RITUAL NOCTURNO
DIA 7: DIA LIBRE
Yuuji estaba conforme con su vida, era alguien feliz hasta cierto punto. No le gustaban las batallas sin sentido, la muerte, la destrucción de la vida digna o al menos lo que él creía que lo era una.
Sin embargo, había nacido en el seno de una de las familias de hechiceros mas importantes de la época, no antigua; pero si importante.
De su clan, solo quedaban el mismo y su abuelo y este había muerto hacia poco.
Pero Yuuji no estaba solo. Tenia a sus mejores amigos; Goyo y Megumi de su misma edad y al igual que el ya eran líderes de sus respectivos clanes, el trio mas poderoso de la Jujutsu High de Tokio.
Hacían sus misiones a veces juntos, a veces solo con alguno de los dos.
Y luego estaba él; su mejor amigo, su secreto bien guardado. No era que n o confiara en Megumi y Goyo, el hecho era que siendo tan solo un niño ya había visto la crueldad de los adultos, así que prefería guardarse esa parte de su alma.
—Ne; Yuuji-chan ¿Quieres ir a comer postes a este nuevo lugar que encontré? — le dijo Goyo a Yuuji sacándolo de sus pensamientos
—Emmm... la verdad es que no tengo hambre— le respondió
—Entonces ¿Por qué no vamos a ver películas a mi habitación? — le pregunto Megumi a su lado
—Bueno... es que quiero dormir un poco, estoy cansado—
Sus amigos comprendieron que quizá quería algo de tiempo a solas, después del desastre de Junpei, había estado pasando cada vez mas tiempo un poco solo. Sin embargo, Yuuji vio en sus miradas no solo pesar, sino una expresión muy parecidas a la sospecha. ¿De qué tipo? No lo sabía, pero aun así seguía confiando en ellos.
Pero ellos no confían en ti Yuu-ji
Yuuji ignoro el sonido de sus pensamientos, dirigiéndose a hacer justamente eso, dormir un poco. Le pareció ver la sombra de un conejo atravesar el jardín trasero que estaba a la vista de su habitación, pero le pareció algo normal debido al bosquecillo cercano, pero una vibración extraña estaba en el ambiente.
Por fin, después de una rápida ducha se lanzo a la cama y se hundió en un profundo sueño lleno de recuerdos de una niñez que; al despertar, seria borrada.
Se le dio el aviso de una maldición de grado especial que había aparecido en un lugar muy concurrido. Como pocos; esa tarde era su único día de descanso en mucho tiempo, por lo que; si le molesto tener que acudir al llamado, cuando ni Megumi ni Goyo se encontraban.
No será difícil, puedo hacerlo yo mismo, pensó. Así que, dejando a los nuevos de primer año, decidió ir el solo.
En cuanto llego, creo una pantalla para evitar que fuera visto, dejando inconscientes a los humanos que pululaban por ahí. Dio alrededor de 4 vueltas entre el ir y venir para sacar a los inocentes, comenzando a sospechar con forme pasaba el tiempo y no era atacado. Comenzó a inspeccionar el lugar, pero no encontró rastro de la maldición por la cual había sido enviada.
Huye, huye, huye, vamos Yuuji; huye.
Yuuji se detuvo cuando sus instintos y pensamientos hicieran eco en su mente, algo mas además de sus memorias intentaba reptar en su conciencia, pero al mismo tiempo ese mismo "algo" no avanzaba.
La suerte, el instinto, su fuerza. Una combinación de las tres o ninguna, no sabe cómo; pero fuera lo que fuera, lo había salvado de perder la cabeza en el acto. Un hombre alto de cabello negro, fornido que hasta daba envidia se alzaba en todo su poder en frente de él. Yuuji se puso en guardia, pero en cuanto vio una especie de gusano reptar entre sus piernas perdió de vista al extraño.
Para cuando se dio cuenta este había conectado un buen golpe en su estómago, sacando todo el oxígeno de sus pulmones y enviándolo con fuerza contra un muro de concreto.
Estaba aturdido ¿Quién era ese hombre? ¿Por qué lo atacaba de esa manera? No pudo mas indagar en sus dudas, ya que el de cabellos negros se le acerco y tomo del cuello, lo alzo sobre el muro haciendo que sus pies dejaran el suelo, comenzándolo a asfixiar sin decir una sola palabra.
Yuuji balanceo sus pies, enroscándolas en el brazo que le ahogaba, conectando un buen golpe con la planta de uno de ellos en la carta del tipo. El golpe solo hizo que el hombre virara la cabeza a un lado, como si la patada hubiera sido nada, cosa que Yuuji bien sabia no era así. Sin embargo, al menos si le saco un poco de sangre que vio cuando escupió.
—Nada mal — hablo por fin el extraño —Pero sabes, te necesito sumiso y tranquilo o no servirás de nada—
Su intuición se disparó, aun con la conciencia medio despierta cuando fue apretado contra el muro nuevamente, hasta que pequeñas chispas de luz negra comenzaron a bailar detrás de sus ojos, poco a poco hasta que se volvieron una enorme oscuridad.
Te lo dije, pero no me hiciste caso...
Cuando Yuuji abrió los ojos no se sorprendió al verse sentado en las aguas escarlatas que tanto recordaba en sus sueños, mas el dolor de su cuerpo le hacia saber que no era exactamente uno. Levanto la mirada y vio a un enorme tipo, dos pares de brazos y un kimono blanco que estaba amarrado a su cintura.
—Sabía que llegaría este día — escucho Yuuji —Porque no te sientas y disfrutamos del espectáculo—
Yuuji se impacto por el sonido de la voz que tenia esa maldición, porque sabia perfectamente que lo era ¿El hombre de antes trabajaba con esta? ¿Seria el comienzo de la verdadera batalla?
Sin embargo las cosas se pusieron raras cuando de un movimiento que no noto; Yuuji se vio en el regazo de la maldición.
—Sukuna...— susurro Yuuji, como era que sabia quien era esta persona; maldición —¿Cómo...?—
—Se supone que tu estarías muerto... yo... te asesine— escucho Yuuji que Goyo decía
—Bueno, hay ciertos poderes milenarios que no quieren que las cosa se queden como están... y que mejor que darme el encargo, veo que el pequeño Megumi ya es todo un hombrecito—
—¿Y tú quién eres? — le respondió Megumi
Yuuji no entendía como es que se conocían esos tres, pero no solo debía seguir viendo, sino que no había otra opción. Los vio pelear, en una batalla de la cual sabia alguno terminaría muriendo. El hombre no les dio tregua arremetiendo golpes con intenciones asesinas. Era la primera vez que veía luchar de esa manera a sus amigos, con una seriedad que le sorprendía.
—Sabes cuál es la razón por la que estamos aquí...— dijo el extraño., haciendo que Yuuji se viera a su mismo inconsciente en una esquina, misma que a pesar de la lucha era custodiada por el pelinegro.
—Toji... — gruño Goyo —Yuuji no tiene nada que ver en esto—
—Oh esta es la parte que estaba esperando— menciono Sukuna haciendo que Yuuji se siente de una mejor manera en su regazo para que vea y escuche.
—Estoy aquí para causar miseria, quiero ver la destrucción del mundo Jujutsu, que la humanidad vea que no puede ser protegida— dijo Toji —Y este niño que han tenido en la oscuridad es la llave para ello—
—¿Yo que? — pregunta Yuuji, comenzando a asustarse
—¡Aléjate de él, no lo toques, él es... inocente! — grita Megumi, lanzando un millar de conejos para intentar confundir al hombre
Todos, tanto Goyo como Megumi y Yuuji y Sukuna ven como Toji levanta el cuerpo inconsciente y herido con una de sus manos. Saca una lanza de ese gusano amorfo que estaba enredado en su cuello y; a pesar de que el peli blanco y el pelinegro se lanzan para detenerlo, este lo apuñala.
Yuuji se levanta asustado de entre las piernas de Sukuna, pero no siente dolor. Un agujero se abre, y de el sale un liquido negro que repta por su piel, dejándole marcas que como tatuajes se marcan.
—Nos veremos pronto Yuuji, no lamento que ahora lo recuerdes— le dice Sukuna, dándole un beso en los labios antes de esfumarse. Yuuji cae de rodillas en el agua escarlata, viendo como a su alrededor todo se va difuminando, hasta que solo queda un trono de huesos, un lugar que se dice le pertenece.
Y con esa ultima visión cae en una oscura inconciencia llena de recuerdos que esta vez no olvidara.
Yuuji tenia los ojos llenos de lágrimas, había confiado tanto en sus amigos, en su familia, en quien le rodeaba. Cuando despertó vio a Sukuna Ryomen, en cada una de sus manos tenia a quienes antes consideraba como sus iguales.
—No son mas que traidores no lo crees, cariño— dice Sukuna, mientras los eleva por encima de su cabeza.
—Lo son... — dice desconsolado.
Cuando Yuuji abrió de nuevo los ojos los recuerdos que Goyo había estado sellando deliberadamente con su poder, se desbordaron.
Lo vio todo.
Como desde que nació había estado destinado a la muerte, consumiendo desde que tuvo la edad conveniente, los dedos de la maldición mas poderosa de todas, para que al llegar a la totalidad de estos, fuera asesinado sin piedad.
Solo, como un paria condenado a una muerte que no merecía, que no era justa.
—¡Desde que era un niño! — grito lleno de ira, haciendo que su poder; no innato sino absorbido gracias a Sukuna, explotara en el lugar, atrayendo maldiciones de bajo rango —Sin piedad... debido a sus... necesidades ¡Me negaron una opción!—
—¿Qué quieres que haga, los asesino sin mas?— dijo Sukuna —Hare lo que me pidas, mi Yuuji—
Toji llego a su lado, junto con otro hombre de negro, este le extendió un pequeño cubo diciéndole al oído que hacer con este.
—No... — dijo Yuuji —Hagamos de este cruel mundo un lugar más interesante—
Pero Yuuji no piensa volver a ser utilizado, no de una manera que no le fuera conveniente. Tomo el cubo, lanzándolo al aire, al mismo tiempo de que de manera coordinada Sukuna lanzase a Goyo.
—Saldrás de ahí cuando crea conveniente— le dijo antes de que el cubo lo atrapara
Yuuji escucho a Goyo gritar, que lo perdonara, que en realidad había querido salvarlo, que lo amaba. Pero no le creyó, no cayo más en su juego, ya no. Sukuna dejo vivo a Megumi, puesto que este le serviría para fincar su domino por donde le placiera. Se encamino a Yuuji, elevándolo en sus brazos, besándolo en los labios y; de manera certera, arranco la cabeza de Geto Suguru, un hechicero que no quería como competencia.
—Yuuji es mío...— le dijo a su cadáver ensangrentado —Poblemos este mundo con nuestra descendencia Yuuji, gobernemos juntos—
Yuuji le sonrió, contento de recuperar sus recuerdos, de saber que aquella voz que le acompañaba en sus noches de soledad, no era producto de su imaginación, sino alguien que le pertenecía en cuerpo y alma.
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