DAME UN DISPARO
DIA1: SANGRE/BESOS/MAFIA-YAKUZA AU
"Es una tradición familiar" había escuchado cuando amablemente le dieron la información. Era algo natural y esperado en una familia como la suya, solo en raras y únicas ocasiones y resultaba que en su generación se había dado.
¿Qué era eso raro y único? Gemelos, eso era.
Había dos opciones; la primera, asesinar a uno de ellos. La segunda y por la que se había optado, era el matrimonio.
Su madre había muerto en el parto y habiendo sido una mujer imponente e importante, decidió ese hecho justo antes de dejar el mundo, habiendo preparado todo para que así se hiciera aunque no estuviera ya con vida.
—Sangre, sudor y lágrimas me costo traerlos al mundo— había dicho —No voy a dejar que maten a ninguno—
Yuuji había deseado morir de ser el caso, pero tanto su padre como su hermano mayor se habían negado. ¿Cómo podía acceder a semejante disparate?
Huyo en cuanto lo supo, nada más terminar la encantadora noticia lo hizo. Yuuji había sido criado para ser el mejor entre los mejores al igual que su hermano, sin preferencias, sin salidas fáciles. Entendía que era su suerte al haber nacido minutos después que Sukuna, pero eso no significaba que lo aceptara de buen grado.
También tenía sus motivos, cosas que había querido ocultar a lo largo de los años, cosas que sabía no debían de salir a la superficie.
Limpio su boca con el dorso de su mano, viendo como la sangre pintaba su piel, escupió lo que se amontonada dentro, viendo el desastre a su alrededor.
No estaba furioso, ni cansado ya. Este grupo había ácido como anillo al dedo para sacar todos los sentimientos que se arremolinaban dentro de su mente y que le hacían enloquecer.
—Idiotas que pensaron que estabas débil por las recientes noticias ¿No crees? — escucho a sus espaldas —Tus acciones me hacen pensar que no me quieres y sabes... eso rompe mi pobre corazón—
—Tú no tienes corazón, hermano— respondió sin voltear a verle
Como era de esperarse; Sukuna no tardo en encontrarlo. A veces se preguntaba si tenía algún tipo de dispositivo de rastreo, pero luego con ayuda de Nobara e Ieri, se dio cuenta de que no era así.
—Es que Sukuna es un animal, como una hiena, por eso no tarda en encontrarte— le había dicho la castaña esa vez
Era probable que tuviera razón.
Sukuna lo tomo del rostro con una de sus manos, odiaba que su gemelo fuera físicamente mas grande que el a pesar de que se ejercitaban de la misma forma, con las mismas rutinas. Y aun así Sukuna era más grande.
Yuuji parpadeo en busca de alguna reacción de la expresión estoica de su gemelo, queriendo descifrar sus pensamientos ¿Estaba de acuerdo? ¿No tenia alguien especial? Yuuji estaba a seguro que su hermano sentía algo por Fushiguro. Mas no fue capaz de decirle algo.
¿Podrías quererme a mí? Pensó por un momento.
Entonces vio ese par de ojos rojos mas cerca, pudiendo hacer nada contra el cuando sus labios se volcaron contra los suyos, en lo que seria un beso que considero descuidado, fuerte, brusco, con una pasión desenfrenada, tal como imaginaba por las noches que serian los besos de su hermano.
Su lengua se coló entre su boca, detallando su interior con lujuria, aferrándose al saco de Sukuna debido a la debilidad de sus rodillas por la falta de oxígeno.
Ese beso era tan embriagador que por un momento olvido que quien lo besaba era ni mas ni menos que su hermano, su gemelo, su todo.
—¿Qué has hecho? Suku-nni esto no...— esto no puede ser, habría querido decir.
Sukuna; uso un pañuelo blanco que sacara del bolsillo de su pantalón para limpiar la sangre salpicada en su rostro, y Yuuji se dejó, como un niño pequeño que es limpiado del lodo después de que se ha caído.
Sin embargo, pronto sus ojos expresaron desconcierto cuando ese mismo pañuelo fue usado para cubrir su nariz, el forcejeo comenzó de inmediato en su afán de escapar de entre los fuertes brazos de su hermano, mas le fue imposible, porque poco a poco el cloroformo hizo su efecto deseado, haciendo que se quedara sin fuerzas, cayendo poco a poco presa del sueño.
—Nos vemos pronto, hermanito. Mío esta vez por fin—
Yuuji despertó algo aturdido, aun llevaba su ropa llena de sangre ya seca, le dolía la cabeza y se sentía aun mareado. Gruño por la forma en la que su hermano le había tratado, acorralando a una decisión a la que se reusaba.
Entonces noto el collar en su cuello y el aroma del humo de cigarro en la habitación y ahí; en medio de la oscuridad, su hermano.
Sukuna estaba sentado en toda su imponencia, como el rey en su castillo, como quien sabe que gano la partida de póker y con ello todo cuanto había querido.
Desde siempre.
