La Boda
Llego el gran día, dentro de unos minutos seré la señora Smirnov, la única vez que me sentí así de nerviosa fue cuando me gradué y humillé a mis ex amigas exponiendo la verdad, fue el unico día que me sentí así.
-Te vez hermosa-la abraza.
-Gracias tío por estar aquí a mi lado-le devuelve el abrazo.
-Pareces a tu madre, el día que se casó con mi hermano.
-Enserio.
-Enserio,y estas como ella,toda una princesa.
Me sonrojo, y en eso tocan la puerta ,y Georgina le abre la puerta.
-Toda una divisa.
Arturo me abraza.
-Gracias Arturo.
Le devuelve el abrazo.
Derepente me alza y le da media vuelta y la baja.
-primaaaaaa quierooooo sobrinos.
-Muy pronto Arturo .
-Esperare con ansias.
En eso tocan la puerta
-Ama ya es la hora.
-Asiento- ya vamos para allá.
-Geogina manda todos todos a fuera de la habitación, al rato todos están en la iglesia, me encuentro junto tío, al sonar la música ambos entran a la iglesia, en el altar se encuentra Gabriel, Georgina y William, mientras caminábamos mi tío susurraba de lo orgullosos que estarían mis padres, esas palabras de mi tío me lleno de felicidad, al fin llegamos me entrega a William claro si antes de hacer una amenaza, Steban y Pedro lo hicieron también, el padre inicia la ceremonia, sinceramente ya me estoy imaginando yo siendo madre y un esposa a la vez, ósea una familia con aquel hombre que me cambio por completo.
-Acepto.
Llega mi pregunta, me salían las lágrimas llenas de felicidad, William me las limpiaba, pero no dejaba de llorar.
-Acepto.
El padre nos declaro marido y mujer, William con fuerza me agarra la cintura y nos besamos apasionadamente, luego nos fuimos al salón de fiesta donde William me lleva a una habitación privada, le cerré la puerta le dije que se voltear contra la pared, saco una tijera de mi bolso y empiezo a cotarle el vestido, la deje sin sostén ni pantaletas, la deje totalmente desnuda, me desvestí ambos estábamos completamente desnudos, yo me excite tan solamente verla de espalda y sin ropa, era espectacular, de película, a sus 24 años es toda una belleza, pequeña pero muy voluptuosa, con pechos grandes y firmes, trasero redondo y lleno de carne, cintura de avispa, blanquita como la leche y una cara de traviesa sensualidad, sino que, al contrario. A los 30 años mi cuerpo estaba bien como un joven de 15 años, al frente mío tenía una belleza cinematográfica que toqué, besé y lamí por todos lados, pero cuando llego el momento de penetrarla mis endebles embestida llenándola el placer. nuestra boda tenemos maratón de sexo y placer para los dos. Me obsesionaba la hermosura de su cuerpo y por eso la lamia entera, desde los pies bien formados y pequeños hasta su culo carnoso, su vagina llena de sabor, su sensible clítoris y sus inabarcables pechos, todo. Era un lamedor empedernido y eso la hacía gozar, pero cuando se trataba de meterle mi pene en su vagina.
A ella le gustaba que yo le lamiera cada centímetro de su cuerpo, sobre todo el clítoris, el culo, las tetas y los pies. Pero lo que más ama es meterle mi pene, ella marrada recibiendo mi pene, a pensar que ya es mi esposa, ella siendo mi perra, nuestra noche de boda ese mismo decidí llevar a cabo su fantasía, como regalo a mi perra decidí cumplirle su fantasía, estando desnuda a amarré, yo órdenes y ella me obedecía con la mismísima perra que es ella, empecé a lamer su cuerpo desnudo y amarrado, sus pechos enormes, de esos que no caben en una mano, con unos pezones marrón y grandes que ruegan por ser mordidos y succionados. Un trasero que dan ganas de meter la nariz hasta el fondo, lleno de carne, parado, redondo, grande y que pide ser langüeteado sin cesar, y como yo disfrutaba de su cuerpo al máximo, ella se comenzó a calentar, a mover más, a pedir más placer, y yo como su amo se complacer a esta perra.
La azotaba y ella gritaba y me excitaba más, luego la penetre, como un león hambriento con su vagina, y un pedazo espectacular de mujer amarrada pidiendo ser follada con una comezón adentro de su vagina que la tenía desesperada, pero que yo no tenía herramientas de todo un amo saco del bolso un consolador que si lo comparamos con mi pene enorme. Unos 19 o 20 centímetros y de muy buena, me puse a lamer su vagina, después el culo, le chupé las tetas, y terminé lamiendo sus pies. Los succionaba, lamía, y me metía los dedos a la boca mientras ella seguía metiéndose frenéticamente el consolador, y en la tele un tipo le pegaba con la verga en la cara a una hermosa y sumisa mujer.
Al terminar cada uno y al bajar el calentón, nos dimos cuenta de la posición en la que habíamos terminado.
-Excausta caigo en su pecho.
-Que gran follada.
-No es follada.
Me acaricia el pelo.
- ¿Ah no?
-No lo que te hice fue el amor.
-Amo.
-Ahora duerme.
Me da un beso en su cabeza.
Asiento con la cabeza
-si amo.
Y Ambos quedaron dormidos.
Fin.
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