PART THIRTEEN - FINALE
-Pero, ¿por qué lo hiciste? – Preguntó de pronto Tom.
Eleanor lo miró con duda, ¿a qué se refería? Ella suspiró y recostó la cabeza en su pecho para depositar varios besos sobre este.
-No comprendo tus palabras, Thomas – Murmuró sin dejar de besarlo - ¿A qué te refieres?
-¿Por qué nos engañaste a todos, amor mío? – Preguntó el hombre estrechándola entre sus brazos y aspirando el olor de su cabello - ¿Por qué te hiciste pasar por un jockey?
Eleanor se echó a reír, imitada por Thomas. Guardó silencio por unos instantes, deslizando su dedo por el pecho de Tom, quién dejó escapar un suspiro de satisfacción.
-En primer lugar, no encontramos un jockey que aceptara trabajar para nosotros con un sueldo tan bajo – Exclamó la joven – Recuerda que no teníamos mucho dinero, en segundo lugar – Sonrió – Yo soy más ligera y menuda que Drake, además de ser la segunda persona que puede controlar a Marduk. ¡Es un caballo muy complicado! Y por último, necesitábamos conseguir dinero como fuera.
-¡Me sorprendiste mucho! – Comentó Tom – Ahora que lo analizo, ese jockey era demasiado encantador para ser un joven cualquiera.
La joven volvió a reír junto con Thomas sobre ese comentario. Ambos volvieron a besarse, llenando sus cuerpos de caricias y volviendo a hacer el amor con intensidad.
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Eleanor corría de un lado para otro. Ella estaba muy nerviosa, pues ese día sería su pedida de mano. Miró su cama y bufó al contemplar el montón de vestidos que estaban sobre ésta. Tom y la madre de éste se habían encargado de enviarle todos esos hermosos vestidos, pero ella no se decidía por ninguno, ¡estaba encantada con todos! Se miró al espejo y suspiró, mientras colocaba un poco de bálsamo para los labios. Contempló de nuevo el vestido que estaba en un perchero, era muy elegante y parecía acorde a la ocasión. Se trataba de un vestido de varias capas de gasa en tono perla, pero cubierto por otra en un tono más oscuro y lleno de pedrería. El vestido tenía una pequeña cola y mostraba los brazos, que únicamente estaban cubiertos por la delgada tela más oscura. El vestido acentuaba la figura de Eleanor con una banda de satén que se ajustaba debajo del busto y ceñía su cintura. Se calzó unos delicados zapatos de tacón y de nuevo se miró en el espejo.
-¡Qué hermosa te ves! – Gritó Drake desde la entrada.
-¿Por qué entras sin anunciarte? – Preguntó la joven.
-Perdón, pero estuve tocando y nadie me atendió – Respondió su hermano – Pero acaba de llegar tu último obsequio de compromiso y creo que debes lucirlo – sonrió – Debo decirte que este es por parte mía.
Eleanor le devolvió la sonrisa y se acercó para abrazar a su hermano y besarle la mejilla. Tomó la caja que él le tendía y ahogó una exclamación al contemplar la hermosa gargantilla tapizada por diminutos diamantes.
-No puedo aceptarla, Drake – Dijo la joven.
-Por favor – Exclamó su hermano – Nunca te había obsequiado nada que valiera la pena – Continuó – Además, tú siempre me ayudas...
-¡Todos tus regalos han valido la pena! – Lo interrumpió Eleanor – Y sabes que yo jamás me negaría a brindarte mi ayuda incondicional, eres mi hermano favorito y te amo demasiado.
Drake sonrió y la hizo que se diera la vuelta para colocarle la gargantilla, después le besó la frente y juntos salieron de la habitación, pues los invitados ya habían llegado. Drake bajó las escaleras, llevando a su hermana de la mano y al pie de estas se encontraba Tom. El corazón del hombre dio un vuelco al contemplar a Eleanor, ella estaba radiante y hermosa, delicada, encantadora, pero a la vez seductora e incitante. Tenía ganas de tomarla de la mano y llevarla a un sitio dónde ellos dos pudieran estar solos y arrancarle ese vestido y hacer el amor.
Thomas hizo a un lado esos pensamientos y extendió su mano para recibir la de la joven, quién le dedicó una linda sonrisa, la estrechó entre sus brazos y besó su mejilla.
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En ese momento, la música comenzó a sonar, inundando el gran salón que había sido decorado para la ocasión. Tom tomó de la cintura a Eleanor y ambos comenzaron a moverse al ritmo de la pieza de Strauss. Los ojos de Eleanor brillaban con intensidad y los de Tom reflejaban el amor y la devoción que sentía por esa chica.
-Estoy muy emocionado, mi vida – Exclamó el conde – Jamás imagine que pudiera encontrar a mi mujer perfecta.
Eleanor levantó las cejas y sonrió: - Y ¿cómo es tu mujer perfecta? – Le preguntó la joven.
-No puedo decir que como tú – Dijo con sinceridad – Porque, honestamente, yo tenía otras ideas, pero te conocí y tú cambiaste mi modo de pensar y me enamoré de ti – Exclamó el hombre - ¿Eres feliz?
-Sí, muy feliz – Suspiró – Y déjame decirte que tú tampoco encajabas en la imagen del hombre perfecto que yo había idealizado. De hecho, no me agradabas del todo, pero a la vez, ejercías una extraña fascinación en mí. ¡Es difícil de explicar! – Comentó y lo besó en los labios.
Los labios de Tom presionaron los de Eleanor, intensificando el beso y pudieron escuchar a su alrededor un el atronador sonido de los aplausos y los hurras de los invitados. Los enamorados se separaron y rieron ante la reacción de sus amigos y familiares.
La fiesta siguió, todos la estaban pasando muy bien, riendo y charlando animadamente. Tom no se separaba de Eleanor y ambos hablaban con sus invitados, quienes no pedían la oportunidad para desearles lo mejor o preguntarles respecto a la fecha de su boda o la cantidad de hijos que iban a tener.
Thomas miró su reloj y se dio cuenta que era casi la media noche y el momento perfecto para entregarle a Eleanor su anillo de compromiso. El hombre pidió silencio y todos se callaron de golpe, emocionados y atentos ante las palabras que Tom estaba por pronunciar.
-Antes que nada, les reitero mi agradecimiento por su amable presencia – Suspiró – Quizá fue un poco apresurado, pero mi corazón y mi alma anhelan estar por siempre junto a Eleanor Walker. Ella ha robado mi corazón, me ha cautivado, no sólo con su belleza, sino con su manera de actuar, su manera de ver la vida y es la mujer con la que quiero compartir mis momentos felices y mis momentos tristes... ¡tantas cosas de la vida! – Murmuró mientras tomaba a Eleanor de la mano y la llevaba hasta sus labios.
La joven le sonreía, emocionada y embargada de felicidad. Tom era un hombre tan romántico que la contagiaba con su pasión y la hacía sentir como si sus pies no tocaran el piso. El corazón de la joven latía a toda velocidad y sus manos temblaban debido a todos los hermosos sentimientos que se agolpaban en su corazón.
-¡Te amo! – Le susurró ella – Porque te has convertido en todo lo que quiero y necesito.
-Y yo te amo a ti – Exclamó el hombre mientras colocaba el anillo en el dedo de Eleanor – Te amo de una forma tan especial que no hace falta el verte o tocarte para que este sentimiento crezca. Simplemente necesito cerrar mis ojos y pensarte, saber que existes. Y aunque nos hayamos conocido de una manera inusual – Suspiró y le guiñó el ojo, mientras que ella sonreía abiertamente – El tiempo me ha enseñado lo importante que eres para mí y me ha hecho saber lo importante que yo soy para ti y lo que significo en tu vida.... ¿me concederías el honor de convertirte en mi esposa? – Preguntó el conde finalmente.
Eleanor abrió los ojos y asintió, pues la palabras habían muerto en su garganta y no podía decir nada más. Se arrojó a los brazos de Tom y lo besó de forma pasional, sin importarle que ambos estaban rodeados de personas que gritaban y vitoreaban su próxima unión.
-¡VIVAN LOS NOVIOS! – Gritaba Drake con emoción, abrazando a su padre y a su hermano mayor.
-Que Dios los colme de felicidad – Exclamó la madre de Tom
-Y de hijos – Gritó el padre del conde.
-¡Muchos hijos! – Dijo Cillian haciendo eco al comentario de su tío.
Eleanor y Tom se separaron y comenzaron a reír, Cillian no perdió la oportunidad y se acercó primero que nadie para felicitar a la pareja, abrazando a su primo y depositando un suave beso sobre la mano de la joven.
-¡Me contagiaron su emoción! – Exclamó el barón – Honestamente hacen una pareja perfecta y les deseo un matrimonio duradero y lleno de felicidad. ¡Una unión para toda la vida! – Exclamó y miró a la chica – aunque lo siento por ti, Eleanor, ya que tendrás que soportar a esta bestia.
-¿A quién le llamas bestia? – Preguntó la joven poniendo su mano en la cintura y sonrió – Pero no te preocupes, Cillian, ¡que yo sabré domarla!
Se echaron todos a reír y las felicitaciones continuaron para dar pasa a un brindis por la pareja. El baile siguió, pero Tom decidió que era hora de irse de ahí, al menos un rato para poder estar a solas y hablar sobre su futuro. Eleanor lo tomó de la mano y lo condujo escaleras arriba, hasta su "escondite" en el ático.
Entraron en la habitación y cerraron la puerta con llave. Eleanor quedó de pie, mirándolo con pasión y deseo. Tom se acercó a la chica para abrazarla y besarla con pasión, aprovechando que estaban solos. El hombre la besó con delicadeza su cuello, inhalando el aroma de su perfume. Eleanor se dejó llevar, pero lanzó un pequeño grito al sentir cómo las manos de Tom bajan su vestido para dejar sus senos al descubierto. Tom los tomó suavemente con sus manos y comenzó a acariciarlos. Los pechos de Eleanor significaban un deleite para él, así que se inclinó sobre ellos para saborearlos, pasando su lengua por sus pezones o llenándolos de besos. La pelirroja echó la cabeza hacia atrás, ofreciendo sus senos, los cuales se hincharon por tantos besos. Ella gemía llena de placer al sentir esa lengua recorriendo sus pechos y gimió, cuando los dientes de Tom se apoderaron de uno de sus pezones.
-¡Tom! – Jadeó Eleanor - ¿No crees que van a notar nuestra ausencia?
-Nadie nos vio irnos – Respondió el hombre – Aunque ahora que lo pienso, ¡quizá sí lo noten! Pero poco me importa. ¿A ti te importa? – Preguntó.
-¡No, no me importa! – Suspiró – Pero no me gustaría tener que dar explicaciones sobre nuestra ausencia.
-Les diremos que sólo fuimos a dar una vuelta por el jardín y a contemplar las estrellas – exclamó tomando con sus labios el otro pezón – Que queríamos pasar un tiempo a solas.
Eleanor intentó decir algo más, pero la boca de Thomas se apoderó de la suya introduciendo su lengua y explorando su boca. Esos besos la estaban llevando al borde de la demencia, avivando la llama del deseo que se había formado en su vientre y se extendía por todo su cuerpo. Tom levantó la falda del vestido de la chica y comenzó a acariciar sus muslos hasta la delicada feminidad de la joven.
-¡Tom! – gimió la mujer
Tom gruñó de placer y continuó acariciando las piernas de la chica. Lentamente y con maestría, desabotonó el vestido de Eleanor, el cual cayó al piso. La chica lanzó un grito cuando Tom la tomó entre sus brazos para devorar su boca con creciente pasión. Después la tomó entre sus brazos y la llevó hasta esa pequeña cama en la que se habían amado la primera vez. El conde se tomó su tiempo para quitarse el saco y la camisa, contemplando con deleite el cuerpo desnudo de la mujer. Se recostó junto a Eleanor al ver que ella extendía sus brazos, invitándolo. Las manos de la joven se posaron en su pecho y comenzaron a trazar círculos en sus pectorales y en su estómago. La calidez de sus manos le provocaban deliciosos estremecimientos, excitándolo más y más. De la boca del hombre se escapó un sonido ronco cuando la boca de Eleanor se posó en su cuello y su lengua comenzó a recorrerlo.
-Eleanor – Susurró Tom – Si continuas haciendo eso, no voy a responder de mis actos.
-¿Y eso qué? – Exclamó ella - ¡Quiero que me hagas el amor! Deseo perderme en tus brazos, disfrutar de ti y que tú goces conmigo – Gimió y su boca se apoderó de la de Thomas.
Lentamente, Eleanor se separó de los labios de Tom y deslizó su mano hasta llegar a su cinturón, lo desabrochó con premura y con desesperación intentó despojarlo de sus pantalones. Tom decidió ayudarla a desnudarse y mostrándole lo mucho que la deseaba. Conteniéndose apenas, Tom se colocó sobre Eleanor y volvió a tomar su boca, mientras que con su mano acariciaba su intimidad, jugando con sus pliegues calientes y mojados. Los gemidos de su prometida lo estaban excitando cada vez más y con brusquedad le separó las piernas. Ella gritó y arqueó la espalda, ansiando recibirlo; Tom se introdujo en ella y con una embestida la poseyó completamente. Ambos gimieron al experimentar esa oleada de sensaciones que los abrasó como fuego al pasto seco. Eleanor lo sujetó por los hombros, para comenzar a moverse junto a él.
Él la besó en la boca, la devoró y ella le correspondió con la misma voracidad. Una vez más entró en ella y otra vez, mientras el placer los golpeaba cada vez con mayor intensidad. Sus cuerpos comenzaron a llenarse de sudor, sintiendo que estaban a punto de estallar de gozo. El deseo y la lujuria crecían más y más con cada sacudida, hasta que juntos alcanzaron el cielo y con un fuerte gemido se entregaron al placer que los abrasaba.
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Las campanas se echaron al vuelo y la gente se reunió afuera de la iglesia para esperar la salida de los novios que caminaban del brazo, mientras que una lluvia de pétalos de flores blancas caía sobre ellos. Eleanor se aferró con fuerza al cuerpo de Thomas cuando él la envolvió entre sus brazos y la besó una vez más entre el griterío de la muchedumbre. ¡Ahora ya eran esposos! Ambos se separaron y se sonrieron. La chica se sonrojó y juntos subieron al carruaje que los llevaría directamente a la finca de la familia Walker para celebrar su banquete de bodas.
-Yo hubiera preferido pasar directamente al viaje de luna de miel – Dijo el conde mientras se acomodaban en el carruaje.
-¡Esa es una falta de respeto, Thomas! – Murmuró la mujer – No podemos dejar esperando a nuestros invitados.
-Lo sé, mi amor – Dijo Tom sonriendo seductoramente – Así que es una verdadera lástima.
-Tendrás que esperar unas horas – Murmuró Eleanor abrazándolo – No va a pasar nada. Aunque me gustaría saber, ¿qué lugares visitaremos en nuestro viaje?
-¿Recuerdas la ruta de tu antiguo mapa? – Respondió Tom.
-¡Por supuesto! – Exclamó la joven – La conozco de memoria – Suspiró – Entonces... ¿primero llegaremos a Londres?
-Claro – Dijo Tom besando su frente – Después de presentarte ante toda mi familia, comenzaremos con nuestro viaje, directamente a Dinamarca, para pasar a Polonia, de ahí a Eslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Turquía y regresaremos a casa en barco, ¿Qué te parece?
