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Cuando JongDae abre los ojos aquella mañana, lo hace de manera perezosa, se entretienen sus párpados con el reflejo de la tenue luz que traspasa las cortinas a medio cerrar. Se había olvidado de recorrerlas por completo, como todos los sábados en la noche, cuando se sumerge en otro mundo mucho más interesante y por mucho esperado durante el transcurso de la semana como para prestarle atención a detalles como esos.

Sus labios delgados esbozaron una sonrisa que se expandió por todo su rostro y suspiró desde lo más recóndito de su ser, respirando de manera apacible mientras sus mejillas se pincelaban, dándole un poco de color a su pálido rostro.

MinSeok insistía en decir que le hacía falta broncearse y salir más, pero JongDae estaba poco de acuerdo, porque tenía demasiado que hacer sumergido en su trabajo como escritor.

Estiró su mano sobre las sábanas blancas y tanteó con mucho cuidado la superficie de la cama, sonriendo una vez más cuando las puntas de sus dedos dan con lo que había estado buscando. Se mordió el labio inferior mientras tanteaba los bordes del cuerpo de su amante, que a su vez se remueve hasta comenzar a girarse.

Las pupilas de JongDae brillan cuando observa su rostro gracias al movimiento lento que su amante ha hecho, girando sobre la cama mientras él se determina a quitarle un poco de sábanas para cubrirse las piernas desnudas.

Hace un poco de frío, las ventanas estaban cerradas pero las gotas de lluvia de aquella mañana gris repican contra ellas de manera singular, como cada uno de los latidos de su corazón cuando el rostro de MinSeok queda frente al suyo y se estremece cuando el muchacho abre los ojos con sumo cuidado.

El chico con cabellos rubios que caen con gracia sobre su frente se remueve entre las sábanas una vez más, estirando los brazos y acercándose para encajar casi con perfección a su cuerpo en la posición en la que lo había estado esperando.

Las manos varoniles de MinSeok se cuelan bajo las escasas sábanas que cubren a JongDae y acaricia su cintura, abrazándolo y pegándose a él con cuidado, esbozando una sonrisa traviesa en sus benditos labios a la par que JongDae queda hipnotizado.

MinSeok brilla incluso más radiante que la primera vez que lo vio en una de las bulliciosas calles de la ciudad. Su sonrisa lo había hipnotizado en ese entonces y se había quedado petrificado, como si el tiempo se hubiese detenido para él y todo a su alrededor fuese tan borroso, porque lo único que importaba en ese momento era él, solamente él.

JongDae se relamió los labios y MinSeok parpadeó con cierta diversión, respirando profundamente antes de pegar su rostro en el pecho del contrario, inhalando su escencia, su perfume corporal, ese que le provocaba restregarse un poco más contra su cuerpo para ser notado, para ser mimado.

MinSeok era mayor que JongDae un par de años, el escritor se había sorprendido de ello cuando el destino los volvió a cruzar en una vieja cafetería y él había decidido que si había tenido otra oportunidad tenía que aprovecharla.

Por lo que se había sentado en su mesa con toda su presencia y le había sonreído de manera coqueta. Muchas cosas buenas salieron de aquella mañana soleada de Abril, y no había sido hasta el otoño de ese mismo año que el muchacho había caído por completo en sus redes.

ㅡ Buenos días, mi rayo de luz. ㅡ JongDae le susurró con una sonrisa por demás provocativa.

Las puntas de sus dedos acariciaron las curvas de su cuerpo albino con perfección, sabiendo los trazos y caminillos invisibles que había dejado sobre él la noche anterior y todas las demás que habían estado juntos.

El mayor se removió en su lugar, complacido de que las manos de su amante lo palparan como si se tratase de algo preciado, de la más valiosa obra de arte que JongDae pudiera hacer alguna vez.

JongDae no era un artista y pese a ello siempre pintaba en el lienzo de su piel, dejando marcas con sus manos cuando lo acariciaba con parsimonia, recorriendo con sus labios su barbilla y descendiendo por su cuello para besarlo con ímpetu, para reiterarle con sus labios que era suyo, que le pertenecía y que le gustaba.

Le gustaba escucharlo quejarse bajito, le gustaba sentirlo tan cerca que podía darse cuenta de cuánto le afectaban sus caricias. Las mejillas de MinSeok se pincelaban de rosa pastel e iba ardiendo conforme las manos de JongDae se deslizaban por su cuerpo de manera natural.

Sabía qué lugares tocar y lo hacía incluso de manera perezosa algunas veces, deleitándose con cada jadeo emitido por la boca del mayor exclusivamente para él.

A JongDae le gustaban los domingos por las mañanas, cuando abría los ojos y encontraba las piernas de su novio enredadas en su cintura o con las suyas. Cuando se despertaban a besos y hacían el amor desenfrenadamente como recompensa por estar juntos una semana más, por ser quienes eran y que la distancia en la semana no los separara jamás.

El menor añoraba que llegase el sábado y con él MinSeok, una pequeña bolsa con un cambio de ropa y muchos besos que llenaran su corazón. Desde que había tenido que salir a trabajar hacía un par de meses fuera de la ciudad y permanecer en la pequeña zona rural donde trabajaba, JongDae lo esperaba firmemente.

Amaba los domingos que lo llevaban de regreso a él, que lo hacían aferrarse a su cintura y besar su pecho tan detenidamente, lamiendo cada centímetro de su piel expuesta para él.

Escucharlo quejarse de aquella manera tan suave y sexy lo hacían olvidarse de que el lunes estaba llegando, amenazando con invadirlos y separarlos por otros cinco días más, hasta que MinSeok regresaba a sus brazos y él podía aferrarse a su cuerpo para adorarlo como lo hacía.

Lo extrañaba tanto que no importaba estar cansado, no importaba en absoluto si se pasaba el día en la cama con él, sumergiéndose en su interior para tomarlo todo de él, no importaba si el tiempo se detenía, mientras estuviese con MinSeok era justamente lo que más quería.

ㅡ Te extraño tanto cuando no estás ㅡ murmuró el mayor con su dulce tono de voz y JongDae detiene sus besos sobre su estómago, descendiendo peligrosamente cerca de su ombligo.

Sonríe a cada uno de los lunares de aquella zona porque los conoce de memoria, los ha trazado mentalmente y los adora, los besa con locura mientras MinSeok se deshace en suspiros, agarrando a su novio por los hombros para que no se detenga, lo último que quiere es que se detenga.

ㅡ Ojalá no tuviera que irme ㅡ volvió a exclamar MinSeok, suspirando cuando JongDae dejó su vientre y se irguió para verlo a los ojos.

ㅡ Ojalá no tuvieras que irte...

JongDae repitió y volvió a su cometido, cuando sus manos se encargaron de acariciar la prominente erección recubierta de manera parcial con las sábanas. El mayor se quejó por el contacto pero ansiaba más, quería todo de JongDae, quería tenerlo todo.

Sumergir el momento en sus pensamientos para el resto de la semana, a JongDae besando sus caderas y mordiendo los bordes de su piel, degustando hasta la punta de sus pies con besos ligeros, restregándose en movimientos suaves y perezosos sobre su erección, haciendo crecer la suya porque necesitaba mostrarle el paraíso con su cuerpo una vez más.

JongDae acaloraba sus mejillas e intensificaba sus gemidos cuando se metía entre sus piernas, cuando se acomodaba entre ellas y lo abrazaba, apresándolo contra el colchón que se quejaba por el movimiento suave de sus cuerpos.

No había nada más maravilloso que sentir a JongDae listo para sumergirse en él, con las colosales nubes grises de testigo, con sus manos aferrándose a él como si en cualquier momento fuese a desaparecer.

Las manos de JongDae eran sutiles, casi mágicas, la manera en que lo sujetaba por la cintura después de prepararlo, cuando lo embestía con ligereza una y otra vez, mostrándole todo el amor con el que podía llenarlo en un conjunto de estampidas sobre su cuerpo.

MinSeok se deshacía en gemidos y sudor, completamente acalorado pese a que afuera lloviera demasiado y los vientos fuesen más bien frescos. Él estaba ardiendo por tenerlo así, entre sus piernas, sucumbiendo a su cuerpo mientras lo embestía una y otra vez.

Era tan grueso, se sentía tan exquisito cuando se movía dentro y fuera de él, cuando su boca exquisita alcanzaba sus labios para comerlos también.

JongDae amanecía hambriento de él todas los domingos por las mañanas, sus manos se aferraban a su cuerpo y MinSeok dibujaba caminillos invisibles en sus brazos torneados, entregándose a él con cada contoneo de caderas que lo hacían sentir a punto de cruzar las puertas del paraíso.

Las manos de JongDae eran perfectas, podían envolver su longitud y acariciarlo hasta saciarlo, podían palpar lugares que sólo él había tocado antes para hacerlo estremecer. Para verlo removerse entre las sábanas, con las gotas de sudor recorriendo su bello rostro.

JongDae no había conocido un rostro como ese en mucho tiempo, memorizaba cada una de sus facciones, la manera en que sus labios se mantenían entreabiertos mientras hacían el amor, o cuando su frente se arrugaba y sus ojos brillaban por la intensidad de lo que sentían en ese momento.

El derroche de placer finalmente arropando sus cuerpos y volviéndolo todo más nítido. Sus corazones retumbando en su interior y JongDae inundando su interior con su semilla caliente, haciéndolo sentir que no podía contenerse más.

Los labios de JongDae siempre lo hacían soñar, cuando se encargaban de besarlo y mimar cada parte de su cuerpo, cuando lo limpiaba y lo arropaba, dejándose caer a su lado para descansar un poco.

ㅡ Quizá no lo entiendas ㅡ JongDae murmuró con voz ronca ㅡ quizá ni siquiera lo imagines, pero eres todo lo que necesito.

MinSeok lo aferró contra su pecho tras escuchar algo tan cursi como aquello, JongDae solía ser cursi por las mañanas y él sentía un regocijo especial cuando aquello sucedía. Acarició sus cabellos castaños y suspiró, besando su frente mientras asentía. Porque sin tener que decirlo, MinSeok lo comprendía, además de que sentía exactamente lo mismo.

Era JongDae quien se llevaba sus suspiros, sus pensamientos cuando se le dificultaba dormir y todos los minutos del servicio telefónico, cuando se llamaban porque se extrañaban o simplemente querían escuchar sus voces.

JongDae lo era todo, era quien acaparaba todos sus sentimientos y los guardaba en el fondo de su ser.

ㅡ En verdad, en este momento no me quiero ir ㅡ exclamó el mayor con la voz pastosa, relamiéndose los labios antes de recibir a los de JongDae una vez más.

ㅡ Me consuela saber que falta poco para que seas mío por completo ㅡ JongDae le guiñó mientras se acomodaba en la cama, cubriéndolos a los dos con las sábanas blancas.

ㅡ Seis meses...

JongDae asintió con una sonrisa, suspirando a la par que MinSeok le besaba una vez más.

ㅡ Debería preparar el desayuno.

ㅡ Puedo desayunarte a ti ㅡ JongDae se hundió de hombros y MinSeok se echó a reír con la proposición.

ㅡ Más tarde, vas a partirme en dos.

El menor de los dos puchereó con sus labios y parpadeó con inocencia, mientras que el mayor le daba un empujón para quitárselo de encima con una sonrisa en sus labios.

ㅡ Vamos a bañarnos... ㅡ MinSeok propuso, estirando las manos y saliendo de la cama, pisando la alfombra y girándose a JongDae para guiñarle antes de comenzar a contonear sus preciosas caderas hacia la puerta del baño.

ㅡ ¿Puedo tallarte la espalda? ㅡ JongDae sonrió completamente renovado, poniéndose de pie y siguiendo a su amante al baño, porque sí que necesitaban una buena ducha los dos.

Y por supuesto, pasar una preciosa mañana juntos antes de que la tarde se llevara a MinSeok otra semana más. Hasta que finalmente regresara por completo a él.

A JongDae no le importaba esperar, porque sabía que MinSeok siempre regresaría a él, a final de cuentas.

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Notas:

Escribí esto después de tanto tiempo, quería escribirlo desde que escuché a JongDae cantar esta canción de Maroon5 ;_;Uu

Dedicado a mi :v y a todas las personas que aman el ChenMin ♥

Espero que les haya gustado mi primer intento de lemon ChenMin que tanto se me dificulta, superaré mi obstáculo ya lo verán ;)

Besos posholatosos

🌠Ary

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