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Capítulo 28


Me di media vuelta y llame a la puerta principal de casa de Alex, por un momento creí que no había nadie puesto que tardaron en abrirme, pero entonces Alex apareció al otro lado y comprendí el porqué de su tardanza. Su cabello rubio estaba revuelto, sus labios hinchados, sus mejillas rojas y sus ojos brillantes, eso solo podía significar una cosa: Casey

– Summer – miró hacía atrás un momento y después volvió a mí – hola

– ¿Qué era tan importante hace una hora? – pregunté divertida

Él me lanzó una mirada para advertirme que guardara en silencio.

– Pasa – apartó su cuerpo para dejarme entrar

Como predije, Casey estaba ahí en el mismo estado que Alex. Tal parecía que yo acababa de interrumpir una sesión de besos.

– Lamento ser inoportuna – me disculpé

– Tú nunca serías inoportuna para nosotros – me tranquilizó Alex – por cierto ¿de donde vienes? – preguntó al observar mi atuendo con atención

– Joe me llevó a un lugar – dije misteriosa

– Es verdad – Casey se golpeó delicadamente la frente con la palma de su mano – hoy cumplen un año, ¿verdad?

– Así es – dije con una sonrisa soñadora – fue perfecto

– Cuéntamelo – suplicó

Ni siquiera tuvo que pedírmelo dos veces. Me senté en un mueble frente a ellos mientras que Alex ocupaba su lugar al lado de Case, pasó los brazos por su cintura y recargó la barbilla en su hombro. Relaté toda mi historia y cuando terminé suspiré encantada dejándome caer sobre el respaldo.

– Nunca creí que Joe fuera tan romántico – dijo Casey sorprendida

– Eso es por qué Joe ama a Summer

Sonreí feliz

– Y yo lo amo a él

Platicamos un rato más, hasta que el papá de Alex llegó de su trabajo. Cuando entró saludó a Casey como si fuera una costumbre pero definitivamente se sorprendió al encontrarse conmigo.

– Summer – exclamó – qué sorpresa, hace mucho que no nos visitabas

– Hola señor – saludé educadamente – espero que no le moleste, vine sin avisar

– No te preocupes por eso, ¿te quedas a cenar?

Discretamente voltee a ver a Alex, después de todo solo estaba ahí por él. Con sutileza, él asintió una vez, indicándome que eso quería.

– Me encantaría – acepte la invitación

La cena fue increíble. Yo nunca tenía cenas como esas, con la mesa repleta de gente, comida, bromas, risas y platicas... en casa mamá y yo siempre cenábamos solas y en calma, a excepción de las veces en las que Joe nos acompañaba, pero yo nunca había vivido un bullicio como el de aquella noche.

Casey parecía tan a gusto como yo, pero la diversión no podía durar para siempre. Miré la hora en la pantalla del celular de Joe y me sobresalté, 11:20.

– Es tarde – le dije particularmente a Alex

Él miró la hora en su reloj de mano y se puso de pie

– Vamos, las llevo a casa – tomó su chamarra y se la colocó sobre los hombros

– No es necesario – me apresuré a decir – sabes que vivo cerca

– No te irás caminando a esta hora – jaló la silla de Case para que se pusiera de pie y tomó su mano

– Vamos Summer, molestaremos a Alex mientras maneja – dijo Casey, divertida

La fiebre de tener novia había ocasionado que Alex ahorrara para comprarse su coche y así poder llevar y recoger a Casey a su antojo. Con una sonrisa, Alex tiró de su brazo y atrapó su cintura en cuanto la tuvo cerca.

– Ya veremos quién molesta a quién – dijo inclinándose sobre sus labios, ella subió su mano derecha y la deslizó por la mejilla de Alex para degustar el beso. Sonreí nostálgicamente al verlos, hacían una linda pareja.

Él se separó como si intentara concentrarse de nuevo, Casey era su perdición.

– ¿Vienes? – preguntó con una tímida sonrisa

– De acuerdo – accedí

A pesar de que mi casa quedaba más cerca fuimos primero a la de Casey, lo cual me indico que Alex quería hablar conmigo a solas. Case besó a Alex de despedida y luego se volvió hacía mí.

