SUCIOS SECRETOS
DIA 2: DROGAS/PRIMERA VEZ
Yuuji se consideraba un buen hermano. Quizá no tenía las mejores calificaciones de la historia, no era muy avispado en cuanto a las bromas de doble sentido o no comprendía cuando metía su nariz de mas en problemas ajenos y por lo tanto terminaba peleando.
Así que era un buen chico.
Además, a todo lo anterior, había una cosa en lo que Yuuji era completamente malo. Era una cosa tan lamentable que daba pena ajena. Y eso era el amor.
Sukuna había perdido la cuenta del número de chicas que terminaban por uno; desesperarse o dos, rendirse por cansancio al ver que sus avances no eran notados en absoluto. Le causaba mas gracia que pena, por las chicas al menos. Yuuji era otra historia.
A Sukuna le hervía la sangre de ver como perra tras perra se le insinuaba, le daba migraña y cansancio por el hecho de tener que alejarlas. Usualmente Uraume, en menor medida y el odioso de Mahito le decían que tenia un severo caso de complejo del hermano mayor.
Pero Sukuna sabia que no era eso, así que simplemente no los corregía. No había necesidad de gastar su valioso tiempo en ellos cuando podía pasar tiempo con su adorable hermano.
Así que; sin saberlo, mientras cuidaba a Yuuji de las mujeres que consideraba indignas, arpías que lo separarían de su pequeño hermano, no considero al otro sector de la población. Un sector con nombre y apellido unos cuantos años mayor.
Sukuna no estaba feliz, Yuuji no entendía la razón de ese hecho, hacia un par de meses que no hablaban como antes, suponía se debida a la escuela, los amigos o lo que fuera, pero no esperaba que se tomar4a tan mal la noticia.
—¿Qué tu y el cara de furby, que? — le escucho decir. Yuuji no pudo evitar reír por el apodo que ya había escuchado antes de los labios de su sempai Suguru
—No le digas así Sukuna, no seas grosero— le respondió mientras ponía el plato con comida en la mesa, ya que esa tarde le tocaba cocinar
—No me has respondido mocoso...—
—Bueno... simplemente me pidió salir una tarde y acepte, fue hasta que me dio un beso que comprendí a que se refería con "salir"—
Yuuji estaba de espaldas, por lo que no vio cuando se hermano doblo en dos el tenedor debido a la furia, además de que Sukuna lo oculto de su vista.
—Al principio fue un poco vergonzoso, pero poco a poco siento que... ya sabes... me gusta—
En cuanto levanto la vista de la mesa, casi se va de espaldas al ver a su hermano con una enorme sonrisa en el rostro. Sukuna no era alguien que sonreía abiertamente, es mas; solo lo veía hacer ese gesto cuando sabia que Mahito se metían en problemas; por su causa generalmente y el salia sin consecuencias.
En todo caso, esa sonrisa no era del todo normal.
-Solo hay algo que quiero preguntarte y espero que me des una respuesta sincera—
—Por supuesto, responderé—
—Ustedes ¿Ya cogieron? —
Yuuji casi se atraganto con la comida, luego su rostro se enrojeció no solo por el sofoco, sino que por la vergüenza. Habían tenido sus buenas sesiones de besos y arrumacos, pero no podía pasar de ese nivel. Por su inexperiencia, por miedo y porque no se sentía seguro de sus sentimientos por Gojo, algo que no le iba a decir a su hermano, puesto que había jurado llevarse la razón a la tumba.
Tomo de su vaso un poco de agua para bajarse la sensación de ahogo y; después de que limpio su mejilla de comida, carraspeo y respondió.
—No y no me andes haciendo esas preguntas vergonzosas, así como así, idiota—
Yuuji siguió comiendo y la tarde después de ello transcurrió sin problemas. Sin embargo, no noto como los hombros de su hermano mayor se destensaban, el cómo parecía resuelto a alguna cosa, ni mucho menos la mirada que le dirigió cuando se fue por la noche a dormir a su recamara.
Sukuna se quedó en el umbral de la puerta de su hermano mientras lo veía arreglarse en el espejo.
Abrió el refresco que tenía en mano, dándole un sorbo a este antes de dárselo a su hermano.
—¡Que bien! Mi favorito— le dijo Yuuji antes de darle un gran trago —No se a que horas volveré Suku-nni, te enviare un mensaje de texto—
Sukuna no le dijo nada, dándole paso para que saliera por la puerta de su recamara. En su mente estaba fresco el recuerdo de tres noches atrás cuando el gran Satotu Gojo impresiono a su familia al presentarse como el novio de su pequeño hermano.
Si bien se llevaban solo por un par de años, el tipo se había ganado a sus padres con sus palabras, acciones y sonrisas descaradas. Su madre aun no terminaba de tragar al tipo, pero su padre, siendo el ho9mbre pacifista que era, solo le dijo que si lastimaba a su pequeño no dudaría en dejar que su hijo mayor se hiciera cargo.
Sukuna por supuesto que lo haría, aun si no le hiciera daño a su Yuuji. Por eso estaba esa tarde ahí para él. Para ayudarle.
—Sabes...— le dijo mientras seguía a su Yuuji —No hubiera actuado; al menos no mucho...— Sukuna metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, con una creciente sonrisa en el rostro mientras seguía caminando —Pero lo escuche ayer hablar con ese amigo suyo, Geto—
Yuuji no fue capaz de llegar al pomo de la puerta, desplomándose incluso antes. Se veía mareado, un poco febril y para conveniencia de Sukuna, muy manipulable.
—Pero ese desgraciado le conto con lujo de detalles que era lo que te haría, lo mucho que gemirías bajo el, y no iba a permitirlo Yuuji, esa visión es solo para mí—
Yuuji aun desde el piso, mareado como se encontraba, incomodo en sus partes bajas viro el rostro para ver a su hermano. Gimió sin poder evitarlo en cuanto abrió la boca, aunque lo que quería no fuera precisamente eso.
—¿Qué?... ¿Qué me has hecho Suku-nni— dijo a penas en medio de un fuerte gemido, mientras se acurrucaba en el frio suelo
—Bueno, bueno... quien diría que esta cosa que me consiguiera Uraume fuese tan efectiva—
Sukuna no vacilo más, tomando a un lloroso Yuuji entre sus brazos, silbando en dirección a su recamara. Cada accione que tomase en su vida tenia una sola razón, y esta no era mas que obtener a su hermano, en cuerpo, en alma, en su mente, siendo el todo para este.
Escucho el clic de la puerta de en cuanto cerro al propia, dejando a su hermano en la cama, atándolo con la corbata del instituto que nunca usaba. Le dio un beso en los labios, metiendo su lengua, paladeando el sabor de su saliva, violando su interior húmedo, fue una tortura separarse de su hermano al ver lo lindo que se veía enrojecido de las mejillas, con los ojos vidriosos de la excitación.
—No me tardo, pronto aliviare tu pena— le dijo
Yuuji no tenia fuerza para defenderse, aunque estuviera atado de una sola mano, gimió en un intento de decirle algo a su hermano, pero la sensación de calor y placer no lo dejaban. Cubrió su mano, pues no quería que sus padres lo escuchasen.
Entonces ladeola cabeza, notando la razón por la que su hermano lo llevase a su recamara y no la suya.
Un par de minutos este volvió y confirmo sus sospechas.
—No, la razón por la que nuestros padres creen que insonorice mi habitación no es la batería, es porque en algún momento pensaba cogerte aquí, duro, mientras nuestros padres duermen al lado—
Sukuna hacia un par de años había pedido una batería, por su supuesto sus padres había accedido ya que no era de pedir muchas cosas, además; con ello, pidieron insonorizarla para que no les molestase, Yuuji nunca supo si aprendió o no.
—Ellos no te salvaran, eres mío Yuuji. No voy a permitir que ese bastardo se lleve lo que es mío—
Yuuji no lloro por el hecho del dolor del placer negado, lloro porque quería tenerle, adentro, hundido en su interior. Aun en la niebla de la droga, en lo profundo de su conciencia, quería s Sukuna de mala manera, de todas las maneras.
—Haz algo... ahh, duele—
—No te preocupes mi dulce Yuuji— le dijo Sukuna —Pronto se ira tu dolor—
Sukuna desvistió a su hermano con lentitud, beso su piel comuna tranquilidad que Yuuji sabia no tenía. Parecía querer mapear cada centímetro de su cuerpo, querer grabarla como un mapa de un tesoro codiciado.
Yuuji tenia su pene erguido y necesitado, jalando las restricciones de sus manos en un intento de soltarse para poder pararlo. Sukuna se dio cuenta de la desesperación de Yuuji y no dudo en atacar con tranquilidad, moviendo su mano de arriba a abajo, retrasando lo mas que pudo el orgasmo.
—Vaya... ¿Qué tenemos aquí? esto es mucho— dijo burlón
Sukuna desato las manos de su hermano, pero solo para dejarlo boca abajo. Sabia que las fuerzas de Yuuji eran pocas debido a la droga y al devastador orgasmo, así que lo uso a su favor, llevo sus manos a las nalgas de su hermano, separándolas un poco para ver el premio que había estado esperando.
—Dime Yuuji... — le dijo Sukuna mientras se quitaba la ropa —¿Tocabas tu lujurioso interior mientras pensabas en ese bastardo? —
Yuuji intento responder, pero todo lo que salía de sus labios eran gemidos, sollozos y pedidos obscenos.
Sukuna metió uno de sus dedos llenos del semen de la corrida anterior, moviéndolos bruscamente, aumentándolos uno a uno hasta que dio con la zona deseada, viendo como su Yuuji se estremecía, escuchando los dulces sonidos de sus labios, el placer recorriéndolo de pies a cabeza, placer que solo le daría él y nadie más que él.
—Por favor Suku-nni, follame, follame...— le decía Yuuji presa del calor y el placer
Sukuna por supuesto no le negaría el tan dulce pedido a su hermanito, metiendo su ya duro y dolorido pene, echando la cabeza hacia atrás cuando sintió el apretado calor de la primera vez de su hermanito, primera ves que ahora le pertenecía.
Y ya que sabia lo que era su interior, la calidez, el placer, el rostro pecaminoso de su hermano, sus gemidos, el sonrojo y la sensación de su piel en sus manos... Sukuna sabia que no pararía, que era solo el comienzo de la diversión.
—¡Suku-nni! ¡Suku-nni, se siente tan bien, tan profundo! —
Sukuna acelero sus movimientos, sus fuertes brazos para apretar a su hermano contra su cuerpo, para pegar bien su espalda húmeda de sudor contra su torso, mientras el movimiento de sus caderas aumentaba, y con ese aumento de movimiento, la fricción húmeda y apretada, venia el primero de muchos orgasmos.
—Te voy a llenar tan bien que no querrás nunca nada mas que mi pene en lo profundo de tu culo, me perteneces ahora, mañana y por siempre—
Yuuji viro los ojos tras sus cuencas cuando Sukuna le mordió entre el cuello y el hombro, apagando ahí el gemido de su boca, sintiendo como el placer de su hermano se derramaba en su interior, hasta desbordarse por sus muslos y su propio orgasmo explotar bajo su cuerpo, en las sabanas de la cama.
Yuuji aun tenia el culo alzado, descansado el pecho en la cama, sus piernas temblaban por la fuerza del placer que lo había embargado, viendo la sonrisa de su hermano al ver su obra. Su culo lleno de su semen hasta desbordar.
—Tenemos toda la noche aun Yuu- ji—
Y Yuuji admitió medio sonriente y sin decirle que no lo quería de otra manera.
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