7. God morgen, Enok!
Al día siguiente, Minho despertó a Christopher con pequeños toques por su pecho, se había separado un par de horas para poder regresar al agua pues empezaba a sentir el peso de no estar por completo en su mundo. Cuando Bang despertó, lo recibieron los tonos cálidos del amanecer, se sentía bendecido por los tonos tostados de naranjas y rojos, era curioso como cada minuto deseaba poder vivir más momentos como esos dónde la libertad se adueñaba de su cuerpo y el aire fresco inundaba sus pulmones haciendo que se sienta como una persona nueva, incluso aunque en un inicio detestó el lugar y mientras miraba a Minho saltar al agua se preguntaba si ahora le gustaba porque la frustración del engaño finalmente pasó o por la compañía que le hacía enamorarse del lugar.
— Tenemos que volver —le dijo a Minho—, tal vez Felix piensa que ya me quedé congelado en algún lugar.
Minho ríe ante la idea, era algo gracioso pensar en el susto que podría llevarse cuando en realidad Chris estaba tan cómodo, entonces la pregunta llegó a su mente y mientras se acercaba otro poco a la orilla, miró con atención al chico.
— ¿Estás cómodo ahora, Chris?
— ¿Por qué lo repentino de esa pregunta? Claro que lo estoy, no todos los días amaneces con un paisaje así.
Minho no deja de sonreír, mira hacia atrás y asiente convencido de que es un lindo paisaje sin percatarse de que Christopher lo mira a él con una sonrisa también.
Chris se estira antes de acercarse al agua, entonces Minho le da un pequeño beso en sus labios y en ese tacto nota como para el chico es meramente un contacto beneficioso, no hay malicia ni dobles intenciones en ello y el castaño siente una extraña calidez en su abdomen porque sabe que el chico es muchos años mayor que él, pero es un alma tan bondadosa que no puede evitar sentir curiosidad y alegría de que exista.
Chris se abraza al cuerpo de Minho y éste empieza a nadar de regreso al muelle, pero no es rápido como el día anterior, esta vez se toma su tiempo mientras miran algunos peces coloridos pasar, el chico agradece que sea lo único que vean en el gran océano en ese momento, no sabría qué hacer si de pronto un tiburón aparecía delante de ellos y la sola idea hace que se sienta mareado. Aún así se mantiene animado mientras estira un brazo para ir sintiendo la corriente de agua, Minho sonríe ante ello y aprovecha en dar pequeños giros ante los cuales Chris tiene que abrazarse de nuevo pues casi se suelta y eso causa que Minho suelte una carcajada ante el movimiento rápido del castaño que ahora se aferra como si su vida dependiera de ello.
Chris finge molestia pero acaba sonriendo.
— Que cruel eres.
— Era el momento ideal.
— ¿Y si me soltaba y me perdía aquí? Me extrañarías.
Minho hizo una mueca, fingiendo meditar qué sentiría si esa situación se presenta, pero acabó tiene de nuevo ante la mirada de indignación de su compañero.
— Conozco a la perfección este lugar, Chris, no te perdería.
— ¿Conoces todo el mar?
— No, solo estos lados. Imagino que tú no conoces cada sitio de la tierra, pero estás familiarizado con los lugares que sueles frecuentar, así ocurre aquí.
— Sí, pero... Yo me oriento con edificios y algunos locales, ¿Tú qué haces? ¿Dices "oh, un coral rosa, estoy a cinco minutos de casa"?
De nuevo Minho se soltó a reír con gracia, encontraba encantador que Chris fuese tan gracioso, en su día a día eran contadas las veces que podía reír, no ocurría mucho por ahí, pero en este poco tiempo con el chico había podido reír mucho y su estómago ahora dolía por eso. Pero entonces Christopher quedó con una duda que él mismo se generó ante su comentario.
— Minho, ¿Dónde es tu casa?
No puede verlo, pero Minho refleja sorpresa en su rostro ante su pregunta y se queda unos segundos en silencio, pensando en qué tipo de respuesta es la que esperaría su compañero y cuál podría brindarle que sea más similar a ella.
— Yo no tengo una casa como la que ustedes tienen, no hay un lugar exacto al cual pueda llegar a dormir, Chris. El sitio más seguro que encuentre cuando cae el sol es lo más cercano a un lugar de descanso. Aunque a veces me reúno con algunos hermanos y descansamos juntos en alguna pequeña cueva que nos permita reponer energía mientras nos ponemos al día con las anécdotas.
— ¿Hermanos como... Mitad personas con cola o algún pez globo?
De nuevo, Minho acaba riendo y tiene que hacer una pausa para dejar a Chris tomar asiento sobre una piedra bajo el mar mientras él sujeta un poco su estómago.
— ¿Por qué sería un pez globo?
— ¿Yo qué sé? No estoy familiarizado con el árbol genealógico de las sirenas —responde el castaño un poco avergonzado, tal vez su comentario fue absurdo.
— Hermanos como yo, Chris. De los pocos que quedan. Aunque la idea de tener un hermano pez ahora suena agradable.
Responde, acercándose hasta la piedra para simular sentarse junto al chico.
— Dijiste que se ponen al día, ¿No suelen vivir juntos?
— Oh, no, por seguridad decidimos vivir en diferentes lugares.
— ¿Seguridad?
— Entre menos seamos en un mismo lugar, hay más probabilidades de no ser descubiertos. No queremos otra temporada de caza —dijo, haciendo una mueca, pero intentando sonreír de nuevo para no crear un ambiente incómodo—. A mí me tocó estar aquí, cerca de Nordkapp, mis hermanos viven en otros extremos del mundo, así que las historias siempre son divertidas. Creo que soy el que menos tiene, aquí no hay mucho qué hacer, como te habrás dado cuenta.
— Entonces ahora me siento agradecido.
Dijo con una sonrisa, mirando aún hacia algún punto lejano mientras Minho se incorporaba, curioso ante su respuesta.
— ¿De qué?
— De que seas tú quien esté aquí, y de haber tenido la oportunidad de venir para conocerte.
Minho sonríe ante esa respuesta y extiende su mano de nuevo hacia Chris, quien la toma para poder abrazarse y retomar su camino. Una vez están cerca del muelle empiezan a nadar con cautela, Minho se desvía hacia una zona que sabe suele estar más sola, así Chris puede salir sin tener problemas de ser visto por alguien.
— ¿Te veo en la noche para mirar estrellas? —pregunta el castaño.
Minho finge pensar mucho en su respuesta, diciendo que tenía que verificar sus horarios ya que era una persona ocupada pero Chris encuentra adorable la forma en la que simula tomar un libro para revisar sus pendientes, finalmente finge cerrarlo y asiente.
— Podemos vernos en la noche para mirar estrellas.
— ¿Tu horario está libre? —pregunta con diversión.
— No, está muy ocupado. Pero ahí dice que puedo hacerme un espacio si traes de nuevo una barra de chocolate.
Esta vez es Christopher quien finge tomar un libro para revisar si puede cumplir con aquella petición mientras Minho lo mira manteniendo una sonrisa en su rostro, también asiente antes de cerrar el libro imaginario.
— Creo que será posible. Entonces lo veo aquí, Sir Minho de Nordkapp.
— Nos vemos, Sir Christopher de Australia.
Y mientras ambos ríen, Minho ingresa de nuevo al agua. Entonces Chris suspira pues sabe que ahora debe ser cuidadoso ya que no había forma de explicar que ingrese a su habitación, mojado, luego de haber pasado la noche fuera. Empieza a caminar con sigilo, y cuando ve a Felix a lo lejos ingresar al restaurante decide correr hacia el sitio donde se hospeda, después de todo solo él podría preguntarle qué le ocurrió. Se siente incómodo pues las prendas húmedas y frías empiezan a sentirse incómodas, necesita con urgencia cambiarlas. Entra al lugar y la calidez del fuego en la chimenea lo recibe, pero no solo eso, Enok, que leía un libro desde la recepción, al escuchar la puerta lo mira con una ceja un poco arqueada aunque el chico no detuvo su andar rápido.
— God morgen, Enok!
Gritó subiendo las escaleras sin esperar una respuesta y cuando llegó a su cuarto, se dirigió hacia la regadera para abrir el grifo de agua caliente, mientras el agua aún fría caía caía, fue en busca de su mochila para sacar unas prendas limpias y poder llevarlas al interior del baño. En cuanto el vapor empezó a ser presencia en la habitación se despojó de su ropa e ingresó de inmediato al agua, sintiendo un gran alivio cuando el calor abrazó su cuerpo y el entumecimiento empezó a pasar poco a poco. Disfrutó de aquella ducha como si no hubiese tocado una regadera en años, su piel ligeramente arrugada de los dedos por el agua del mar solo empeoraba con la de la ducha, pero valía por completo la pena, se había dado cuenta que mientras pudiera respirar bajo el agua con ayuda de Minho su piel no sufría estragos, no había frío, ni arrugas, pero habiendo pasado el efecto del beso su piel empezaba a cambiar si permanecía ahí.
Cuando acabó de ducharse se secó con una toalla mientras otra más pequeña permanecía sobre su cabello, una vez seco, se puso su ropa cálida y para sorpresa suya, esta vez pudo salir del baño sin necesitar una chamarra muy grande, el minisplit cálido ahora ya era suficiente para poder moverse más cómodo por la habitación. Así que, limpio y calientito, decidió acostarse en la cama dejándose caer de espalda acompañado de un suspiro de placer cuando sus huesos tronaron cuando pudo estirarse por fin, sin embargo, tocaron la puerta y además de frustración por su descanso interrumpido, se sintió nervioso, solo podía ser Felix, ¿Sabría que no durmió ahí anoche? ¿Le habrá preguntado sobre su estadía a Enok? ¿El hombre diría algo por iniciativa?
Se levantó para dirigirse a la puerta y poder abrir, Felix lo recibió con una sonrisa.
— Buenos días, Chris, ¿Descansaste?
— No muy bien, creo que podría dormir mil años ahora que me siento más cómodo sin una enorme chamarra —respondió con una sonrisa.
— Lo siento, entonces te dejaré seguir descansando si es lo que deseas, solo quería saber si no necesitabas algo, ya sabes, tu vuelo de regreso es mañana y quisiera que te fueras sin la sensación de que te faltó algo —dijo con una sincera preocupación de hacer sentir bien a su invitado.
Pero Chris había dejado de escuchar, ¿Su vuelo salía mañana? ¿Tan pronto? Sentía que ayer había descendido del avión solo para darse cuenta que ese sitio no era playero.
— ¿Chris? ¿Ocurre algo? —pregunta Felix al notar que el castaño se había quedado en silencio por un buen rato.
— Todo bien, es solo que... No recordaba qué día es.
— Pensé que estarías contando los segundos para irte —dijo con diversión—, al fin podrás ir a golpear a tu compañero, ¿No te da gusto?
— Sí, lo hace...
— ¿Te parece si desayunamos mañana antes de tu vuelo? No es por ofender a nadie aquí pero extrañaré hablar en mi precioso idioma.
Chris sonrió, asintiendo mientras titubea un poco y se decide a preguntar.
— Si no es mucha molestia... Y si no afecta tu horario, además de desayunar ¿Podríamos comer más tarde?
— Oh, claro, no tengo inconveniente.
— Creo que también extrañaré hablar.
— Pero Chris, tú regresas a un lugar donde la gente habla tu idioma.
El chico sonrió, pensando que aún así parecía que nadie lo entendía, pero se limitó a bromear.
— Si no quieres que comamos juntos también está bien, yo quería ayudarte pero si prefieres charlar con Enok...
— ¡No! No, comamos, por favor.
Mientras discutían, en recepción, el hombre que ahora comía sus galletas remojadas en café hacía una pausa para poder rascar un poco su oreja, hizo una mueca ante la repentina comezón pero decidió ignorarlo para poder seguir comiendo.
Cuando Felix se fue, Chris cerró la puerta y de nuevo se dejó caer en la cama, pero esta vez la sensación era diferente, ahora lo albergaba una extraña sensación de vacío y preocupación, se iría, ya no iba a hacer corajes con el frío, con la comida ni la ropa, no más quejas sobre el aroma a pescado del muelle ni tener cuidado con pisar algunas tripas de los mismos en la madera, no más extraños saludos amistosos cuando entraba en algún local, de aquella gente que no sabía decirle hola en su idioma pero no era necesario, porque en esas palabras que al inicio desconocía había la única interpretación necesaria para saber qué era un buenos días.
Pero sobre todo, no más salidas con Minho. ¿Por qué sentía que estaba dejando atrás tanto? Cuando en realidad, solo estaba regresando a su hogar. Sintió su labio inferior temblar un poco, sus ojos ahora estaban húmedos, sabía que acabaría así ¿Entonces por qué dolía? Pero ahora lo importante es que tenía que explicárselo a Minho. Y no sabía cómo decirle que debe irse a alguien que alguna vez ya fue abandonado.
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