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Capítulo Uno

Una propuesta y varias muertes

Gracie Fotsis

Me miro una última vez en espejo, mi vestido es sencillo al igual que mi peinado, es bastante simple pero me gusta. El día de hoy la sonrisa que se curva en mis labios no piensa en desaparecer. No me he maquillado, sólo me coloque un poco de rubor, nada más. Pienso que estoy arregla lo suficiente.

- ¡Hija! Baja ya, él esta por llegar - informa mi madre desde la planta baja de nuestra casa.
- En un momento bajo madre - respondo mientras repaso con la mirada mi atuendo una última vez.

Llegando a la planta baja de casa, lo primero que veo es el comedor, el cual esta bastante preparado para la ocasión y por supuesto no faltan los platillos de mí madre, son deliciosos.

Continuo mi recorrido hasta la sala de estar y allí encuentro a mis padres, ambos parecen ansiosos y soy yo a la que le pedirán matrimonio. Mi padre por un lado esta nervioso, se frota el rostro varias veces con las manos y mi madre por su parte esta demasiado animada y contenta diría yo. Ella al verme sonríe aún más

- Oh, Don, mira a nuestra pequeña - expresa mi madre alegre - ¿Cómo es que creciste tan pronto?
- Mamá... - reprocho enternecida.
- Es cierto, Gracie, ¿A dónde se fue esa pequeña niña que pedía a gritos que la cargará? - pregunta con hilo de voz.
- Papá, siempre será su pequeña, el que me case no significa que los olvidaré - aseguro, consiguiendo que ambos sonrían ampliamente - Además, estaré aquí hasta el día de la boda.
- No hay duda, hemos hecho un gran trabajo educándote. Serás una buena y cuidadosa esposa - expone mamá, con su ojos cristalizándose.


Sonrío al verlos así, desde que tengo memoria, mis padres siempre han sido muy unidos aunque al principio su matrimonio no fue de la mejor manera, encontraron la forma de llevarse bien y con el tiempo la amistad llego a otra cosa y quien mejor que yo para ser prueba de su amor.

Ambos me han cuidado e inculcado buenas cosas, ahora su misión como padres esta apunto de terminar. Sé que he aprendido lo necesario para servir bien a mi futuro esposo y a nuestros futuros hijos. A diferencia de mis padres yo me casaré con mi pareja por amor y porque nuestras familias aceptaron el compromiso.


- ¡Han llegado! - exclama mi madre, cuando la puerta es golpeada, logrando que me sobresalte e inmediatamente me sienta ansiosa.
- Gracie - nombra mi padre, me coloco a su lado - Estará bien, ya se conocen y ambos quieren este casamiento - me tranquiliza.
- Lo sé padre - sonrío con confianza.
- La familia Meller ha llegado - informa el mayordomo de casa.
- Tess, Don, es un placer para nuestra familia verlos de nuevo - enuncia el señor Meller, luego su mirada se dirige a mí - La hermosa Gracie, cuanto has crecido desde la última vez que te vimos querida.
- Señor Meller, un gusto volver a verle - saludo, para después acercarme a su esposa - Señora, gracias por aceptar esto - comento saludándola con un beso de cada mejilla.
- No tienes porque hija, mientras nuestro hijo sea feliz, estaremos bien - dice ella sonriente. Miro por encima de su hombro pero sigo sin verlo a él.
- ¿Buscabas a alguien? - susurra él en mi oído, pasando su mano por mi vientre. Entonces sonrío aún más, negando con la cabeza - Buenas tardes, Gracie.
- Dustin Meller, debes dejar de hacer esas cosas - regaño señalando con el dedo índice.
- No, creo que me gusta mucho verte sonreír - expone dejando un beso en mi frente.
- ¿Puedes creerlo, Dustin se empeñado en no traerte flores? - explica la señora Meller.
- Eso no es un problema, le he dicho a Dustin que no me gustan las típicas flores cuando venga de visita. Además de que soy alérgica a ellas - aclaro, poniéndome al lado de mi próximo prometido para tomar su mano.
- Así es madre, por ello no tengo más obsequio para Gracie que mi amor hacia ella - explica y su madre lo mira colocándose la mano en el pecho. ¿Una escena tierna o cliché? Tiene un poco de ambas.
- ¿Qué les parece si pasamos ya al comedor? - propone mamá interrumpiendo la charla amena que hay en el aire en estos momentos.
- Por supuesto, bienvenida sea la comida, señora Fotsis - concuerda el padre de Dustin, frotándose ambas manos.
- Padre, guarda la compostura - regaña su hijo, lo que provoca que todo el salón se escuche lleno de risas.
- Tranquilo muchacho, no es ninguna molestia, por favor pasen y pongansen cómodos - invita mi padre, tomando su lugar al lado de mamá.


No tengo dudas al pensar que tanto mis padres como los de Dustin se aman. El almuerzo es muy diferente a el resto de días, aunque en casa siempre han sido acogedoras por así decirlo, el tener visita cambia mucho el ambiente.

Esta vez, la anfitriona de la invitación soy yo, mi madre me lo ha pedido así y no he podido negarme. Es decir ellos ya hicieron demasiado por mí, ahora es el momento de que yo les demuestre que soy solo suficientemente capaz para emprender una vida alejada de ellos.

Los señores Meller no se molestaron, es más les pareció una excelente idea, así citando las palabras de la madre de Dustin: 'Debemos saber y estar seguros de que escogimos bien a nuestra nuera'. Puede que sí eso me hizo sentir un poco incomoda, para nadie es un secreto que ella no esta del todo conforme conmigo.

- Bien - todos desviamos la mirada hacia Dustin, cuando este comienza a hablar, al notar la miradas sobre él se mueve un poco el nudo de la corbata, esta nervioso - Madre, padre. Señores Fotsis, agradezco a ambas familias por confiar en mí para que sea la persona que acompañe a Gracie el resto de su vida y ella a mí - respira profundo, se levanta del mueble en que esta y camina hasta mí, me tiende su mano, ayudándome a levantarme - Gracie - sonrío para darle más seguridad.
- Estará bien, Dustin. Tranquilo - él solo curva la línea de sus labios en un mueca nerviosa.
- Señor Fotsis - ambos, él y yo caminamos hasta estar en frente de mí padre - Desde este momento aunque aún no seamos marido y mujer prometo que sí usted me lo permite cuidaré de su hija, hasta que tenga vida - demanda seguro de si mismo. Mi padre se levanta, acomodando su traje.
- Tienes mi permiso muchacho - accede, pidiéndole que continué.
- Gracie Fotsis - susurra con esperanza en su voz. Se arrodilla - Nos conocemos desde hace mucho, eres una mujer increíble, aunque otros digan lo contrario. eres perfecta siendo imperfecta para mí - todos reímos, puedo sentir las lagrimas acumularse en mis ojos - Te amo y creo que me amas...
- ¿Cómo que crees? Sólo ve al punto, Dustin.
- De acuerdo, la dama lo pide señores. Gracie, nada de lo que hemos vivido podrá alguna vez parecerse a lo que estamos por emprender. Ahora, si crees que me amas lo suficiente para soportarme como soy, para querer y atesorar cada berrinche, cada molestia y cada sonrisa que te de, por favor, convierte en mi esposa - finaliza sacando de su saco una pequeña sortija, con algunos detalles que parecen bañados en oro - ¿Quieres, casarte conmigo?

Como lo tenía planeado hubiera dicho que sí, pero ahora mismo el que creí sería el inicio de mi cuento y de un amor interminable que cruzaría barreras, solo es un vacío, lagrimas y gritos horrorizados. ¿Qué, por qué? Bueno... Él, mi futuro esposa, la persona a la que quería como mi cómplice, esta tumbado en el suelo, sobre un gran charco de sangre proveniente de él. Dustin murió.

Todo paso tan lento, nadie pudo evitarlo, así como nadie pudo predecir que el mayor Sultán de la región lanzaría un ataque. Vi, me dolió, me costo pero presencia la muerte de mi prometido, de mi padre tratando de defender a mi madre, luego, la de la madre de Dustin y su esposo y finalmente la muerte de la persona que me dio la vida, como siempre me lo prometió, mi madre trato de evitar mi sufrimiento aunque causara el suyo.

El que se suponía era uno de los mejores días en mi vida, se convertido en una pesadilla sangrienta, se convertido en el día de la muerte de todos aquellos que conformaban mi familia. Se ha convertido en el comienzo de mi dolor y en el final de mi alma. 

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