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31. did you two just kiss?!

TREINTA Y UNO:
¡¿ustedes dos se acaban de besar?!

narrador omnisciente

viernes, y un viernes demasiado aburrido y anormal para Bianca. usualmente, estaría preparandose para salir con sus amigos a alguna joda, escuchando a Taylor a todo volumen en un altavoz, y tomando algún vino tinto o fernet. pero no, era un viernes a las once y treinta de la noche, y ella estaba envuelta como un burrito en su cama, eligiendo alguna película para ver y amargarse la vida, para después intentar dormir. cosa que probablemente no lo lograría, porque tiene insomnio crónico. bufó al ver el catálogo de Netflix por cuarta vez y no encontrar nada. ¿para qué mierda contrataba servicios de streaming si nunguno tenía nada para ver? estaba de malhumor, y tampoco ayudaba el hecho de que estuviera en su segundo día de menstruación, el día menos alegre para ella, porque sentía el útero desangrentarse y los ánimos por el piso.

el programa hoy había sido un mar de emociones, y ella lo dejó ver. desde que había llegado al estudio de Luzu y había sido saludada por todos, menos por una persona. o cuando se puso a bailar con Marti en la espera a que inicie el programa, y no recibió las típicas burlas de cierto varón, que solía molestarla con eso. y para el colmo, Gianfranco había ganado con mayores puntos al conocer más a Bianca. se sentía exhausta, por todos los sentimientos que estaban desordenados en su cabeza. la noche anterior se repetía como un bucle en su mente, donde él había aparecido para confesarse ante ella, y su respuesta no fue nada más que negárselo.

se sentía idiota, una boba sin control sobre sus acciones y como manejarlas. por una parte pensaba que había sido lo correcto, que ella realmente no gustaba de Gian. pero por otra, extrañaba sus pequeñas interacciones, donde mediante insultos y peleas, ellos dos se entendía. cuando ocasionalmente uno hacía un buen chiste, y el otro reía sin poder evitarlo. donde el morocho se había hecho costumbre al perseguirla, solamente para obtener un pequeño porcentaje de su atención.

Bianca soltó otro bufido y se tapó el rostro.

una notificación sonó en su celular y lo miró de reojo, en el fondo, esperando que sea una notificación referente a Gian. pero no, se trataba de un mensaje de "SOS" de Martina. tecleó por un par de minutos, hasta que se quejó audiblemente. su mejor amiga había sido plantada y no quería asistir sola a cubrir un evento en un boliche, y le rogaba practicamente que la acompañara. aunque se negó por un rato, terminó siendo persuadida por la otra morocha, quien prometía que no iba a ser por más de dos horas.

un rato luego, estaba bajando de su auto visualizando a su amiga correr hacia ella.

—te debo una, gr-

—Martina, hacen menos de veinte grados, vine porque me obligaste. portate bien o me voy.— advirtió como si de una madre se tratase. la otra simplemente asintió y cerró la boca. Bianca miró hacia arriba y suspiró leyendo el cartel de "mata club". —encima en este boliche.— se lamentó.

—tranqui, ya me dijo que no iba a venir acá hoy.— aclaró y ambas comenzaron a caminar hacia adentro.

—¿en su cita?

Marti la miró con las cejas arrugadas e hizo un montoncito con la mano. —¿qué cita, pelotuda? vos nomás te crees eso.

el ambiente oscuro alumbrado con luces de todo tipo las recibieron. la música demasiado alta con "bobo" de J Balvin sonando mientras se hacían camino. las chicas no eran muy frecuentes en el lugar, porque eran más de otro ambiente, pero laburo es laburo. —voy a buscar a Vane, ¿me pedís una coca mientras?— la morocha asintió y dividieron caminos. la youtuber se dirigió hacia al área vip, o loft, como le decían ahí, encontrándose con su representante de espaldas hablando con alguien. hizo una expresión de horror al ver a su amigo con un vaso con hielos y un líquido de color miel en manos.

—flaco, ¿qué haces acá?— preguntó asustada. antes de que pudiese responder, interrumpió. —Bian me va a matar.— como si a un perro le acabaran de nombrar la palabra "premio", a Gianfranco se le iluminaron los ojos.

—¿está Bianca acá?

—¿no ibas a estar vos en otro lado?

—los sábados siempre vengo acá, Marti.— aclaró y bebió de su vaso. —¿porqué vino?

no dijo nada y se puso a su lado, analizando el lugar en silencio. chusmeó la bebida del morocho y arrugó la nariz. —ya estás en narnia, ¿no?— él no respondió, simplemente se dedicó a mirar el lugar buscando específicamente a una persona. —dale Gian, ¿no la vas a saludar al menos?

el chico negó, empinandose su trago y vaciando el vaso de una. —estoy muy empedo para lidiar con eso.

—está mal ella también, la obligué a venir.

—¿qué más puedo hacer yo, Martina?— la chica suspiró sin saber que más hacer para que los dos se den cuenta de que eran unos boludos. —no estoy para remar en dulce de leche.

ella simplemente giró los ojos cansada. su representante le hizo una seña y se fue sin despedirse del chico, quién quedó totalmente inquieto al saber que ella se encontraba en el mismo lugar. su mente maquinaba a mil, pensaba en los miles escenarios que podría crear para hablarle, porque sí; se estaba muriendo por siquiera estar a su lado.

poco tiempo pasó, y como si el destino estuviese escuchando, uno de los botellas caras se acercó para decirle que estaban cortos de hielo. la excusa perfecta para salir del vip y pasearse por el lugar en busca de Bianca. le contesto que no se preocupara, que él iba a ir por más, y se encaminó hacia la barra. pasando entre gente en menos de cinco minutos estaba hablándole al bartender, viendo de reojo a cierta morocha vestida de negro. como si se tratara de un imán que no podía estar despegado de otro, la presencia de la chica se presentó a unos tres metros de él.

—pensé que no ibas a venir por acá —se animó a romper el silencio Bianca, cruzándose de brazos.

—yo tampoco esperaba verte por acá —contestó Gianfranco, haciéndose el desinteresado, aunque por dentro sentía algo que no quería admitir. le resultaba imposible no mirarla. estaba absurdamente flechado por Bianca, y ella parecía comenzar a aceptarlo, o por lo menos a hacerse la idea.

Gian se sorprendió al sentir el agarre de ella y ser llevado hacia una esquina de la barra, encontrándose con una morocha con las cejas arrugadas.

—ah, ¿y ahora me esquivas? muy maduro.— respondió con un poco de enojo. le había molestado el hecho de que la ignorara y no la saludara desde que llegó. —mirá que trabajamos juntos.— él soltó una risa sarcástica.

—¿y qué querés que haga? ¿que siga atrás de vos como un boludo?— preguntó un poco ofendido. no entendía. sentía que Bianca era su karma por confundirla tanto meses atrás, ahora ella estaba haciendo lo mismo. —ya me dejaste claro que no te intereso.

ella sintió un nudo formarse en su estómago, sin saber si se trataba de bronca o del disgusto que le provocaron esas palabras. —yo no te pedí que me persiguieras, pero tampoco que me evites y salgas corriendo cada vez.

—¿entonces qué querés?— la miró fijamente con las cejas arrugadas, completamente confundido. —decímelo, Bianca. porque sinceramente ya me cansé de intentar descifrarte. me mandaste a volar, ¿te acordas?— el alcohol estaba tomando fuerzas para animarse a decirlo todo.

al finalizar la oración, Bian se giró mirándolo con una expresión diciendo "¿vos me estás hablando en serio?". apretó los puños con rabia, sintiendo como algo dentro de ella estallaba.

—sos un idiota, Gianfranco, eso sos.— dijo apuntándolo con el dedo. sus miradas echaban fuego. estaban discutiendo en una esquina del lugar, pero nadie parecía darse cuenta de la situación. —un idiota que siempre se hace el ofendido cuando las cosas no le salen como quiere.

—ahí va.— dijo con una sonrisa irónica. —y vos sos una boba que no sabe ni lo que quiere. primero me rechazás, me tratas como si te jodiera mi existencia, pero después...— se interrumpió, pasándose una mano por el pelo frustrado. —¿sabes qué? olvidalo.— bufó y se giró.

—¡no, no lo voy a olvidar! —Bianca lo agarró del brazo, obligándolo a mirarla, acercándose cada vez más. su corazón latía como loco, y la bronca la hacía temblar. —¡sos un idiota por...!

—¿por qué, Bianca? ¡decilo de una vez! —Giani levantó la voz, sus ojos clavados en los de ella. la tensión entre ellos era tan palpable que parecía que en cualquier momento iba a explotar. —¿por qué no me dejás en paz si claramente no me soportás?

el silencio se hizo eterno, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos. ella lo miraba, su pecho subiendo y bajando rápido mientras intentaba ordenar el caos que sentía. por un lado, estaba la bronca, la que siempre usaba para cubrirse, para no admitir que algo en él le importaba más de lo que quería aceptar. por el otro, una necesidad horrible que no podía explicar. lo odiaba por hacerla sentir tan expuesta, tan confundida, pero al mismo tiempo lo necesitaba cerca. quiso hablar, pero las palabras simplemente no salieron, y antes de pensarlo, sus manos lo alcanzaron tirando de su camisa hacia ella, y lo besó con fuerza.

Gianfranco se quedó inmóvil al principio, como si no pudiera procesar lo que estaba pasando, pero pronto todo en su interior cedió. sus manos fueron a parar a la cintura de Bianca, atrayéndola hacia él con una intensidad que llevaba mucho tiempo reprimiendo. el beso era torpe, cargado de furia y de algo mucho más profundo. el deseo contenido, el cariño disfrazado de discusiones, todo lo que habían callado hasta ahora. en ese momento, el mundo desapareció; no había rencores, no había dudas, solo ellos y ese instante en el que las emociones hablaron por encima de cualquier palabra. cuando se separaron, ambos respiraban agitados, con los ojos todavía llenos de una tensión que ni siquiera el beso había logrado disipar del todo.

los dos respiraban agitados. Bianca lo miró con los ojos brillando, todavía con el ceño fruncido.

—por esto, Gianfranco. por esto sos un idiota.— él la miró, todavía aturdido, y una sonrisa lenta apareció en su cara.

—si ser idiota significa que hagas esto, puedo bancármelo.— ella rodó los ojos, pero no pudo evitar que se le escapara una sonrisa.

—sos insufrible.

—no lo puedo creer.— una tercera voz se escuchó, asustándolos. —¿¡ustedes dos se acaban de besar!?— preguntó Martina con una sonrisa escalofriante.

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