– Adiós Summer, nos vemos después

– Adiós – me despedí

Me pareció lindo que Alex no se pusiera en marcha si no hasta que la vio entrar a su casa, entonces volvió a encender el coche y me miró por el retrovisor.

– Ven, siéntate a mi lado

Obediente me pase al asiento del copiloto, una vez ahí extendí mi vestido y pose mi mirada en la suya.

– ¿Qué sucede? Estás algo misterioso

– Necesito tu ayuda

– Lo sé, recibí tu mensaje

– ¿Por qué no lo contestaste? – preguntó extrañado

Suspiré involuntariamente, lo cierto es que me había ahorrado el relato del pequeño incidente que habíamos tenido.

– Mi celular cayó a la presa – admití insegura

– ¿Cómo? – dijo sorprendido

– El barandal en el que me recargué estaba suelto

Me lanzó una mirada rápida de miedo y volvió a prestar atención a la calle

– ¿En qué diablos estaba pensando Joe el dejarte acercar como si nada?

– Joe no tuvo la culpa – lo defendí – él me salvó

– ¿Lo hizo?

– Si, me sujetó. De no se por él hubiera caído, el problema fue que el celular se me resbaló de las manos

– Pudo ser peor

– Lo sé, fue muy imprudente de mi parte

El medio sonrió, ahora más relajado

– Lo bueno es que estás bien

Asentí con la cabeza

– Ahora dime, ¿en que necesitas que te ayude?

– Quiero sorprender a Casey – confesó – pero no se como, ¿me ayudas?

Me dedicó una mirada de perrito, con esas lograba convencerme de lo que fuera. Yo reí en voz alta.

– También cumplirán un año, ¿verdad?

– El mes que viene

– No es tan difícil – a diferencia de mí a Casey le encantaban las cosas formales – una cena en un buen restaurante estaría bien

– Me gustaría ser tan espontáneo como Joe – admitió – eso del anillo, ¡como no se me ocurrió a mí primero!

Yo volví a reír

– Escucha, Casey te ama a ti y estoy segura de que tú la conoces bien, sabes que le gustan las cosas formales, ¿cómo te tienes que vestir?

– De traje – respondió mecánicamente

– Bien, sabes lo que detesta. ¿Qué no debe llevar su comida?

– Mariscos

– Perfecto, ¿cuál es su color favorito?

– Dorado

– ¿Objeto preferido?

– Estrellas, las ama – añadió con una sonrisa ensoñada

– Así es, ¿música?

– Baladas – rió

– Lo tengo

Él me lanzó una mirada de soslayo

– ¿Qué?

– Pondremos a prueba tus habilidades culinarias – expliqué

– ¿Cocinar? ¿Yo?

– Si. Haz una cena romántica con tus propias manos, consigue la lista de sus canciones favoritas para ponerlas durante el transcurso de la noche y cómprale una cadena con un dije de estrella dorada. Quedará fascinada.

– ¿Cocinar? ¿Yo? – repitió incrédulo

– Te ayudaré, pero solo con la cena

Extendió una hermosa sonrisa

– ¿Qué cocinaremos?

– Algo italiano... – medité – podríamos hacer lasaña, pizzas, espaguetis. Mamá nos ayudaría, hace una lasaña muy rica... compraremos velas. Será muy romántico

Él se detuvo y entonces noté que estábamos frente a mi casa, todas las luces estaban encendidas, seguramente mi mamá ya estaba preocupada a pesar de que faltaban quince minutos para la media noche. Sentí que la mano de Alex se posó sobre la mía y me giré para verlo

– Muchas gracias por esto, Summer – sonrió – siempre puedo contar contigo

– Eres mi mejor amigo – le recordé, aunque no hacía falta

– Tú eres la mía

Hacía mucho que Alex y yo no nos decíamos eso, por lo que una emoción me embargó por dentro

– Gracias por traerme

– Quiero saludar a tú mamá – bajó del coche por lo que yo lo imité

Caminamos juntos hasta quedar frente a la puerta principal

– Ah – gruñí – olvidé mis llaves, que tonta

Levanté uno de mis puños para llamar a la puerta pero justo en ese momento se abrió y mi mano pasó de largo, ocasionando que tropezara y recuperara el equilibrio al mismo tiempo. Entonces levanté el rostro para encontrarme frente a frente con mi madre.

– ¡Summer! – gritó al verme y me estrechó con súbita fuerza – ¡Estás aquí! ¡Estás bien! ¿Estás bien? – me separó un poco de su cuerpo para examinarme

– Si – de igual forma yo evaluaba su rostro, sus ojos estaban rojos, sus mejillas surcadas de lágrimas y tenía los labios pálidos – Mamá, ¿tú estás bien?

– ¡Oh Summer! ¡EN DONDE ESTABAS! ¡POR QUÉ NO CONTESTAS TU CELULAR! ¡ESTÁ APAGADO! – gritó al mismo tiempo que me zarandeaba – ¡TIENES IDEA DE LO QUE ME HAS HECHO PASAR!

– Perdí mi celular – expliqué asustada – Mamá, ¡basta! – agradecí cuando dejó de sacudirme, me estaba mareando – Alex me invitó a cenar – señalé a mí amigo quién parecía petrificado a mi lado – Joe me dejó en su casa

Mamá palideció aún más ante mis palabras, algo no estaba bien. Mire a Alex, él parecía estar pensando lo mismo que yo, nunca lo había visto tan fuera de lugar. Regresé la vista a mi mamá solo para darme cuenta de que su llanto aumentaba por momentos.

– Mamá – la llamé con un hilo de voz apenas perceptible – ¿Qué sucedió?

Ella se llevó una mano a la boca, intentando ahogar los sollozos que emitía. Me di cuenta de que traía su celular y las llaves del coche en la otra mano, recordé cómo había abierto la puerta de improviso...

– ¿A dónde vas?

Respiró profundo para poder contestarme, pero aún así lo hizo entrecortado

– Al hos...pital

Sentí que el estómago se me caía a los pies

– ¿Quién está en el hospital? – susurré, mi voz apenas quería salir

– Es... Joe – soltó junto con un sollozó – tuvo un accidente en su coche

La vista se me nubló, al principio creí que perdería el conocimiento pero después me di cuenta de que eran lágrimas las que me impedían ver. Intenté apartarme de los brazos de mi madre pero nada tenía sentido y comencé a caer de lado. Alex me atrapó.

– Summer – él estaba tan horrorizado como yo, pude verlo en sus ojos, sus manos estaban fuertes en mi cintura – ¿Estás bien?

– No, quiero ir al hospital

– Pero...

– ¡Ahora! – grité

Con un empujón lo obligué a apartarse de mí, él me miró sorprendido

– ¡Quiero ir al hospital! – grité desesperada

– Suban al coche... – Mamá hasta se había olvidado de seguir llorando después de mi reacción

Yo me metí en el asiento del copiloto rápidamente, Alex iba atrás y mamá a mi lado. Me sentía extrañamente vacía, como si en un segundo el suelo se hubiera esfumado de mis pies y yo cayera sin poder detenerme. Me parecía imposible esto, hace solo cinco minutos este día era catalogado como el más perfecto, el sueño se había vuelto pesadilla en un parpadeo.

Recordé aquella vez que yo estuve en el hospital y por primera vez pude comprender lo que Joe había sentido... y no le deseaba eso a nadie. También recordé que él estuvo junto a mí todo ese tiempo, a mi lado. Era momento de hacer lo mismo, yo no tenía intención alguna de separarme de él. Estaría ahí, cada vez que despertara, contaría con mi presencia y apoyo, tal y como él me lo brindó.

Todo estaría bien.

– ¿Cómo te enteraste del accidente? – pregunté intentando secar mis mejillas

– Elena me llamó preocupada por ti – explicó con voz ronca – creía que tu estabas con él. Joe ha estado inconsciente todo este tiempo y no había rastro de ti ¡No tienes idea de todas las cosas que me imaginé!

– Lo siento – me disculpé decepcionada de mí misma – debí llamarte

– Debiste hacerlo – sonó a regaño

– No volverá a suceder – prometí – ¿puedes ir más rápido?

– No, a menos que quieras llegar al hospital en otra ambulancia. Tranquilízate un poco, Summer.

Me di cuenta de que mi cuerpo temblaba de pies a cabeza

– No puedo

No iba a tranquilizarme hasta que lo viera con mis propios ojos. Ella suspiró y noté que aceleraba un poco más.

El hospital era enorme y lucía tenebroso bajo la noche, a pesar de estar iluminado. Mamá se estacionó en la banqueta de enfrente, donde no había franja amarilla. En cuanto lo hizo abrí la puerta de un tirón y salí a la calle, estuve a punto de echarme a correr hasta el edificio cuando un brazo me detuvo y me mantuvo pegada al coche estacionado. Justo en ese momento un Honda rojo nos pasó rozando como una ráfaga de viento, Alex aún sostenía mi brazo y me miraba molesto.

– ¿No viste el coche? – preguntó enojado

– No – admití

– Summer – Mamá se acercó a mí, estaba furiosa. Al parecer mi estupidez no había pasado desapercibida – ¿no aprendiste nada la última vez? ¡FIJATE POR FAVOR! – agaché el rostro avergonzada, los ojos me ardían – hija...

Sentí que Alex me soltó y los brazos de mi mamá lo sustituyeron, abrazándome.

– Lo siento Summer, solo... ten cuidado ¿Sí?

– Joe... – musité

Su mano acarició mi cabello con delicadeza.

– Lo entiendo

– Mamá, tengo miedo...

Sus manos tomaron mi rostro para lo levantarlo con cuidado

– Recuerda que ser valiente no significa nunca sentir miedo – dijo con voz dulce

Sus palabras fueron lo que me faltaba para sostenerme.

– Vamos

El primer piso del hospital parecía el más iluminado. Dos puertas de cristal se deslizaron hacia los lados para permitirnos acceder a él. Enfrente había una especie de recepción, nos acercamos a ella y preguntamos por Joe.

La recepcionista, se tomó un momento para verificar lo correspondiente en su computadora.

– En este momento el joven ha sido ingresado en el quirófano 2 – informó – tercer piso

– Gracias

Subimos al elevador que se encontraba a nuestra izquierda, era grande y estaba conformado por cuatro paredes de espejo. Ver mi vestido rosa reflejado me trajo todos los recuerdos que había vivido con Joe esa mañana en la presa. Un doloroso nudo se me formó en la garganta.

El elevador abrió sus puertas en el tercer piso tal y como habíamos indicado.

– Erica – me sobresalté al escuchar el nombre de mi madre

Era la mamá de Joe la que estaba ahí, a un lado de una máquina de café y miraba hacia nuestra dirección.

– Elena – mamá se acercó rápidamente a ella y le tomó una de sus manos – ¿Cómo ésta?

– No he tenido noticias

Elena siempre me pareció la viva imagen de su hijo; su cabello era tan negro como el de Joe y sus ojos eran del mismo café, cálido y afectuoso, pero en ese momento se encontraban opacos y apagados. Me puse nerviosa cuando se clavaron en mí.

– Summer... estaba tan preocupada por ti

– Yo no estaba con él – el nudo en la garganta creció

– Es un alivio – dijo sinceramente e intentó sonreírme, pero las comisuras de su boca cayeron sin remedio

– ¿En dónde está? – preguntó mamá

– Por aquí

Caminamos por el largo del pasillo hasta encontrarnos con un letrero en el que rezaba «Urgencias». Al final de este había dos puertas grises... cerradas. Pegadas a la pared había una serie de banquitas, indicando que ese era el lugar donde debíamos esperar. Yo no me creía capaz de sentarme tranquilamente.

Mamá y Elena tomaron asiento juntas y comenzaron a hablar, seguramente de lo sucedido... yo no quería más detalles de los que podía soportar, así que me alejé un poco y recargué mi espalda en la pared. Alex decidió situarse junto a mí.

– ¿Cómo estás?

No le respondí, sentía que vomitaría por tan solo abrir la boca. Tragué saliva y permanecí en silencio. 

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