15-El Eco del Bosque (2)
Wukong no quería ser quien fuera a buscarla, pero ya todos habían decidido que era obvio que la encontraría más pronto que los demás debido a su conexión tan particular. Y era eso, o escuchar a Bajie hablar sobre arroz cocido de nuevo...
Estaba incómodo por los sucesos de la noche anterior, y que Zhang Wa Mu lo hubiera despertado en tales... circunstancias solo incrementaba la sensación confusa y bochornosa de saberse atado a una humana. Por qué razón, que Path fuera dicha humana era peor que decir que Tao Siu Ling lo era, quién lo supiera. Pero daba igual. Era vergonzoso sin duda alguna.
El mono divino nacido de una roca había despertado abrazando a una mortal después de lloriquear como un niño en sus brazos. Era más que humillante... No sabía por qué no tenía control alguno sobre las estupideces que estaba cometiendo. No obstante, solía meter la pata de seguido en otros campos de su vida, así que sabía que no sería la primera ni la última vez que sucediera. Solo esperaba que su maestro no estuviera muy decepcionado de sus acciones.
Hallarla fue sencillo. Solo tuvo que seguir el camino que el hilo trazó. Además, todo en la naturaleza parecía indicarle la senda: la energía que proyectaba la mujer era arrolladora y a la vez ligera como una mariposa, y los animales del bosque y las plantas respondían a su existencia con mansedumbre. Parecía que les gustaba tenerla allí para resolver sus problemas, como si fuese parte del secreto de esa montaña desde hace siglos. Muchos de los que habían huido por la destrucción de su batalla contra Liu Er habían regresado y rondaban la zona donde Path estaba. Ciervos, zorros y faisanes inclusive, andorreaban sin miedo en la quietud que ella transmitía. Quizás reconocían su alma anciana, o quizás esta nueva Tao Siu Ling tuviese algo de especial; algo que también él podía presentir al oír el sonido de su voz haciéndose eco en la espesura.
Aún con un brazo vendado, la mujer estaba encargándose de replantar flores y crías de árboles frutales en la rivera de un afluente. Los plantines y las matas estaban todos a su alrededor entre la tierra removida. Estaba despeinada; tenía barro en la frente. Refulgía bajo los etéreos haces de luz que traspasaban las copas y su voz tranquila tarareaba nanas que sonaban como el murmullo del arroyo. Era tan raro... Sus ojos de fuego no detectaban nada inusual en ella, tampoco el hechizo para analizar el qi, pero esa canción desbloqueaba todos los niveles de su espíritu.
—Las estrellas te iluminan... Hoy te sirven de guía. Te sientes tan fuerte que piensas que nadie te puede tocar... —Aunque en realidad no estaba entendiendo para nada la letra. Quizás eso lo hacía más extraño, no entenderla para nada y conectar aun así con ella... Tal vez solo era su voz que traía algún recuerdo lejano.
—¿Patty? Ejem... Path... —la llamó desde el otro extremo del cordón rojo.
La mujer detuvo su trajín y con este su canto. Le costó mirarlo a los ojos; sin dudas la situación también era incómoda para ella. De hecho, ninguno de los dos se opuso a que el otro se fuera para el lado contrario esa mañana, a pesar de la inseguridad. Pero el cordón parecía haberles dado una pequeña tregua: como habían pasado mucho tiempo juntos no dolía, no molestaba, era como si ni siquiera existiera; les daba la chance de fingir demencia por un buen rato. Lo que es más, ambos estaban de buen humor y ni siquiera parecía que hubiesen tenido una batalla campal el día anterior.
—Hola... —Path se mordió los labios; trató de establecer contacto visual.
—Hola. — Se rascó tras la oreja y luego el cuello. Se aclaró la voz de nuevo—. Em... ¿Cómo vas?
—Bien, yo... ¿Me alejé mucho? Lo lamento, es que...
—No, no. Digo, no es como te fueras a perder de mí con...
—Claro la correa... ¡cadena! ¡Cuerda...! Digo tú... me encontrarías en cualquier...
—Sí.
—Voy bien.
—Genial. Necesitamos que vengas... unos minutos...
—Ya —se puso de pie—. ¿Por...? ¿Por qué me buscabas?
