22-Ingredientes Necesarios
"No nos enamoramos de las personas porque sean buena gente. Nos enamoramos de personas cuya oscuridad reconocemos [...], cuando te enamoras de alguien porque tus monstruos han hallado un hogar, ese es el tipo de amor que se apodera de tu piel y de tus huesos. Estoy convencido de que el amor se encuentra en la oscuridad. Es una vela en la noche" (C. JoyBell).
Mientras que Path quedó anclada a la sala de banquetes del Gran Palacio del Cristal de Agua, Emily fue llevada a las rastras hacia su calabozo, a la zona donde mantenían con vida a los humanos hasta que les llegase la hora. El oficial tortuga de mar la jalaba y tironeaba, pero Ems se resistía y pataleaba tanto que tuvo que pedirle a dos soldados más que la retuvieran. La rubia se quejó, gruñó y gritó hasta que la lograron dominar y pudieron encarcelarla. Los dos soldados se quedaron con ella. Eran muy extraños y de ojos grandes. Parecían ser dos mitades de una misma criatura rosácea, algo similar a una anémona.
Entonces, cuando la hubieron encerrado por fin y cuando el oficial se fue, se permitieron ceder al asombro.
—Bao Zhu Mai —dijo uno, incrédulo. No lo hubiera adivinado nunca, y, sin embargo, si su señor la reconocía, tenía que ser cierto.
—¿Long Mu Niang Niang? —insistió el otro. No podía ser. Era inconcebible. Y, sin embargo, si el gran dragón cuya sabiduría abarcaba los mares lo decía, tenía que ser así.
—Uhg ¡que no hablo chino! —pataleó nuevamente la rubia. Ya estaba cansada de que todos a su alrededor hablaran de cosas que no entendía ni medio.
—Sabemos que no habla chino, su majestad. Pero díganos, por favor, si le place, ¿en qué lugar del mundo ha renacido y de donde viene, oh, Gran Tesoro de la Perla del Dragón? —contestó uno en inglés.
—Eh... ¿Manhattan?
—¡Manhattan! —repitió uno sumamente admirado.
—Me crie en Nueva York. Pero vengo de Florida... Viví allí... un tiempo...
—¡Florida! —susurró el otro como si fuese un mantra—. Suena a lugares maravillosos y muy dignos de su presencia, majestad.
—Depende de si eres turista o vives allí... —farfullo—. ¿Cómo fue que me llamaste antes? ¿Qué significa todo eso?
—Bao Zhu Mai es el nombre de soltera de su majestad, "la hermosa perla del tesoro", pero se unió a la familia Ao hace muchos eones. No es normal que una mujer abandone su apellido, pero verdaderamente amaba al rey, así que todos la llaman la señora Ao.
—Long Mu Niang Niang, significa que es usted la madre de los dragones —contestaron.
Hablaban por turnos, como si completaran frases el uno del otro. Les recordaron a peces de mirada abstraída que sueltan burbujas esperando que otro lo mire y conteste de igual manera. Eran perturbadores y, sin embargo, se veían bastante inofensivos incluso con sus trajes de guardias. Eran, después de todo, de naturaleza blanda.
—Explíquenme más—demandó—. ¿Quién dicen que soy? No lo recuerdo.
—El gran rey del mar del este, Ao Kwan tiene tres príncipes y siete princesas. Todos engendrados por usted, oh, Gran Reina.
—Los príncipes nacen poderosos como su padre y las princesas muy hermosas como su madre, oh, señora.
—¡Ja! —se burló—. Imposible... Mi doctor dijo que no...
—No en esta vida...
—Sino en la anterior...
—O hasta la anterior a la anterior a esa.
—La madre abandonó el palacio hace muchos siglos...
—Cuando el tercer hijo murió...
—Y el padre comenzó a buscar venganza contra todos los terradores...
—Todo por causa de Nezha...
—No. Por causa de la obsesión del pasado...
—Sí. El pasado triste...
—Los dos hermanos se marcharon...
—También los súbditos y princesas...
—El mayor heredó un reino.
—No queda nadie...
—Excepto nosotros...
—Sí. Nosotros.
Sonaba a una historia desgarradora y difícil, pero no recordaba que Path hubiera hablado de estos asuntos. Pensativa, trató de armar un escenario congruente o algo a lo que sacarle ventaja, pero aún no tenía nada de utilidad. No sabía cómo sacaría a Patrisha de allí, ni como devolverle al rey sus hijos a cambio de su libertad.
—¿Y dónde puedo encontrar a los príncipes y princesas? ¿Cómo los convenzo de regresar a casa?
—No sabemos, oh gran reina.
—Si supiéramos ya lo habríamos hecho.
—Se fueron hace demasiado, diciendo que el rey los deshonraba.
—Pero qué traición. Abandonar al padre.
