Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10


El timbre de nuestro receso dio fin a la clase de filosofía. Todos guardamos nuestras cosas y nos pusimos de pie. Miré un momento a Alex, insegura, pero él me indicó con un gesto que lo siguiera y yo por supuesto lo hice.

– ¿De que quieres hablar? – pregunté dispuesta a descubrir más cosas sobre él

– No creo que podamos hablar – respondió sencillamente

– ¿Qué? ¿Por qué?

– No nos darán privacidad

Señaló al frente y yo miré curiosa. Ahí estaban Casey, Diane, Grace y... Joe, observándonos con atención, curiosidad y, el último, con un gesto de sorpresa.

– Tengo una idea – detuve mi caminar y él me imitó – sígueme

Cambiamos de dirección al último momento. Yo comencé a guiar y él a seguirme, como si fuera lo más natural del mundo. Su andar era extraño, demasiado ligero, sus pasos silenciosos y sus movimientos gráciles. Sus hombros se movían coordinados a la perfección con sus brazos y piernas, mientras que su rostro no dejó de mostrarse sereno en ningún momento.

Llegamos al sitio escondido que tenía la escuela, donde había pasado mi primer día de clases y aquél árbol morado descansaba plantado y bien cuidado.

– Lindo lugar – admitió dejando su mochila al pie del árbol – nunca lo había visto

– Es un buen lugar para estar solo, para pensar...

Él me sonrió diferente, fue una sonrisa grande y espontánea

– Gracias por compartirlo conmigo – sus palabras me tomaron por sorpresa, pero también le regresé la sonrisa

De un solo movimiento me dejé caer sobre el pasto y crucé mis piernas. Él rió ligeramente y volvió a imitarme, quedando sentado frente a mí.

– Hay algo que quiero saber, solo para estar seguro

– Dime

– ¿Cómo va tu promesa?

– La he cumplido

Asintió satisfecho

– Me toca preguntar – él accedió con un movimiento de cabeza – ¿Qué edad tienes?

– 17 años ¿y tú?

– Igual

– ¿Quién es mayor?

– Cumplo 18 el próximo año

Él sonrió maliciosamente

– Yo los cumplo primero, en agosto

– Tú ganas – admití con un suspiro derrotado

– Lo sé – dijo con autosuficiencia – ¿me toca?

– Adelante

– ¿Te gusta Joe?

Levanté la vista tan rápido como mis sentidos me lo permitieron, ¿y yo le pregunté su edad?

– No – respondí aturdida – no, Joe es... genial. Pero es mi amigo

Pareció meditar mi respuesta por un largo rato en el que yo guardé silencio. Me sobresalté cuando volvió a mis ojos

– Es tu turno – me recordó gentilmente

De pronto, ya no sabía qué preguntarle, así que me arriesgue

– A ti... ¿te gusta alguien? – soné aún más tímida de lo que creí posible

No me respondió de inmediato, pareció pensar seriamente en su respuesta

– No lo sé... – susurró al final, algo abatido, o al menos eso me pareció

Suspiré

– ¿Por qué me pediste que me sentara hoy contigo?

– Es mi turno – se quejó con una sonrisa, a mi me pareció que no quería responderme - ¿Alguna vez buscaste a tu padre?

¿Cómo lo supo?

– Una vez – tragué saliva – nunca supe muy bien porqué. No sabía si quería conocerlo, si quería gritarle o si simplemente quería verlo... no sabía si quería escucharlo o insultarlo, pero hice que mamá me diera la dirección de su trabajo. Así que fui, le di mi nombre a la secretaría y ella me miró incrédula al escuchar mi apellido, se disculpó un momento y fue a avisarle a mi padre que su hija estaba ahí. En ese momento supe que no estaba lista y me marché antes de que saliera.

Me sorprendió no haber perdido la calma mientras relataba mi breve historia, la verdad era que no me gustaba mucho recordar aquello, pero lo había hecho por él...

– Algún día estarás lista para eso

– A mi me parece que no, nunca podré ver a los ojos a la persona que me abandonó... – dije entre dientes

– Lamento preguntarte algo tan difícil

Sonreí ante su sincera disculpa

– Descuida, ¿cómo está tu papá?

Él volvió a lanzarme esa mirada de desconfianza

– ¿Por qué te interesa? – preguntó con voz suave, supuse que para no sonar maleducado.

– Por que... eres mi amigo – respondí

Él ladeó el rostro y me miró fijamente

– ¿Lo soy?

– Claro – intenté no sonar nerviosa

– Gracias... también eres mi amiga

Algo extraño se deslizó por mi garganta ante sus palabras... algo cálido, casi dulce.

No pude evitar sonreír. Alex y yo éramos amigos.

El timbrazo del receso nos tomó por sorpresa a los dos, ninguno había sentido pasar el tiempo tan rápido. Sin poder hacer más nos pusimos de pie y regresamos al aula. Esa vez habíamos dejado nuestras cosas, por lo que al entrar nos dirigimos a nuestros mismos lugares. Ya casi todos estaban ahí.

Nos sentamos y una vez que el segundo profesor del día hizo acto de presencia, la clase de matemáticas comenzó prometiendo otras horas de trabajo pesado. A veces sentía que los lunes eran los días más nefastos de la semana.

Ese día aprendimos cómo sacar la hipotenusa y vimos los principios básicos del teorema de Pitágoras. Me costaba trabajo seguirle la pista al maestro con Alex a mi lado, me distraía seguido para averiguar qué estaba haciendo o para ver como cambiaba de pluma. La tarea de hoy me costaría trabajo si no me concentraba.

Horas después, todos salimos con un indiscutible dolor de cabeza acechándonos, habíamos hecho ejercicios hasta agotarnos la mente.

– Definitivamente la materia que mas odio es matemáticas – me quejé con Alex aún a mi lado

– Historia – respondió él

Yo reí. Creí que ya habíamos dejado de jugar a eso, aunque en absoluto me molestaba conocerlo más.

– ¿Por qué?

– No me agrada vivir en el pasado

– Entonces supongo que a mi no me gustan los números

– ¿Qué harás esta tarde? – preguntó de improviso

– Deberes – respondí con una mueca, el maestro nos había dejado montones de tarea

– ¿Quieres que los hagamos juntos?

Me atraganté con mi propia saliva por lo que sufrí un ataque de tos. Él me dio palmaditas en la espalda suavemente para que se me pasara.

– Eh – me aclaré la garganta – ¿Por qué no?

Sonrió

Justo cuando estaba a punto de decirme algo más, alguien apareció como por arte magia a mi derecha. Ni siquiera me di cuenta de que nos había estado siguiendo

– Hola pequeña, ¿te llevo a casa? – dijo Joe con entusiasmo

Escapé por muy poco de su mano que había intentado revolverme el cabello

– Gracias – le sonreí – pero caminaré

– ¿Segura? – su sonrisa se encogió de a poco y sus ojos se clavaron recelosos sobre Alex, sentí que me sonrojaba

– Si – asegure

Joe suspiró

– Debí suponerlo

No entendí que me quiso decir con eso, pero si me percaté de que sus ojos habían oscurecido con una sombra de tristeza. Asustada, puse mi mano delicadamente sobre su brazo.

– ¿Todo bien? – pregunté

Él me sonrió tan falsamente que aquello se convirtió en una sonrisa amarga.

– Por supuesto – besó mi mejilla en son de despedida y se nos adelantó, dejándonos solos

– Que raro ha estado – comenté en voz baja

Alex no me respondió, ya no me veía. Tenía la vista clavada en el suelo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro