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Capítulo 7


– ¿Qué están haciendo? – preguntó incrédulo y con un tono de voz un poco alto

– Nada, lo juro – me apresuré a decir una vez que comprendí la situación en la que nos habían encontrado

– No me digas – murmuró entre dientes

– Joe – Alex se puso de pie junto con un gesto de impaciencia – nos quedamos encerrados, ¿si?

– ¿Los dos? ¿Juntos? ¿Aquí?

Lo se. Ni siquiera a mis oídos sonaba creíble

– Lo creas o no – respondió Alex sin titubear

De pronto, recuperé la movilidad, la sorpresa había pasado y volvía a ser reemplazada por ansiedad. Me puse de pie de un solo salto.

– Joe – lo llamé. Su rostro, por alguna razón que no tenía intenciones de comprender, estaba pálido. Sus ojos lucían tan abiertos que temí que en cualquier momento escaparían de sus órbitas, pero se dirigieron hacia mí – tengo que llegar a casa o estaré en problemas

Me miró unos segundos más, incluso parecía molesto, pero respiró un momento para calmarse y habló con voz suave.

– Vamos, te llevo

Agradecida salí del pequeño armario para situarme a su lado, él le dirigió una mirada fulminante a Alex mientras levantaba un dedo acusador.

– Tú – lo señaló – más te vale que sigas aquí cuando vuelva. Tenemos que hablar.

Alex metió las manos a sus bolsillos y lo miró con ojos aburridos, después, sin siquiera despedirse de mí, se dio media vuelta y se retiró.

– Vamos – me apuró Joe una vez que su amigo se perdió de vista

Tomó de mi brazo para guiarme por entre las personas, evitando que colisionara con la mayoría, a lo lejos, pude ver a mis tres amigas. La mirada de Casey se entrecruzó con la mía

– ¡Summer! – agitó su mano para llamar mi atención mientras sonreía abiertamente, le devolví una sonrisa más tímida, mientras hacía un gesto de disculpa

– Lo siento – dije – me tengo que...

Joe me jaló de pronto, interrumpiendo mi frase. Su mano se cerraba tan fuerte en torno a mi brazo que comenzaba a hacerme daño. Sin dejar que me despidiera me sacó de su casa y en segundos ya estábamos frente a su coche negro.

– Joe – me quejé – estás lastimándome

Intenté soltarme pero fue inútil, no lo hizo sino hasta que abrió la puerta del copiloto

– Entra

Me crucé de brazos, indignada

– Si tanto te molesta...

Él hizo un ademán con su mano indicando que guardara silencio

– Entra Summer. Por favor

Aún insegura, me metí al interior de su coche. Me senté en el asiento de cuero gris y esperé a que subiera a mi lado. Él lo hizo. Metió la llave sin más preámbulos y aceleró de forma algo brusca.

– ¿Te sucede algo?

Él gruñó.

Volví a cruzarme de brazos algo molesta, si no quería decirme ¡que no lo hiciera! No iba a rogarle

– ¿Por donde vives?

– A unas cuantas cuadras de la escuela – respondí fría – te guiaré en cuanto lleguemos a ella

Asintió ¡Bien por él!

Nos sumimos en un intenso silencio, él molesto, yo molesta. Era evidente que no tuviéramos conversación alguna, pero su forma de manejar comenzaba a ponerme nerviosa.

– Joe, ¡baja la velocidad!

Él me ignoró.

– ¿Qué hacías ahí? – preguntó con voz ronca y demasiado baja

– Ya te lo han explicado. Estábamos encerrados. Tu armario no abre por dentro, ¿lo sabes?

– Lo sé. Es mi armario

– ¿Entonces cuál es tu problema?

– Es una enorme casualidad que se quedaran encerrados juntos – alzó la voz

– Ha sido un accidente

Él bufó, eso me hizo explotar

– ¡Bueno! – grité – ¡y aunque así fuera! ¿Qué derecho tienes en reclamarme? No eres mi padre Joe, que te importe un pepino con quién me ando encerrando...

Me lanzó una mirada tan fiera que en segundos lamenté haber dicho aquello, pero no me retracté si no hasta que vi que sus ojos cambiaron a... ¿tristeza?

– Si... si dices que fue un accidente, te creo – dijo, para mi propia sorpresa

– Lo fue – aseguré – te lo juro

Él respiraba para calmarse, sinceramente, no lo entendía. Aproveché para mirar la hora: 12:20, estaba muerta.

Miré a través de la ventanilla pero no reconocí una sola calle, no sabía siquiera si estábamos cerca o lejos de la escuela. La ansiedad aumentó. Suspiré pero sonó a lamento, Joe me miró de soslayo.

– ¿Todo bien?

– Perfecto – ironicé – Mamá va a enterrarme viva

– ¿Por qué no le dices la verdad? – sugirió

Reí sarcásticamente

– ¡Seguro! Mamá, llegué tarde, lo sé, pero tengo una excelente explicación. Me quedé encerrada en el armario de Joe con un perfecto desconocido. Disculparás mi retraso – puse los ojos en blanco – ¡Ni siquiera tú me crees!

Él rió

– Te ayudaré con una excusa

– No servirá – me rehusaba a ser positiva

– Ya veremos

Me guiñó uno de sus ojos cafés y no pude evitar sonreír.

– ¿Y tus padres? – pregunté de pronto

– Me deshice de ellos ¡tranquila! – añadió al ver mi rostro – solo por esta noche, les dije que daría una fiesta. Aprovecharon para salir a pasear

– Quisiera saludar a tu mamá – comenté

Joe sonrió

– Ella estará encantada de verte de nuevo, recuerdo que te amaba. Podrías venir mañana. Te invito a comer

– Joe... no creo que me salve de un castigo el día de hoy

– Bueno, no me digas que no aún – dijo misterioso

Negué con la cabeza, como si indicara que Joe no tenía remedio y clavé la vista al frente. De pronto y sin previo aviso, los recuerdos me atacaron... las palabras de Alex se habían grabado en mi memoria para siempre

– ¿Sabes? – dije para llamar la atención de Joe – siempre me sentí mal por el hecho de que mi... padre, no quisiera saber nada de mí

Joe me miró extrañado.

– ¿A qué viene todo esto?

– No sé. Hoy estuve pensando en él.

– No lo hagas, no vale la pena

– Siento que Alex me comprende – admití – comprende la falta de una persona esencial. Estoy segura de que el divorcio de sus padres le afectó mucho...

El coche frenó de improviso.

De no haber sido por el cinturón de seguridad habría salido despedida por el parabrisas, pero en cambió, me fui hacía adelante y volví. Mi espalda impactó en contra del asiento. Quité el cabello que había caído sobre mi rostro y voltee a ver a Joe, asustada.

– ¿Qué sucedió? – la calle estaba sola, ¿por que había frenado tan de pronto?

– ¿Cómo lo sabes? – susurró, estaba lívido

– ¿Qué cosa?

– El divorcio... ¿cómo lo sabes?

Lo miré sin comprender

– Él me lo dijo – respondí

– Eso es imposible

– Lo juro

– ¿Sabes lo que eso significa?

– No entiendo...

Joe respiró una vez. Seguía aferrado al volante a pesar de que ya no manejaba.

– Escucha Summer – dijo extremadamente cauteloso – eso es algo que no puedes volver a repetir

– ¿Por qué? – pregunté confundida

– Nadie lo sabe

– Tú lo sabes

– Yo soy su amigo

– Quieres decir... ¿qué eres la única persona que sabe del divorcio de sus Padres?

Joe asintió

– Así es – admitió mirándome a los ojos – Escucha. No tengo idea de por que, pero Alex se guarda eso solo para él. Jamás, escúchame bien, jamás se lo ha contado a una sola persona.

– Te lo contó a ti

Él negó con la cabeza

– Si yo lo sé fue por que lo descubrí. Fue muy evidente después de un tiempo, pero él nunca me lo contó y yo nunca le reclamé. Jamás hemos hablado de eso. De hecho – agregó mirándome con curiosidad – jamás había conocido a alguien en quién Alex confiara lo suficiente.

– Lo conocí hace dos días – mencioné – él no puede confiar tanto en mí...

Joe negó con la cabeza

– Alex no confía en nadie, créeme, si te contó eso es por que confía en ti. Debiste haber hecho algo bien, pero no puedes decírselo a nadie

Volvió a ponerse en marcha tras esas palabras, pero ya ni siquiera me importaba la hora. Las palabras de Joe daban vueltas en mi cabeza

– ¿Por qué? – pregunté – ¿Por qué no confía en nadie?

Mi amigo se encogió de hombros

– Así es él. Es reservado.

Recordé sus expresiones, sus posturas... como si le costara trabajo hablar conmigo, pero aún así lo hizo. Me contó de su vida, escuché su dolor, sentí su dolor, incluso terminé riendo con él...

Estaba segura de que con esto Alex no volvería a salir de mi mente, era una persona intrigante. Entonces recordé la pregunta que no me había atrevido a hacer por ponerme en ridículo y miré el perfil de Joe.

