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5-El rostro del Rey

"No es que vayamos rápido, pero tal parece que estábamos destinados a funcionar, hablamos como si nos conociéramos de toda la vida [...], y un amor así no puede detenerse, solo crece y se encamina a la eternidad" (Andrés Ixtepan).


Estaba confundida. El ajetreo de la oficina y los mil encargos y exigencias del editor parecían no hacer mella en su consciencia. No había manera de que pudiera ser eficiente; no hoy.

—Patrisha... —insistía una voz. Pero la mujer no despegaba el rostro de la pantalla—. Patsy... —pero no contestaba. Solo enredaba un largo mechón castaño rojizo con los ojos puestos en la computadora, suspirando, haciendo garabatos incongruentes en la wacom—. ¡Señorita Rodríguez!

—Sí señor! —Saltó como un resorte, girando en su silla. Pero su compañera de trabajo se echó a reír. Si no lograba diferenciar la voz del jefe de su mala imitación entonces de verdad que estaba distraída con algo.

—Pero ¿qué te pasa Path? —siguió diciendo entre carcajadas breves—. ¿Qué estás haciendo?

—Solo es un breve descanso. Tengo un bloqueo artista hoy, ¿sí? —farfulló.

—No digas la palabra con "B" en voz alta, te lo suplico. Bryan entrará en pánico —Siguió riendo esta. Entonces miró la pantalla también—. ¿Y estás buscando inspiración en seres mitológicos bien delineados? ¿Te volviste furra, Path?

—¡No hables así en el trabajo! —la regañó ella con pena. Y entonces explicó—. Es el Rey Mono.

—Lo sé. Se ve guapo...

—Yo lo dibujé.

—¿Felicidades? —contestó con saña. Emily no solía tomarse las cosas en serio, no había mucho por hacer con ella.

—Con ese rostro.

—¿Y?

—¿Por qué tiene el mismo rostro si nunca había visto su cara antes? —dijo espantada.

—Eh... exijo contexto. Pareces neurótica... —dijo ella sentándose a ver. Era una simple imagen, una de esas que no dejaban de parecer un diseño de animé por más de que las texturas fueran realistas—. Mira ya me mostraste este dibujo mil veces, y me gusta tu diseño conceptual, pero, insisto, ¿no debería ser bien chaparro y feo?

—Eso dicen algunos, pero en realidad, creo que su apariencia cambia bastante todo el tiempo, porque es un cambia formas; sobre todo de la primera parte del libro a la segunda porque lo castigan, y cuando se hace monje pues se rapa y se ve raro hasta que alcanza la inmortalidad de nuevo...

—Y se hace más... comercial, entiendo...

—¡Ay ¿qué importa?! ¡Ese no es el punto! Es su rostro... Mira su rostro, es el mismo.

—¿El mismo rostro de quién? ¿Jet Li?

—¿Se ve acaso como Jet Li?

—¿Lee Seung Gi?

—¿Quién?

—¿Stephen Chow, tu obsesión más reciente?

—¡No! Un chico, bueno... un hombre, me salvó el otro día de que me atropelle un taxi, y le invité un café...—dijo perturbada.

—Uh... Un chico... ¿Nombre?

—Sam Sung...

—¡¿Coreano?!

—Chino...

—No, coreano.

—Chino. Estoy segura.

—¿Era guapo?

La mujer no contestó. Sus fuerzas mentales estaban agotadas—. ¿Eso es lo que me vas a preguntar? Casi muero, pero sí, estoy bien —agregó al fin.

Estaba cansada, despeinada y ojerosa. Odiaba su trabajo y tenía que hacerlo, pero de igual manera ahora había encontrado como la mejor excusa para procrastinar que no entendía por qué, ¿por qué se parecía a él?

—Tú siempre estás al borde de la muerte. Patricia Marisabel Rodríguez ¿Era guapo? Es importante.

Suspiró. Giró el monitor señalando el dibujo—. Era él.

—¿Él? ¿O sea... —Trató de no reír— el Rey Mono?

—¡No! ¿Cómo va a...? —Exasperada, por unos segundos olvidó que no debiera elevar la voz— ¡Era alguien con esa cara! ¡La misma cara! ¿Comprendes?

—¿Conociste a alguien y decidiste usarlo para el diseño? Vaya Pat... eso si es profundo... Yo quiero que las musas me susurren como a ti.

—¡El diseño es desde hace tres meses! A él lo conocí hace tres días, ¿entiendes?

—Ah... ¿Cómo si hubieses soñado con este encuentro y ya te lo hubieras imaginado? —contestó la neoyorquina emocionada.

—Miras demasiados doramas Ems... ¿dónde tienes la cabeza? ¿Qué no sabes que uno no puede inventar un rostro? Es un principio básico del dibujo. Lo sacas de alguna parte, de algún lugar donde lo viste antes. Jamás lo puedes inventar, necesitas una referencia. Lo mismo con los sueños. No puedes soñar con alguien a quien jamás viste.

—Ya oí, ya oí, no soy ignorante. Ya lo sé. También dibujo un poco, ¿lo recuerdas?

—Pues es su rostro. —Entonces señaló la imagen haciendo gestos de obviedad, esperando que Emily se adecuara a su patrón de pensamiento.

—¿Entonces...? ¿qué?

—¡Que era él!

—¿Lo viste en tu antigua vida?

—Tú y tu cabeza de guionista, ¡no digas tonterías...!

—Bueno, ya. Tranquila, okey... ¿Te lo cruzaste en la calle tal vez? El cerebro es una maravilla. Recuerda mucho más de lo que te dice.

—Imposible. ¡El hombre dijo venir directamente de China! Ese día. Ese día había "llegado de China" según él. Pero me miraba así, como si fuera a comerme y cuando lo vi estuve segura de que ya me lo crucé antes.

—Lindo... Ojalá y me pasaran esas cosas...

—¿Y si es un acosador? ¿Estará mintiendo?

—¿Por qué sería un acosador? No seas ridícula —rio ella. No eran exactamente mejores amigas, pero era su única conocida y solo a ella le contaba las cosas. Bueno, a ella y a la extraña novata de Recursos Humanos, Halley.

—¿Y por qué no? Anteayer dijo venir de China y apenas hablaba el idioma; ayer parloteaba como un loro y ahora me manda mensajes y actúa como si me conociera desde siempre. Compró todo lo que me gustaba comer, hicimos todo lo que yo prefería sin que le dijera una palabra al respecto, y ya es la segunda vez que me lo encuentro "por casualidad" cuando salgo del trabajo y ni siquiera estaba yendo a la misma dirección. Es raro. ¿Sí?

—Es raro, pero te salvó la vida, tiene tu número y ya tuviste dos citas en dos días.

—Sí es raro. Deberías verlo para entenderme.

—Explica...

—Él... ¡Se viste como si estuviese en una convención de cómics!

—Que no te escuche Halley... deberías respetar su estilo de vida.

—Primero tenía un traje negro y rojo y ayer una túnica rara dorada y roja. ¡Ah! Anduve por toda la calle con un loco que gasta su dinero en...

—Ah qué básica eres... Las convenciones duran varios días, además ¿qué tiene? Sigue siendo un ser humano común. ¿No que te gustaba la gente interesante? Quizás trabajará en alguno de los parques.

—Interesante, no rara. Y no trabajará aquí, dijo que regresará a China.

—Sin duda si es un bombón todo trabado como el de este dibujo, yo pagaría por verlo en un disfraz. ¿Te dije que me gustan los asiáticos?

—Lo... mencionaste... —Emily tenía un largo repertorio de "Oppas" que iban desde actores hasta cantantes de rock y que por repetición acababa memorizando.

—Bien. No es un raro. Es un privilegio escaso.

—Ah, ¡y los ojos! —dijo molesta— ¡Tiene los mismos ojos, iguales! —explicó agrandando la imagen y enseñando el detalle. Unos extraños ojos redondos de brillo ambarino y vetas color humo—. ¡Ve! Eso... pero en un humano. ¡Es horrible!

—Esto solo mejora más y más...

—Mira... ¡mira! Para que me entiendas —enseñó en una bolsa de cartón el traje Tang—. Esto no es un disfraz.

Ems se la quitó y extendió el manto analizándolo al trasluz—. Uh... es de seda... ¡¿Qué diablos?! ¿¡Esto es oro de verdad!?

—Grita más fuerte, ¿quieres? —se quejó Patrisha—. Me lo prestó como si nada. ¡Vamos! No mientas, es raro ¿Qué no? No es un traje de cosplay, es ropa. Ropa de uso diario. Ropa bordada de oro.

Emily analizó las costuras bien hechas y reforzadas, el acabado fino del forro interno, el desgaste en los bolsillos y en los puños por el uso, los remiendos y parches cuidadosamente colocados en desgarros que parecían cortes limpios de cuchillo. Tenía razón.

—Es ropa de uso diario... ¿Para eventos de familia rica y tradicional?

—Dijo que no tenía familia, igual que yo...

—Por los parches y cortes quizás es mafioso. ¡Oh dios! ¿¡Y si es un CEO!?

—Podría ser... dijo que vino por negocios y que debía volver porque tiene "mucha gente a su cargo". A mí me suena más a un yacuza.

—Podría ser un chaebol excéntrico —meditó la rubia—. Las posibilidades son infinitas. ¡Bueno! Sea como sea —dijo, y devolvió la túnica a la bolsa—, si te lo prestó, ahora se lo tienes que devolver...

—Pero...

—¿Pero...?

—Me toma la mano y se siente raro; hasta cuando me dio su chaqueta, bueno... su... capa... sentí escalofríos, me hizo sentir torpe. Es como si supiera qué hacer para gustarme, de antemano, sin que yo diga algo. ¡Adivinó mis gustos de helados y me compró un peluche de gato! ¡Es escalofriante!

—Claro... Ajá... Creo que necesitas descansar —contestó la mujer rubia.

—Crees que exagero ¿cierto? Es que...

—Path... ¿Por qué siempre te empeñas en arruinar algo lindo?

—No es así. ¡Solo soy prudente!

—No, no. Siempre pasa lo mismo. ¡Siempre haces lo mismo! Conoces a alguien, se vuelve loco por ti, y luego buscas muchas excusas para que no te guste. Sales con él mientras tratas de convencerte a ti misma de que no te gusta, y todo acaba en un desastre —Se quejó Emily forzándose a no gritar.

—¡Porque siempre acabo por tener razón!

—Tú no tienes razón. ¡Tú fabricas razones! ¿Quieres salir con este tipo sí o no? Dime, porque nunca te entiendo. No puedo apoyarte si no sé lo que maquinas.

—Es que... ¿Qué tiene de lindo toparse con alguien que te lee de memoria? No es "lindo", es la definición por excelencia de la psicopatía...

—Cariño. —La mujer la frenó en seco para que dejara de quejarse. La tomó por los hombros y zamarreándola dijo—: El universo no está conspirando para matarte. Solo es ansiedad. Estás muy estresada —Agregó esto último levantándose de la silla. Ya se había terminado el descanso del almuerzo, si no se ponían a hacer algo, alguien vendría a regañarlas enseguida—. Trata de disfrutar el momento único que se te presenta a ti. Porque si se me presentara a mí no lo dejaría escapar ¿Sí? Te envidio. El único asiático lindo que conozco es el del mercado, y me cobra más caro porque me odia.

—¿Por qué no me crees? —se quejó Path riendo y pataleando a la vez.

—A ver. ¿Lo que te parece raro de un hombre, es que congenie contigo? —Su compañera se llevó los brazos a la cintura. Si lo decía de esa manera, sí sonaba muy exagerado.

—No es eso...

—¿Es porque es guapo? ¿Es que se viste así y ya? ¿Porque quizás es muy directo y te tomó la mano en la primera cita? Sí bueno, quizás sea un poco intenso, pero nunca vi que eso te molestara... Y si vienes con que es porque es rico, déjame recordarte que los ricos también tienen sentimientos. Pobre chico, ¿cómo lo juzgas así?

—Es que tú no entiendes...

—Cariño, tú eres la que no entiende. Si Lee Seung Gi viniera diciendo que es el rey mono y que pintará el mundo de verde por mí mientras llueven caramelos, yo lo seguiría a donde él mande, sin preguntas y sin protestar; así acabe viviendo en la cima de una montaña o en el fondo de un río.

—Ems... Así no funciona. No... no es eso —suspiró—. En el fondo de un río acabaré si hago lo que tú me dices... ¡Piensa con seriedad por un segundo, por el amor de Dios! Él me conoce de antes. Yo lo sé. Lo puedo presentir. No es que congeniemos, es que no se sintió natural. Era demasiado sospechoso que supiera todos mis gustos y que ya me lo venga encontrando dos veces en una ciudad llena de gente. —Se desparramó en su silla giratoria, haciéndola dar vueltas mientras le bufaba al cielo—. No parecíamos una primera cita; éramos como un matrimonio de treinta años ¿sí?

—¿Sin chispa?

—No sé. Sin nervios... como... Como si lleváramos saliendo tiempo. Hasta actuaba como en automático, como si me leyera la mente.

—Pero sí había chispa...

—¡No lo sé! ¿bien? ¡Estaba muy concentrada en que quizás sea un secuestrador o un demente que pega mi fotografía en sus paredes! Además, ni era una cita y me salió con que "había venido desde lejos con las tormentas para tomar un batido conmigo" y que "debía irse pronto porque las montañas no pueden retenerlo".

—Intenso...

—¡Es un lunático!

—Quizás sea artista o poeta...

—¿¡Por qué siempre me encuentro con raros?!

—Okey, okey... Está bien. No eres una exagerada. Pero quizás no es algo tan horrible como te lo imaginas. Los tímidos hacen trabajo de campo antes de acercarse a una mujer que les interesa.

—Él no tenía nada de tímido, créeme. Creo que tal vez haya estado siguiéndome o vigilándome. Me conoce demasiado.

—Y tal vez, solo tal vez, quiere agradarte o es muy bueno adivinando, y solo exageras.

—Si quiere agradarme ¿por qué mentiría? ¿Por qué no dice "te veo cruzar seguido" o solo me invita a una cita? ¿Qué necesidad hay de fingir que no habla el idioma o que está perdido o que es tímido cuando claramente no es cierto?

—Porque la gente hace cosas tontas cuando le gusta alguien... O quizás no quería que lo vieras en su ropa de "CEO en una convención de cómics" y lo agarraste desprevenido...

—¿Cómo puedes aceptar una red flag tan grande como lo es un Stalker?

—¿Lo dices tú que saliste con cada narcisista y cada maníaco con el que te cruzaste? Dos palabras: Traficante. Peludo. Este es una mejoría...

La española bufó de nuevo y giró a mirar el monitor—. Tengo mucho que hacer —se quejó—. Bryan quería matarme ayer cuando le dije que no había terminado de arreglar la iluminación. Te llamo luego y seguimos hablando.

—Okey. Bien. Hablemos luego y... ¿Lo volverás a ver? —Para recalcar su punto, Emily tomó de nuevo la bolsa de papel cartón y la zamarreó frente a ella. El mensaje era claro. Tenía que devolver una chaqueta y no podía desperdiciar esa oportunidad.

Suspiró otra vez—. Seh... tal parece sí. Me invitó a cenar hoy.

—Tres citas, tres días. Wow... —Se burló—. Me encanta cuando no pierdes el tiempo.

—Calla. No digas nada. —Se llevó una mano a la cabeza. Luego apretó con fuerzas el puente de la nariz.

—Pero es que...

—No lo sé ¿sí? —Pataleó quitándole la bolsa—. No sé por qué acepté. Solo que me gustó un poco, pero a la vez asusta ¿entiendes? Y no es que me asusta gustarle a alguien. Le he gustado a hombres, y salí con ellos y no funcionó ¿okey? Lo que me asusta, lo que de verdad me asusta, es todo lo que pasa cuando alguien me gusta a mí. Me asusta que alguien me guste sin tener ni idea de quién es. Podría ser otro de esos manipuladores dementes como el tarado que quería que saliéramos solo para que le done mis órganos porque teníamos la sangre compatible.

—Solo ocurrió una vez —Se quejó Emily. Pero había una gran verdad: a Patrisha parecía perseguirla la desgracia. La chica la miró con el ceño fruncido, mordiéndose los labios para no contestar. Ella no exageraba. A veces de verdad se sentía como si el universo tratara de matarla—. Ya. Entiendo. Y si tienes miedo ¡¿por qué aceptaste?!

—¿Porque dijo que se iría pronto? ¿Para saber de dónde salió y por qué lo conozco...? ¿¡Yo qué sé!?

«Porque es el que vino desde muy lejos para beber batidos de mango tomado de mi mano...»

—Pero sí quieres ir. No estás buscando excusas para no ir. Tú quieres ir, ¿no es así?

—Ah... Pensaba usar mi vestido color salmón y tu esmalte rojo...

—Ahí estaba... Me preguntaba por qué ya no lo pude encontrar...

—Ems... — Frunció los labios como si fuese a llorar.

—Okey, mira. Si algo raro pasa, o si te parece demasiado incómodo, me llamas y te busco ¿está bien? —la consoló—. Yo iré por ti y no te pasará nada malo.

—Eres la mejor Ems.

—Seh, seh, evita que te secuestren por favor. No quiero tener que ir a buscarte a China —contestó la otra y se marchó riendo—. Y diviértete para variar. De hecho... deja de ser tan desconfiada por una vez. No lo pienses tanto. Si tiene algo malo se le notará y si no lo tiene, hazte el favor de no inventárselo.

—Lo intentaré...

—Y en cuanto a mi barniz de uñas...

—¡Luego te lo alcanzo!

Patrisha se quedó mirando la imagen de Sun Wukong que parecía burlarse de ella. Fastidiada, la cerró y se puso a trabajar. No obstante, no podía dejar de pensar en su rostro, segura, completamente segura de que ya lo conocía de alguna parte.

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