—Es que... tenemos un problema... Ven... —Sun Wukong no se atrevió a aproximarse más a pesar de que ese claro le pertenecía tanto como el resto de la montaña. Acercarse más se sentía casi profano, como si la interrumpiese en un deber muy muy sagrado.
—¿Los monos? ¿No los encontraste todavía? —contestó preocupada ella.
—Aún no... pero... No es eso... —Path le prestó atención, curiosa por saber qué ocurría—. Es...
—¡No me interesa! ¡Dije que quiero verla ahora mismo! —Era una voz conocida y Path abrió enormemente los ojos, sorprendida—. ¿¡Donde está!?
—Es que tenemos intrusos... —se quejó Wukong cerrando los ojos con hastío.
—¡¿Emily?!
—Dejen, yo la detendré... —secundó el cerdo, inútilmente.
—Intrusos que te conocen...
—¡Patsy! —gritó la rubia empujando a Bajie y lanzándose a abrazarla. Zhu Bajie la tenía atada de una mano, pero eso no parecía ser suficiente para retenerla. De hecho, parecía que Bajie había recibido un buen rodillazo en la entrepierna, pues le costaba caminar tras ella.
—¿¡Halley?! —Y aún más extraño era ver a Halley, la de recursos humanos, sin traje de oficina, sino en su ropa informal: una falda tableada muy corta y un abrigo grande y rojo con orejas y escamas de dragón—. ¿Qué están haciendo en...?
—¿¡En China?! —gritó la rubia, enojada—. ¿¡Tú que estás haciendo en China?!
—Ems...
—¿¡Qué tipo de amiga eres, desgraciada?! ¿¡Sabes lo preocupadas que nos tenías?! ¡Gracias al cielo Hall habla chino y japonés fluido y me ayudó a encontrarte! —Path quiso callarla, calmarla, explicar; pero Emily en su enojo no dejaba que dijera una palabra. La verdad Patrisha nunca había considerado que su amistad llegara siquiera al nivel uno, mucho menos que atravesaran medio planeta para verla. Wukong en el fondo se burlaba de ella; de Bajie que lloriqueaba su dolor; de la situación en sí—. ¿¡Y no te parece que nos debiste avisar?! ¡Llamé a la policía! ¡Tu departamento estaba destrozado, y te buscamos por toda Florida! ¡Creí que te secuestraron, que estabas muerta, pero entonces veo tu carota en guibul en las noticias internacionales donde dice que ahora te vas a dedicar a remodelar templos chinos! ¿¡Qué es esto!? ¿¡Y qué tipo de locos son estos raros... cosplayers o actores...!? ¿¡Qué pasa!? ¡¿Y por qué renunciaste de la nada?!
—Ems... Ems... hablemos ¿sí?
—¡Sí, claro que vamos a hablar! ¡Y vamos a hablar con este tipo raro también! ¡Este demente me ató de pies y manos ni bien pronuncié tu nombre! ¡Y no solo eso...! —Wukong se sintió agraviado, pero no reaccionó aunque la mujer lo apuntaba con el dedo; pues estaba muy concentrado en otro asunto: ¿cómo no había notado que lo seguían de cerca? ¿Tan distraído estaba siguiendo el rastro de Tao Siu Ling que no había notado el escándalo que era tener a la rubia loca y a Bajie detrás de él? Es más, estaba acostumbrado a saber el pasado, el futuro, el cielo y la tierra; oía y sabía todo, ¿por qué ahora eso simplemente no era posible? Tal vez solo estaba cansado, últimamente lo estaba—. ¿¡Quién se cree esa cosa peluda para llevarte así a otro continente!? ¡Tuve que traducir del japonés al chino y del chino al inglés para saber dónde te habías metido!
—Yo lo hice... —acotó la otra mujercilla desde el fondo—. Y no hace falta traducir de un idioma a otro con el traductor de...
—¡Halley lo hizo!
—Okey... Vamos a...
—¡Desapareciste de la nada, seis semanas...! ¿¡Te secuestró!? ¡Dime ahora!
Costó hacer que se calmara, y mucho más hacer que dejara de estar molesta. Pero sorprendentemente, no fue tan difícil convencerla de que el Rey Mono era el Rey Mono y de que esa región de China alguna vez se había llamado Purvavideha. Tal vez haber visto a Wukong levantar pedazos de montañas con las manos contribuía un poco a que estuviera predispuesta a creerle lo que sea que le dijera.
Los hombres se marcharon, las dejaron solas a las tres con el plantío. Ahora era cerca de mediodía y Halley cavaba una zanja para sembrar flores comestibles mientras Path y Emily seguían colocando árboles de mandarina y caqui a una distancia prudente entre unos y otros. No tenían herramientas muy eficaces, solo algo parecido a palas y rastrillos que Fei Lao había improvisado con varas y piedras afiladas. Tampoco tenían mucha variedad de plantas; estaban salvando de entre las cenizas y los árboles arrancados de cuajo lo que sea que se pudiera rescatar.
—Entonces lo que dices es que ahora sales con el Avatar —dijo Halley quebrando el silencio.
—No salimos. Tenemos un problema que resolver entre los dos, es todo.
—Pero estás atada a él por el meñique...
—Pero quiero soltarme y él también. Ese es el problema.
—Entonces es más bien un divorcio astral, comprendo. —Halley tenía la pasmosa capacidad de comprenderlo todo, solo que solía traducirlo a su lenguaje—. Cortar un hilo rojo... —recalcó en voz alta, eligiendo entre las plantas algo que salvar—. Nunca había escuchado de algo así. Creí que era imposible. Ni siquiera Saitama podría cortar un hilo rojo. Es una locura. ¿Entonces Goku es más fuerte? Mi vida perdió todo sentido... —Luego de sus escasos y profundos comentarios, volvió a quedarse callada; siguió con las flores, enterrando con cuidado sus raíces.
—Tendremos que intentarlo —contestó Path agobiada por el poco consuelo que le daban sus palabras—. Aunque no sé cómo podría cortar algo que ni siquiera se puede tocar...
—Y... ¿vas a estar bien cuando lo corten? —preguntó Ems. Estaba absorta en sus pensamientos y Path creyó que estaba digiriendo la información, pero tal parece estaba preocupada por ella, preocupada de verdad. Patrisha nunca había creído que la quisieran tanto, y no había notado lo mucho que había necesitado llamarlas sus amigas hasta ahora.
—¿Por qué estaría mal? Es la solución que necesito.
—Pues porque es... O sea, es "el hilo rojo del destino". Quiero decir, él, eh... el "Rey Mono" es un poco... —A lo lejos se escuchó una protesta de Wukong más un atronador rugido, y las quejas de Chu Bajie junto a una seguidilla de insultos y maldiciones—. Hosco y... bruto... y feo... y... "no humano" pero si a ti te gusta, o sea si es el que está al otro lado quizás sea un error tratar de...
Patrisha ni siquiera contestó a eso, elevó una ceja y la dejó explicarse, aunque por dentro asumía que lo que decía era una locura. Recordó a Emily decir que debía aceptar mudarse a una montaña a cambio de una lluvia de caramelos, y quiso reír por la ironía y el asco que la idea le provocaba. Comprendía lo que era esa cosa del hilo y el destino y todo, pero estaba segura de que había mucho más implicado que una tontería como esa. Tenía el extraño presentimiento de que todo tenía un propósito mayor, es decir, tenía que ser así, ¿correcto? Ya no era una niña para echar por la borda su vida por un asunto tan trivial. Y ciertamente no estaba muy convencida de que ese lunático fuese el amor de su vida...
Finalmente, al leer todo el cinismo de su rostro, Emily suspiró con fuerzas y agregó—: Se que vas a decirme que soy una cursi y todo eso, pero... Es que... si es lo que es, tengo entendido que es algo importante y lo perderás para siempre —señaló mirando su propio meñique—. No hablo del amor y todo eso, sino que...
—Ems, lo de las almas gemelas es una tontería. En teoría, el hilo rojo significa un destino, no un sentimiento —contestó la pelirroja—. Estamos atados el uno al otro, pero eso no significa algo romántico ni nada similar. Solo que nuestros caminos tenían que cruzarse, no sé por qué.
—¡A eso voy! Mira yo no creo en esas cosas, ¿okey? El destino es el camino que haces y al que vas, no creo que esté escrito en piedra. No creo que debas guiarte ciegamente por él, o confiar en un desconocido con altas rachas de narcicismo y mucho menos te voy a decir que no cortes esa cosa horrible que los ata. Por supuesto quiero que lo cortes; si supiera cómo, yo misma te lo sacaría de encima —Se explicó Emily—. Pero también sé que hay cosas que son parte de ti y que no puedes simplemente arrancártelas. Y si sacas esto, ¿no estarás... incompleta... para siempre? ¿O no te hará daño de alguna manera? Lo que quiero saber es si vas a estar bien. Es todo lo que me preocupa.
—Pues... —Pensó soltando la pala—. Al menos nadie tratará de matarme ¿no?
—Yo no lo cortaría. Me amarraría con doble nudo. Es un dios. Es cool. Y no es tan feo...—admitió Hall sacándole una sonrisa.
—¿¡Que dices!? ¡Si es horrible! —se quejó Emily tratando de ser una fuente de sensatez—. Es un... ¿No es un animal o sí?
—Claro que no, es... Pues es... Sun Wukong —dijo Patrisha sonriendo. ¿Estaría bien sin ese cordón? ¿Estaría bien ser el único humano en toda la tierra que no lo tuviera? ¿Qué sería de su vida luego de eso?
—No lo cortes. Igual no se puede huir del destino por más que quieras —insistió Hall—. Tenerlo atado te da ciertas ventajas, no puedes negarlo.
—Estar atada a un demente no tiene ninguna ventaja, créeme. ¿Te mencioné que compartimos heridas?
—Eso lo hace tu esclavo incondicional. Niega que eso te gusta.
—Pues nunca me habían consentido tanto. Quizás se me suba a la cabeza...
—Por favor díganme que no hablan en serio —se quejó la rubia al ver a Path extrañamente ruborizada—. Path... ¿Entiendes que solo estoy preocupada por tu seguridad y que tienes que cortar el cordón? ¿Verdad?
—¿Y para qué la convences de que no lo haga? —se quejó Hall. Emily le estaba poniendo las cosas sumamente difíciles. Si tenía inquietudes, quizás fuese mejor que se las guardara. Path no era el tipo de persona a la que era bueno meterle ideas en la cabeza. Pero también era cierto que Ems la conocía mejor. Desconfiaba de que Path no supiera qué hacer. Y para Halley, que la situación fuera impredecible sonaba peligroso.
—¡Tú la convences! ¡Y ella ya lo está pensando! ¿¡Qué importa si es un dios o si te parece genial!? ¡Es un psicópata!
—Pero si tú fuiste la que salió con esas ñoñadas del amor y que se yo, yo solo dije que hay ventajas —se defendió Hall.
—¡No es así! ¡El método! ¡Hablo del método para cortarlo! ¿¡Estás segura de que no te hará daño y de que él buscará la forma de que no te perjudique!? No parece ser del tipo que es considerado con los demás.
—Hasta ahora solo me ha ayudado...
—Pues claro, sí. Están atados. Ahora está cuidando de ti, ajá, pero ¿y luego? ¿Cuándo llegue la hora, se preocupará porque no te lastimes? Path, ¡te trajo a China! ¡No le molestó hacerte renunciar a toda tu vida! ¡Y te tiene aquí en su casa esperando a que a él se le ocurra moverse! ¿Soy la única que piensa que esto está mal? ¿Y qué? ¿Ahora eres algo como esposa de un sugar terrateniente hasta que a él se le ocurra liberarte? —Emily estaba molesta por la lerda y ridícula manera en que estaban "intentando resolver el problema".
—Yo diría más bien una más de sus sirvientes —agregó Hall.
—¿En qué mundo tener a un monstruo inestable atado a ti suena genial? ¡¿Y por qué estamos haciendo jardinería en un momento como este?! —Se quejó al fin por lo absurda que era toda la situación.
—Tuvimos un pequeño problema... con un... intruso —explicó Path cansada. Comprendía su molestia, pero ¿qué podía hacer ella al respecto? Sus reclamos no iban a ayudarla, si acaso la hicieran entrar en razón; aun así, ella no podía cambiar su realidad—. Yo tampoco entiendo por qué tenemos que seguir como si nada hubiese cambiado, pero supongo que así sobreviven los que están acostumbrados a pasar por estas "cosas de vida o muerte" a diario. Wukong dijo que los animales de la montaña necesitan estas plantas. Al menos me sirve para distraerme. Tómalo como uno de esos voluntariados que sueles hacer.
—No puedo creerlo... —Emily estaba más que molesta. Definitivamente le caía muy mal ese odioso mono; y le dedicó una mirada furibunda a Halley por sugerir que Path debía quedarse con él—. Olvídalo. Concentrémonos en lo importante. Dices que sus enemigos te persiguen... ¿Por qué?
—Es el Rey Mono, tendrán sus razones. Tuvimos una cita, ¿recuerdas? "Sam y su traje bordado de oro"?
—Bromeas, ¡¿era él?! —Emily estaba asqueada. Jamás en su vida había visto algo más feo que la cara velluda y los colmillos salientes del mono; y que tuviese la capacidad de transformarse en un hombre joven y gallardo le era aún más perturbador todavía. ¿Cuántos monstruos había allá afuera fingiendo ser humanos?
—¿Qué? ¿Eso ya pasó? ¡¿Por qué nunca me cuentan nada?! —se quejó Hall. Luego se tapó la boca. Por suerte ambas la ignoraron como de costumbre.
—Pues sí, y... Tal parece hay algo como una maldición extraña de la que no quiso hablarme, pero supongo que así comenzó. No es casualidad que sus enemigos aparecieran uno tras otro de repente. Dijo que, está prohibido que los dioses se involucren con los humanos y que por esa razón mi mala suerte empeoró. Estar maldita es francamente una porquería.
—¿Maldita?
—Dijo algo sobre que soy su castigo y no sé qué más. Y que todo lo malo que siempre me pasa es por eso. Siempre dice verdades a medias, es agobiante tratar de entenderlo todo —se quejó Path frunciéndose de hombros. Hasta ahora de lo que venía leyendo del libro del Viaje al Oeste, Wukong había conseguido fastidiar a muchos seres poderosos a la vez y siempre tenía alguna treta escondida para fastidiarlos todavía más—. Yo solo sé que ahora tiene un problema con sus tierras y cortar esto conmigo no es una prioridad en su cabeza. Definitivamente no manejamos los tiempos de la misma manera... Creí que podría resolver esto pronto y volver a casa, ¿dónde tengo la cabeza? Podría tomar años. Años mientras planto árboles y los veo crecer...
—Es inmortal. El tiempo no significa nada para él —dijo Halley en un susurro sin dejar de mirar sus flores. Tomó las "tijeras del espacio-tiempo" que alguno había dejado tiradas por ahí y comenzó a cortar ramitas mustias y quemadas.
—Según parece también lo perdió todo por su conexión conmigo. Así que de que quiere cortarlo, lo hará.
—¿Y cuándo? —se quejó Emily. Pero Path no tuvo respuesta para eso—. Probablemente ni siquiera le importa tener la culpa de arruinarte la vida... ¿Para qué te invita a salir si sabe lo que pasará? —se quejó—. Menudo egoísta...
—Claro que no le importa. Es el Rey Mono, todos saben cómo es —dijo Hall.
—De todas maneras, sé que lo hará, en su momento. Te aseguro que ninguno de los dos quiere morir. Estar atado a mí lo debilita muchísimo. Deberé tener paciencia y...
—¿Lo nerfeaste? ¿¡A él?! Oye eso no se hace... —contestó Hall sumamente indignada. Eso cambiaba las cosas.
—Disculpa, ¿no me estabas defendiendo hace tres segundos?
—Para todo hay un límite Path... ¿Cómo que morir? ¿Qué no se supone que es inmortal?
—Pues sí, pero dijo algo sobre quedar en estado de inactividad por un tiempo, algo así funcionaría la muerte con él, en teoría. Jamás le ha pasado. Aunque apenas sobrevivimos al último ataque.
—¿¡Ya te han atacado!? —Emily se espantó muchísimo. ¿Cómo podía ella hablar tan tranquila sobre esto?
—¡Ja! ¿Qué si me atacaron? A ver... Un dragón demente y su amiga la serpiente que era una señora blanca y rara...
—¿Dragón dijiste?
—Probablemente Ao Kwan y Bai Suzhen. Que envidia —acotó Hall.
—Un pavo real del inframundo y ese clon extraño de Wukong que me dio escalofríos y que estaba obsesionado con convencerme de...
—¿¡Conociste al Macaco de las Seis Orejas!? —gritó de pronto Halley, claramente emocionada.
—Sí, se llamaba... Liu..?
—Conociste a Liu Er. Liu'Er Mihou, el Gran Sabio que viaja con el viento, el enemigo archijurado de Sun Wukong, el rey que reina en las sombras, el inicio de todas las historias de antihéroes y de doppelgänger's. ¿Ese Liu Er? —Halley hablaba con asombro, casi con envidia; era raro en ella ver tal manifestación de emoción o cadencia en la voz—. Liu'Er. Liu'Er Mihou... ¿Está...? Dime, ¿sigue con vida? ¿Qué fue lo que hizo, qué te dijo? ¿Es poderoso?
—Sí, ese mismo... De hecho, ¿creo que tuve una cita con él, hasta que trató de asesinarme...? —contestó farfullando—. Está mucho más loco que en el libro, te lo puedo jurar... ¿Por qué preguntas si está vivo como si quisieras que conteste que sí?
—¡¿Qué se debe hacer para tener la mala suerte de ser tú?! ¿Pudiste averiguar si está enlazado de forma cuántica a él o si es una porción de su mente? Juro que si me lo enseñas jamás volveré a pedirte nada en la vida.
—Pues no. No podrías pedirme nada si te mata. ¿Qué, estás loca? El tipo es un psicópata.
—¿Seis ore...? ¿Qué me fumé de camino? —dijo Ems claramente confundida al escucharlas.
—Habrá sido el maní del avión... Te comiste seis paquetes. —Se quejó Halley—. Oye de verdad, quiero conocerlo. Exijo que la próxima vez me lo presentes. No lo voy a poder dibujar bien si no veo cómo es y sabes que me obsesiona.
Path rio. Definitivamente tendría que tratar mejor a sus amigas, pensó—. Oigan... no viene al caso, pero, no encuentro a Mochi... ¿me ayudan a buscarlo?
—¿¡Trajiste tu gato!?
—¿¡Querías que lo deje?!
—¿¡Trajiste al gato y no a mí?!
—Path... —llegó diciendo Bajie aun colorado y asustado por los gritos y las amenazas del mono—. Perdón por molestar, pero ya está la comida y Hóuwáng quiere hablar contigo.
—¿Sun Wukong? ¿Pasa algo? —Path se levantó de inmediato y fue preocupada a buscarlo, limpiándose las manos por la ropa. Sus amigas la observaban confundidas, esto del divorcio astral se veía difícil a los ojos de Halley; Ems por otro lado desconfiaba que hubiera más implicado en el asunto.
—Mírala pues... Va volando —dijo Hall—. ¿Por qué las dos siempre buscan relaciones que acaban en terapia por dos años?
—Dudo que esto se resuelva con terapia...
—Entonces señoritas, ¿sus novios no están preocupados por ustedes? ¿Es su primera vez en China? —Bajie se quedó allí e intentó llamar su atención.
—¿Y tú como te llamas guapo? —preguntó Emily. Ese maldito la había maniatado. No lo iba a olvidar.
—Bajie, madame. Zhu Bajie. Wu Neng si eso prefieren. Claro que, unas damas tan refinadas pueden llamarme como quieran.
Emily arqueó una ceja y miró a Hall; esta contestó con una sonrisa malvada. "Zhu Bajie", uno de los peregrinos que había viajado con Wukong y con el monje Tang Sangzang y que tenía una debilidad inmensa por las mujeres. En el libro, el único apodo que se le daba era "el idiota". Y claro que hasta Ems sabía bien quien era él. Cuando le había agarrado una de sus rachas de artista obsesivas, Path había hablado del Viaje al Oeste hasta el cansancio.
https://youtu.be/xdkWYD7hjrQ
Por si les da curiosidad, lo que Path cantaba...
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