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Capítulo 17



Cubrí mi boca con mi mano para que los sollozos se ahogaran en mi pena. Me sentía mal, perdida. Quería llorar pero no debía, no ahí. Tenía que salir.

Intenté correr pero la muchedumbre no me lo permitió. Las parejas seguían bailando las canciones lentas que no me permitían escapar. Busqué con la mirada algún hueco que me facilitara la huída pero no había ninguno...

– ¡Eh! Ahí estás...

Giré al escuchar la voz y me quedé petrificada al ver la persona. Las lágrimas no lograron resistir más, empezaron a correr por mis mejillas.

– ¿Summer? – la sonrisa de Alex se borró de pronto, mostrándose preocupado – ¿Qué tienes?

– ¡Alex! – grité dejándome caer en sus brazos para poder llorar sin consuelo

– ¿Qué pasó? – preguntó pasando la mano por mis cabellos

– Joe... – susurré

Las manos de Alex se colocaron en mis hombros para apartarme un poco y verme a la cara

– ¿Qué te hizo? – preguntó con un poco más de seriedad

Use mis muñecas para limpiar las lágrimas de mi rostro y poder serenarme un poco

– Me besó – respondí en un susurro

Los verdes ojos de Alex se abrieron de par en par

– ¿Eso es malo? – dudó

– No sé – admití – me siento vacía

– Summer, Joe está enamorado de ti. Date cuenta

Un hueco creció en mi pecho, carcomiendo mis sentidos.

– ¡Pero yo te quiero a ti! – exploté sin pensar

Casi de inmediato me arrepentí.

Alex palideció tan rápido que no me quedó duda alguna de que la noticia le había caído tan mal como una patada en el estómago. Me quedé petrificada, solo esperando su reacción. Me sentí morir cuando sus brazos me alejaron todo lo que pudieron de él...

– ¿Alex? – pronuncié con un sinfín miedo

– No Summer. No – dijo con determinación

– ¿Qué?

Me encontraba de pie, inmóvil, pero parecía que todo se movía y nada era lo suficiente concreto.

– Eso es un error – afirmó mirándome de una forma tan severa que me sentí una pequeña niña mal portada

– ¿Mis sentimientos... son un error?

– Tú no eres buena para mí

Un golpe bajo que me dejó sin aire. Las lágrimas se agolparon de nuevo al borde de mis ojos, me sentí tan vulnerable que tuve que abrazar mi cuerpo para intentar protegerlo de todas las emociones que me golpeaban por doquier.

Un poco de lástima cruzó por su mirada y eso me hizo sentir peor. No quería que me tuviera lástima.

– ¿Y Casey si es lo suficiente buena para ti? – pregunté aguantando el doloroso nudo que me desgarraba la garganta

Su reacción fue casi inmediata, su rostro cambió a sorpresa.

– ¿Casey? – preguntó anonadado

– ¡Vamos! Soy tu mejor amiga. Veo cómo la miras, como la sigues, la esperas, la haces reír, la cuidas, la escuchas ¡Sé que la quieres!

El dolor se había convertido en furia. Mis brazos se fueron en contra de su pecho para empujarlo, mi fuerza no era suficiente para hacerle daño pero sí tambaleó unos centímetros. Molesto, tomó mis muñecas y las juntó para que no repitiera mi movimiento.

– Basta – ordenó con la voz fría de nuevo – no arruines lo que ya existe entre nosotros

– ¿Qué existe entre nosotros? ¿Qué clase de amistad quieres que yo viva? ¿Una cruel?

Él apretó los labios hasta formar una fina línea con ellos

– Prometiste que siempre serías mi mejor amiga... – murmuró bajando las defensas

– Eso fue antes de saber que soy poca cosa para ti

– No dije eso

– Pero eso significa

– Summer, yo no puedo corresponderte...

– Si lo hubieras dicho así la primera vez lo hubiera entendido. Pero ahora no...

– Summer – repitió

Moví la cabeza negativamente

– Todo este tiempo me lamenté por no poder ser como Casey. Por no ser quien tú necesitabas, pero hoy me doy cuenta que no vale la pena. No voy a menospreciarme por ser quien soy. No voy a disculparme por ser Summer.

Él se quedó en silencio, simplemente mirándome. Las lágrimas ya no tenían remedio, era inevitable que salieran.

– He tenido una mala noche, así que si me sueltas por favor – no lo hizo – Alex, necesito irme...

Parecía indeciso, como si se debatiera consigo mismo sobre si decirme algo o no. La verdad es que yo ya no quería escuchar nada más.

– Suéltame – exigí en voz alta

Me dejó libre lentamente. Seguía habiendo lástima en sus ojos.

– Lamento que no seas Casey – dijo

Lo miré boquiabierta. El dolor crecía por momentos y amenazaba con explotarme en la cara. Sentía que no resistiría más.

– Eres un idiota – concluí girándome para salir de ahí.

El aire era intensamente frío. En cuanto abrí la puerta me cortó el rostro húmedo y me echó los cabellos hacía atrás, haciéndome tiritar.

Mi corto vestido no me protegería mucho en aquella tormenta pero lo único que me interesaba era alejarme de ese lugar, buscar un taxi, llegar a casa y recibir uno de los cálidos abrazos de mamá que prometían que todo estaría bien.

– Summer

Me estaba siguiendo, gritaba por encima del ruido del viento y la lluvia.

– ¡Déjame tranquila Alex! – grité también, acelerando mis pasos para no ser alcanzada

– ¡Escúchame por favor!

Comencé a correr al sentirlo tan cerca. Alex era rápido y me estaba alcanzando. Mi cuerpo empapado moría de frío pero ni así me detuve. Me sentía demencialmente acechada, literalmente perdida, irónicamente enamorada.

– ¡Detente! – pidió una vez más. Corrí más rápido.

Me fue imposible ver con aquella combinación de lágrimas y lluvia, ambas golpeando en mi cara sin control. El agua estaba fría pero esta vez no aclaraba mi mente, nada podría aclararme. No quería pensar porque dolía pensar

– ¡Summer! – su voz volvió a abrirse paso por entre el ruido de la tormenta hasta llegar a mis oídos, si me gritaba para que volviera estaba demente.

Siguió gritando mi nombre, lo maldije por seguirme... por primera vez en mi vida la soledad no me parecía una mala amiga. Todo esto me estaba dañando de forma irreparable. Él tenía que entender que yo debía alejarme, ya no podía fingir ser su confidente si eso me mataba por dentro. Corrí más rápido, al mismo tiempo tallaba mis ojos para poder encontrar el camino entre la obscuridad, la noche parecía estar en su punto y la tormenta no ayudaba... aunque continuar derecho hasta perderlo de vista no me parecía una mala idea.

– ¡Summer! – esa vez su voz contenía algo que me hizo detenerme en seco, ¿desesperación? ¿Miedo? ¿Alerta?¿Al mismo tiempo?

No alcancé a reaccionar. Todo pasó demasiado rápido.

Miré hacía mi derecha, dos pequeñas luces naranjas eran lo único que se alcanzaba a ver en la obscura calle... estaba en la calle y no en la banqueta. El coche se encontraba muy cerca de mí y se aproximaba con velocidad, apenas deduje lo que estaba a punto de suceder sentí como un golpe noqueó mi cuerpo.

Todo se detuvo, el tiempo se detuvo... o debió detenerse, lo único que alcancé a sentir en ese momento de suspensión fue un elocuente momento de paz. Ese dolor había sido más fuerte que el que destrozaba a mí corazón. Tal vez estaba en shock y deliraba, tal vez iba a morir... entonces el tiempo volvió a andar y sentí otro golpe en mi cabeza, también hubo demasiadas vueltas... y en lo que me pareció un segundo de vida, mi vista se nublaba conduciéndome hacia una oscuridad lejana... no supe nada más.

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