndome a mí mismo—, los accidentes pasan.

—De hecho estoy hambrienta —habló Ada en un claro intento de cambiar de tema, ansiosa por dejar de ser el centro de atención—. ¿Podemos ir a comer algo, por favor?

Papá y yo nos miramos. Antes del entrenamiento me había acercado a él para preguntarle si podíamos hablar y accedió, prometiéndome que lo haríamos después de la sesión.

—¿Por qué no te adelantas? —se dirigió a su hija—. Ami ya debe estar en la cocina, podrías comer con ella. Dile que no tardaremos.

Ada nos observó con cierta intriga, pero pareció guardar sus preguntas para más tarde.

—De acuerdo —accedió—, practicaré apareciendo en la cocina.

—Tal vez lo mejor sea que yo te deje —mencionó Arus con disimulo.

Mi hermana suspiró, resignada.

—Está bien —dijo acercándose al hada, antes de desvanecerse juntos.

Caminé por el techo del castillo hasta alcanzar mi playera, pero no me la puse porque ya estaba pegajosa y sucia. Escuché el susurro de los pasos de mi padre y adiviné que él me estaba siguiendo, me giré con una sonrisa que esperaba fuera tranquilizadora.

—¿Qué te parece? —pregunté refiriéndome a Ada.

—No lo está haciendo nada mal —admitió él sin despegar sus ojos verdes de mí—. ¿De qué querías hablar? ¿Necesitas ayuda?

—Quería pedirte algo —admití, los nervios hicieron que mi sonrisa se encogiera un poco.

—Me estás inquietando, hijo.

—No es nada malo —lo calmé— o al menos espero que no te lo tomes como nada malo.

Él ladeó su cabeza, apenas un poco.

—Pruébame.

Lo miré a los ojos porque quería poder evaluar su expresión en cuanto se lo dijera y él me sostuvo la mirada, lleno de curiosidad.

—Quería saber si podrías prestarme tu cabaña en las colinas.

La sorpresa llenó su rostro y sus labios se entreabrieron, pero pareció pensar con mucho cuidado las palabras que estaba a punto de decir.

—¿Puedo saber la razón? —preguntó.

—Le pedí a Flor que se mudara conmigo —confesé con seguridad— y creo que sería lindo vivir ahí con ella.

Papá se quedó quieto durante un momento, después se llevó una de sus manos a la barbilla para acariciarla repetidas veces, aunque no estaba seguro de si ese era un gesto nervioso.

—Si te molesta, podría construir mi propia cabaña...

—No estoy molesto —aclaró y su rostro sereno confirmó sus palabras—. Solo estoy procesando.

—¿Qué es lo que necesitas procesar?

—Bueno —respiró hondo— mudarte con alguien es algo serio, hijo. Un paso muy importante, ¿estás seguro de querer hacerlo?

—No es un capricho, si es lo que te preocupa.

—Nunca fuiste un niño caprichoso —respondió mirándome de pies a cabeza—. De hecho, ya no eres un niño para nada. Ahora eres un hombre.

Inconscientemente, saqué un poco el pecho al escucharlo. Sus palabras me hicieron sentir orgulloso.

—¿Eso es un sí?

Él dudó, apenas una sombra que cruzó por sus ojos y que yo alcancé a notar.

—Sabes que mi cabaña es tuya... —empezó a decir.

—¿Pero?

Papá sonrió con un amago de tristeza.

—Pero eres mi primogénito —respondió con cautela—, el príncipe heredero al trono y el futuro rey de Sunforest.

¿Estaba en mi destino convertirme en rey? Negué con la cabeza para ahuyentar aquellos pensamientos, no era momento para ellos.

—Sin importar en donde viva —lo tranquilicé— no dejaré a un lado mis obligaciones.

—Eso no es lo que me preocupa.

—¿Entonces qué? —pregunté.

—¿Qué significado tiene para ti el hecho de mudarte con Flora? ¿Y qué significa eso para ella?

—Significa que nos amamos —contesté como si fuera obvio.

—Sé que se aman —admitió— pero más allá de eso, ¿qué significa para ustedes vivir juntos? Significa, por ejemplo, que cuando llegue el momento ¿ella estará dispuesta a ser tu reina?

Me congelé al escuchar aquella pregunta.

—¿Mi reina? —repetí.

—¿Le has preguntado si es un cargo que ella quiere?

—No —admití.

—Eres el futuro rey de Sunforest —volvió a decir— y yo esperaría que la pareja con la que decidas vivir esté consciente de lo que eso implica.

Y entonces lo comprendí, esa era la razón por la que Flora se estaba tomando tanto tiempo para pensar en mi propuesta. No era por nosotros, sino por lo que aquello implicaba para ella.

—No me ha dicho que sí —le confesé.

Papá me miró con cariño, leyendo mis pensamientos.

—No deberías presionarla —me aconsejó—, es una decisión que necesita tiempo.

—Se lo estoy dando.

Él asintió, acercándose más a mí.

—Como rey, es mi deber hacerte esta pregunta —avisó, mirándome con un gesto de disculpa—. Si quitaras tus sentimientos de en medio, si no amaras a Flora en absoluto ¿aún así la escogerías como tu reina?, ¿es lo suficiente capaz como para llevar la corona?

Era difícil responder esa pregunta, sobretodo porque no podía desaparecer mis sentimientos hacia ella como por arte de magia. Intenté imaginar cómo sería todo si yo no la amara, pero aquello no cambiaba absolutamente nada, con o sin mi amor Flora seguiría siendo Flora.

—Ella sería una reina bondadosa —respondí muy seguro— buena y leal. Tal vez un poco tímida al principio... tal vez necesite ayuda en las asambleas para poder expresarse adecuadamente y sin miedo, pero en cuanto tome confianza se convertirá en alguien que todos querrán escuchar. La escogería mil veces con los ojos cerrados.

Papá me dedicó una sonrisa genuina.

—Y como tu padre te pregunto, ¿estás seguro de querer abrir tu corazón de esa manera?

—Completamente —le prometí—. Si ella acepta mi corazón es suyo.

—Tu madre se pondrá loca de la emoción en cuanto se entere de esto —para mi sorpresa, él sonó feliz—. Una cosa más, sabes que deberás volver al castillo después de tu coronación, ¿verdad?

—Lo sé.

—Podríamos intercambiar papeles —sugirió— en cuanto seas rey, tu madre y yo podemos mudarnos a la cabaña para que Flora y tú vivan aquí. Hay espacio de sobra para que puedan formar una familia.

Mi propia familia, pensé con una combinación de miedo y felicidad. Alcé mis ojos, mi padre estaba evaluando mi reacción.

—¿Y si me dice que no? —logré expresar mi miedo en voz alta.

—En ese caso... —dijo pensativo— probablemente tendrá que esconderse de Ada por el resto de su vida, porque tu hermana perseguirá a cualquiera que te rompa el corazón. —Reí y estaba seguro de que esa era la reacción que él esperaba—. Jared —me llamó con una advertencia llena de cariño— probablemente lo que estoy a punto de decirte suene horrible pero, ¿sabes qué ella tiene derecho a decirte que no, verdad?

—Si, lo sé —acepté.

—Y eso no significa que no te ame —aclaró rápidamente— porque a estas alturas estoy seguro de que lo hace, pero ella está en su derecho de rechazar un cargo que no quiere o para el que no se siente lista. Y eso no significa que haya algo malo contigo.

—Lo sé —repetí y aunque esa posibilidad dolía, también sabía que podía llegar a ser cierta.

Papá debió notar mi silencioso miedo, porque eliminó la distancia entre nosotros y apretó uno de mis hombros con fuerza.

—Ya verás como todo sale bien —dijo para tranquilizarme— se nota que Flora y tú están hechos el uno para el otro, ella solo necesita un poco de tiempo para asumir todo lo que su amor hacia ti conlleva.

—¿No es injusto? —le pregunté—. ¿Pedirle que renuncie a una vida normal por mí?

—¿Y hasta ahora te das cuenta? —preguntó con algo de diversión, pero también con una chispa de preocupación.

—No tenía idea —me sinceré—. Cuando la conocí me gustaba y ya, nunca vi venir que todo esto se volvería así de serio.

—Eso es bueno —respondió calmado— significa que estás sentando cabeza y me alegra que sea con ella, tus conquistas anteriores dejaban mucho que desear.

Me encogí de hombros, completamente despreocupado.

—Eran solo eso, conquistas pasajeras.

—Si te hace sentir mejor —continuó él, palmeando mi espalda— yo lo hice por tu madre.

—¿Qué cosa?

—Renunciar a una vida normal... para convertirme en su rey.

Lo observé como si de pronto tuviera a un completo extraño frente a mis ojos, para mí él siempre había sido un rey y no lograba visualizarlo de otra manera.

—¿Te has arrepentido alguna vez?

—Ni un solo día —respondió con seguridad—. Amira lo vale, de la misma manera en la que tú lo vales. Flora no está contigo porque le interese el trono, de eso ya me aseguré yo, ella está contigo porque te quiere a ti.

Respiré hondo, intentando controlar todo lo que estaba sintiendo.

—Y yo la quiero a ella —le confesé—. En verdad la quiero, papá.

—No pensé que algún día llegaría a verte tan enamorado como yo —dijo con un orgullo evidente en su voz—, me siento muy feliz de que me lo hayas contado.

Sonreí al sentir su felicidad y por un momento me pareció que ese pequeño espacio que se había formado entre nosotros a raíz de mis últimas mentiras, desaparecía de pronto y volvíamos a ser los mismos de antes.

—En verdad necesitaba tener esta plática contigo —comprendí en voz alta.

—Yo también te extrañaba —dijo él dándome un rápido abrazo—. Avísame cuando Flora tome su decisión, ¿de acuerdo?

—Claro

Nuestro abrazo fue interrumpido por el rugido de una explosión y el suelo —o más bien el techo— que estaba a nuestros pies se cimbró con tal fuerza que fue como si estuviera temblando... solo que nunca temblaba en Sunforest.

Papá y yo nos separamos, los dos alertas y con los nervios a flor de piel.

—Eso fue dentro del castillo —murmuró antes de desaparecer.

Yo lo seguí.

Sabía que Ada y mamá estarían en la cocina, así que lo más lógico era que papá se dirigiera ahí primero. Los dos aparecimos juntos, ambos en posición de ataque, pero al ver la escena frente a mis ojos dejé caer los brazos y la mandíbula, observando todo con la boca abierta.

Al notar nuestra presencia, Ada colocó las manos detrás de su espalda y nos miró con su mejor cara de inocencia. Mamá estaba detrás de ella, pálida y en el mismo estado de shock que nosotros dos.

—¿Qué fue lo que pasó aquí? —preguntó papá, incrédulo.

Había un demonio enorme —de esos que tenían forma de perro pero eran del tamaño de un caballo— atravesado en la mesa de la cocina. Parecía aturdido, pero papá no se detuvo a averiguarlo y con un potente rayo le atravesó la cabeza para destruir su cerebro. Después de eso, su cuerpo se convirtió en humo y desapareció, dejando un revoltijo de comida en la mesa, platos rotos y, por alguna razón, todas las ventanas de la estancia destruidas.

Mamá no respondió a la pregunta de papá, pero miró a Ada casi como si la estuviera señalando. Mi hermana pestañeó varias veces seguidas y continuó en su papel de inocente, pero la sonrisa que comenzaba a formarse en su rostro la delató.

—Lo siento si tenían hambre —se disculpó— he arruinado la comida cuando aturdí a ese demonio que entró por la ventana para atacarnos. Por cierto —canturreó orgullosa—, lo he hecho yo solita.


Creo que este es uno de mis capítulos favoritos. No sé, se me hace tan tierna la plática padre e hijo, me recuerda todo lo que Joham ha evolucionado para llegar hasta aquí. <3 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro