Capítulo 15
Joe volvió a ser mi amigo, nuestro amigo. Nadie dijo nada pero todos notamos la repentina desaparición de Cindy.
Fue un alivio poder contar con él de nuevo, así lo de Alex no me parecía tan duro. Joe se encargaba de distraerme, hacerme reír y mantenerme a salvo... pero Joe no estaba conmigo todo el tiempo.
A veces en serio odiaba que él no se encontrara en el mismo salón que nosotros.
Ese día teníamos práctica de Física en el laboratorio y para mi mala suerte Alex era mi compañero. Su largo brazo cayó sobre mis hombros mientras esperábamos entrar.
– Hola compañera – saludó besando mi mejilla
– Hola – dije con esa sonrisa falsa que ya me salía a la perfección
Para mi sorpresa se quedó callado, eso fue raro en él. Confundida, levanté la vista y me encontré con un rostro serio.
– Hace tiempo que ya no eres la misma conmigo – mencionó en voz baja
Abrí mucho mis dos ojos y mordí mi labio inferior. Él sonrió ante eso.
– ¿Es por Joe? – preguntó mientras abrochaba los dos primeros botones de mi bata blanca, ese par de botones que yo detestaba abrocharme.
No – respondió mi mente – es porque siento algo por ti y tú por mi amiga
– Joe no tiene nada ver en esto – contesté en su lugar
– ¿Ya no soy tu mejor amigo? – preguntó preocupado
Yo sonreí ante tal tontería
– Siempre serás mi mejor amigo Alex – prometí
Aún se encontraba confundido, pude verlo en sus ojos, pero su sonrisa me demostró que me había tomado en serio.
La práctica era sencilla para tratarse de la materia de física. Solo había que deslizar una pelotita por un tubo de metal en diferentes posiciones y calcular su tiempo. Anotar las observaciones de cuando tardaba más, cuando menos y porqué.
Como el tubo era algo pesado Alex me había pasado el cronómetro, convirtiéndome en la tomadora oficial de tiempo.
A pesar de todo hacíamos un excelente equipo, tanto así que fuimos la primera pareja en acabar. Él extendió su mano para chocarla conmigo en cuanto la maestra anunció que nuestra nota final era diez, me sonrojé cuando aprovechó para tomar de mi brazo y acercarme a él para que lo abrazara. Lo hice dominada por un impulso que después lamentaría, pero no ahora.
– Gracias compañera – susurró a mi oído
Tuvimos libre el resto de la clase así que aprovechamos para platicar entre susurros, ya que la maestra nos pedía silencio.
Diez minutos antes de que dieran el timbre de salida nos ordenó que recogiéramos los instrumentos y los guardáramos en el armario. Dejé la pelotita y el cronómetro en su lugar. Regresé justo en el momento en que Alex intentaba bajar el tubo de su soporte... fue ahí cuando me di cuenta que aún estando conmigo no perdía de vista a Casey ni un segundo.
A Case se le escapó su pelotita de las manos y rebotó hacia nosotros, intenté atraparla pero mi mano se cerró en el aire. Nunca lo vi moverse tan rápido pero por ella lo hizo, dio un salto y ágilmente recuperó la pelotita de plástico. Me concentré tanto en él que me olvidé de mí, a pesar de que vagamente sabía que él acababa de soltar el tubo y que el gran pedazo de metal caía en mi dirección.
– ¡Summer! – gritó alguien para advertirme.
Volví el rostro tan rápido como me fue posible y aún así fui muy lenta. Golpeó mi frente con una fuerza sorprendente. La cabeza me dolió de sien a sien y mis pensamientos se convirtieron en una señal mal sintonizada. Mi vista se tornó negra y me golpee el codo al caer de espaldas, mientras que mi nombre era pronunciado en diferentes tonos y formas.
– Lo siento mucho – se disculpó Alex de camino a la salida por enésima vez
– Fue un accidente – repetí mientras cuidadosamente presionaba mi frente con el pequeño paquete de hielo que me habían dado – ya olvídalo, podría pasarle a cualquiera
Eso no pareció calmarlo mucho, seguía mirándome arrepentido
– ¿¡Qué te pasó!? – me sobresaltó la voz de Joe
– Un pequeño descuido en laboratorio – me apresuré a responder antes que cualquiera
– Déjame ver – pidió tomando mi muñeca para apartarla un poco
Hizo una mueca muy parecida a la de la maestra de Física
– ¿Tan mal está? – pregunté nerviosa
– No mucho – mintió
– Deberíamos llevarla al hospital – sugirió Alex
Moví negativamente la cabeza
– Tal vez debería llevarte sin tu permiso – advirtió seriamente Joe
– Nada de hospitales. Mamá se pondrá histérica por un golpe.
– La maestra dijo que no había de qué preocuparse – dijo Casey en mi defensa
Yo se lo agradecí en el fondo.
– Bien – aceptó Joe – pero no te quitarás ese trozo de hielo de la frente en toda la tarde, ¿entendiste?
Asentí enseguida, a pesar de que aquella petición era imposible.
– Lo prometo
– De acuerdo. Te llevo a casa
– Me lastimé la cabeza, no los pies
– No te estoy preguntando – dijo poniendo fin a la discusión
Joe era lindo, pero a su manera.
Estuvo muy callado durante el camino y eso me puso nerviosa. No dije nada por miedo a decir algo equivocado que empeorara la situación. También me asustaba que fuera a preguntarme como había ocurrido el accidente, no tenía ganas de escucharlo despotricar una y otra vez en contra de Alex. Para rematar me dolía la cabeza, un ligero recordatorio de que Alex prefería a Casey sobre mí.
– ¿Está todo bien? – preguntó
– Sí – respondí sin mirarlo, últimamente no era buena ocultando mis sentimientos
– Estás triste – noté que eso no lo preguntó
– No – mentí
– Si tú lo dices – se encogió de hombros
Yo suspiré y enfrenté su mirada. Había duda enterrada en lo más profundo de sus ojos cafés
– ¿Sucede algo? – pregunté frunciendo el ceño
– Estaba pensando...
– Ajá
– En que no deberías ir esta noche. Quédate en casa y descansa, me sentiré más cómodo
Una sonrisa sincera se me escapó
– No me perdería tu cumpleaños por nada del mundo grandulón, así me cayera un asteroide en la cabeza
Él rió
– Y con tu suerte no tarda en caerte uno
También reí
– No lo dudo, pero mientras sucede puedes contar con mi presencia esta noche
Él volteó, la duda había sido sustituida por un par de ojos brillantes
– Gracias – dijo de manera tierna
– No Joe. Gracias a ti.
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