Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Once

Pétalos Frescos.

Gracie Fotsis.

Han pasado casi doce semanas desde aquel incidente, mi embarazo sigue como cualquier otro normal, pero sin los típicos síntomas. No tengo nauseas, ni mareos. Lo cual de cierta manera agradezco, así no tengo porque pasar por un embarazo débil, es decir si tuviera los mismos síntomas que otras mujeres cuando están en cinta, seguramente mi cuerpo se debilitaría mucho y eso no sería de mucha ayuda sabiendo que varias de las mujeres del harem.

No soy la mujer más popular entre las concubinas. Muchas de ellas quisieran estar en mi lugar, lo cual no lo comprendo, pero cada quien tiene sus razones y su manera de pensar. Mientras que yo preferiría estar en el lugar de ellas, sobre todo de las que no han visitado al Sultán. Preferiría que él no conociera de mi existencia, hubiera preferido que nunca me presentaran ante él. Pero ya pasó, ya sucedió y nadie puede hacer nada por ello, ahora debo centrarme en mi próximo hijo, solo él debe de ser lo importante. Por eso debo estar al tanto de mi salud y bienestar, sino lo hago, el bebé podría sufrir las consecuencias de mis descuidos y yo también lógicamente.

Aunque me importa más la vida de mi hijo que la mía, pero estoy segura que su muriese harían hasta la imposible para borrar todo lo que yo le recuerde al Sultán y una de esas sería mi hijo o hija. Razón por la cual de ninguna manera existente puede permitirme morir ahora que seré madre y que tendré una responsabilidad, que sí es cierto, yo nunca lo pedí pero...

Ya pasó...

Ya sucedió...

Ahora debo de enfrentarlo como la adulta que soy, como la futura madre que soy. Debo empezar a olvidar momentáneamente lo que sucedió, el dolor que sufrí a manos de las personas de este palacio. Pero no digo que lo dejaré de lado, no lo olvidaré por completo, eso nunca. Pero si mis atacantes quieren un blanco, tendrán un blanco pero ya no seré igual que antes, ahora tengo que defender con todo mi ser a mi hijo.

No seré un oponente débil.

No seré quien no encaje.

No seré quien se deje intimidar.

No seré a quien atacar fácilmente.

¿Esperan que me desmorone ante sus presencias? Es muy probable.

¿Lo haré? No, ya no. Tengo más metas.

¿Dejaré que humillen otra vez? La respuesta sigue siendo un rotundo no.

¿En el futuro pagaran quienes me lastimaron? Por supuesto que sí.

Salgo de mis aposentos y se me hace extraño que ninguna de mis ayudantes o damas de compañía como las llaman aquí no están. El resto de las señoritas del harén están trabajando, algunas limpian mientras otras ordenan sus respectivas habitaciones, y otras más limpian las paredes fuera de estas. Antes de bajar las escaleras miro a todos lados, después del ataque de Brielle examino todo, incluso revisan mi comida antes de que la ingiera. No por mí, sino por el bebé de su majestad, el gran Sultán.

Volteo hacia las escaleras nuevamente y me encuentro con una de las criadas de una de las antiguas favoritas del Sultán, Amaris, ella me mira y me evalúa detenidamente. Trato de evitarla pero ella frunce el ceño al reconocerme. Suspiro pesadamente.

—Eres tú, la tonta que aparto de su majestad a mi señora, ¿no es así? —retrocedo.

Nie mam pojęcia o czym on mówi. —digo en Polaco, muchas veces mis padres me repitieron que podría sacarme de un aprieto y por lo visto ella no sabe el idioma porque me mira confundida.

—Discúlpame, no eres tú. Te confundí con otra persona, la mujerzuela que se metió con el Sultán solo habla nuestro idioma. —no puede ser más tonta. Veo que tampoco saben exactamente de donde vengo si fuese así sabrían que soy igual de griega que todos ellos.

Solo asiento, sin embargo se queda mirándome y cuando bajo por fin las escaleras trato de cubrirme el rostro para que nadie me reconozca. Lo cual funciona así que puedo librarme de cualquier otra posible amenaza. Pero eso no evita que apenas pongo un pie fuera del harén dos guardias comiencen a seguirme. Eso ya es algo que no puedo evitar, son las ordenes del altísimo Sultán y claro quien lo desobedezca será castigado, con la muerte.

En medio del camino me encuentro con mis dos damas de compañía vienen muy alegres, incluso parece que están dando saltos pequeños mientras ambas ríen. Cuando me ven aceleran el paso y se colocan a mi lado, aun muy sonrientes...

—Señorita Gracie, bueno días. ¿Ha pasado algo? —pregunta Defne a mi lado derecho.

—¿Porqué lo dicen? —pregunto yo.

—No suele salir si no estamos con usted, pero esta perfectamente bien que usted sola recorra el palacio y se familiarice más con él, pero debemos dejarlo en otro momento... —dice Zahra mirando hacia delante donde hay otra mujer la cual nos mira detenidamente.

—¿Quién es ella? ¿Porqué no mira así?

—No tenga miedo señorita. Ella es Erika, es la única dama de compañía de la madre del Sultán.

—¿Te refieres a la Sultana madre? ¿La misma que debí haber conocido ya hace tiempo? —ella asienten, mientras puedo sentir como mis manos empiezan a sudar—, ¿tengo que hacerlo?

—Claro, ya falta poco para que cumpla los cuatro meses de su embarazo, normalmente cuando una criada espera un bebé lo primero que hace es presentarse ante la Sultana madre. Si ella le desea prosperidad, salud y bienestar su hijo será un príncipe bendecido además de que tendrá la aceptación de la Sultana. —me explica Zahra.

—Pero debo ir ahora mismo. Ni siquiera me veo bien... No, la veré luego. —me volteo con la intención de irme pero los guardias se interponen en mi camino, al regresar la vista al frente la mujer, digo Erika ya esta a unos centímetros de mí haciendo que mi frágil corazón lata con rapidez en mi pecho.

—Señorita Gracie no hay tiempo se ve bien, debemos ir con la Sultana.

—Pero...

—No estará sola señorita nosotras estaremos allí. —suspiro eso no me tranquiliza—. Su majestad también esta con su madre, ¿eso si la tranquiliza?

—¿Está lista? —pregunta la dama de compañía de la Sultana madre.

—Señorita... —asiento ya que todas ellas me miran de manera muy, muy intensa y no suelo soportar mucho las miradas fijas en mi.

—De acuerdo, pero juro que si algo me sucede mi fantasma las perseguirá. —ellas ríen menos Erika. Pero no le tomo mucha importancia, supongo que al ser la única dama de compañía de la Sultana debe ser una tarea que necesita mucha responsabilidad.

Caminamos por lo pasillos del palacio y sí por si las dudas los guardias siguen con nosotras y ya es algo normal, los llevo conmigo desde un día después del ataque de Brielle, sobre ella pues simplemente no la he vuelto a ver. No sé si sigue estando con vida o si fue condenada a la muerte o si la exiliaron del palacio, si la llevaron nuevamente al mercado de mujeres de donde la trajeron o como ya dije si su único castigo fue la muerte.

Si murió mi consciencia esta totalmente limpia, porque a pesar de que murió por un problema conmigo, yo no fui quien lo causó, yo no la busque a ella y mucho menos fui yo quien la provocó o quien la trato mal a ella. Y si esta vida espero no volver a toparme con ella otra vez, pero supongo que si le permitieron vivir -que quede claro que es simple hecho de que estas personas parezcan tener el poder de dejar con vida o matar a otros aun me aterroriza- ya no estará en el palacio o eso quiero creer. Repito mientras no la vuelva a ver estará todo bien en lo que se pueda estar bien.

Tomo con fuerza la tela fina por encima de la falda de mi vestido color celeste cielo cuando llegamos a dos grandes puertas, las cuales están custodiadas por cuatro guardias, cuando nos ven parecen tensarse pero cuando ven a Erika ella solo toca e inmediatamente ingresa. Las puertas se cierran sin siquiera permitirme ver que hay o mejor dicho quienes están en el interior de los aposentos.

—Señorita Gracie, la Sultana es una mujer elegante y correcta, además de bella y es muy inteligente. Debes estar a su altura para conseguir su aceptación. —aconseja Defne.

—Es cierto, no titubee, no piense mucho sus respuestas, sea franca pero tanto. Sea la misma mujer que deslumbro a su majestad, pero también sea una dama.

—Sé como comportarme, soy una dama aunque este aquí no lo he olvidado, tranquilcense me ponen nerviosa sin necesidad. —expreso tratando de manejar mis nervios. La puerta vuelve a abrirse. Erika sale y se dirige a nosotras.

—Pueden entrar, al entrar no la miraras a los ojos, mantendrás la mirada baja hasta que ella te permita mirarla. No dirás nada excepto que ella o su majestad te lo pregunten... —asiento a pesar de que suponía que me dirían que debo o no hacer frente a ella.

—...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro