Capítulo Nueve
Espinas que lastiman.
Gracie Fotsis.
Ella es la primera de las mujeres del harén que me trata así. No me creo mejor o peor que todas ellas, no soy más educada o más elegante que alguien perteneciente a la realeza, pero parece que si tengo mejores modales que esta jovencita. No quiero ser grosera, ni nada por el estilo. Pero sí tengo que hacerme respetar, no puedo dejar que nadie, sea quien sea quiera hacerme sentir inferior. Sé que quizás ella solo quiera volver a tener su vida de regreso cosa que yo también quiero. Pero ninguna de las dos puede tener lo que quiere. Ella no quería limpiar pisos y yo no quería ser tomada a la fuerza, ni tener un hijo de ese hombre.
Ambas queremos regresar con nuestras familias y a nuestros hogares, sin embargo eso ya es casi imposible. Si el Sultán desea que algo se haga se debe respetar o sino tendrá sus consecuencias. No quiero que ella piense que soy una mala persona y que me interpondré en su camino. Porque no sé que es lo que realmente quiere, solo puedo creer saber lo que desea o lo que no quería tener que vivir.
Su rostro sigue destilando desconfianza, odio, rencor y parece que se siente intimidada, pero lo oculta muy bien.
- ¿Estás tan segura de que tu hijo será un príncipe? -niego con la cabeza.
-Creo que mi bebé será del genero que tenga que ser y aunque no sea un príncipe que tenga derecho al trono, será una princesa y la primera hija del Sultán, ¿piensas que no la amará por ser mujer? -cuestiono alzando una de mis cejas.
-Nuestro señor quiero un hijo varón. No le sirve de nada tener una hija... -se burla, entonces mi mano se apresura a callarla. La bofetada que le propino es tan fuerte que su rostro se voltea.
-¡No vueltas a decir una cosa así! -exclamo, bastante molesta -. ¿Sabes? Por un momento creí que extrañabas a tú familia y hogar y por esa razón actuabas así, pero ahora me doy cuenta que solo es ambición lo que deseas...
- ¿Tienes algún problema? -asiento, acercándome a ella, pero a una distancia prudente.
-Yo solo deseo ser libre, porque estas personas. Tú señor como lo llamas y sus hombres acabaron con todo lo que yo amaba -ella se encoje de hombros.
-Ese no es mi problema. Quizás mi familia se merecía morir. Fueron tan estúpidos como para darle el puesto de princesa heredera a la mujer que se caso con el príncipe y, ¿a mí? A mí me casaron con un Conde, apuesto, pero, ¿de qué me servía ser su esposa? Él no tendría el poder sobre todo el reino. Pero ahora, ahora puedo convertirme en la mujer del Sultán y convertirme en su Sultana y tú te estas interponiendo en mi camino y en mis planes -mis ojos la miran horrorizados. ¿Cómo puede pensar así?
- ¿Eres una Condesa? ¿No te basta con eso? Es un titulo nobiliario que cualquier pelearía...
-Cualquier no yo. Yo debía convertirme en la princesa heredera, debía casarme con el príncipe y en el futuro convertirme en la reina y portadora del próximo heredero al trono. Pero la actual princesa de metió. No permitiré que tu hagas lo mismo y me arruines -asegura con rabia.
- ¡Necesitas un medico! ¡Estás loca! -grito, no solo para que me deje en paz. Sino también para atraer la atención de alguien. Siento que en cualquier momento hará algo que no podré detener.
-No, querida. Yo solo estoy defendiéndome de quienes parecen ser mis enemigos -me señala -. Tú y tu hijo lo son ahora mismo -manifiesta. ¿Dije ya que en la pared detrás de ella hay una escoba? Bueno, hay una escoba, misma que tomo y con la que me amenaza.
- ¿Qué haces? Suelta eso -pido, mientras señala y mira mi vientre -, de acuerdo. Mira, siento mucho que no hayas obtenido lo que deseabas, pero ni yo ni mi hijo elegimos esto -señalo mi pecho -. Yo amaba a otro hombre, pero gracias al Sultán estoy aquí, sino fuera pro él. El padre de mi hijo sería mi prometido -intento calmarla -, y quizás sino hubiera sido por este hombre, tú serías su favorita.
-No, no es así, tú estás y no permitiré que seas quien destruya mis planes -levanta el palo de la escoba e intenta golpear mi vientre con el, pero falla. Entonces en la entrada al pasillo donde estamos Zahra.
- ¡Zahra! ¡Ayúdame! -ella al escucharme corre hacia mí, no sin antes llamar a los guardias.
- ¡Guardias! ¡Están atacando a la madre del heredero! -grita ella corriendo -. ¿Está bien señorita Gracie? -asiento, ella mira a la joven e intenta apartarla de mí -, señorita, esto no es un juego. No puede atacar así a la futura Sultana -ella la mira con odio puro destilando de sus ojos.
- ¡Yo debería ser la favorita del Sultán! ¡Debió darme el pañuelo dorado a mí! -entonces todo tiene sentido. Ella fue la otra mujer a la que el Sultán eligió esa noche.
-Basta, Brielle -pide Zahra, en ese momento los guardias llegan a su lado -, sino se detiene tendré tomar decisiones más graves -a Brielle no parece importarle para nada.
-Señorita Zahra, hemos informado al Sultán -indica uno de los guardias. Pero entonces Brielle logra golpear significativamente mi vientre, haciendo que este duela.
- ¡Dios! ¡Gracie! -grita Zahra con desesperación. Pero yo no le presto atención. Me acuclillo en el suelo, cubriendo mi vientre, el cual duele -. ¡Separenla de Gracie! -los guardias obedecen, puesto a que minutos después solo escucho silencio. Seguido llanto.
- ¡Su Majestad! -no logro entender como fue que me separé tanto del Sultán, llegando donde Brielle. Sus manos me levantan y me inspecciona con cuidado.
- ¡Llévenla a los calabozos! -ordena frunciendo el ceño.
-...
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