Con Joe me importaba un rábano si quedaba en ridículo

– ¿Alex tiene novia? – pregunté al fin

Puso una cara con la cual parecía haberse tragado un bicho entero por accidente

– ¿Alex? – susurró

– Si, Alex ¿tiene novia?

Soltó una pequeña risita que sonó nerviosa

– No – admitió – no tiene, ¿por qué?

– Curiosidad – me encogí de hombros

– ¿No... no estarás interesada en él?

– Por supuesto que no – respondí

Me lanzó una mirada con la cual dejó en claro que no me creía. Ni siquiera yo misma sabía el por que me interesaba tanto aquella respuesta.

– Escucha Summer – suspiró – Alex es complicado, demasiado complicado para ti – le lancé una mirada fulminante, pero él no la advirtió puesto que no despegaba la vista del frente – puedo asegurarte que no existe persona más reservada que él. Alex es raro... y es mi mejor amigo – sonrió – lo conozco mejor que nadie

– Alex no es raro – lo defendí – es... único. Es cierto, es tímido y reservado. Pero hay algo en él... – mi voz se desvaneció

– ¿Qué? – insistió Joe impaciente

– No se. Hay algo en él que me gusta – admití

Él suspiró audiblemente y voltee a verlo con curiosidad

– Esa es la escuela – señaló – ¿Hacia donde voy?

Desconcertada, miré al frente. La escuela lucía tenebrosa, oscura y sola

– Toma esa calle – señale con el índice – la calle de la casa de Alex

Casi de inmediato supe que había metido la pata.

– ¿Conoces la casa de Alex? – preguntó con asombro mientras daba la vuelta

– Eh, sí... – dudé – me lo he encontrado de camino a la escuela

Joe no me creyó ni una sola palabra, pero no iba a contarle de mi desmayo, no señor

– Es esa calle – indiqué y volvió a girar. Manejó con lentitud unas cuadras hasta que lo detuve – aquí es

Mi casa tenía la luz de la sala encendida, ella me estaba esperando.

– Estoy muerta – repetí para mis adentros – gracias – sonreí a Joe

Bajé del auto y me sorprendió ver que el también bajaba.

– Te dije que te ayudaría con una excusa – me recordó

Caminamos juntos hasta el umbral de la casa, mamá ni siquiera me dio tiempo de abrir la puerta. Apareció tan rápido que supuse que había estado espiando por la ventana.

– ¡Señorita! – gritó, yo hice una mueca

– Puedo explicarlo – me apresuré a susurrar para no despertar a los vecinos, pero en realidad no podía

– Fue mi culpa – dijo Joe con una voz tan persuasiva que hasta yo me lo creí

Los duros ojos de mi mamá se dirigieron hacía Joe y se ablandaron al reconocerlo

– ¡Joseph! – gritó esta vez de felicidad

– Hola señora Erica – saludó formalmente – quiero disculparme por traer a Summer de vuelta tan tarde. ¡Teníamos tanto que platicar! En cuanto vimos la hora salimos hacia acá, pero el tráfico no nos favoreció

¿Cómo lo hacía? Sin un pestañeo, sin un titubeo. ¿Desde cuando Joe era tan bueno para mentir?

– Ya veo – dijo mi Mamá sonriente, yo me quede boquiabierta – lo dejaré pasar, solo por esta vez – advirtió mirándome a los ojos.

Asentí con la cabeza, cerrando la boca de golpe. No podía creerlo, acababa de librarme de un castigo

– No volverá a ocurrir – aseguró Joe

– Gracias Joseph, ¿quieres pasar?

– No, descuide – se apresuró a decir – Tengo que regresar. Solo quería disculparme personalmente.

Mamá sonrió encantada. Joe era todo un manipulador

– Que gusto verte de nuevo – exclamó ella – Summer te extrañó mucho...

– ¡Mamá! – la interrumpí – es tarde. Gracias por traerme Joe

Le sonreí agradecida y le di un beso en la mejilla

– ¡Ah! – exclamó de una forma fingida – me olvidaba, ¿qué dices respecto a mi invitación?

– ¿Qué invitación? – preguntó mi madre entusiasmada

– Invité a Summer a comer mañana en mi casa, ¿hay algún problema?

– ¡Por supuesto que no!

– Mamá – la regañé con cierta impaciencia – yo me encargo – la empujé un poco hacia adentro para que nos dejara a Joe y a mi solos – gracias por salvarme – susurré en voz muy baja mientras emparejaba la puerta, él me guiñó con uno de sus ojos – estaré ahí mañana – esa frase la dije con voz normal

– Perfecto – dijo satisfecho

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