Porque Yuuji lo sabía, lo presentía. Que su hermano había deseado esa sucesión de acontecimientos desde que había sabido lo que su madre había pedido. Yuuji solo en ese momento recordó que; una vez cuando pequeños, cuando una familia rival había logrado secuestrarlo, Sukuna, siendo aun un niño, le había jurado que cuando se casaran, jamás permitiría de nuevo que lo lastimaran, aun lloroso niño de rodillas raspadas y herida de bala.
Yuuji instintivamente llevo su mano al brazo donde aun perduraba la cicatriz de esa herida. Recordando la mirada determinada de su hermano gemelo, aun cuando solo eran unos niños.
Sukuna lo sabia, siempre lo había sabido.
Permitió que este lo cazara, que lo acechara como una bestia salvaje, porque en el fondo Yuuji sabia que era lo que quería, lo que anhelaba. Esa calidez obscena que podía catar en la mirada de su par, de su gemelo, de la única persona que había estado para él, con él, en cada momento de su vida.
—Sukuna...— su voz salió como el ronroneo de un animal que guía a su macho a una cueva, invitándole a devorar eso que sabia su hermano tanto deseaba.
Mordió sus labios al ver como Sukuna se despojaba poco a poco de su ropa, haciendo el lo mismo estando ya convenientemente arriba de la cama.
Grito en cuanto su hermano tomo sus tobillos para acercarlo a su cuerpo, destrozando con su fuerza los pantalones como si estos no fueran de diseñador. En su ropa interior ya podía apreciarse la excitación contenida por la tela, gimiendo en cuanto sobre su muslo su hermano magullara la propia.
—Te desee por tanto tiempo, aun cuando no sabia lo que era el deseo, y cuando lo supe, tuve que esperar aún más, así que, aunque llores; aunque implores que pare, no pretendo detenerme— le dijo al oído, el sonido candente de su voz y la sensación de su aliento contra su piel solo hicieron que su erección se estremeciera de ganas, mas no se movió — Aunque no creo que me quieras detener—
Su beso fue tal como alguna veza lo imagino, porque lo hizo. Si Sukuna era una bestia cruel, Yuuji era alguien podrido, alguien que no podía ver a su gemelo con alguien más que no fuera el, nadie podía estar al lado de su gemelo, porque si Yuuji no lo estaba, nadie más lo estaría.
La sensación caliente de sus labios chocando, de sus manos moviéndose por toda su piel, la necesidad animal de ser poseído y poseer, de esas ansias de placer que siempre había buscado pero que nunca se había atrevido a sentir o pedir, de otro que no fuera su hermano.
Esa avalancha de pensamientos bien asegurados se iban vertiendo como gasolina a su ya incendiado interior. Pero Yuuji sabía que había cosas que dejar en claro y no pretendía esperar mucho más tiempo. No cuando sabia que se iba a hundir en el mas pecaminoso de los placeres.
Con la fuerza que lo caracterizaba, lanzo a su gemelo a un lado de la cama, se montó sobre su cintura, gimiendo por la dureza de su pene, de lo que pronto estaría dentro suyo, solo para dejar notar que también tenía poder.
—Que te quede claro, al primer paso en falso no dudare en dibujar una línea de sangre bajo tu cuello—
Sukuna gruño desde su posición de espaldas en la cama, moviendo sus caderas para envestir su pene aun cubierto por la ropa interior, en el culo de su querido gemelo.
—Por supuesto que es una promesa que también hare, jodere tu culo, te hare rogar por misericordia si te atreves a joder—
Yuuji sonrió, después de todo sabia que su gemelo no lo mataría si osaba poner sus ojos en otro, lo que le prometía era una vida de servidumbre, de no ser mas que la perra en su cama, y esa idea; la de tener una cadena en su tobillo, no hizo mas que encrudecer sus ansias turbulentas.
Entonces se terminaron para los dos las preliminares, las palabras bonitas y el sarcasmo, solo para ser remplazados por el placer, los besos, la sensación de ahogo y los gemidos obscenos.
Ambos desnudos entregándose el uno al otro, ya no por promesas, por tradiciones, sino por la lujuria que sabían albergaban sus corazones. Sukuna sabia que era el primero dentro de su querido hermano, y Yuuji sabia que sus sueños no eran ni de cerca comparables con la dura polla de Sukuna en su interior.
No fueron dulces ni amorosos, fue una demostración sexual de poder. Donde Yuuji le demostró a Sukuna que podía montar su pene como un experto aun a pesar de ser la primera ves, del dolor inicial y la crudeza.
Donde Sukuna le demostró a Yuuji que valía la pena como hombre, como su hermano y como el poder que sabía tenía. Sukuna domino a Yuuji como sabia que le gustaría, follándolo con movimientos rudos, llenando su interior una y otra vez tal como le había rogado.
La voz dulce llena de sensualidad mientras pedía más, más movimientos, más rudeza, más dentro.
Yuuji era todo lo que Sukuna necesitaba.
Y Sukuna era todo lo que Yuuji esperaba.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro