Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12-El Palacio del Mar del Este (3)

Se arrastró con ayuda de los sabios hasta la habitación. No era la primera vez que estos fieles monos tenían que cargar a Wukong a cuestas, y no obstante, las otras veces habían sido lejanas ocasiones fiesteras. Estaba todo empapado y sus ojos estaban enrojecidos, las piernas le temblaban y aún no podía hablar.

—¡Wukong! —exclamó el cerdo al verlo. Rodeando la cama del rey, sus súbditos humanos recientemente adquiridos observaban con preocupación a la mujer que estaba al otro extremo del cordel rojo—. Se desvaneció de pronto cuando llegamos a casa, no sabemos qué le pasó. ¡Estaba perfectamente bien! Quizás el sol, o el cansancio, o el estrés —siguió diciendo Bajie—. Zhang Wa Mu acaba de regresar para llevarla al hospital.

—Salgan —exigió apenas respirando—. Largo.

—Tenemos que llevar a Patsy a...

—Pero señor, ¿qué le pasó a usted? —insistió Fei Lao.

—¡Ahora! —contestó sin explicar. Los monos lo dejaron junto a la cabecera de la cama y se marcharon empujando a los demás intrusos, cerrando la puerta tras de sí.

Sin dilación, tomó la mano de Patrisha entre sus manos y apretó el agarre con fuerzas—. Gracias —le dijo de rodillas—. De no ser por el cordel, no habría podido encontrarte. Desde el fondo del océano pude ver el bellísimo hilo rojo que me trajo hasta donde estabas... Eso te hace más bonita de lo que pensaba antes.

—¿Wukong? Cabeza hueca, ¿no te dije que no te hicieras daño? —contestó ella recuperando apenas el conocimiento—. Me duele el brazo. Tardaste mucho —añadió. Estaba siendo amable, extrañamente amable, ¿tan mal lucía ella que lo preocupaba tanto como para dejar sus malas actitudes a un lado? —¿Qué pasó?

—Shh... Debes descansar —contestó interrumpiéndola—. Cuando sientas menos dolor, conversaremos.

Y estaba siendo paciente, demasiado... ¿Tanto agradecía que retuviera su vida de este lado de la barca que estaba dispuesto a ser comprensivo? —Okey... —contestó semiconsciente—. Ahora que soy tu héroe deberás agradecerme. No creas que estamos a mano porque me salvaste antes.

—¿No lo estamos? —sonrió.

—Claro que no. Se supone que es tu trabajo. Dijiste que no era buena idea que fuera al revés, pero tuve que acabar salvando tu trasero.

—¿Sabes? Sun Wukong jamás se arrodilla ante nadie. Y mira cómo me tienes ahora —agregó él.

—¿Sabes? Sun Wukong no debería hablar de sí mismo en tercera persona... —contestó ella—. Suena ridículo.

El mono rio y contestó que debía dormir. Path dijo que obedecería, sonriendo. Pero el dolor en el brazo no acababa. Se fue adormeciendo, su respiración dejó de quemarle los pulmones y la garganta.

Él se quedó allí, en esa incómoda posición, mientras Path volvía a respirar con normalidad. Con una garra cortó el brazalete dorado y este volvió a ser un simple pelo de mono. Ya no haría falta. Se lo guardó en un bolsillo.

—Él dice que ella lo tiene a sus pies —Zhu Bajie espiaba por la cerradura; sabía leer los labios—. Parece ser que recupera las fuerzas cuando está cerca, ¿no es muy romántico? —susurró sus teorías.

—Está siendo muy... amable ¿no es un poco raro? —dijo Zhang Wa Mu quien en pocos días ya se había acostumbrado a sus maltratos.

—¿Amable? Nos acaba de echar —se quejó Fei Lao por lo bajo. El rey no había preguntado por el inspector. Quizás no era tan raro si su mujer desvanecida estaba como prioridad, pero ¿era esa la prioridad de Sun Wukong?

—Es que ella le gusta, tonto. Las personas son complejas, actúan diferente en privado. Esta mañana hasta me dijo "por favor" cuando ella estaba ahí escuchando —contestó el cerdo.

—¿¡Él?! —se quejó el sirviente sin poder creerlo. Su rostro sin cejas todavía se sentía arder; Sun Wukong había ordenado expresamente que era él quien debía encargarse de los fénix para que no causaran disturbios. Por supuesto, no había recibido ningún "por favor" en el proceso... Quizás la presencia de una mujer cambiaba las cosas para mejor.

—Ahora dicen que el dolor desaparecerá en un rato —insistía el cerdo—. Si siguen sosteniéndose las manos.

Zhang Wa Mu asintió tratando de entender la extraña conexión que tenía el Gran Sabio con esa extranjera. Fei Lao opinó que alguno necesitaría preguntarle a Sun Wukong qué había pasado con las tijeras de Ao Kuang, si es que las había conseguido, pero nadie quería ser quien se atreviera a interrumpir. Los dejaron solos hasta que cayó la noche.

A la mañana siguiente, el mono insistió en llevarse a Path a un recorrido por la montaña. Aunque Path estaba débil, insistió en que buscarían hierbas medicinales y en que estaría mejor si se mantenía cerca suyo, así que la chica accedió. Ni Fei Lao, ni Zhang Wang Mu, ni Zhu Bajie estaban invitados. Todo parecía indicar que sería alguna especie de cita. Así que nadie trató de acompañarlos.

Francamente estaba encantada, jamás había sido tan atento o comprensivo hasta ahora, mucho menos había buscado estar a su lado; sino que siempre la esquivaba lo más posible. Era como si Sung Sam hubiese regresado. Quizás estar al borde de la muerte lo había hecho entender que estaban juntos en esto, que no había forma de que pudiera solucionarlo sin su ayuda. Y el mono la ayudó a cruzar los arroyos y senderos mientras contaba chistes y aventuras, hasta la cargó en su espalda cuando pidió descansar. No obstante, nunca habló de usar las tijeras, o de si las había encontrado siquiera. Quizás estaba siendo agradable con ella como una suerte de despedida a su extraña relación; o quizás estaba armando otro plan en su cabezota.

Pararon a almorzar en un tramo de bosquecillo que tenía una plantación de bambúes que Sun Wukong había hecho crecer con el esfuerzo de sus propias manos, y estos se tambaleaban con la más mínima brisa generando un sonido casi musical.

Ahora descansaban. Él estaba sentado con las patas en el agua del estanque cercano. Ella estaba mirando la profundidad del cielo azul contrastar con las cañas verdes que se elevaban altas y serenas y que bailoteaban con el viento. Le sorprendía ese lugar pues no parecía responder a ningún bioma o lógica. Todo crecía, todo el tiempo era primavera, todo reverberaba, y animales de cualquier parte del mundo podían hallar refugio allí. Las cebras corrían en grandes manadas con los caballos salvajes atravesando de portal a portal, y las cabras caminaban por los riscos donde anidaban los pegasos y los dragones pequeños. Era tan idílico que creía que ya nada sería igual para ella cuando se marchara. Pensó en lo que el cerdo había dicho: que cuando Wukong no estaba allí todo era un desierto. Era casi imposible imaginarlo y, no obstante, saber que Sun Wukong había creado esos parajes la llenaba de profunda admiración.

—Estaba pensando... que quizás no necesitemos esas tijeras —dijo él de repente, lanzando una piedra redonda y pequeña. Esta cayó al estanque haciendo varias ondas al hundirse. El agua estaba llena de peces que huyeron por causa del pequeño disturbio en su mundo.

—¿De qué hablas? —contestó ella cortando una fina brizna de hierba que tenía en la punta una diminuta flor blanca.

—Dices que odiabas tu empleo ¿no? No te molestó renunciar, yo sé que no. —Volteó a verla con sus ojos ambarinos que hoy lucían un tanto verdosos; Path descubrió abochornada que siempre buscaba mirar sus ojos, sin duda su rasgo facial más humano. Observó también que su pelaje nuevamente había cambiado de color por cuanto esta vez era platinado como el oro blanco. Path asumió que era algo normal en él siempre tener diferente aspecto.

Al final, hay un poema sobre él que lo explica:

Una vez que todo hubo surgido de la copulación del Cielo y la Tierra, apareció una roca divina de la unión de la luna y el sol. Pronto se transformó en un huevo, que, con el paso del tiempo, se fue convirtiendo en un espléndido mono. Su inteligencia era tan profunda que llegó a penetrar en el misterio del Gran Tao y a conocer el secreto del mismísimo elixir de la vida. Nadie ha visto jamás los rasgos de su espíritu, porque carece totalmente de forma, pero su obrar es de todos conocido y jamás ha dejado de ser ensalzado por doquier. Su recuerdo perdurará de edad en edad, porque es un rey sabio cuyo dominio se extiende más allá de las imprecisas fronteras del fluir eterno.

Él se puso de pie y fue hasta ella—. ¿Por qué no te quedas aquí conmigo?

—¿Cómo? ¿Siempre? —contestó sorprendida.

—¿Y por qué no? Yo puedo cuidarte mejor que nadie —insistió inclinándose ante ella, tomando su mano. Le dio la mejor de sus sonrisas y sus ojos brillaban como si estuviese gestando el mejor proyecto de vida e incluyéndola en él.

Path sonrió ruborizada ante su mirada atenta y fija en cada movimiento que ella hiciera. Ahora era el momento perfecto para preguntarle si Tao Siu Ling También había vivido allí; para contarle sobre la grulla de papel. Pero entonces su semblante empalideció—. ¿Por qué sigue doliendo? —dijo mirando su mano. Su brazo entero estaba comenzando a quedar magullado y azul—. ¿No es muy extraño?

El mono la ayudó a levantarse del suelo con una sonrisa—. Oye si no quieres contestar ahora, disimula. Puedes decidirlo después —contestó. Path sonrió abochornada, pero cortó el contacto visual y volvió a mirar su propio brazo, su antebrazo, su muñeca, la punta de sus dedos que se aferraban a la mano izquierda de él—. Solo estás cansada, ¿quieres que volvamos ya? —insistió él amable al ver su preocupación.

Demasiado amable...

—A ti no te duele —contestó con desconfianza la mujer. Se apartó un paso. Todas las aves huyeron. Su corazón comenzó a palpitar acelerado.

—Path... ¿qué tienes?

—¿Quién eres?

Ao Kwang, dios-rey Dragón del Este

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro