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Siete


Amaris

Miro el collar de esmeraldas que me ha regalado, se supone que cuando el sultán te llena con este tipo de cosas se nota el favoritismo hacia ti, aun así su boda fue ayer a la cual no asistí, no tenia ganas de que las miradas de todas las mujeres se centraran en mi, el aire de suficiencia de la princesa ahora la sultana es sofocante.

—Su majestad inciste en que este en la cena, quieren presentar a la sultana.

—La sultana y el sultán pueden besarme el trasero ambos.

—Mi señora si la escuchan podría perder la cabeza —la vi prepararme el atuendo, notando que buscaba buscar combinar el collar.

—Dayana, ¿esta cena es muy formal?

—Es mas una fiesta, a sus majestades les gusta hacer este tipo de cosas, como una celebración.

Tararee y me fui a bañar, quiero que entienda que puede hacer lo que le plazca es el sultán despues de todo, pero que me arrastre a todo esto es cansado.

Llegue tarde para variar, todo mi atuendo combinaba con el collar de esmeraldas resaltando mi cabello rubio, las tonalidades verdes solo me hacían ver mas pálida, cuando entre el sultán estaba tirado en los almohadones siendo atendido por dos concubinas dándole vino y la comida en la boca, la sultana sentada de manera sumisa a su lado, el sultán me siguió con la mirada, alce la barbilla en tono desafiante, miro a las dos chicas y las aparto, me hizo una seña para que me acercara.

Subí a la mesa de comida, paseando entre todas, tome un pequeño racimo de uvas, me quede frente a él.

—¿Le gusta mi collar su majestad?

—Luce como imagine.

Me lo quite y se lo deje caer en la rodilla, escuche el sonido ahogado de todas de manera sorprendida, antes de que el sultán pudiera decir algo, baje de la mesa y con las piernas abiertas me senté en su rodilla con el collar aun en el mismo lugar.

—Me parece un insulto, ¿esmeraldas? —moví mi pelvis haciendo que el collar frotara mi entre pierna —merezco diamantes, o rubies —jadee al sentir como subió su rodilla incrustando mas el collar.

—¿No te gusto? —tomo el racimo de uvas y metió una a su boca para dármela en un beso —siento que debe darte piedras mas grandes.

Su mano fue a mi cintura moviéndome mas contra su rodilla y el collar, mire de reojo como todas estaban en silencio, algunas sonrojadas y la sultana ardiendo en ira.

Mi mano se fue a su entrepierna sobando su erección, usaba las uvas para meter su lengua a mi boca tragándose mis gemidos, sin dejar de frotarme, baje mas y toque mi clítoris como deseaba con el collar haciendo que mi orgasmo brotara entre espasmos y besos con sabor a uva.

—Diamantes entonces —mordió mi cuello —llevemos esto a mis aposentos.

Me levante y tome el collar —Me temo que no puedo.

Dio un trago enorme a su copa de vino, por el calor que le provoque, se levanto intentando besarme, pero le detuve.

—No puede besarme con alcohol en los labios, iré a ver a la matrona, tengo un mes que no llega mi sangrado.

Hice una pequeña reverencia y salí de ahí sin decir mas...

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