-¡Oh, Tom, eso perfecto! – Gritó la joven llena de emoción – Siempre soñé con hacer ese viaje, pero pensé que sería imposible. Gracias
-Todos los sueños son posibles, Eleanor – Murmuró Tom – Y no me lo agradezcas – Dijo y la envolvió entre sus brazos mientras la besaba de nuevo
Al llegar a la finca, de inmediato fueron recibidos por sus familiares y amigos. Los esposos descendieron del carruaje y de inmediato, los invitados levantaron sus copas para brindar por ellos.
-¡QUE VIVAN LOS NUEVOS ESPOSOS!
Un camarero se acercó a la pareja, entregándoles un par de copas. Ellos las tomaron y participaron en el brindis, sonriendo abiertamente e irradiando felicidad. La gente no dejaba de gritar hurras para la pareja y se acercaban a ellos para felicitarlos y dedicarles sus mejores deseos. Daryl y Drake Walker se acercaron a la pareja, llevaban una bandeja con cuatro copas. El padre de la chica abrió los brazos y Eleanor se dejó envolver por el fuerte abrazo de su progenitor.
-Te quiero, papá. – exclamó la chica besando sus mejillas – Voy a extrañarte mucho, pero prometo regresar después de mi luna de miel.
-Espero que así sea, de lo contrario Drake y yo iremos a visitarte. – respondió el hombre y se acercó a Thomas para abrazarlo también – Cuida muy bien de Eleanor, Tom. – exclamó Daryl – A veces suele comportarse como una fierecilla, pero ya la conoces, cuando se lo propone es dulce y encantadora.
-Así lo haré – respondió el Conde – Ella es mi más grande tesoro y la voy a proteger a costa de mi propia vida.
Drake entregó una copa a cada uno y los cuatro brindaron por la felicidad y un futuro próspero para todos. Después de ese brindis, los padres de Tom, junto a Cillian se acercaron para dedicarles unas palabras a los esposos y felicitarlos por esa unión. La madre del conde derramaba lágrimas de felicidad y no soltaba a Eleanor.
-¡Ya deseo conocer a mis nietos! – Murmuró la mujer – Espero que pronto, la casa Hiddleston esté llena de niños que corran por los jardines y jueguen en las fuentes – Sollozó la señora.
-¡Pero tía! – Intervino Cillian – Dales un tiempo, ¡acaban de casarse!
-¡Sí, mujer! Yo comprendo tu desesperación, yo también deseo tener muchos nietos. Pero los niños no llegan de un momento a otro – Exclamó su esposo.
-No se preocupe, señora Hiddleston – Dijo Eleanor – Quizá muy pronto le demos la noticia.
-Te prometo que trabajaremos en ello durante la luna de miel – Comentó Tom echándose a reír y Eleanor se ponía colorada.
El banquete se llevó a cabo y se sirvieron montones de platillos que los comensales degustaron. Se bebió mucho vino y cerveza, y la alegría se incrementó. Los novios bailaron con sus familiares y algunos invitados, hasta que llegó el momento de despedirse y partir hacia la estación donde abordarían el tren de la medianoche que los llevaría hasta el puerto y de ahí partirían rumbo a Inglaterra.
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Las puertas de la casa Hiddleston estaban abiertas de par en par y la servidumbre esperaba afuera para recibir a su patrón y a su esposa. Eleanor estaba maravillada por la magnificencia de esa enorme mansión, ¡jamás creyó poder ver una casa tan grande!
-Tu casa parece un palacio de un cuento – Comentó la chica.
-Nuestra casa, amor mío – Murmuró Tom – Nuestro cuento de hadas; aquí escribiremos nuestra historia. De ahora en adelante, eres la dueña y señora de todo cuanto poseo.
Eleanor sonrió cuando los labios de Tom se posaron en su mejilla y ella lo abrazó con amor.
-No me importaría si nuestra historia de amor la escribimos en una choza – Suspiró Eleanor – Lo importante es estar junto a ti y ser felices.
-Te prometo que voy a hacerte muy feliz, ¡hasta el día de mi muerte! – Susurró el conde y la besó en los labios – Ahora, ¡vamos a entrar como es debido!
Tom descendió del carruaje y ayudó a Eleanor a bajar, pero antes de que ella pudiera tocar el piso, su esposo la tomó entre sus brazos y la condujo hasta la entrada de la mansión. La servidumbre los saludó llenos de felicidad y Tom presentó a su esposa. Más tarde sería la presentación oficial para todos los miembros de la familia Hiddleston.
La pareja fue conducida a la habitación de los esposos, era una habitación enorme, decorada con elegancia. Eleanor comenzó a explorarla de inmediato, parecía una niña, abriendo puertas y mirando el interior de cada habitación.
-Este lugar parece hecho para un rey – Sonrió Eleanor.
-De hecho – Comentó Tom – En esta habitación se hospedaron los reyes, hace varios años, pero fue redecorada para nosotros.
-¡Es bellísima! – Comentó la joven – Pero creo que me perderé en tu mansión.
-No digas eso – Dijo Tom abrazándola y besando su cuello – Ya tendrás tiempo de conocerla al derecho y al revés.
Eleanor se dio la vuelta y le echó los brazos al cuello, para besarlo con hambrienta pasión. Tom le correspondió y la besó lentamente, desbordando el deseo que comenzaba a apoderarse de su cordura. Eleanor sintió desfallecer ante tal beso. Él le sujetó la nuca con fuerza y le separó los labios. Ninguno de los dos podía resistirse, sólo podían dejarse llevar por las sensaciones que los dominaban. Thomas la abrazó con más fuerza aún y su esposa se dejó llevar, se aferró a él, y levantó su cabeza para que él tomara su boca y la explorara ávidamente con su lengua.
Sin dejar de besarla, él se quitó la chaqueta y la camisa. Inmediatamente después, concentró su atención en su mujer y le desabotonó el vestido y se lo quitó en un abrir y cerrar de ojos. La sangre le bullía en las venas y el anhelo le rebosaba por los ojos y la boca, ambos se deseaban. Deseaban sentir sus cuerpos unidos, la excitación los devoraba como un fuego devastador. Tom le succionó los pezones duros y sensibles y ella le estrechó la cabeza contra su cuerpo con los muslos pegados a los de él. Sintió su miembro duro, tan duro que notó una oleada de excitación primitiva que la sacudió por completo. Se arqueó contra él con ansia. Lo anhelaba en ese instante.
Thomas la llevó hasta la enorme cama que se encontraba en el centro de la habitación y ahí la dejó. La observó con ojos hambrientos y nublados por el deseo. El cabello de Eleanor marcaba un maravilloso contraste con la colcha blanquísima de su cama. De nuevo, los ojos del hombre recorrieron el cuerpo de su mujer, de los pies a la cabeza, deteniéndose en el rostro de su amada. Ella también lo miraba con deseo y se mordía los labios. Thomas se colocó sobre la pelirroja, quién levantó las caderas y le acarició la espalda desnuda. Con delicadeza deslizó sus manos hasta la cinturilla de su pantalón y lo desabrochó para liberar su erección. Admiró su miembro y lo tomó con sus manos para sentir su fuerza y toda esa potencia. Contuvo un jadeo y volvió a elevar las caderas mientras él le lamia los pezones y le proporcionaba unas descargas de placer que pensó que podrían matarla. Sin embargo, necesitaba más, lo necesitaba todo.
-Tom – Gimió la joven – Te necesito... Te amo – Dijo Eleanor transmitiendo las ganas que tenía de él.
Thomas le dedicó una mirada ardiente y clavó sus ojos en los de su mujer sin decir una sola palabra.
-¡Tom! ¡Mi amor! – gimió de nuevo Eleanor mientras separaba las piernas.
El la sujetó por las caderas y la penetró, mientras ella dejaba escapar un jadeo de placer al sentirse plena. Una oleada de deliciosas y eróticas sensaciones le nubló los sentidos y lo abrazó con fuerza a su cuerpo, clavando sus uñas en la espalda masculina. El conde la besó en la boca, devorándosela. Ella le correspondió con la misma intensidad, sintiendo el golpeteo del placer cada vez que él la penetraba
-Te amo, Eleanor – Jadeó Thomas.
La voz del hombre estaba enronquecida debido al placer. Eleanor intentó hablar, pero sólo pudo gemir, mientras que su deseo era semejante a un calor al rojo vivo que le inundaba hasta la última célula de su cuerpo.
-¡Oh, Tom! – Dijo la joven por fin - ¡Eres maravilloso!
Eleanor intentó tomar aire pues sus gemidos eran cada vez más sonoros. Sentir los labios de Tom sobre sus pezones sólo avivaba las llamas, mientras nuevas oleadas de gozo aparecían. Ambos tenían los músculos en tensión mientras su placer se intensificaba para dar paso a la culminación. Eleanor dejó escapar otro jadeo y pudo sentir cómo Tom estaba vaciándose. Podía notar que la llenaba, que la colmaba, que se estremecía dentro de ella. Él tenía las manos apoyadas en sus hombros, el torso levantado y la cabeza colgando de sus poderosos hombros.
Ella se aferró a él mientras se convulsionaba dentro de ella, la joven se apretó contra él. Su placer se prolongó y se prolongó hasta que, casi al borde del cansancio, ambos dejaron escapar un grito que anunciaba el orgasmo. Thomas cayó sobre ella, apoyando la cabeza en su hombro y Eleanor pudo notar el calor de su respiración entrecortada sobre su piel húmeda. Ambos estaban agotados y sudorosos. La cara de Tom estaba contra la de ella, y esbozaba una sonrisa de satisfacción; Eleanor también le sonrió y lo abrazó con las pocas fuerzas que le quedaban, acariciando su espalda empapada de sudor.
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Eleanor estaba de pie frente a la ventana, mirando la puesta del sol. Era un hermoso espectáculo. Turquía era un lugar maravilloso y mágico, pero el momento de regresar a Inglaterra era inminente. Esa sería su última noche en el país. Suspiró llena de nostalgia y nuevamente levantó su vista para admirar ese hermoso cielo rojo.
-¡Aquí estás! – Dijo la voz de Tom detrás de ella.
Eleanor no se giró y Tom la rodeó con sus brazos, besando se cuello y acariciando sus senos.
-¿Estás lista para regresar? – Preguntó él y ella negó con la cabeza - ¿Por qué no? – Volvió a preguntar – Ahora eres una condesa y nuestro hogar está en Londres.
-Mi hogar es a tu lado – Murmuró ella – Aunque me encantaría quedarme aquí para siempre. Adoro este país, me enamoré de su gente y de su cultura, ¿no podríamos quedarnos unos días más? – Preguntó ella con tono suplicante.
Tom la hizo darse la vuelta y la miró con adoración. Esos ojos que rogaban quedarse un poco más. Le sonrió y la besó tiernamente.
-Quizá un par de días – Sonrió el conde – Recuerda que tengo negocios que atender y no puedo descuidarlos. Pero prometo que regresaremos el próximo año, ¿estás de acuerdo?
-¡Sí! – Gritó la joven - ¡Te amo, Tom!
-Y yo a ti, mi hermosa Eleanor – Susurró Thomas y la tomó entre sus brazos.
Ambos comenzaron a besarse de manera salvaje, intensa y apasionada. Como si esa fuera la última vez que lo hacían; pero no era así. Ese era el principio de una nueva vida juntos, como un matrimonio. Una vida en la que sus futuros hijos estarían rodeados por un amor que era puro y perfecto.
==FIN==
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Y de esta manera llegamos al final de SUMMER RAIN. ¿Les gustó este final? ¿Les gustó la historia en general? Espero que sus respuestas sean afirmativas. Yo disfruté bastante al escribirlo y ojalá ustedes también hayan disfrutado al leerlo. Les prometo nuevas historias. ¡Hasta pronto! Y gracias por su apoyo.
Quiero pedirles una disculpa por la ausencia, espero que este final no les sepa tan desabrido ya que ha pasado algo de tiempo desde la última publicación. Pero aquí está. Gracias de nuevo por todo.
#MaryCruz
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