Dos
Namjoon.
Los dioses me bendijeron con el titulo a temprana de edad, me dotaron de inteligencia y un atractivo equiparable a los propios dioses, tan pronto se anuncio mi toma de poder, miles de mujeres vinieron para ofrecerme para mi Harem, debería de escoger esposa pronto de ellas, pero necesitaba una mas en mis aposentos.
Amaris.
Solo la vi pocas veces, pero fueron suficientes para obsesionarme con su belleza, cabello y ojos dorados, piel apiñonada, figura perfecta, pechos grandes, caderas que marcan la curva de su cintura.
Su sonrisa es hermosa y su voz como la de un ángel, era imposible no desearla.
Por lo mismo no la pensé e inmediatamente fui por ella, antes de que sus padres la prometieran a alguien mas, aunque no hubiera sido impedimento para tenerla. Lo único que se interponía entre ella y yo.
Era ella.
Me parecía extraño que no deseara un lugar al lado del sultán, el que la corteje debería ser un honor para ella, pero lo tomo como una ofensa, como una maldición, desde que llego al palacio no me deja acercarme y ahora incluso escapo cuando la pedí para mis aposentos.
Me odia, pero le enseñare a no hacerlo.
—Amaris —se negaba a verme sentada en su cama lo mas lejos de mi posible —todo esto lo podrías evitar.
—Usted también, soltándome —mire la bandeja en de comida en su mesa.
—Me han dicho que no has comido tus raciones —no me contesto —estas llevando esto demasiado lejos, no pienso cambiar de opinión.
—Al menos tenemos algo en común, tampoco planeo hacerlo, así que no necesito “su castigo” de racionarme la comida, prefiero no comer nada.
—Sin comida, no tendrás energía y sin energía, tus intentos de escapar serán menores —me miro y luego a la comida —si planeas morir de hambre, tampoco te dejare.
No le di tiempo a reaccionar jale la cadena de su pierna, con otro grillete uní sus muñecas. Se intento mover pero es mucho mas pequeña que yo, dos doncellas entraron con dos copas. Se llevaron la charola con la comida fría y dejaron las copas.
Una de las doncellas puso una cadena en la cabecera, la cual enganche al grillete en sus muñecas, y la otra puso otro grillete mas para sus piernas, ahora la habia inmovilizado por completo.
—¡Suéltame!
—No —mire a las doncellas —pueden retirarse.
Tome la primer copa y di un pequeño sorbo, me acerque a Amaris tomando su rostro y dándole un beso tapando su nariz con una mano, abrió la boca ante el beso y vertí la sopa que habían preparado para ella, la hice tragar y quiso gritar pero al probar la comida su expresión se suavizo.
Estaba hambrienta, pero es muy orgullosa, el segundo trago fue menos complicado el darselo al besarla, el tercero ya tragaba sola, roce su lengua con la mía esperando que se separara pero seguía disfrutando de la comida que me permití ser mas atrevido, acariciando su cintura.
—¿Quieres mas? —asintió
Tome la segunda copa y ahora se la di directo, el enojo se le bajo, la observe beber despacio hasta vaciar la copa.
—Vendrán las doncellas ahora para soltarte, se amable con ellas, solo deja de luchar y acepta tu destino, ya eres mia Amaris y ambos somos tercos.
—Se cansara se lo aseguro, es mucho esfuerzo para una sola concubina.
—¿Crees? —dibuje un círculo en su vientre y su piel se erizo —solo estas haciendo que mis ganas aumenten, tu primera vez debe ser delicada pero si llegas a mi límite puede que duela más de lo que debería…
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