—Muy muy triste.
—Claro... es obvio que no sepan nada más —dijo ella pensativa.
—¿Cuántas veces has renacido, Perla del Este?, ¿y por qué regresas con un cuerpo mortal?
—¿Es verdad que la semilla de la inmortalidad es vuestra aliada majestad?
—No sé —contestó Ems. Obvio la confundían con alguien más, pero no por eso desaprovecharía la oportunidad de huir de allí—. No sé por qué. Solo recuerdo ser yo. Nada más —dijo de forma ambigua—. Pero sí. Path es mi amiga. Y tienen que ayudarme a salvarla.
—Nosotros no podemos.
—Nadie puede...
—Morir es parte de su propósito.
—Su glorioso propósito.
—Sí. Glorioso...
—Morirá de una manera u otra.
—Nadie la puede salvar.
—¡Pues yo lo haré! —se quejó Emily. Con determinación se prendió por las rejas y los regañó con dureza—. ¡Y si ustedes no van a ayudarme, cobardes, recordaré este día como el día en que traicionaron a su reina!
—¡Ja! —se rio uno—. Usted no es la reina...
—Al menos no la reina completa...
—No todavía...
—Pero lo será...
—¿La perla del dragón?
—Sí. La perla.
—¿Está en este palacio, está en el otro?
—¡En este, en este, hace siglos no venimos aquí!
—Sí. Siglos.
—Si la consume recuperará su poder...
—Y recordará todo...
—Y podría salvarla...
—Entonces llévenme. Ayúdenme a encontrar esa perla —ordenó. Las bestias marinas se miraron la una a la otra con miedo; tragaron saliva. Ao Kwan los mataría si se enteraba de que siquiera estaban hablando con ella, con más razón si la ayudaban. Pero, por otro lado, la reina siempre había cuidado de ellos; siempre, hasta que se marchó.
Sun Wukong cayó de cara. Bajie estaba afuera, angustiado, preguntándose qué hacer, hasta que lo vio estamparse de bruces en el suelo.
—Auch... —dijo el rey mono, riendo—. ¡Gracias por el aventón! —Liu Er no contestó nada. Solo gruñó internamente satisfecho por haberlo empujado a una caída libre de más de treinta metros. Entonces se fue.
—Ese era... ¿Ese era el Macaco de las Seis Orejas?
—Seh...
—¿Y él... te trajo a casa en lugar de matarte?
—¿Por qué no? ¡Somos hermanos! —rio el Rey Mono—. Hermanos jurados hasta el fin de los tiempos. Yipi... ¡Viaje en nube!
—Eh... ¿Wukong?
—Sipi.
—¿Te pasa algo?
—Nopo...
—¡Wukong! —lo zamarreó levantándolo del suelo.
—¡Bajie! Mi amigo... —lo jaló de la nariz—. ¡Ya no tienes nariz de cerdo!, ¡felicidades! ¡Deja que te dé un abrazo! —Bajie le ensartó la mejor bofetada que pudo—. Au... Ya. Lo necesitaba. Ya estoy bien —se quejó el rey mono sacudiendo la cabeza—. Puaj... mi boca sabe a sedante para osos.
—¿Dónde está la serpiente?
—Huyó. Tengo adormecida la lengua —balbuceó mirando que esta estaba de un extraño color azul—. ¿Ze ve adormedczida mi lenwa?
—¿Y cómo encontraremos a Path?
—Ajá. ¡Con esto! —enseñó su mano.
—Tu... ¿mano?
—¡No, tarado! Con mi meñique...
—Me temo que me perdiste.
—Ash... mi meñique está atado al suyo con un cordón irrompible, ¿se te olvida? Así fue como Liu'Er la encontró la primera vez y así la encontraremos nosotros.
—Ah, claro... ¿¡El cordón que ya no está?! Genial idea...
—Solo no funciona por el momento. Encontraré como reactivarlo.
—¡Ah claro! Como cuando andabas danzando en el bosque... siguiendo su voz...
—¡Yo no estaba...! Ah, olvídalo —y volteó diciendo—: Sígueme, cerdo. Es hora de que los héroes, salven a la chica. Le daremos a Ao Kwan una paliza que nunca olvidará.
—¿Estás mareado? Caminas raro...
—¡Estoy bien!
—Duda importante.
—Escucho...
—¿Para qué querías cazar a la serpiente entonces? ¿Por qué la estabas persiguiendo si ya sabes cómo encontrar a Patrisha?
—Zhu Bajie, no trates de entender la mente de un genio. No podrías estar a la altura.
—Ajá. No tienes ni idea de lo que haces... ¿cierto? Vas improvisando sobre la marcha como siempre.
—Cállate ¿sí? Tú solo tienes que confiar en mí.
—Odio, en serio odio, cuando dices eso...
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