Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo I "Maddison"


—Mi nombre es Maddison Kleint y... — lágrimas surgen, logrando empapar mis mejillas. Las miradas llenas de lástima no tardan en llegar.

Desvío la vista hacia otro lado.

—Tranquila, todo a su tiempo —me reconforta la encargada de este grupo de ayuda —un aplauso para Maddison, ha sido muy valiente, —anima a los demás para que aplaudan. Le dedicó un gracias en un leve susurro.

Asiente con la cabeza

— ¿Alguien desea compartir su experiencia con nosotros?— prosigue. Me reincorporo en mi lugar en posición algo encorvada.

Los siguientes segundos, me concentro en evaluar este lugar.

El instituto de ayuda gratuita "Kindells For"

Si tuviera que describirlo en una palabra, seria blanco. Exactamente, BLANCO. Cada rincón, posee un aura de paz e incertidumbre, gracias a sus paredes de ese color, sin mancha o sucio alguno.

Me sorprende lo impecable que se encuentra, pareciera que nunca se ensucia. Lo cual es extraño, teniendo en cuenta la clase de personas que se relacionan aquí.

El resto del lugar, es muy cliché como cualquier otro centro de ayuda. Unos cuantos cuadros o certificados de higiene, dados por algún centro de salud del Estado. Algunas sillas de plástico, ordenadas perfectamente en un semi círculo, para lograr una mejor visualización. Y lo que no puede faltar, un grupo de personas completamente destruidas tanto física como psicológicamente por algún acontecimiento en su vida.

Y ahí me encuentro, entre ese grupo de individuos rotos, por los designios del universo.

—Me llamo Isabel. Sufro de ansiedad.

Una voz casi inaudible me saca de mis pensamientos. Giro mi cabeza en dirección de la persona.

Una morena, de ojos verdes. Isabel Druht, no se mucho de ella, cuando llegue por primera vez, ya estaba aquí hace algunos meses. Sé que sufre de ansiedad y problemas de autocontrol.

Es algo tímida, me sorprende escucharla hablar, podría decir que es la primera vez, que se expresa con el grupo. Isabel comienza a peinar con los dedos su cabello negro que le llega un poco más arriba de la clavícula, luce bien, pocas mujeres he visto que logren lucir con éxito ese tipo de cortes.

Los demás la miran fijamente.

Espero que continúe hablando. Aunque creo que su pequeño momento de valentía tenía un límite, porque inmediatamente, se acomoda en su asiento, para comenzar a morder las uñas de su mano derecha.

Que asco.

Decido no prestarle atención. No me desagrada la chica, pero no tolero que haga ese tipo de cosas, es antihigiénico.

La encargada no parece importarle, si no al contrario, sonríe con satisfacción. Deja aún lado su libreta verde, dónde anota toda clase de progreso o dato que ella cree importante para nuestra mejoría. Luego se acerca con paso firme a donde se encuentra Isabel aún entretenida con su mano.

La chica al notar su presencia se atemoriza.

—Buen trabajo, Isabel— dijo la encargada. Dándole un apretón en su hombro.

Inmediatamente el lugar se llena con sonidos de aplausos.

Isabel se ruboriza. No está acostumbrado a ser el centro de atención de Clarissa.

Clarissa es una mujer latina, residenciada acá hace tiempo, aunque su acento aún la delata, se mudó al país cuando comenzó sus estudios en la facultad de psicología en Londres, tiene unos cuarenta años aproximadamente, es elegante, se nota a leguas que viene de una familia de posición. A pesar de su edad, se conserva bien, por eso no es raro pillar de vez en cuando alguno de los pacientes observando embobados.

Su tono de voz es amable, muy fraternal, resulta fácil dialogar con ella. Usualmente se la pasa observando y rara vez interviene a menos que sea para efectuar una pregunta o dar una sugerencia a algún miembro del grupo.

—Continuemos— pide la mujer con amabilidad.

La sesión prosigue por una media hora más, cada uno cuenta algo de su vida o como se siente. Luego practicamos unos ejercicios de respiración, que nos explican  que es importante emplearlos todos los días para mantener la calma y así evitar de mayor forma situaciones de estrés.

Irónico ¿no?

La verdad, he practicado estos mismos ejercicios durante meses, sin ningún éxito, porque la situación que más me causa estrés es tener que venir dos veces por semana a este lugar. Por esa razón, he decidido no regresar.

Ya es mucho estar aquí.

Clarissa nos reúne nuevamente en un círculo.

—Es todo por hoy, para la siguiente sesión continuaremos donde lo dejamos—dice con acento latino.

Suspiró.

Estoy agotada, no espero la hora de llegar a casa y tomar una ducha caliente. Me cuelgo la mochila en mis hombros para salir.

"si es posible para tampoco  volver".

Señorita Kleint  — me llama Clarissa.

Finjo que no escuché.

—Puede venir un momento, por favor —insiste con tono suave pero demandante.

Me rindo

Giro mi cuerpo en su dirección.

—¿Dime?—pregunto desganada.

—No le quitaré mucho tiempo, será breve.

Me guía hasta una puerta que da paso a su oficina.

La oficina es pequeña, la única diferencia del lugar es el color vinotinto de sus paredes. Posee un decorado algo vintage podría decirse, le dan un toque de locura al resto del edificio.

Sonrió por mis pensamientos

—Si estás pensando en no volver.

Sus palabras me regresan a la realidad.

—¿Disculpa?— pregunto desentendida.

—Te he observado, has estado menos participativa en las últimas sesiones.

Me congeló. Siento que me descubrieron robando en una tienda.

—Al menos, deberías intentarlo una vez más. No te rindas, cuando por fin estamos progresando.

Entrelaza sus dedos de las manos.

Una vez más, sí claro...

—He  pasado dos meses intentando, sin conseguir nada, ese recuerdo aún me persigue a todos lados, y duele como el primer día — siseó con rabia.

Clarissa me mira sin expresión alguna.

—Se que no es fácil, sólo te doy un consejo como profesional. ¿Si gustas?

Tomá una postura relajada.

—Te escucho—  acepto rendida.

—No deseches lo que has logrado hasta ahora—
La mujer masajea su sien—, no te cierres a ser feliz.

Mi enojo va menguando, para convertirse en un nudo en la garganta.

— Sí, solo él...

Dejo la frase incompleta.

La mujer acaricia mi cabello.

—Es tu decisión... — parece pensar lo que dirá — es momento que elijas, si dejas a un lado ese fuego de irá que sientes ahora, o simplemente te rindes para que te consuma. Pero créeme, no será agradable si eso sucede.

Mis labios tiemblan.

Las palabras salen de mi boca sin pensarlo.

—No dejaré que me siga atormentando— susurró.

Clarissa parece estar satisfecha con mi respuesta, porque no dice nada más.

Aprovecho la oportunidad y salgo de la oficina.

Mis pasos firmes resuenan por todo el pasillo que dirigen a la salida principal del edificio. Estoy algo aturdida todavía por la conversación de un momento, pero algo dentro de mí se siente diferente, cómo si al fin hubiera encontrado el respiro de paz que he estado buscando.

Apenas cruzó el umbral de la puerta, el frío de Londres choca con mi cuerpo. Fijo la vista al cielo notando que pronto comenzará a llover.

Me apresuró al estacionamiento.

—Madd—creo escuchar mi nombre a lo lejos.

Lo ignoro.

Visualizo donde aparqué mi auto Mazda rojo, así que dirijo el paso hacía ese lugar,no quiero que la lluvia me coja a mitad de la nada, cuando logró llegar al vehículo saco la llave de mi cartera.

Una mano fría toca mi hombro.

—Ah— doy un brinco.

—Maddison— ríen detrás de mí.

Tocó mi pecho con la mano. Al reconocer al culpable del susto que me llevé.

Es un idiota.

—Cris, estás loco. Me asustaste — le reclamo con enojó.

—Lo siento, no fue mi intencion—se excusa.

Ruedo los ojos

—Bien ¿Que quieres? Estoy de aprisa— Le hago notar que pronto el clima no será nada agradable.

Cris rasca su nuca apenado

Cristian Mil es uno de mis compañeros en la terapia de ayuda, está aquí porque su ex-prometida lo dejo plantado en el altar, al parecer entro en depresión por eso. Honestamente cuando lo escuché me sorprendió un poco  porque él es bastante atractivo; de piel bronceada, con unos ojos color esmeralda muy encantadores, aunque es un poco torpe pero no se ve mala persona. De igual forma, no me gusta tratar de más con los del grupo no quiero que piensen que somos amigos.

Me doy cuenta que me quede viendo fijamente.

Él lo nota

—¿Entonces?...— Digo exasperada.

Cris carraspea su garganta para hablar.

— Maddison, me preguntaba si quisieras tomar un café conmigo y quizás charlar.

Hago una mueca

Me está invitando a salir ¿en serio?. No tengo tiempo para esto ahora.

—¿Me viste cara de terapeuta?— respondo con un tono algo grosero.

—No, claro que no yo solo quería...—Empieza a balbucear palabras sin sentido.

Ladeó la cabeza confundida.

Esta situación me incomoda, así que doy media vuelta, para entrar al auto, dejando a Cris con la palabra en la boca.

•••

Estaciono el coche en el estacionamiento del edificio donde vivo, la lluvia ya comenzó a caer.

Al entrar, Harry el portero me saluda y ofrece ayudarme con las bolsas. Niego su ofrecimiento, le agradezco de todas formas su amabilidad.

Retomó mi camino al elevador, hasta el piso cuatro, se escucha de fondo una melodía que no reconozco. Las puertas del ascensor se abren, agarró las bolsas para salir, no sin antes asegurar que no deje nada. Lo compruebo y sigo  dando pasos cansados por el limpio pasillo hasta la puerta del apartamento.

Introduzco la llave en la cerradura, entro y suelto una gran bocanada de aire. Fue un largo día, tengo que descansar. Primero tuve que abastecer mi alacena en el supermercado del centro, luego ir a la terapia grupal, para después quedarme dos horas atascada en el tráfico de esta ciudad.

Notó la sala de estar, todo está tal cual lo dejé, hago una mueca ante ese pensamiento, a pesar del tiempo no me acostumbro a llegar y encontrarla vacía, no porque no tenga muebles o algo así, simplemente se siente Solitario estando aquí sin él...

Una lágrima se me escapa.

Limpió mi cara con la manga del suéter lila que llevo puesto, no quiero que está situación me vuelva afectar. Me dirijo a la cocina para acomodar los suministros que compré en la tarde.

Finalmente tengo todo perfectamente ordenado y listo para relajarme.

Bostezo un par de veces.

El cansancio del día ya me está afectando, decido dirigirme al baño para refrescarme un poco antes de dormir. No tengo hambre, así que me saltaré la cena esta vez.

Aplicó en la tina esencias a rosas con vainilla, me desago de la ropa interior. 

Sonrió al sumergirme en la deliciosa agua. Lo necesitaba.

Cierro los ojos por un instante.

—Kleint— escucho una voz masculina provenir del exterior del baño.

Me sorprende que llegue tan pronto.

Pensé que tenía una junta en su trabajo.

—¿Dónde estás?— pregunta esa persona que conozco bien.

Salgo de la tina rápidamente. Cubro mi cuerpo desnudo con una bata.

Observó por un momento mi imagen en el espejo. Me agrada lo que veo.

Mi cabello gotea un poco, pero no importa.

—Tengo una sorpresa  para tí — canturrean desde la cocina.

Lo extrañe.

Decido no hacerlo esperar.

Risas se escuchan de fondo. Me detengo.

—¿Con quién estás?— indago. No quiero recibir a uno de sus amigos en bata de baño.

La respuesta tarda unos segundos.

—¡Estoy solo!— afirma —, Kleint, rápido no querrás perderte la sorpresa.

Es lo único que necesito escuchar para continuar.

Casi tropiezo de lo rápido que salgo del baño para llegar a la cocina. Estoy emocionada.

Pero cuando entro. Me Paralizo con lo que veo.

Jamás esperé encontrar algo así.

Y ahí estaba mi sorpresa.

Sangre.

Mucha sangre.

Él...

Un grito sale desgarrando mi garganta.

•••

Nota del autor.

Bienvenidos sean todos.

Me presento. Soy Hernándezmix.

Un gusto ❤️

Primero que nada les agradezco  por leer y votar en mi historia, lo aprecio mucho✨

Ahora sí.

Por acá pueden dejar sus sugerencias

¿Qué les parece? ¿El primer capítulo? ¿Dudas?

¿De quién es la sangre? Ni yo lo sé, bueno si lo sé. Pero no se los diré.

Muchos misterios vienen.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro