Capítulo 10. Pistas.
«Pistas»
Cuando desperté me dolía todo el cuerpo, abrí los ojos un segundo y noté que tanto Amira como Jared seguían completamente dormidos. Volví a cerrarlos, tal vez podría dormir un poco más.
Los abrí de nuevo y casi grito cuando descubrí a una figura parada junto Amira.
—Arus —gruñí en voz baja y con los dientes apretados—. ¿Qué haces aquí?
¿No podíamos tener ni un poco de privacidad?
—Solo verificaba que estuvieran bien —dijo y alcancé a notar algo de preocupación en su voz.
¿Arus preocupado? Me puse de pie y le hice una seña para que saliera de la habitación. Aún no quería despertarlos.
—¿Hay algo que debería saber? —pregunté tras cerrar la puerta del cuarto.
—Tengo hadas custodiando tu hogar —confesó.
Lo miré, incrédulo.
—¿Por qué? —no era un reclamo, sino sincera curiosidad.
—La amenaza contra ustedes es obvia y no permitiré que dañen a Amira, o al futuro rey.
Así que Jared también le gustaba a Arus, parecía que yo era el único en su lista negra.
—Gracias —dije tragándome mi orgullo. Me gustaba la tranquilidad de saber que Amira y Jared estaban siendo protegidos—. Dandelion y yo iremos hoy a los lugares donde se han suscitado los incendios en busca de pistas, ¿te nos unes?
El hada me miró con sorpresa.
—Claro —respondió de inmediato.
Nos llevó toda la mañana recorrer los lugares de los primeros tres incendios. Todos habían sido pequeños y no habían logrado dañar gravemente al bosque. Un cosquilleo extraño recorrió mi cuero cabelludo, pero no alcancé a comprender porqué.
Tampoco había ninguna pista. Ni huellas ni indicios de que alguien hubiera estado ahí, como si todo hubiera sido natural.
Cuando llegamos al castillo un escalofrío recorrió mi cuerpo. La piedra de la fachada estaba completamente negra, chamuscada. La estructura se veía débil y recordé lo mucho que nos había costado apagar el fuego.
—Los incendios anteriores fueron solamente una práctica para poder lograr esto —comprendí—. Esta era su meta.
Afortunadamente, la única pérdida había sido lo material y nosotros estábamos bien, aunque el causante seguramente estaría enfadado por eso. No pude evitar mirar a mi alrededor, esperando encontrar a alguien observándonos escondido entre los árboles.
—Con la ayuda de todos podremos arreglarlo rápido —aseguró Dandelion.
—No hay prisa —aclaré—, prefiero que nuestras energías se concentren en encontrar al culpable.
Entramos al vestíbulo desecho y Arus se puso de cuclillas para colocar su palma extendida sobre el suelo.
—Hay algo que no me gusta de todo esto —dijo en voz alta—. Hay una energía extraña
—Amira también dijo que tenía un presentimiento extraño —dije recordando sus palabras—. ¿Podría ser posible que Isis...?
Él negó antes de que finalizara mi pregunta.
—La reina y yo le arrancamos el corazón, no hay manera de superar eso. Tiene que haber otra explicación.
Pasé una mano por mi cabello, toda esa situación comenzaba a ponerme nervioso. Los recuerdos del incendio volvieron a mi mente, el fuego, el humo y mi repentina debilidad. Tenía la sensación de ya había vivido esto antes, de que las respuestas estaban en la punta de mi lengua y no alcanzaba a verlas.
Recordé como me fue imposible continuar mi búsqueda y caí agotado. Nadie me había dicho nada, pero sabía que fue Arus quien me salvó, gracias a las palabras que alcancé a escuchar de Ami cuando estaba recuperando la consciencia.
Carraspeé para volver a tragarme mi orgullo, por segunda vez en ese día.
—Gracias por entrar por mí. No debiste ponerte en peligro —dije evitando ver al hada, pero Arus comprendió que aquello era para él.
—No lo hice —aclaró encogiéndose de hombros—. Te traje con mi mente, sin necesidad de entrar al incendio. De no haberlo hecho Amira se hubiera puesto en peligro. A veces es muy terca.
Me detuve en seco, congelándome.
—¿No entraste por mí?
—No —respondió, seguro pensando que mi tono de voz era un reproche.
—¿Qué sucede, Joham? —preguntó Dandelion al notar mi alarma.
—Había alguien en el incendio conmigo —informé—, primero pensé que era Jared pero después asumí que había sido Arus.
—Yo no entré —repitió el hada, esa vez pensativo—. Estaba buscando a Jared y Samara con mi mente cuando aparecieron junto a nosotros. Entonces, me concentré en ti.
—Eso quiere decir que el culpable estaba ahí. Conmigo.
El silencio inundó el lugar y los tres intercambiamos miradas tensas. Mi mente se movía a toda velocidad intentando encontrar la lógica de aquella nueva información. Él había estado ahí conmigo, lo que significa que también con Jared y Samara. Inició el incendio sabiendo que mi hijo se encontraba indefenso.
—Debo volver a casa —dije de pronto ansioso por encontrarme lejos de ellos.
—Ve. Nosotros investigaremos un poco más —dijo Dandelion.
Cuando aparecí en la cabaña Amira alzó su vista para mirarme, intrigada. Estaba de pie frente a la ventana, vestida con un vestido turquesa holgado que resaltaba sus ojos. Iba descalza. Me miró con cautela, tal vez esperando malas noticias.
—¿Encontraron algo?
Negué con la cabeza.
—Dandelion y Arus se quedaron en el castillo, pero no había mucho que pudieran hacer —respondí acercándome a ella—. ¿Ustedes están bien?
Ella asintió.
—Jared está tomando una siesta —anunció—, creo que el haber hecho magia lo ha dejado agotado
—Es normal, su cuerpo no está acostumbrado. Además también es humano, podría ser diferente para él.
—Me imaginé —respondió ella inusualmente tranquila y después señaló la ventana con su cabeza—. ¿Sabías que tenemos compañía?
—Arus lo mencionó —admití acercándome a la ventana. Las hadas estaban en su forma lobuna, custodiando la cabaña con fiereza. Eso volvió a darme tranquilidad—. Tal vez es lo mejor.
Amira volvió a mirarme, con una ceja levantada.
—¿Tú aceptando ayuda de Arus? —dijo—. Algo debe ir muy mal.
—El culpable del incendio estuvo conmigo cuando llegué al vestíbulo —confesé con la mayor tranquilidad posible, para que ella no se alterara.
—¿Lo reconociste? —preguntó sorprendida.
Yo negué con la cabeza.
—Hasta hace algunos minutos pensaba que había sido Arus.
—Él no entró —dijo Ami—. En cuanto Jared y Samara aparecieron estuve a punto de ir por ti. Arus me detuvo y te trajo con su mente.
—Ahora lo sé. Eso significa que el causante estuvo en el vestíbulo con Jared —gruñí controlando mi ira— y no estoy seguro de hasta qué punto iba tras él.
Amira abrió sus ojos, con comprensión y terror.
—Oh Joham —murmuró—. No podemos permitirlo.
—Es por eso que no tengo ningún problema con que las hadas estén aquí.
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