Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6-En la luz de los Rayos (2)

Patrisha era el tipo de mujer a la que no deberían faltarle citas. Siempre había considerado que era relativamente bonita y que podía manejar este tipo de situaciones con soltura. Cuando era adolescente salía por todos lados y con varios chicos; pero ahora, después de unas cuantas malas experiencias, admitía que no se esforzaba tanto como antes por llevar una vida social activa, mucho menos una vida amorosa. ¿Era por eso por lo que estaba nerviosa y decía todo lo que se había propuesto no decir? Consideró cada grosería y cada vez que había golpeado al pobre Sam mientras reía y se quiso morir. Sabía que los hombres odiaban que una mujer hiciera esas cosas, y, no obstante, no lo podía evitar. Reírse así de fuerte, comer así de mal, decir todas esas estupideces.

—Estás mal —se reprendió—. Ahora va a decirte que ya no quiere volverte a ver. ¿Eres una niña? Actúa con decoro por el amor de Dios... —insistió para sí frente al espejo—. ¿Qué me pasa?

Era extraño sentirse incómoda por estar tan cómoda. Era difícil entender por qué se sentía cómoda estando incómoda. Por qué todo era natural pero muy repetitivo para ella; por qué no se sentía que todo estuviera bien si era lo mejor que le había pasado en meses. Estaba confundida con su propia opinión de la situación. ¿Le estaba gustando esto o no? ¿Le agradaba esa persona o no? Y si era así, ¿por qué parecía que estuviera tratando de estropearlo todo a propósito?

—Okey, okey, okey. Puedo hacer esto. Todo está bien. Voy a estar bien. Me disculparé y trataré de convencerlo de que no estoy tan loca y de que no soy tan rara —dijo ante el espejo mientras se acomodaba el cabello. Sus mejillas estaban rojas. Se estaba ahogando—. No estás loca Marisabel... solo tienes... personalidad. Es tu encanto. Ser un desastre... no está tan mal—insistió tratando de convencerse—. ¿¡Por qué hace tanto calor?! ¡¿Quién habla de vello corporal en una primera cita?! ¿¡Acaso estás loca!? Qué humillante... Ugh... Me va a dejar plantada... ¿Cierto?

Sun Wukong se levantó de la mesa. Dejó un rollito de dinero y una nota de disculpas debajo del vaso. Tenía que irse. Tenía que dejarla ahora. Y aunque no quiso tomar la opción cobarde, comprendió que de esta manera ella ya no pensaría demasiado en él. Solo sería un desgraciado que la dejó tirada una noche. Nada más. Nada de despedidas tristes ni encuentros fortuitos luego de esto. Nada de recuerdos o esperanzas rotas. Solo marcharse sin decir adiós.

Y le dolía tremendamente el brazo. Le dolía tanto como antaño cuando era un joven mono que gobernaba una pequeña cascada y sentía que se le quebraban los huesos de tanto entrenar. Su mano le pesaba tanto que quería arrancársela. Su meñique parecía jalar débilmente hacia atrás. Pero tenía que dejarla. La mujer viviría unos meses más, o tal vez algunos años, y entonces ocurriría algún accidente y dejaría de existir. Así de simple. Igual que siempre. No tenía que estar ahí para verlo.

Patrisha estaba peinándose todavía mientras escuchó un leve murmullo y una risilla. No sabía por qué la inquietó tanto ese sonido, por qué de pronto se sintió asustada. Miró hacia atrás y se encontró con la figura de una mujer que le sonreía desde el reflejo del espejo.

—Disculpe. Me sorprendió. —La mujer susurró algo en otro idioma y se puso a lavarse las manos a su lado. Path la miró de reojo por el reflejo. Tenía el rostro blanquecino y con el enigmático maquillaje de una novia china. Su cabello blanco elevado en una peineta de jade y las uñas muy muy largas.

«¿Será cerca de aquí esa convención?», se preguntó. ¿Por qué había tantas personas vestidas así por estos días si faltaba mucho para el año nuevo chino?

—Oiga, qué hermosas uñas —dijo volteándose a ver sus manos para ver mejor tan increíble manicura. Pero no había nadie allí. Espantada, volteó hacia el espejo y la mujer del reflejo sonrió y extendió su mano para agarrarla por el cuello. No la veía.

No la veía. Pero sentía cómo la estaba asfixiando. No la encontraba, pero tomó uno de los frascos de jabón líquido y se lo lanzó contra la cara —o donde suponía que debiera estar.

La mujer dejó de ser transparente frente a la mirada inquieta de Patrisha y se contorsionó como una serpiente. Las escamas brillaron en torno a sus ojos que se volvieron totalmente negros y sonrió con sus largos colmillos pronunciando más palabras ininteligibles.

El monstruo comenzó a atacar y Path a gritar y a esquivar sus garras. No había cómo huir, y el bonito tocador que antes estaba inmaculado, ahora tenía cosas rotas desperdigadas por todas partes, y volaban trozos a medida que Path escapaba de la criatura que la perseguía. Path tomó una escoba que cazó al vuelo del baño del fondo. La criatura siguió burlándose y hablando.

—Perdona. No hablo chino —se quejó Patrisha asestándole un golpe en diagonal con todas las fuerzas que tuvo. La bestia cayó derribada y se prendió de las tuberías, haciendo que el agua de una cisterna se derramara. Y se incorporó para agarrarla. Pero aprovechando un pequeño huequecito, Patsy escapó deslizándose hacia la puerta.

Salió corriendo de allí, buscando a Sung Sam para huir con él o quizás para que alguien la socorriera. Pero chocó de frente con un hombre grande y apuesto, de macabra apariencia—. Disculpa preciosa —dijo él con elegancia en la voz—. ¿Necesitas ayuda?

—Sí. Yo... —Pero... la horrenda hidra que venía persiguiéndola ya no estaba. Path miró hacia atrás, buscando, creyendo que se había vuelto loca de repente. ¿Era esto una crisis por el estrés?

—Pareciera que algo te molesta, ¿están persiguiéndote? —insistió el hombre.

Path hizo contacto visual con él y entonces vio que sus ojos se volvían azules y sus pupilas estriadas como las de un reptil. Sonrió. Path quiso escapar, pero la mujer del espejo ya estaba de pie detrás de ella. Acorralándola.

—Ayúdenme... —susurró con la voz tragada por el miedo. Las personas del lugar, incluso los encargados, parecían moverse a cámara lenta, ajenos totalmente a su desesperación. Y todo se volvió confuso y nuboso.

—Así que esta es... —dijo el hombre observándola con sorna. A Path se le escapó una lágrima que fue a caer en sus labios temblorosos—. Contempla Bai Suzhen...—le dijo el dragón a la mujer serpiente—, la única debilidad de Sun Wukong.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro