SEGUNDA PARTE
Imogen apenas llevaba un día en Texas y ya odiaba por completo la granja, como también a su familia y las personas que trabajaban allí. Estaba demasiado acostumbrada a la ciudad, que al estar aburrida podría mandar un mensaje en el grupo de sus amigos para ir a la playa o de compras, poder hablar con ellas tranquilamente por sus redes sociales, compartir una buena charla con su papá en un intento de subir su ánimo. Pero ahora estaba en una jodida granja en la que casi no tenía señal, si quería ir a comprar debía ir al pueblo que quedaba a kilómetros de distancia y sabía que no encontraría tiendas de calidad como en la ciudad donde vivía, podía sentir el olor proveniente de los animales, de sudor de quienes trabajaban ahí, lo que hacía que no quisiera salir y decidiera encerrarse en su nueva habitación.
No entendía cómo su madre podría haber cambiado la ciudad por la granja, aunque el padre de ella le había dejado aquella granja a Joanne junto a su hermano, Alfred, y en cuanto falleció que comenzaron los problemas, la mujer había tomado la decisión de ocuparse de la granja junto a su hermano. Pues, también era algo que había extrañado demasiado, nunca le gustó su vida en la ciudad al sólo haberse mudado por sus estudios universitarios, así que al sentir que lo perdió todo y no tenía sentido continuar en San Francisco, no dudó en aprovechar aquella oportunidad para volver a su pueblo.
Imogen planeaba quedarse encerrada en su habitación aquel nuevo día, sintiendo cómo la ansiedad llegaba a asfixiarla, deseando más que nada volver a San Francisco, sin importar en absoluto que corriera el riesgo de que Jimin pudiera volver a buscarla y tuviese que verlo, aunque eso provocara que la destrozara. Y es que, ella creía que hasta el mismo universo le había advertido muchas veces que podría romper su corazón, pero se había perdido como estúpida en sus dulces palabras y en su mirada que le hacía querer entregarle su vida entera porque tuvo la idea de que su amor era amable, pero vaya que parecía haberse equivocado.
Quedarse aquel día encerrada en su habitación parecía ser la mejor idea, pero eso no pudo ser cuando Jesse junto a Jaxon entraron pidiendo que los acompañara al pueblo, lo cual ella quiso negarse, pero pensar en estar fuera de esa granja y sin soportar la presencia de su madre, observando por la ventana cómo parecía llevarse tan bien con los trabajadores, sospechando en quién podría ser su nuevo "amante", aunque su sospecha principal seguía siendo "Jungkook", aquel hombre que también lo había visto conversar animadamente con su madre. Despertaba demasiado su rabia notar que seguía siendo la misma mujer que ella consideraba desvergonzada, sin importarle su resentimiento, que estuviera en esa granja con ella.
Quizás nunca le importó arreglar su relación y, aunque lo detestara demasiado, de alguna manera, le dolía.
Al llegar al pueblo, Imogen lo miraba arrugando el rostro, demostrando su desagrado, pese a que cuando era pequeña le gustaba demasiado pasear por allí mientras tomaba las manos de sus padres, pero claro que aquellos recuerdos parecían haberse desvanecido o ella ocultarlos para poder seguir manteniendo su gran rencor. Jaxon había colocado la mesa de madera y un mantel de a cuadros blancos y rojos, por lo que Jesse colocó luego el cartel que contenía los precios, así que el joven de cabello castaño se quedó mirando a Imogen que reaccionó a que esperaban que sacara la mercancía de las cajas que estaba en la cajuela del coche.
Ella rodó los ojos e intentó bajar una de las cajas, pero Jaxon se apresuró a tomarla.
—Estas son las leches, así que hay que ser cuidadoso —recalcó caminando hacia una de las sillas para colocar la caja.
Volvió a rodar los ojos para tomar la otra caja, y Jesse sonrió cuando se acercó para depositarla en la otra silla, por lo que Imogen se volvió a cerrar la cajuela del coche. Al regresar con sus primos, observó como Jaxon se encargaba de acomodar las leches que estaban en un envase de vidrio, mientras que Jesse se encargaba de acomodar las jalea de fresa que preparaba su madre.
En cuanto su primo acabó, ella dejó la caja vacía a un lado, para así tomar asiento, observando a sus primos que conversaban un poco. Ambos tenían su cabello castaño, Jaxon algo largo que ataba en una coleta aunque algunos mechones se le escapaban, mientras que Jesse largo hasta su cadera, sus ojos eran cafés y grandes con largas pestañas, Jesse labios esponjosos mientras que los de Jaxon eran más delgados, él siendo de estatura alta mientras que su hermana baja, aunque ella estaba en sus diecisiete años y él en sus veinte.
Este parecía ser bastante serio, quizás maduro para su edad, siguiendo los pasos de su padre ya que amaba la granja, mientras que Jesse era más extrovertida y dulce, dispuesta a ayudar siempre a su madre y tía.
—Buenas tardes...
Al escuchar esa voz femenina, los hermanos miraron a la mujer que esperaba ser atendida, pero Jaxon acabó dándole un golpecito con su codo a Imogen que estaba mirando su celular, el cual tenía entre sus manos y quería volver a encender con la esperanza de que haya señal, aunque al sentir el golpe soltó un quejido mirando a su primo.
—¡¿Qué te sucede?! —murmuró molesta, y este le señaló hacia el frente.
Al ver a la mujer de cabello castaño, con flequillo y corto hasta los hombros, y baja de estatura, frunció el ceño.
—¿Va a comprar? En el cartel tiene los precios —habló en seco, volviendo su atención al celular para levantarse, escuchando cómo su primo maldijo por lo bajo.
—Lamento eso —murmuró avergonzado—. La leche está cinco dólares...
Imogen se había alejado unos pocos metros a la vez que encendía su celular, sintiendo una punzada en su estómago. Y es que tan sólo lo había encendido el día anterior, encontrándose con quince llamadas de Jimin, al igual que mensajes que decidió ignorar por completo.
Ahora no quería que volviera a ser lo mismo, pues estaba segura que sólo podría ser cuestión de pocos días para que se aburriera, aunque no entendía porqué parecía querer resolver la situación con ella si estaba a la misma vez con su secretaria.
El ver que seguía teniendo llamadas perdidas, como más mensajes, provocó que su corazón se encogiera, que el dolor y la ansiedad regresaran a ella, por lo que tomó una decisión. Lo bloquearía. Ya no servía de nada tener su número luego de lo sucedido, porque Park Jimin no era para nada el hombre que creyó, con quién imaginó pasarse toda su vida porque él cuidaría su corazón. Y tener que aceptarlo, estaba destrozándola.
Jamás tendría una vida al lado del hombre que tanto amaba. O al menos eso pensaba ella.
—¡Imogen!
Esa voz sonaba bastante molesta, y ella al estar tan perdida en sus pensamientos, en su dolor al haber bloqueado el número de su exprometido, no pudo evitar sobresaltarse, aunque acabó volteando encontrándose con Jaxon.
—¿Qué quieres?
—Sí te trajimos con nosotros no fue para que ahuyentes a nuestros clientes, sino porque mi tía nos pidió ya que quiere que te distraigas un poco —explicó molesto.
—Ya, relájate, Jaxon —intervino su hermana—. Seguramente no es buena porque jamás ha hecho algo así, pero yo te enseñaré, Imogen. Mira, parece que viene alguien, así que presta atención.
Imogen rodó los ojos, decidiendo intentar mantener la calma mientras volvía a sentarse a un lado de Jesse, la cual le sonrió amablemente al hombre que se acercaba.
Así fueron pasando los minutos transformándose en unas pocas horas, lo que fue algo demasiado estresante para Imogen que no quería para nada estar allí. Jesse le había enseñado cómo era la manera correcta de atender a las personas, por lo que intentó hacerlo, llevándose sonrisas de su prima que le decía que iba haciéndolo mejor, mientras que Jaxon parecía frustrarse al darse cuenta que no le ponía voluntad alguna.
Cuando llegó la hora de volver a la granja, Imogen observaba por la ventanilla el cielo anaranjado, deseando poder dejar de sentirse aunque sea un poco incómoda por estar ahí porque sabía que no lo estaría tan sólo una semana y podría volver a su vida normal. Y una vez que llegaron, los hermanos tomaron las cajas vacías mientras que Imogen luego los miraba alejarse, dirigiéndose a la casa a la vez que conversaban animadamente.
No podía comprender cómo era que les gustaba tanto vivir ahí, ir al pueblo a vender, hacer sus tareas cotidianas en aquella granja, mientras ella detestaba todo, hasta el mismísimo aire que respiraba. Soltó un suspiro de frustración aún estando a un lado del coche, y cuando se decidió a seguirlos caminando tranquilamente, escuchó como un chillido que llamó su atención. Rápidamente volteó arrugando el rostro, buscando de dónde provenía, hasta que su mirada se dirigió al establo que estaba a varios metros.
Algo dudosa, tomó la decisión de comenzar a caminar hacia este, escuchando unas voces que no podía reconocer, hasta que estuvo lo suficientemente cerca para poder reconocer aunque sea una. Su madre.
—¡Vamos, puja! ¡Tú puedes, Mora! —exclamó una voz masculina—. ¡Eso es!
—¡Lo hizo! ¡Muy bien, Mora!
Imogen asomó su cabeza mientras tomaba el umbral de la puerta con una mano, observando cómo su madre aplaudía emocionada con una gran sonrisa y, Jungkook que tenía el ternero entre sus manos, pasó los dedos por su nariz para sacarle los fluidos amnióticos y que pudiera respirar. Aquello provocó que ella cubriera sus labios al sentir que en cualquier momento escaparía una arcada, pero, al parecer, de todas maneras, llamó la atención de su madre.
—¡Imogen, volvieron! —habló con una sonrisa—. Ven, acércate a ver el ternero que acaba de parir Mora.
La fémina hizo rápidamente una mueca de disgusto mientras que Jungkook al haber acercado el ternero a su madre, volteó con una sonrisa y tomó el paño que le tendía Joanne.
—Gracias —murmuró comenzando a limpiar sus manos—. Así que, tú eres la hija de Joanne. Te daría la mano, pero dudo mucho que quieras tomarla...
Ella al notar cómo este sonreía de una manera que no parecía nada amable a comparación de los demás hombres que trabajaban en aquella granja para su madre, sino que hasta parecía ser más bien una cínica, sintió que cierta rabia la invadía. No toleraba escucharlos, mucho menos ver cómo este se colocaba al lado de Joanne que parecía tensa al esperar que ella lo saludara.
¿Acaso le daba tanta importancia a algo así? ¿Debía mostrarse obligadamente agradable con Jungkook? Tan sólo hacía que creyera aún más que él podía ser el amante del momento de su madre. Lo detestaba.
Y por detestarlo, por querer demostrar cuánto odiaba la idea de estar ahí con ella, volteó ignorándolos por completo.
—¡Hija...!
Imogen había salido del establo, pero se detuvo rápidamente por la curiosidad.
—Carajo, lo siento, Jungkook —habló avergonzada, Joanne.
—No se preocupe. Debe ser demasiado difícil tener una hija de su edad.
—Con su padre no se comporta así...—recalcó angustiada.
—Los hijos parecen estar cada vez más rebeldes, más si uno no les da lo que quiere —chasqueó la lengua—. Es por eso que agradezco no tener uno.
—Aún sigo sorprendida por eso.
—Mejor hablemos de otra cosa para que pueda distraerse.
Imogen sentía cómo su respiración se volvía pesada, y no sabía cuánto más iba a poder contener aquella rabia si seguía escuchándolos, por lo que comenzó a caminar rápidamente hacia la casa, detestando con más fuerza a su madre por siempre victimizarse.
(...)
Imogen había salido de la casa durante la tarde, caminaba mientras miraba la pantalla de su celular, suspirando frustrada al no tener señal, queriendo llorar de irritación porque no podía contactarse con su padre, ni amigas, que pensaba que podían estar preocupadas por ella. No lo creía posible, pero parecía que cada día que pasaba le tomaba más odio a aquella granja, más al notar cómo su familia parecía realmente esforzándose demasiado porque ella se sintiera cómoda allí —a excepción de Jaxon que se frustraba demasiado al no tener paciencia—, pero es que estaba segura de que jamás iba a poder acostumbrarse a la granja cuando tan sólo deseaba que fuera una pesadilla, y despertar en su cómoda cama con el amanecer de su ciudad en San Francisco y no por los horribles cantos de los gallos que le hacían tener que cubrirse las orejas con la almohada mientras lloriqueaba por la frustración.
Aquellos recuerdos de pequeña, siendo la primera en despertar y correr a la habitación de sus padres para despertarlos, queriendo poder recorrer la granja y montar junto a su madre, se veían tan lejanos.
Gruñía molesta al ver tan sólo una raya de cobertura, por lo que siguió alejándose de la casa, acercándose a un árbol grande viendo cómo aparecía otra raya más, y al ver un tronco de árbol decidió subirse a este mientras levantaba el brazo con una sonrisa al ver que aparecía otra raya más de cobertura, por lo que podría llamar. Rápidamente buscó el contacto de su mejor amiga, para así apretar llamar.
—¿Imogen?
—¡Evie! —chilló emocionada—. ¡Oh, Dios, Evie! Creí que no podría comunicarme jamás contigo.
—¿Dónde demonios estás? Cuando te busqué desesperada en tu casa al no entender lo que había sucedido, y tu padre me dijo que decidiste irte con tu madre, no podía creérmelo —habló rápidamente.
—¡Claro que yo no decidí esta basura! Mi padre me obligó a venir a esta granja.
—Oh, entonces, ¿si es verdad que estás con tu madre? —preguntó sorprendida.
—Lamentablemente, sí.
—No puede ser. ¿Y cómo estás? ¿Cómo la estás pasando allí? —indagó preocupada,
Imogen soltó un suspiro mientras volteaba, caminando sobre el tronco, pero levantó la mirada observando cómo a varios metros se encontraban saliendo del establo Jungkook junto a otro hombre que se quitaba el sombrero para echarse aire mientras el pelinegro le hablaba y este parecía captar sus ordenes, para luego comenzar a caminar alejándose de él que tomaba la dirección contraria.
—¡Es horrible, Evie! Es una pesadilla.
—¡No seas exagerada! —exclamó riendo.
—No exagero. En verdad es horrible desde despertar por los cantos de las gallinas...
—Gallos, Imogen. ¡Gallos! —corrigió soltando una risotada.
—Es lo mismo —rodó los ojos—. Pasar la tarde acalorada, sin señal, sin poder ir a la playa o alguna buena tienda de ropa, sentirme sucia todo el tiempo...
—Ya, creo que exageras demasiado, Imogen —la interrumpió dejando de reír—. Vamos a lo importante.
—¿Y qué es lo importante? —frunció el ceño debido al desconcierto.
—¿No hay algún granjero guapo? —preguntó con picardía.
Imogen arrugó el rostro ante su pregunta mientras volteaba cuidadosamente para caminar hacia el lado contrario por el tronco, recordando a los hombres que había conocido que fueron unos cuatro, y todos parecían ser bastantes mayores para que pudieran gustarle a su amiga, aunque a su cabeza apareció el recuerdo de Jungkook. Este parecía ser el más joven entre ellos, pero tampoco sabía cuántos años podría tener, lo que sí era obvio, es que les llevaba varios años.
—Si me dices que sí, podría pensar en ir a hacerte compañía.
—Todos deben pasar los cuarenta. Son demasiado grandes.
—¡¿Desde cuándo te importa la edad?! Si son unos granjeros guapos, es lo menos que me importaría.
—Pues, lamentablemente, no hay ninguno guapo.
—Oh, entonces no me volveré una granjera —habló desilusionada—. Ya hasta había imaginado mis outfits.
—¡Evie! —exclamó riendo—. Estás muy mal.
—¿Cómo estás, Imogen? —preguntó provocando que ella se tensara y majeara su nuca.
—¿Lo sabes?
—Bueno, no sé cuánto sé, ni qué es cierto.
—¿Te contó mi padre?
—En realidad... me buscó Jimin.
Al escucharlo, sintió como un escalofrío recorría su espina dorsal, lo que le hizo paralizarse por un momento.
—¿Qué? ¿Cómo es que ese imbécil se atrevió a buscarte? ¡¿Para qué?! —cuestionó histérica.
—Para saber de ti. Se veía desesperado, Imogen, así que por esa misma razón fui a buscarte y tu padre me dijo que tomaste la decisión de irte con tu madre.
—¡¿Cómo pudo atreverse a buscarte?! ¡Es un cínico! ¡Un idiota! ¡Un...!
—Ya, Imogen, él me dijo que no es...
—¡No quiero saber qué es lo que te dijo un idiota, mentiroso, infiel cómo él! ¡Y no quiero que vuelvas a mencionar...!
Imogen no había podido continuar hablando, ya que un chillido había escapado de sus labios al haber caído al césped de trasero, quedando con sus piernas encima del tronco, por lo que gimió de dolor observando dónde había quedado el celular para así tomarlo y continuar hablando con su amiga, pero una risa provocó que levantara su mirada.
Frente a ella se encontraba Jungkook, el cual la había estado mirando de lejos hasta que notó que parecía alterada, por lo que quiso continuar con su trabajo de llevar los dos baldes de maíz al gallinero, pero la vio caer. Había presionado sus labios en un intento de reprimir su risa mientras se acercaba, pero claro que había fallado, porque ahora la fémina lo miraba con su rostro enrojecido y él intentaba adivinar si era por la vergüenza o el enfado, aunque por su forma de mirarlo creía que era más posible la segunda opción.
—¿Te ayudo? —preguntó intentando reprimir la risa, acercándose más para dejar uno de los baldes de maíz e inclinarse hacia adelante mientras extendía su mano.
La pelirroja miró su mano mientras se sentía hervir, queriendo poder ser capaz de desaparecer y no sólo por la vergüenza, sino también por la rabia de que alguien que detestaba lo haya presenciado y ahora pareciera divertirse por la situación. Por esas mismas razones, rápidamente intentó levantarse, aunque lo hizo con dificultad mientras soltaba un quejido.
—No necesito su ayuda —aclaró sonriéndole de manera falsa.
—Oh, ¿si hablas? —fingió asombro, provocando que ella lo mirase alzando una ceja—. Digo, te he visto estos tres días y cada vez que tenías la oportunidad de presentarte, tan sólo te ibas. No me atreví a preguntárselo a Joanne, porque temía que fuera algo triste para que me lo cuente.
Rápidamente tomó su celular, sintiendo una punzada al seguir algo adolorida por la caída, pero decidió fingir que su cuerpo no dolía para así rodear el tronco para volver a la casa, pero pudo ver cómo Jungkook sonreía.
—Imbécil —murmuró entre dientes para seguir caminando, pasando al lado de este.
—Oh, realmente sabes hablar —comentó divertido.
Imogen tuvo que empuñar las manos con fuerza y, aunque no podía verse, estaba segura de que debía tener su rostro enrojecido por la rabia, mientras que Jungkook al verla alejarse soltó una ligera risa y negó repetidamente con la cabeza, inclinándose haca adelante para tomar el otro balde de maíz. En verdad no podía comprender a los jóvenes, porqué parecían estar todos tan enojados con la vida y las personas, hasta con quienes ni siquiera conocían, lo cual hacía que quisiera burlarse ya que se le hacía algo completamente inmaduro de su parte.
(...)
Imogen estaba realmente aburrida aquella tarde, hasta se había cansado de estar recostada y por momentos asomarse a ver por la ventana cómo el sol comenzaba a esconderse mientras veía a los hombres ir y venir. Esa fue razón suficiente para que decidiera bajar encontrándose con su prima que bebía agua, teniendo su rostro algo enrojecido y sudado, lo que despertó su interés.
—¿Estás cansada? —preguntó llamando su atención, lo que hizo que Jesse la mirase con una sonrisa.
—Oh, sí, estuve recogiendo coliflores —explicó haciendo una mueca—. ¿Quieres que salgamos un poco? Debes estar aburrida de estar aquí dentro.
—¿Salir a dónde?
—No sé, a caminar por aquí.
—Está bien. Vamos.
Imogen no tenía ánimo alguno de caminar por la granja, ya que la detestaba y no veía la hora de irse, pero tampoco quería seguir allí dentro porque sentía que terminaría asfixiándose. Siguió a Jesse, soltando un ligero suspiro de frustración, mirando alrededor de la granja, buscando algo que pudiera llamar su atención mientras escuchaba cómo la adolescente hablaba animadamente, pese que ella no le prestaba nada de atención.
La siguió hasta que acabó arrugando ligeramente la frente al ver cómo su prima entraba al establo, lo que hizo que al no sentirla volteara a verla confundida.
—¿Qué sucede?
—¿Por qué entramos aquí? Prefiero caminar...
—Oh, creí que podríamos hacerle algo de compañía a Belle —comentó haciendo una mueca.
—¿Belle?
—Es una yegua. Mira, ven —ordenó continuando el camino.
Imogen decidió seguirla hasta que vio como una yegua de un color ocre dorado con crines y cola blanca, se encontraba allí con una de sus patas delanteras vendada, mientras frente a ella había un pesebre de heno. Esta se acercó a la puerta, sacando su hocico entre las rejas, lo que hizo que Jesse sonriera mientras la acariciaba.
—¿Quieres acariciarla? —preguntó llamando la atención de la pelirroja.
—¿Es buena?
—¡Claro que sí! —exclamó riendo.
Algo dudosa, decidió acercarse para estirar su mano y comenzar a acariciar con inseguridad su hocico, pero cuando la yegua pareció querer acercarse más, apartó rápidamente su mano por el susto, lo que hizo que su prima soltara una risotada.
—Tranquila...
—¿Señorita Jesse?
Al escuchar esa voz masculina, ambas voltearon a ver hacia la puerta, donde se encontraba Jungkook llevando un sombrero negro, camisa roja y negra a cuadros que estaba abierta permitiendo que se viera su camiseta sin mangas blanca que dejaba notar el sudor en su pecho, jeans que se pegaban a sus gruesos muslos, y botas marrones.
—¿Qué sucede, Jungkook?
—La señora Joanne necesita su ayuda en los huertos.
—Oh, está bien —giró a ver a Imogen—. Puedes acariciarla tranquila. No va a hacerte daño. Ya vuelvo.
Imogen asintió algo tensa mientras la veía caminar y mirar con una sonrisa a Jungkook que no dudó en devolvérsela. No podía dejar de mirarlo, cómo volvía a inclinarse para tomar los baldes de cebada, pero este al reincorporarse para comenzar a caminar, conectó su mirada con ella, provocando que tragara con dificultad y volviera su mirada a la yegua.
—No me hagas nada —pidió en un murmuro casi inaudible, intentando concentrarse en el animal.
Jungkook a pesar de caminar por el pasillo, no pudo evitar girar la cabeza a ver la joven que acariciaba con algo de inseguridad el copete de la yegua, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro al ir tomando más confianza.
—Eres muy bonita, Belle —murmuró con una sonrisa.
—Dicen que los animales pueden sentir la energía de las personas —comentó Jungkook—. Quizás con ellos sí tienes una buena, porque hasta parece que les hablas bien.
La pelirroja fijó su mirada en él, pudiendo notar rápidamente la diversión en sus orbes oscuros y su pequeña sonrisa, por lo que lo miró de pies a cabeza con una mueca de disgusto, para luego rodar los ojos decidiendo volver a ignorarlo y concentrarse en acariciar a la yegua. Aquello tan sólo provocó que Jungkook alzara una ceja, pensando en cómo podía ser aquella joven tan distinta a su madre con la forma de relacionarse con las personas. Pues, siquiera parecía querer a hacerlo, sino que era más de mirarlos cómo si estuvieran por debajo de ella, lo cual podría considerarse así al trabajar en la granja para Joanne, pero este no toleraba para nada que la pelirroja actuara de esa manera.
—Vaya, ¿no crees que ya eres grande para actuar como una niña caprichosa?
—¿Caprichosa? —volteó a verlo, cruzándose de brazos.
—Porque no quieres estar aquí, así que vienes con tus aires de superioridad —explicó acercándose a ella—. ¿O debo suponer que también eres así en California?
—¿Por qué? ¿Te importa? —cuestionó levantando la cabeza para conectar sus miradas mientras se acercaba—. Soy así, ¿y qué? De todas maneras, no eres más que un granjero mugroso y aburrido que no tiene vida.
Este al escucharla no pudo evitar soltar una risa cínica, para luego asentir mientras pasaba la lengua por el interior de su mejilla.
—¿Y tú qué eres además de alguien caprichosa que se la debe pasar derrochando dinero en ropa? —examinó alzando una ceja.
—Estudio Diseño de Moda, idiota —masculló molesta—. Al contrario de ti, sí seré alguien con una vida interesante y que puede aspirar a más que sólo... cargar comida para los animales.
—Pero sin nadie que te soporte —comentó provocando que ella riera—. Por algo duró tan poco tu compromiso. Ese hombre se salvó de cometer el peor error de su vida.
En ese momento, la sonrisa burlona del rostro de la pelirroja se borró por completo, mientras en su mirada podía reflejarse más que nada el resentimiento, la rabia, como también algo de dolor, lo que hizo que Jungkook quisiera sonreír triunfante al haber dado en el punto exacto.
—Eres un maldito infeliz que no sabe absolutamente nada —apuntó mientras sus ojos ardían por las lágrimas retenidas.
Imogen comenzó a caminar furiosa fuera del establo, mientras Jungkook tragaba con algo de dificultad, sintiendo cómo se esfumaba por completo aquella satisfacción.
Quizás había cometido un grave error. Todavía no lo sabía. Pero sí que se había sacado un peso de encima al decirle lo que pensaba sobre ella.
(...)
Imogen había estado sentada en su cama y perdida en sus pensamientos al recordar cada momento junto a Jimin, la manera en la que este había sabido envolverla tan bien, haciéndole creer que era un hombre que sabía amar, que podía llenar su vacío, borrar sus inseguridades y darle lo que necesitaba. Se había enamorado tan perdidamente que luchó contra sí misma para intentar callar aquella voz en su cabeza que le advertía porque temía arruinar su noviazgo y luego compromiso. Ahora tan sólo podía sentir una presión en su pecho, una mezcla de dolor, de decepción mientras la rabia la invadía al recordar la mirada de burla de Jungkook. Jamás esperó que aquel hombre pudiera saber de su compromiso fallido, que pudiera ser capaz de burlarse de eso, y encima creer que eso fue por su culpa.
¿Realmente aquel CEO pudo serle infiel por su culpa? ¿Ella era el jodido problema?
Y si era así, entonces, ¿nunca nadie podría ser capaz de amarla? ¿Nunca nadie iba a volver a desear unir su vida a la de ella?
Aquello hizo que sintiera sus ojos arder por las lágrimas acumuladas, por lo que se levantó bruscamente de la cama al ver el anochecer por la ventana, para así dirigirse a la puerta y salir de la habitación. Caminaba rápidamente por el pasillo para bajar las escaleras mientras creía que era capaz de explotar al ver a su madre dirigirse hacia la puerta mientras llevaba un vaso de agua en su mano y una pequeña sonrisa en su rostro, pero acabó volteando a verla al escuchar sus pisadas en las escaleras.
—Hija, ¿estás bien? —preguntó preocupada.
Imogen terminó de bajar las escaleras, acercándose peligrosamente sin apartar la mirada de ella, lo que sólo hacía que Joanne se preocupara más, pero para su sorpresa, su hija le arrebató el vaso para estamparlo contra el suelo de madera provocando un estruendo que hizo que se sobresaltara soltando un jadeo.
—¡¿Qué te sucede, Imogen?! —alzó la voz histérica.
—¡Haciéndole honor a tus descripciones sobre mí! ¡¿No soy acaso una caprichosa?! —cuestionó furiosa,
—¡¿De qué hablas?!
—¡¿Acaso no estoy demostrándose que estoy encaprichada con irme de aquí?!
—¡Imogen, ya basta! ¡No estoy entendiéndote!
—¡¿Cuándo lo has hecho?! ¡Tú no sabes nada sobre mí hace años!
—¡¿Y cómo podría saberlo si tú no quieres hablar conmigo?! —replicó frustrada con sus ojos cristalinos—. ¡No me dejas hablar como me gustaría contigo! ¡No me dejas saber de ti!
—¡¿Para qué quieres saber de mí?! ¡¿Eh?! ¡¿Para contárselo al estúpido granjero ese?! —escupió acercándose más a su madre que tenía su respiración pesada y sus lágrimas habían comenzado a brotar, pero la miró desconcertada.
—¿Qué...?
—Oh, ¡no te hagas la desentendida, Joanne! ¡Le contaste a Jungkook sobre mi maldito compromiso y se burló de mí! —explicó con un hilo de voz mientras las lágrimas comenzaban a brotar—. ¡Si antes te odiaba, ahora lo hago mucho más!
—Hija, por favor...—murmuró angustiada con la intención de tomar su brazo, pero la joven se apartó rápidamente.
—¡No me toques! ¡Sólo quiero irme de una jodida vez y no tener que volver a verte! —escupió furiosa mientras intentaba ahogar los sollozos.
Joanne se cubrió los labios en un intento de contener los sollozos mientras las lágrimas brotaban sin parar, pero al sentir una presencia, volteó a ver la puerta que estaba entreabierta y la cabeza de Jungkook se asomaba por ahí, mirándola con cierta preocupación.
—Joanne...
La mujer tomó una bocanada temblorosa de aire antes de limpiar rápidamente sus lágrimas y voltear para acercarse a la puerta, lo que hizo que Jungkook volviera al pórtico. La miraba con algo de nerviosismo mientras ella cerraba la puerta tras su espalda para colocarse frente a él, inhalando y exhalando esperando poder actuar con normalidad, pese a la reciente discusión con su hija que la quería hacer derrumbarse.
—Sé que es estúpida la pregunta, pero ¿está bien?
—¿Por qué mi hija te nombró, Jungkook? —examinó cruzándose de brazos mientras daba un paso hacia adelante.
Jungkook pasó la lengua por el interior de su mejilla, sintiéndose realmente agotado de esa joven que sabía que ahora lo había metido en un gran problema con aquella mujer, pero intentaba mantener la calma y pensar qué podría decir, porque claramente la verdad no era una buena idea si quería seguir manteniendo una buena relación con Joanne.
—No me mientas y dime.
—Simplemente, ella... no nos ha estado tratando muy bien a quienes trabajamos aquí —explicó encogiéndose de hombros.
—Oh, ¿y tú que eres mi amigo y a quién le he confiado parte de mi relación con mi hija tuvo que decirle mentiras? —cuestionó indignada, provocando que él suspirara.
—Claro que no es así. Yo jamás la nombré, sólo le dije lo que pensaba sobre ella...
—¡Le dijiste sobre su compromiso, Jungkook!
—Lo siento. Eso se me escapó, no lo sé...
—Te dije lo importante que era para mí arreglar mi relación con mi hija —apuntó entre dientes, acercándose más a él permitiéndole que viera sus ojos cristalinos—. Tú me has escuchado muchísimas veces, hasta creí que podrías ayudarme, pero no.
—En verdad, lo siento...—murmuró arrepentido, pero ella negó repetidamente con la cabeza.
—Jamás esperé que tú sólo me dieras más problemas con ella, y hasta harías que me odie más —masculló dolida, limpiándose bruscamente las lágrimas.
—Joanne, escúchame...—pidió siguiendo su impulso de querer tomar su brazo, pero ella se apartó rápidamente.
—No vuelvas a trabajar aquí si vas a seguir provocando esto, porque primero está mi hija, ¿eso lo puedes entender?
Jungkook la miró entre arrepentido y frustrado, queriendo intentar nuevamente que pudiera escucharlo, pero ella volteó para entrar dando un portazo, lo que hizo que este suspirara agotado y pasara las manos por su rostro. En ese momento tan sólo se reprochaba por haber seguido su impulso de decirle lo que pensaba a esa jovencita pelirroja que tanto detestaba desde la segunda vez que la vio, porque en vez de ayudarlo, lo estaba alejando cada vez más de algo que no sabía cuándo ni cómo había comenzado a desear. O al menos eso creía él.
(...)
Ya era de tarde e Imogen seguía ignorando a todos. No había permitido que sus primos quisieran meterse en la discusión que tuvo con su madre porque sabía perfectamente que ellos la reprocharían por su comportamiento, que no lograban comprender para nada lo que sentía al estar allí y convivir con ella después de tanto tiempo. Estaba cansada de que nadie pudiera entender con lo que cargaba y que sólo la vieran como una jovencita caprichosa.
Ahora estaba sentada en el taburete viendo a su tía hacer una tarta de fresas, y en un principio la había ayudado, pero acabó sentándose cuando su primo había entrado y empezó a hablar con su madre, porque pudo sentir su mirada de desagrado. No toleraba para nada sentir que este la detestaba, pero intentaba no darle importancia alguna, pues suponía que era normal que se pusiera en el lugar de Joanne, si convivía con ella y no sabía la versión de su historia, por lo que intentaba restarle importancia. Luego de tanto tiempo estando lejos de esa familia de parte de madre, no debería provocar que le afectara que no la quisieran si ella ya no sentía aquel mismo cariño que de niña sí, ¿verdad?
Pero quizás se trataba de que Imogen era demasiado emocional.
—Cariño, deberías intentar hacer algo con lo que entretenerte mientras estás aquí —mencionó su tía.
—No hay nada que hacer aquí —aseguró rodando los ojos.
—Te equivocas. Hay muchas cosas...
—Nada que me guste o puedan necesitar mi ayuda —aclaró, por lo que Isobel mientras miraba las fresas que cortaba, asintió pensativa.
—¿Y por qué no mejor intentar aprender a escuchar? —preguntó algo temerosa—. Arreglar tu relación con tu madre...
—Y ahora empiezas tú también —habló molesta mientras se levantaba, lo que hizo que su tía levantase la mirada dejando de cortar las fresas—. Voy a buscar otra mejor forma de aburrirme.
La fémina salió de la casa dando un portazo ya que estaba demasiado cansada de que todos tuvieran que tocar ese tema, haciéndola sentir que ella era la que cometía los errores, por lo que comenzó a caminar viendo a lo lejos a los caballos en el prado, así que dirigió su mirada hacia el establo, notando que unos pocos metros frente a este había heno y a unos metros un tractor que parecían estar arreglando.
Comenzó a acercarse mientras sacaba el celular del bolsillo izquierdo trasero de sus jeans, esperando conseguir la suficiente señal ya que tenía dos rayas, por lo que decidió subirse en el heno mientras estiraba su brazo. Necesitaba hablar con alguien que pudiera entenderla o acabaría llorando del enfado que sentía. Y al parecer ni siquiera tuvo que pensar en quién llamar, porque en la pantalla apareció una imagen su padre, como también la manera en que lo tenía agendado, indicando que la estaba llamando, lo que provocó que sonriera nostálgica y contestara al instante.
—¿Papá...?
—Hey, cariño, ¿cómo la estás pasando? —habló animado.
—¿C-Cómo estás? ¿Qué estás haciendo? ¿Has estado comiendo bien o tengo que llamar a Christine? —interrogó sintiendo un nudo formarse en su garganta y cómo sus lágrimas se acumulaban al volver a escucharlo luego de unos días.
—Estoy muy bien. Estuve jugando unas partidas de ajedrez hasta hace un rato.
—¿Con Christine?
—Y no te preocupes que estoy comiendo. Ya sabes cómo es Christine, que si no lo hago me amenaza con llamarte, y no quiero que te preocupes.
—E-Está bien. ¿Por qué has ignorado mis llamados estos días? —preguntó dolida, escuchando cómo su padre suspiraba, por lo que mordió ligeramente su labio inferior mientras intentaba controlar la ansiedad que la estaba invadiendo.
—Porque cada vez que hablamos sólo me repites lo mismo. Sabes que no te hice ir para eso.
—¿Y qué esperabas, papá? ¿Que al segundo que llegara aquí abrazara a mi mamá y olvidara todo?
—¡Claro que no, hija! Pero al menos esperaba que no empeorara las cosas y, para estos días que llevas, hubiera mejorado un poco su relación —explicó frustrado.
—Pues, no ha funcionado el plan que tenían. Sólo quiero largarme de aquí.
—No empieces con tus caprichos...
—¡No son caprichos! ¡Aquí nadie me quiere, papá! —exclamó histérica con un hilo de voz—. Déjame volver a San Francisco, por favor...
—Hablaré con tu madre para saber qué sucedió...
—¡Papá...!
—Te conozco perfectamente. Y no haré que vuelvas si tú no has puesto de tu parte, Imogen —habló molesto—. Te llamaré después.
—¡Pero...! ¡¿Papá?!
Al ver la pantalla de su celular dándose cuenta que este había colgado la llamada, tuvo que reprimir un grito de rabia, pero lo que no fue capaz de reprimir fueron los sollozos que escaparon de su garganta. Terminó sentada en el heno, cubriéndose el rostro con una mano mientras sentía cómo sus mejillas se empapaban de sus lágrimas que brotaban sin parar. No podía creerse para nada que su padre fuera uno más de los que la veían a ella como la caprichosa y que actuaba mal, que tampoco pudiera ponerse de su parte cuando él sabía cuánto le había afectado todo lo sucedido de adolescente.
Estaba realmente agotada, y eso se podía notar fácilmente con su llanto.
—¿Sabes? Si sigues sentada en la comida para los caballos, terminarás ganándote una patada de ellos —comentó una voz masculina que provocó que un escalofrío recorriera su espina dorsal al darse cuenta rápidamente que se trataba de Jungkook—. Son celosos de su comida.
Imogen se levantó rápidamente asustada para alejarse del heno, mientras sorbía su nariz y limpiaba bruscamente sus lágrimas, detestando que Jungkook fijara su intensa mirada en ella, porque se le hacía humillante que la escuchara y viera llorando.
—¿Estás bien? —preguntó mientras se acercaba al tractor para continuar con su trabajo, aunque no apartaba su mirada de ella, notando sus mejillas y nariz sonrosadas por el llanto, al igual que sus ojos enrojecidos.
—¿A ti qué te importa?
—La verdad no lo hace, pero...
—¡Imogen, hija!
Aquella voz hizo que ambos giraran a ver sorprendidos a Joanne, pero Imogen volvió a fijar su mirada en Jungkook, notando cómo este parecía bastante tenso y no era capaz de mantenerle la mirada a la mujer. Eso había llamado demasiado su atención, provocando que sintiera un amargo sabor de boca.
—¿Te acuerdas de Elina? —preguntó con una sonrisa, ignorando por completo a Jungkook que desvió la mirada mientras mordía el interior de su mejilla. Imogen tan sólo arrugó ligeramente la frente—. La mujer que vive cerca —ella continuó mirándola con la misma expresión, lo que hizo que su madre decidiera ignorarlo—. En fin, ella necesita que le llevemos cuatro kilos de queso y también jalea. ¿Quieres acompañarme? Así podrás salir un poco de aquí.
—No.
—Pero a ella le va a dar mucho gusto verte, hasta le dije que iríamos...
—No quiero ir contigo a ningún lado —recalcó alzando una ceja, dispuesta a comenzar a caminar.
—¡¿Y si vamos nosotros dos?! —al escuchar esa voz, Imogen se detuvo rápidamente para voltear a ver entre confundida y sorprendida a Jungkook, que también parecía estarlo de sí mismo—. La señora Joanne tiene razón sobre que deberías salir un poco. Además... tengo que disculparme contigo.
—¿Disculparte? —preguntó con cinismo.
—¿Qué dices? ¿Vamos? —preguntó intentando ignorar la mirada interrogante de Joanne.
—¿En dónde?
Jungkook estiró sus manos, por lo que Joanne le entregó ambas cajas en donde tenía los quesos y jaleas, por lo que este le medio sonrió de manera tranquilizadora en un intento de hacerle saber que quería remediar su error.
—Sígueme —se dirigió a Imogen, comenzando a caminar.
Imogen siguió de mala gana a Jungkook, hasta que este se acercó a una camioneta roja que se notaba que era vieja, lo que hizo que ella abriera los ojos a la par y sus facciones indicaran el disgusto, por lo que este la rodeó deteniéndose frente a la puerta del copiloto, abriéndola con algo de dificultad con una mano.
—Súbete así te entrego esto y las dejas en el asiento.
—¿E-En serio vamos a ir en esta cosa?
—Sí. Súbete, Imogen.
Ella quedó boquiabierta, queriendo más que nada negarse, pero al seguir sintiendo la intensa mirada de Jungkook que le permitía saber que no estaba bromeando, decidió obedecer. Al entrar arrugó la nariz por el olor, pero decidió ignorarlo y tomar la primera caja de las jaleas para colocarla sobre sus piernas y luego la segunda para ponerla sobre el asiento y que fuese la que la mantuviera separada de Jungkook, ya que detestaba que sólo contara con uno.
Este cerró la puerta, lo cual hizo que Imogen se sobresaltara por la fuerza, y que él al rodear la camioneta tuviera que reprimir la risa porque iba a disfrutar mucho de notar su gran disgusto, pese a que se había jurado hacer las cosas bien para no darle más problemas a Joanne.
Durante el camino, Jungkook tenía que seguir reprimiendo la risa cuando la escuchaba quejarse o suspirar, hasta había comenzado a disfrutar del camino de tierra a pesar de que por momentos la camioneta parecía saltar por los baches, pero escuchar los quejidos de la fémina lo estaba siendo todo para él.
—¿Y...? —al escucharla hablar, giró a verla por un momento, demostrando su confusión.
—¿Qué?
—¿No que ibas a disculparte? —cuestionó alzando una ceja—. Te escucho.
Jungkook quiso poder cerrar los ojos para intentar tranquilizarse, pero sólo inhaló y exhaló, pensando que la diversión para él no podía durar mucho.
—Mmm... Sí, bueno...—carraspeó la garganta, pensando cómo podría buscar una forma de disculparse sin sentirse tan humillado—. Me disculpo por la forma en que dije ciertas cosas que pudieron hacerte creer que Joanne habla de esa manera de ti... aunque tampoco es que actúes de una forma agradable...
—¿Esa es tu manera de pedirme disculpas? —preguntó con cinismo, por lo que él la miró por un momento mientras fruncía el ceño.
—¿Qué tiene?
—Agh... sólo pídeme disculpas y ya.
—Ya lo hice, ¿no me escuchaste?
—¿Qué? ¿Es acaso malo para tu salud tener que hacerlo dos veces y bien?
—No, pero sólo alimentaría tu ego.
Imogen lo miró indignada, pero acabó volviendo su visión hacia al frente ya que sabía que tenía toda la razón. Tan sólo quería hacer que volviera a disculparse sin tener que mencionar a su madre o hacerla quedar como alguien sensible, para también alimentar su ego y hacer humillar un poco más a Jungkook.
—Idiota —murmuró entre dientes.
—¿Lo ves? No eres nada agradable, siquiera cuando acabo de disculparme —chasqueó la lengua mientras negaba repetidamente con la cabeza en modo de desaprobación—. Ahora yo merezco una disculpa, ¿no crees?
—En tus sueños. Tú dijiste que ibas a disculparte, yo jamás lo mencioné —aclaró rodando los ojos.
—Qué decepción —murmuró sarcástico—. Creí que podríamos hacer las pases y ser muy buenos amigos.
—¿No sabes acaso hablar sin ser tan malditamente sarcástico? —cuestionó molesta.
—¡Pero si esta vez lo dije en serio!
Imogen al sentir su mirada giró a verlo, notando que tenía sus ojos abiertos a la par y parecía hasta algo indignado porque no le creyera.
—Sólo cállate porque vas a hacerme molestar más y no aceptaré tus disculpas.
—Está bien. Todo sea porque la señorita Imogen pueda perdonar a este hombre idiota y sarcástico.
La pelirroja tuvo que inhalar y exhalar para mantener la calma mientras él parecía concentrarse en conducir, pero no pudo evitar mirarlo de reojo, dándose cuenta que intentaba reprimir una sonrisa. Eso provocó que ella tuviera que soportar las ganas de reír al pensar que podía ser demasiado idiota, pero en este punto hasta se le estaba haciendo algo divertido, como si hubiera olvidado por completo las palabras que salieron de su boca la tarde anterior.
Al llegar, Jungkook tomó la caja con los quesos mientras que Imogen se bajó con algo de dificultad, suspirando de frustración al verlo dirigirse rápidamente hacia la casa sin esperarla. La joven apresuró el paso mirando hacia sus lados, haciendo una mueca de disgusto al ver el corral con las cabras donde también había algunas gallinas.
—Oh, ¡ustedes deben haber venido en lugar de Joanne!
—Así es. Buenas tardes —habló con una sonrisa—. Jeon Jungkook.
—Elina Wilson.
Jungkook subió los escalones del pórtico, pero al ver cómo la mujer miraba hacia su lado, giró a ver a Imogen, notando aquella mueca de disgusto, lo que hizo que inhalara y exhalara intentando mantener la calma.
—Oh, y ella es Imogen, la hija de Joanne —informó rápidamente mientras la pelirroja subía los escalones.
—Oh, ¡pero mira cuánto has crecido, cariño! —exclamó sorprendida, por lo que la pelirroja arrugó el rostro al no poder recordarla y sentirse incomoda sin saber qué decir—. Ya eres toda una señorita —sonrió mirándola de pies a cabeza—. ¿No te acuerdas de mí?
—No —respondió sincera, lo que hizo que Jungkook la mirase frustrado.
—Bueno, aquí le trajimos lo que le había pedido a la señora Joanne —intervino rápidamente.
—Oh, muchísimas gracias, Jungkook. ¿Podrías dejármelo en la mesa?
—Por supuesto.
Este se acercó a la pelirroja, la cual lo miró confundida, hasta que bajó la mirada a la caja que llevaba, dándose cuenta que estaba esperando que pusiera la que tenía en sus manos sobre la que tenía él. Rápidamente lo hizo, por lo que Jungkook comenzó a dirigirse hacia adentro de la casa e Imogen presionó los labios al sentirse incómoda por la mirada de la mujer.
—¿Cómo te va en California?
—Me va muy bien —sonrió a medias.
—¿Te gusta mucho la vida ahí?
—Por supuesto.
—Oh, eres tan parecida, pero a la vez distinta a tu madre.
Aquello hizo que la falsa sonrisa de la fémina desapareciera por completo, ya que si había algo que odiaba, era que la compararan con la mujer que le dio la vida.
—¡Listo! —exclamó mientras salía, Jungkook.
—Muchas gracias, querido —Jungkook sonrió mientras asentía—. Te has puesto igual de bonita como tu madre cuando era joven, así que supongo que debes tener muchos pretendientes —sonrió con algo de picardía mientras Imogen intentaba mantener la calma y Jungkook soltaba una ligera risa, intentando así desaparecer un poco la tensión que apareció—. Oh, ¡no me digas que este joven es tu novio! Lamento haber hecho ese comentario...
—¡¿Qué?! ¡No, para nada! —aclaró rápidamente, Jungkook, mientras la joven parecía no poder hablar de la sorpresa—. No, no, no. Imogen es una chiquilla a mi lado. Yo sólo trabajo en la granja de su madre.
—Oh, perdón —soltó una risilla con su rostro algo sonrojado por la vergüenza.
—Bien, ¿ya podemos irnos? —preguntó llamando la atención de ambos, por lo que Elina la miró sorprendida y Jungkook carraspeó la garganta.
—Fue un placer conocerla, señora.
—El placer fue todo mío. Por cierto, fue muy bueno volver a verte, cariño.
—Lo mismo digo —sonrió falsamente, para luego voltear y comenzar a bajar las escaleras rápidamente.
—Oh, veo que sólo sacó el parecido físico de su madre —comentó por lo bajo mientras Jungkook presionaba los labios.
—Créame que sí —suspiró, pero luego le sonrió—. Que tenga buena tarde.
Jungkook rápidamente comenzó a bajar las escaleras para así seguir a Imogen que se dirigía hacia la camioneta. Estaba demasiado frustrado por el comportamiento tan seco de ella, que no intentara disimular siquiera un poco, lo que hacía que tuviera que buscar la manera de no volver a cometer otro error con decir lo que pensaba en ese momento.
Al ver cómo ella intentaba abrir la puerta, pero no podía, rodó los ojos para colocarse a su lado llamando su atención.
—No abre —informó cruzándose de brazos por la molestia, pero al ver cómo Jungkook se inclinaba y la abría fácilmente, frunció el ceño.
—Tienes que hacerlo con fuerza. No es uno de los tantos coches últimos modelos en los que sueles subirte.
Ella alzó una ceja mientras él sonreía falsamente y volteaba para rodear la camioneta y subirse del lado del piloto, por lo que Imogen decidió también subirse. Jungkook encendió el motor, para así dar la media vuelta y comenzar a conducir nuevamente hacia la granja mientras que la fémina iba de brazos cruzados.
—Así que soy una chiquilla, ¿eh?
—¿Disculpa? —giró a verla un momento con el ceño fruncido, ya que estaba confundido.
—Le dijiste a esa señora que soy una chiquilla a tu lado.
—¿Y no es acaso verdad?
—Tengo veintidós años.
—¿Y? Yo tengo treinta.
—Pues, no soy una chiquilla a tu lado.
—Pues, para mí por tu edad lo eres, además de que te comportas como una —Imogen lo miró indignada, pero él la interrumpió rápidamente—. Si quieres demostrar que no lo eres, deberías dejar de ser tan caprichosa.
—¡No lo soy! Simplemente, ¿por detestar este maldito lugar lo soy?
—Si te la pasas encerrada en esa casa, claro que lo odiarás.
—¿Para qué voy a salir? Todos aquí me odian.
—No te odian...
—Sí lo hacen. Quizás la única que no me odia es Jesse, pero luego de ella todos lo hacen.
—Tampoco es que te comportes amable para agradar, Imogen —dijo sorprendiéndola—. Mira, seamos sinceros sin que te molestes, ¿está bien? —ella se encogió de hombros mientras Jungkook la miraba, pero decidió tomarlo como que aceptaba—. Sigues encaprichada con irte y te comportas desagradable hasta conmigo que no me conoces y sólo trabajo en la granja, entonces, ¿cómo lo haces con tu familia?
—Ya...—murmuró desviando la mirada.
—¿Por qué en vez de hacerle pasar un mal momento a los demás y hacerte pasar tú misma unas vacaciones horribles, no intentas poner de tu parte? —preguntó frunciendo el ceño, girando a verla por un momento—. Sal de esa casa y busca hacer algo que pueda ser agradable para ti.
—La granja no es para mí.
—Eso es seguro, pero hay muchas cosas para hacer y algo puede ayudarte a desestresarte un poco —aseguró mientras ella parecía no muy convencida—. Quizás junto a Jesse podrías ayudar en los huertos, ¿qué dices?
Al sentir su mirada, ella lo miró por un momento, para luego encogerse de hombros.
—Quizás. No lo sé —musitó volviendo a mirar hacia el frente.
—Sólo inténtalo, y si no te gusta, puedes probar con algo más.
Imogen no contestó, pero él notó cómo parecía estar más relajada y pensativa, lo que le hizo medio sonreír mientras volvía a concentrarse solamente en el camino.
(...)
Por la tarde, Jungkook caminaba tranquilamente mientras se echaba aire con el sombrero, pasando la mano libre por su frente sudada. Dirigió su mirada hacia el gallinero encontrándose con Joanne que salía de allí, lo que hizo que apresurara el paso logrando llamar la atención de ella al estar a pocos metros.
—¿Podemos hablar? —preguntó algo nervioso, masajeando su nuca con la mano libre.
—¿De qué quieres hablar, Jungkook?
—Sobre lo que pasó la otra noche, que por mi culpa discutió con su hija...
—¿Cómo lo hiciste, Jungkook? —lo interrumpió, frunciendo el ceño, por lo que él la miró confundido.
—¿Para hacerla enfadar tanto? Es fácil...
—¡No! —negó riendo—. Ven conmigo.
La mujer pasó por su lado todavía riendo, por lo que él no pudo evitar sonreír mientras comenzaba a seguirla, sintiéndose realmente aliviado de notar que, probablemente, ya no estaba nada molesta con él, y la curiosidad invadiéndolo cada vez más al no saber a qué podría referirse.
—¿Qué fue lo que hice? —indagó curioso, notando que ella estaba dirigiéndose a los huertos.
—Ya vas a poder saberlo.
—Sabe que no soy nada bueno en soportar la curiosidad...
—Mira —apuntó con una sonrisa.
Jungkook se detuvo justo a su lado, buscando la dirección hacia donde apuntaba su dedo, arrugando el rostro al ver dos jóvenes ahí arrodilladas, pero acabó abriendo los ojos a la par al darse cuenta que al lado de Jesse se encontraba Imogen. La fémina llevaba su cabello trenzado, un sombrero marrón que le había prestado su prima, camisa rosada, jeans y botas. Tenía guantes y recogía los rábanos para colocarlos en la caja que estaba a su lado, mientras conversaba animadamente con su prima.
El hecho de que estuvieran mirándola, pareció llamar la atención de la fémina que levantó la cabeza, encontrándose con la mirada sorpresa del pelinegro, lo que hizo que una gran sonrisa se dibujara en su rostro.
—¡Hola, Jungkook! —alzó la voz, moviendo su mano en forma de saludo, provocando que eso lo sorprendiera más al punto de quedar boquiabierto.
No era capaz de moverse y la voz siquiera parecía ser capaz de salir, pero veía cómo Jesse volvía a llamar la atención de la pelirroja que recogía otro rábano para enseñárselo desde la distancia a Jungkook.
—Desde que ha llegado que no la veía sonreír así...
—Oh, ¡m-muy bien, Imogen! —exclamó nervioso, levantando su pulgar mientras intentaba devolverle la sonrisa.
Este acabó volteando a ver a la mujer, la cual tenía las manos en su cintura mientras miraba con una pequeña sonrisa a su hija, pero giró a ver a Jungkook para comenzar a caminar.
—¿Cómo lo hiciste?
—¿Hacer exactamente qué?
—Desde que volvieron ayer de la casa de Elina, que la noté algo extraña —explicó mientras Jungkook intentaba prestarle atención y no perderse en sus pensamientos—. Hoy cuando la vi levantarse temprano para ayudar a Jesse con los huertos, con un humor completamente distinto, no podía creérmelo, así que esto tiene que ser obra tuya —apuntó mientras él parecía realmente confundido, intentando asimilar todo—. Eres el único con el que ha hablado. Dime, ¿cómo lo hiciste?
—¿Le hablé bien? —respondió sonando más a una pregunta que hizo reír a la mujer.
—Gracias, Jungkook —habló con suavidad, apoyando la mano en su hombro para darle un pequeño apretón mientras él medio sonreía al ver el brillo de ilusión en sus ojos verdes—. Ahora tengo la esperanza de poder recuperar la relación que tenía antes con ella.
—P-Pues, haré lo que esté a mi alcance para ayudarla —aseguró llevando la mano a la de ella.
—Gracias de nuevo —murmuró antes de regalarle una sonrisa y apartar su mano—. Ahora regresemos a nuestro trabajo. Te veo luego.
—Está bien.
Asintió a pesar de que ella comenzó a caminar alejándose, por lo que él continuó mirándola mientras se perdía en sus pensamientos aún intentando asimilar lo que acababa de ocurrir.
—¿Qué rayos...? Debe tener serios problemas emocionales —suspiró frustrado comenzando a caminar, decidido a trabajar para distraer a su cabeza.
(...)
Imogen se encontraba en el pórtico, sentada en una de las sillas de madera, descansando tranquilamente mientras se perdía en sus pensamientos. Estaba disfrutado de la brisa cálida, de ver el sol comenzar a esconderse poco a poco, y más que nada de la soledad por primera vez. Pero en eso, a varios metros, vio algo que llamó su atención, por lo que se levantó rápidamente para bajar las escaleras y apresurar su paso.
Jungkook caminaba tranquilamente tomando el cabestro del caballo negro, por lo que al notar que él seguía con su camino, decidió llamar su atención.
—¡Jungkook!
Este volteó rápidamente, arrugando levemente la frente, permitiéndole notar la sorpresa cuando sus miradas se conectaron.
—Hey...
—Quería agradecerte —habló con una pequeña sonrisa, llevando las manos a su espalda para juntarlas, lo que hizo que él al notarlo le diera curiosidad el pensar si es que acaso, por primera vez, parecía que su presencia le provocara nervios—. Hoy seguí tu consejo y creo que... me gustó un poco.
—¿Un poco?
—Bien, es que no estoy acostumbrada a esto —aclaró extendiendo sus brazos—. Y sigo pensando que es aburrido pasársela aquí, pero al menos encontré algo que puede entretenerme un poco estos días.
—Mmm...—Jungkook desvió la mirada mientras presionaba los labios, lo que hizo despertar la curiosidad de la fémina que quería saber qué podía estar pensando—. ¿Sabes algo, Imogen? Creo que conozco un lugar que puede gustarte, así dejarás de pensar que todo aquí es aburrido.
—¿Qué? ¿En verdad?
—Claro. Ven conmigo, te ayudaré a subir al caballo —aseguró estirando la mano mientras ella parecía sorprenderse y mirar no muy convencida su mano—. ¿No confías en mí?
—No.
—Bueno, tiene sentido —hizo una mueca al recordar que apenas llevaban unos días de conocerse y hasta el día anterior parecían no soportarse para nada—. Pero ¿no quieres conocer el lugar que quiero enseñarte?
—Quizás...
—Ven. Intenta confiar. Prometo que no vas a arrepentirte.
Imogen observó la sonrisa tranquilizadora que le regalaba y suspirando bajó la mirada nuevamente a su mano, decidiendo así, no muy convencida, tomarla. Al sentir cómo él le daba un pequeño apretón, permitiéndole sentir lo dura y callosa que era, se sorprendió por un instante, pero al recordar cuál era su trabajo, entendía que era algo normal y tampoco le disgustaba tanto cómo esperó al estar acostumbrada a la suavidad.
—Te ayudaré a subir, ¿sí?
—Si me caigo...
—¡Te prometo que no va a pasar! —exclamó riendo.
—Estás haciendo muchas promesas en poco tiempo...
—Ya, sólo confía y haz lo que te diga —ordenó intentando dejar de reír—. Coloca tu mano en las riendas y tu pies izquierdo en el estribo —ordenó, por lo que Imogen intentó dejar su temor de lado para obedecerle sin soltar su mano—. Eso es. Ahora impúlsate que te ayudaré.
La pelirroja obedeció impulsándose también con la ayuda de Jungkook, para así pasar su pierna derecha por encima de la grupa, por lo que ella abrió los ojos a la par al darse cuenta que lo había logrado y ahora temía estar ahí sola, pero escuchó una risilla por parte de Jungkook que llamó su atención.
—J-Jungkook...
—Tranquila. Ahora saca tu pie del estribo para que también pueda subir...
—¿C-Conmigo...?
—¿Prefieres montarlo sola?
—¡No!
Jungkook tuvo que reprimir la risa mientras ella quitaba el pie, por lo que colocó su pie izquierdo en el estribo mientras tomaba las riendas con la mano izquierda, para así impulsarse con facilidad y pasar su pierna derecha por la grupa, quedando así sentado detrás de Imogen, la cual tragó con dificultad al sentir el calor que desprendía su cuerpo estando pegado al de ella.
—¿Lo ves? Te dije que confiaras en mí —murmuró tomando las riendas con ambas manos.
—Y-Ya, enséñame el lugar del que me hablaste.
—Bien, vamos.
Este al sentirse listo, apretó suavemente con sus piernas los costados del caballo, indicándole así que comenzara a caminar, lo cual hizo provocando que Imogen soltase un chillido por el miedo y Jungkook sonriera.
—Relájate porque sino Rabión podrá sentir tu miedo...
—¿Rabión? ¿Qué clase de nombre es ese? —preguntó arrugando el rostro.
—Oh, se llama así por su mal carácter.
—¡¿Acabas de hacerme subir a un caballo que puede tirarme y patearme en cualquier momento?! —alzó la voz indignada, provocando que Jungkook tuviera que reprimir la risa.
—De hecho, hasta hace poco él y yo no nos llevábamos muy bien...
—¡Jungkook...! —chilló asustada, provocando que él soltase una risotada.
—Es broma, Imogen —aclaró intentando dejar de reírse—. Rabión se ha vuelto más tranquilo y, además, estoy aquí así que no va a pasarte nada.
—¿Qué? ¿Ahora te preocupas por mí? —indagó intentando reprimir una sonrisa, a pesar de que Jungkook no podía verla.
—En realidad, no quiero que Joanne sea capaz de patearme las pelotas si algo te pasa —aclaró mientras Imogen endurecía sus facciones al escucharlo.
Luego de eso fueron en completo silencio, ella intentando concentrarse en el camino y olvidarse por completo de la amargura que parecía haberla envuelto al escuchar su respuesta, mientras Jungkook iba relajado y concentrado en el camino. Y una vez que se adentraron al bosque, este se bajó para estirarle la mano a la fémina que la tomó siendo ayudada para bajar, por lo que le agradeció en un murmuro, sorprendiéndole de alguna manera, pero Jungkook decidió tomar el cabestro del caballo y seguir caminando siendo seguido por ella.
La fémina miraba a sus lados a la vez que caminaba siguiendo al pelinegro, pensando que no se veía tan mal aquel bosque, hasta que un sonido llamó su atención. Era como si escuchara el agua caer, lo que hizo que Jungkook medio sonriera al notarlo y se acercara a un árbol buscando una buena rama sólida, por lo que al encontrarla envolvió la cuerda de plomo alrededor del pequeño árbol y así hacer un nudo.
—Ya volvemos, amigo —informó observando cómo el caballo comenzaba a arrancar el césped.
Este sonrió para retomar el camino siendo seguido por la fémina que sentía demasiada curiosidad, hasta que se asomó por un árbol quedando boquiabierta al ver la cascada y el río, lo que hizo que Jungkook sonriera al girar a verla.
—¿Y? ¿Qué dices? —preguntó volviendo a caminar mientras se desprendía la camisa, haciendo que Imogen fijara su atención al ver cómo se la quitaba quedando con una camiseta blanca sin mangas que enseñaba sus anchos hombros y fuertes brazos, por lo que tragó con dificultad.
—E-Es lindo —respondió sin apartar la mirada de él que ahora se quitaba las botas—. ¿Qué haces?
—Tú también hazlo, y ven.
Imogen lo dudó por un momento, pero decidió quitarse las botas mientras veía a Jungkook caminar hacia la orilla, tomando asiento en una roca, la cual palmeó haciéndole saber que quería que se sentara a su lado. Ella tuvo que inhalar y exhalar para relajarse, detestando no saber porqué estaba sintiendo tantos nervios, pero aún así decidió tomar asiento a su lado, dejando que sus pies tocaran el agua que estaba a una temperatura que se le hacía agradable como para nadar.
—Espero que no le digas a nadie de este lugar, porque suelo venir cuando necesito pensar —comentó mirando la cascada—. Es mi lugar favorito.
—¿Y... eso significa que vienes seguido? —indagó curiosa, y él asintió—. ¿Y qué es lo que te hace pensar tanto?
—Qué curiosa eres —chasqueó la lengua mientras ella se encogía de hombros.
—Sólo pregunto para tener algo de qué hablar.
—Oh, y pensar que hasta ayer me ordenabas a callarme —negó repetidamente con la cabeza—. Me pregunto qué fue lo que hizo que cambiaras...
—Ya, ¡cállate! —exigió empujándolo provocando que Jungkook cayera al agua.
Imogen abrió los ojos a la par por la sorpresa, ya que no había esperado para nada que Jungkook no estuviera atento de tal manera que con su empujón, quizás, con demasiada fuerza, haya sido capaz de hacerlo caer antes de que reaccionara. Este sacó la cabeza del agua echando su cabello húmedo hacia atrás mientras tomaba una bocanada de aire, para luego pasar la mano por su rostro y así abrir los ojos.
—¡¿Qué sucede contigo, Imogen?! —preguntó indignado.
—S-Sólo... lo arruinaste.
—No debiste hacerlo —advirtió acercándose peligrosamente.
La fémina parecía temer, pero Jungkook logró tomarla de una de las piernas haciéndola chillar por los nervios, aunque él solamente podía reír comenzando a tirar de ella. Imogen seguía chillando, intentando luchar para que la soltara, pero al darse cuenta que era en vano porque tenía demasiada fuerza a comparación de ella, acabó dándose por vencida para dejarse caer sobre él haciendo que ambos acabaran bajo el agua.
Ella salió rápidamente para tomar una bocanada de aire, pero fue sorprendida por Jungkook que con una gran sonrisa acabó metiéndola nuevamente bajo el agua, no sin antes escucharla chillar. Luego de eso comenzaron a salpicarse con agua como si fueran unos adolescentes divirtiéndose, lo que era algo inesperado para ambos, pero estaban disfrutando de gran manera la compañía del otro. Así fue hasta que se cansaron y decidieron nadar cerca de la cascada donde estaban las rocas.
—Oye, gracias por cómo hablaste conmigo ayer —comenzó tímida, llamando la atención de Jungkook—. Sé que no estoy demostrando tener una personalidad encantadora...—rodó los ojos—, pero las últimas semanas han sido una mierda, y lo último que quería era acabar aquí. De todas maneras, maneras, si te agradezco es porque me has hecho ver que no es tan malo a fin de cuentas.
Al verla asentir con una sonrisa, provocó la de él.
—Me alegra que hayan servido de algo mis consejos, aunque, sinceramente, creí que todo fue en vano —hizo una mueca, y ella soltó una ligera risa negando con la cabeza—. Quizás estar aquí fue un buen escape de alguna manera.
—Si sigue gustándome estar aquí, comenzaré a creerlo.
—¿Y de qué podría decirse que has escapado? —indagó curioso.
—Digamos que mi padre me hizo escapar de una parte de mis problemas, haciéndome venir aquí a afrontar la otra parte —suspiró mientras él parecía mirarla con más interés—. Mi... exprometido.
—Oh...
Jungkook mordió el interior de su mejilla sin saber qué decir, ya que sabía perfectamente que si ella estaba ahí en Texas era porque algo había pasado con ese hombre, pero no sabía específicamente el qué porque Joanne no se lo dijo al tampoco saberlo, porque Arthur no quería hacer molestar más a su hija.
—Supongo que sabes de él.
—Sólo que es un hombre mayor y que Joanne no estaba de acuerdo —explicó mientras ella parecía disgustada.
—Tampoco es que sea tan mayor. Es demasiado exagerada —murmuró cruzándose de brazos y desviando la mirada por la molestia.
—¿De qué edad estamos hablando? —ella frunció los labios como si se pensara el contestar, lo que llamó más la atención del pelinegro—. Si tú dices que no es tan mayor, no deberías tener problema en decirme.
—Sólo tiene treinta y cuatro años.
—Doce años —asintió presionando los labios.
—¿Qué...?
—Lo siento, pero opino como tu madre—se encogió de hombros, pero antes que ella pudiera decir algo, continuó hablando—. Si lo piensas, apenas estás en tus veintidós y deberías concentrarte en tu carrera. No digo que no puedes tener una pareja, es sólo que él estando en sus treinta y cuatro, debería buscarse una mujer más de su edad que sí tenga pensamientos de boda, hijos, lo que sea.
—Tú mismo lo dijiste, tengo veintidós y yo realmente quería casarme con él, Jungkook —recalcó molesta—. Quizás sí fue una sorpresa cuando me lo propuso, pero quería hacerlo. Nuestros planes no eran distintos por la edad...
—Sé que para muchas mujeres es algo "genial" salir con hombres mayores, pero sus maneras de pensar no creo que sean la misma, pues tú no tienes su misma experiencia, te hace falta vivir más —replicó, a pesar de que notaba cómo ella parecía estar molestándose—. ¿Realmente querías casarte tan pronto? ¿Por qué no disfrutar un poco más de tu juventud?
—Ya lo hice. No veo la necesidad de seguir saliendo a fiestas, conocer a más hombres... ¿Y sabes qué? —preguntó molesta—. Ya dejemos el tema porque sólo vas a volver a desagradarme.
—Bien. Como digas, Imogen.
Ella se quedó en silencio con sus brazos cruzados y mirando hacia la cascada mientras las palabras de Jungkook resonaban en su cabeza, lo que detestaba de gran manera porque estaba segura que no la comprendía y estaba errado. El pelinegro dirigió su mirada a ella, teniendo que reprimir la risa, pero acabó fallando lo que hizo que llamara su atención y lo mirase alzando una ceja.
Sabía perfectamente que ahora le reprocharía por reírse y comenzaría un drama, quizás hasta podrían acabar mal, por lo que decidió salpicarle agua, provocando su risotada y que ella hiciera lo mismo.
—En verdad es demasiado tranquilo este lugar —comentó llevando un mechón de cabello detrás de su oreja, ganándose la atención de Jungkook.
—Por algo dije que vengo aquí a pensar. Me sirve demasiado.
—Pero has dicho que vienes seguido —recalcó—. ¿Piensas siempre en lo mismo?
—Quizás no tanto.
—Ya, yo te he hablado de Jimin...
—¿Jimin? —frunció el ceño—. ¿Ese es el nombre de tu exprometido?
—Ajá, así que ahora puedes hablarme un poco sobre lo que piensas aquí, ¿no crees? —sonrió acercándose más a él, por lo que este soltó una ligera risa negando repetidamente con la cabeza.
—¿Sabes? Eres todo un caso, pequeña.
—¿Pequeña? —lo miró disgustada y alzando una ceja—. Cierto que estoy hablando con un señor cuarentón.
—¡Lo siento! Es sólo que... yo sí noto la diferencia en los años que nos llevamos.
—Ya, ¿me vas a contar sí o no? —giró la cabeza a verlo cuando apoyó su espalda en la misma roca en la que estaba apoyado él.
—A veces me siento... me siento cansado de esta vida —confesó sorprendiéndola—. Es decir, estoy acostumbrado a la monotonía, pero, últimamente... creo que ha perdido un poco el sentido. Imagina que lo único interesante que me ha pasado estos días ha sido una chiquilla caprichosa que vino a alterar mi paz —bromeó riendo mientras ella fruncía el ceño—. Pero ya, no importa.
—Mira, la verdad llevo días aquí y ha sido una agonía —admitió haciendo reír a Jungkook que pensaba en lo exagerada que era—. Pues, cuando fui al pueblo con mis primos no podía creer que las únicas tiendas de ropa ¡fueran de segunda mano! No podría comprarme nada que me guste aquí...
—Oh, pero ten en cuenta donde estás. No es una buena playa de California, pero... tú dijiste que es hermoso.
—Bueno, sí —ladeó la cabeza—. Pero no podría jamás vivir en un lugar como este. Me aburriría sin dudas, en cambio en California lo tengo todo.
—Has vivido toda tu vida ahí, así que es normal, pero la vida aquí no es tan mala como piensas, como tampoco las personas, y lo verás —aseguró con una sonrisa.
Jungkook parecía realmente convencido de eso, pero Imogen negó repetidamente con la cabeza. Si bien ese día no estaba siendo para nada malo como los anteriores, seguía el deseo de volver a su casa en San Francisco.
—¿Y tú vives muy lejos de aquí? —preguntó curiosa mientras él miraba hacia el bosque arrugando levemente la frente como si estuviese pensando.
—Quizás a unos... cincuenta caballos de aquí.
—¿Qué? ¿Cincuenta caballos? ¡¿Cuánto se supone que sea eso?! —arrugó el rostro por la confusión mientras él soltaba una risotada.
—Es una broma. Vivo a unos kilómetros, pero no es tan lejos —respondió notando como ella se relajaba.
—Vaya broma...
—Creo que ya deberíamos irnos. De todas maneras, tengo que pensar alguna explicación de porqué ambos estamos mojados —dijo algo frustrado mientras volteaba para comenzar a caminar.
Imogen no sabía porqué, pero el verlo caminar para salir del río, el pensar en que ya se había acabado el momento agradable que estaban pasando provocaba una inquietud en su pecho. Era como si una gran parte de ella quisiera seguir hablando con él, divirtiéndose en el agua aunque ya estuviera teniendo frío. Pero al notar cómo él al salir volteaba a verla, hizo que reaccionara para también salir del río.
Temía que se diera cuenta que no quería marcharse, así que intentaba actuar con normalidad, pero ver cómo Jungkook se quitaba la camiseta blanca sin mangas para comenzar a escurrirla, hizo que no pudiera apartar su mirada. Veía su ancha espalda, la forma en que sus músculos se contrajeron mientras hacía fuerza para escurrirla lo más que se pudiera.
Este al sentir su mirada, abrió nuevamente la camiseta ahora arrugada, girando a verla con una sonrisa mientras ella intentaba respirar con normalidad a la vez que escurría su cabello suelto y ondulado. Pero su mirada nuevamente se dirigió a su cuerpo, sus pectorales, sus abdominales ligeramente marcados.
No podía pensar con claridad teniendo semejante hombre frente a ella.
Jungkook pareció darse cuenta de su forma de mirarlo, por lo que arrugó levemente la frente, pero ella se comenzaba a sentir incapaz de controlar sus impulsos. Sabía perfectamente que era una joven que los hombres podían ver como linda, hasta seductora cuando ella lo quería, por lo que comenzó a acercarse a él.
Estaba segura de que si se sentía atraída por él, entonces, era mutuo, ya que jamás un hombre había sido capaz de rechazarla antes. Además, sabía que algo había cambiado entre ellos porque Jungkook ahora le hablaba, le sonreía y hasta reía por sus ocurrencias, más de lo que antes podría haber hecho reír a Jimin, y eso le agradaba.
Sin más, se acercó peligrosamente a él, notando cómo abría los ojos a la par, pero sin importarle en absoluto que pareciera querer decir algo, hizo puntillas de pies, apoyando las manos en sus hombros para así inclinarse hacia adelante y juntar sus labios.
Imogen sabía que parecía no poder reaccionar ante aquel beso sorpresivo, por lo que quería mover sus labios para así ayudarlo y, poder besarlo como tanto había empezado a desear, pero este acabó llevando las manos para apartarla de manera algo brusca. Eso hizo que jadeara y perdiera el equilibrio por un momento, pero lo miró atónita mientras él pasaba bruscamente la mano por sus labios.
—¡¿Qué carajos pasa por tu cabeza, Imogen?! —preguntó molesto, aunque intentaba mantener la calma—. ¿Por qué me besaste?
¡Hola!
¿Qué les pareció esta segunda parte? ¿Será que esa atracción que siente Imogen por Jungkook va a aumentar a pesar de que fue rechazada? ¿Se esperaban esa manera de actuar de Jungkook? ¿Por qué creen que la rechazó?
Lamento en serio haberme tardado tanto en actualizar, pero es que debo muchísimos trabajos del curso que empecé hace más de un mes, y además sólo pude concentrarme en los os que debía. Intentaré no tardarme tanto para la última parte, pero de igual manera no prometo nada porque debo otras actualizaciones y mi inspiración no está siendo buena.
Espero que les haya gustado, si es así no se olviden de votar y comentar
¡Nos leemos en la parte final!
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