Capítulo XVIII: I Scream.
Kabukicho, Tokyo. Roppongi, Tokyo. Shinsekai, Osaka.
Aunque Japón se llega a considerar cómo un país seguro, lo cierto es que una sociedad con las reglas a peso de cruz, puede transformarse en la cuna de las perversiones cuando sabes buscarlos bien. Realmente la seguridad es un concepto muy relativo.
Bushida Masanori, padre de tres hijos, casi en las infames puertas de la vejez era un hombre que siempre mostraba un semblante serio e intimidante, nadie podía hablarle directamente a un hombre cómo él, pues el solo mirar de sus ojos era suficiente para hacer que las cuencas de los ojos escapen cobardemente. Dueño de todo Kabukicho, la zona de prostitución más grande del mundo, y por lo tanto del propio Japón.
Shinsekai, Osaka, lugar de nacimiento y dónde permaneció gran parte de su joven vida, hasta escapar de un matrimonio arreglado ejecutado, un infierno constante para alguien mujeriego que se crio con prostitutas de todo tipo, Masanori era el claro ejemplo de una infancia precoz y despreocupada, pero eso no significara que no fuese cuidadoso, sabia que un hombre cómo el era una presa grande para cualquier mujer con la que él tuviese intimidad. Se casó a los 20 años con una linda chica que también tenia su edad, sin embargo eso nunca detuvo su vida llena de aventuras con cuánta mujer se le cruzara.
A los 30 años conoció a quién el juró ser el amor de su vida, Salome Flores del Castillo, una muchacha de secundaria a la cuál este conoció por medio de sus subyugados de pandillas menores, a los cuales les pagaba para que cuidaran los clubes nocturnos de los cuales se le habían encargado con el pasar de los años.
Ese cabello morocho, sus ojos, su piel mocha y la fuerza con la que derribo a cada uno de sus ayudantes con un palo de escoba, cautivo el corazón del mujeriego sin corrección, usaba una falda larga de aquellas mujeres de las cuales se asociaban con pandillas, guantes sin dedos y una chaqueta de cuero con la leyenda de "Tarot" con letras brillantes.
Pero la morena siempre le rechazaba cada intento de coqueteo, tirándole insultos en español que Masanori con el tiempo que los recibía aprendió el idioma, mas eso nunca la detuvo, al cumplir 18 años finalmente la bella Salome había aceptado salir con él.
Y casi a dos años Masanori fue bendecido con una hermosa y saludable niña. A la cual su madre tuvo el gusto de llamarle Masao, porque decía que sonaba casi idéntico al suyo.
Masanori amo a Salome, y amaba tanto a Masao que cuándo la morena descubrió que estaba casado e intentaron deshacerse de su bebe, esta huyo a Colombia con ayuda de viejas amistades del bajo mundo, Masanaori perdió el control de sus actos.
Destruyo su casa, destruyo su auto, destruyo a todos aquellos implicados en intentar dañar a lo que el llamaba su verdadera familia, destruyo a su esposa, y las pocas personas que pudieron detenerlo también sufrieron las consecuencias de la ira del actual Patriarca de los Bushida.
No podías hacer enojar a un Bushida y simplemente irte sin pagar las consecuencias, son bestias con naturalezas destructivas.
En un lujoso hotel en Roppongi, el señor Bushida se encontraba pacientemente hablando con uno de sus secuaces sobre cómo debían organizarse para llegar a tiempo con su hija, estaba tan seguro que Masao ganaría que ya tenia todo un itinerario planeado para pasar una noche inolvidable con su pequeño ángel, la llevaría de compras, comerían juntos y luego le llevaría a uno de los mejores clubes de Roppongi.
Era raro ver a alguien tan rudo y serio sonreír bobamente por su hija narcisista, que ni siquiera le paraba bola o lo consideraba raro, pero no importaba, él la quería tal y cómo era.
━━¡Bushida-Sama, Salome-San acaba de llamar!. ¡Masao-Sama envió a una chica al hospital!. -El sujeto que había entrado de forma impertinente fue fusilado por los ojos de Masanori, ya debía saber que odiaba que entrarán a su habitación sin tocar.
━━ Hazme el grandísimo favor de salirte, y vuelve a tocar la puerta cómo las personas.
Por temor a que le fuesen a "disciplinar", cobardemente y con las colas entre las patas el tipo salió disculpándose, tocando la puerta exactamente tres veces, cuándo escucho el pase entró con la cabeza abajo, nuevamente excusándose por la intromisión. Masanori le dio automáticamente la palabra.
━━ Masao-Sama mando a una chica al hospital y la señora Salome quiere verlo de inmediato, nos mando la dirección del centro por correo, así que no sé que debería contestarle o ir personalmente. La joven atacada es de la Familia Yumei.
Masanori fingió meditarlo.
━━ Ajá, un asunto muy serio pero no veo por qué deba presentarme. Dile a Salome que mandare una carta de disculpas a la familia y ya, no voy a pagar una reconstrucción facial de nadie, cualquier enemigo de Masao no merece mi tiempo.
━━ Es que Señor, no quisiera decirselo pero sino se presenta es probable que no dejen participar a la Señorita Masao en el concurso.
Unos minutos antes de la tragedia, en pleno centro comercial nuestra querida protagonista estaba a pocos centímetros de tener una crisis psicótica. Fue un instante que Masao dejo caer su teléfono de la impresión, ¿Cómo así?, ¿Quién demonios podía hacer algo tan estúpido?, ¿quería morir?, ¿suplicaba morir a manos suyas?.
. Salió corriendo de la plaza con Hina y Emma detrás de ella, preguntándole que fue lo que paso, y Masao respondió agresivamente.
━━¡Esa perra va a morir hoy mismo!. -Exclamó saliendo del centro echando humos y furias en su cabecita, todos los que les rodeaban se apartaron temerosos cuándo la adolescente furiosa caminaba entre todos con aires amenazantes.
━¡Ma-Chan, espera por favor!. ¡¿Qué fue lo que paso?!. -Preguntó Hinata al verle tan alterada y con los cabellos de punto, Emma recogió el teléfono de Masao que había dejado caer con la noticia, Masao aún no había colgado, Emma pudo escuchar claramente a las chicas de al fondo se ponían alteradas y le gritaban a otra chica.
━━¡Esto es tu culpa, Masao-San nos va a matar por tu culpa!.
━━ Tch, ¿¡Dé que estás hablando!?. Yo no hice nada.
━━¡Si claro, todas sabemos que fuiste tu Yumei!. Nosotras no le haríamos ese tipo de cosas a nuestra amiga. ¡Tú fuiste la última en irse el día que ella llevo su vestido al vestidor.
Emma guardó el celular de Masao en la bolsa y fue en seguida detrás de ellas, Hina era arrastrada por Masao, por mucho que ella le dijera que tratara de relajarse no era ni buena idea siquiera sugerir algo cómo eso a alguien que estaba realmente cabreado, Emma aceleró el paso y detuvo un taxi que iba por ese camino.
━━ Vamos a partirle la cara a quién rompió tu vestido, Ma-Chan. -Dijo Emma entre una cara determinada y una sonrisa que exclamaba, lo vamos a romper todo, Masao asintió metiendo a Hina en el taxi con Emma detrás de ella para que no se saliera.
El conductor no se dio cuenta a en que momento de su vida ser taxista se convirtió en algo tan peligrosos, cómo tener a una adolescente con fuego asesino en sus ojos, quería irse rápido a casa. Una de ellas iba tratando de bajarle los humos mientras una chica Gyaru iba diciendo que era completamente imperdonable, qué acto más cobarde romper el vestido de una chica por pura envidia. No, no, eso debía pagarse con la cárcel, dijo Emma acompañando a Masao en su ira.
Afortunadamente, Masao se fue calmando mientras hablaba con Emma y Hina. Hina siendo la indiscutible voz del dialogo y el raciocinio común en en los seres civilizados, y Emma, Emma simplemente compartía la frustración de Masao, al ser demasiado empática podía sentir una pequeña parte del enojo de Masao.
━━ Chicas cálmense, esto podría ponerse en otra escala. ¿Qué fue lo que ocurrió?.
━━ Alguien rompió el traje de Ma-Chan. -Hina soltó un sonido de asombro observando cómo Masao clavaba sus uñas en las palmas de sus manos, el rostro apacible y tierno de Hina cambio por uno mucho más severo pero sin dejar de ser adorable, a la vista de Emma y Masao.
━━¡Qué crueles!. Con razón Ma-Chan estaba tan enojada, lo que hicieron fue un truco muy bajo. ¡Qué injusto!.
Nunca antes Masao había sentido tanto enojo cómo ese, sino fuera por la compañía de Hina y Emma, seguramente Masao no iría tan, quieta si se podía decir de ese modo, estaría gritándole al taxista que acelerara antes que su presa se escapara, correría por toda la ciudad arañando y alejando a cualquier persona que se cruzara con su rostro. Un rostro estático inyectado en sangre pero imperturbable, cómo si todos sus gritos de ira fueran expulsados por sus ojos negros y el infierno dentro de ella clamara sangre.
Cuándo llegaron al gimnasio desde afuera podían oír una pequeño bullicio, Masao estaba lista para entrar y hacer pedazos a Fukui por su crimen, ¿Quién más podría ser responsable de algo tan infantil y desagradable?, y ser tan tonta al mismo tiempo, cosas que Masao no le iba a dejar pasar tan fácil, se salvó de ella a la primera, pero no perdonaba una segunda falta de respeto
Las puertas del Gimnasio se abrieron de par en par, dejando ver la sombra del pequeño demonio de suéter rojo, todo el salón bajo la cabeza, sin excepción alguna, Masao buscaba y buscaba con su ojo a Fukui, pero no la miraba por su ceguera, estaba demasiado molesta para pensar en limpio, pero no, no permitiría que la vieran tan alterada, no les iba a permitir que le llamarán monstruo.
━━¿Dónde están?. -Sabía de antemano que Fukui no trabajaba sola, siempre usaba a dos o tres quizá en sus planes de molestar a otros, esto ya era pasarse de la raya, creyó que tenía a todas estás chicas bien entrenadas, pero parece que no le puedes enseñar trucos a un perro muy amañado.
¡Cómo odiaba cuando las cosas no salían a su manera!.
Okey, no tenemos problemas, sólo debía asegurarse de eliminar a los agitadores de su reinado, Fukui la había jodido por última vez en su vida.
Una por una fueron dirigiendo sus ojos a un grupo de atrás, dos de ellas temblaron ligeramente pero la tercera que encabezaba ese grupo se quedaba quieta, tratando de hacerse notar cómo la típica chica que no le importaba nada, en su cabeza, Masao no tenía el derecho de ser tan engreída, después de todo ni siquiera era japonesa, ¿por qué su hermano se había obsesionado tanto con ella?.
Simplemente no la soportaba.
Masao le pegaría una arrastrada que literalmente limpiaría el piso con su cabello, por muy tranquila que pretendiera estar, sus ojos delataban mucho todas las cosas que quería hacerle, por cada maldita broma, por cada cosa que le hizo, no sólo estaba el rencor del vestido, también viejas molestias pasadas.
Se podía sentir la clara tensión entre ambas, sin embargo de imprevisto, Emma se adelanto con una figura similar a la de una madre molesta, y todo el salón fue presente de la sonora cachetada que Emma estampo contra el rostro de Fukui. Hina y Masao llamaron la atención a Emma, pero ella observo por breves instantes a la pelinegra que quedo estupefacta, nunca antes la habían hecho eso.
━━¡Eso te mereces por cobarde!. -Sentenció Emma apuntando con un dedo. - ━━ Romper el vestido de otra sólo por una competencia, ¿Cuántos malditos años tienes?, no tienes ningún derecho de hacerle eso a las personas y comportarte de una forma tan desagradable y anti-deportiva.
━━¿Y quién diablos eres tú para venir a sermonearme?, ¡Piérdete perra! No es tu maldito asunto. -Dijo Fukui exaltándose, trato de devolverle también el golpe a Emma y ni con eso fue suficiente para hacerle retroceder, ella se había criado en un dojo después de todo, así que aparto de un manotazo la mano de Fukui.
Esta ofendida, agarró con fuerza uno de los cabellos de Emma, justamente los esa parte del pelo que todos odiamos que no toquen, los de abajo de la parte trasera de nuestra cabeza, Emma hizo una mueca de dolor.
━━¡No te atrevas a volver a tocarme!. ¡Las chicas cómo tu me dan asco!.
━━¿Eso no es justo, esta tirando del cabello a Emma-chan!.
Hasta ese punto, creo que Fukui tenía mucha suerte de que Masao no cargará un cuchillo en su chaqueta.
Masao odiaba a los japoneses por esa extraña superioridad que se cargaban, que podían pisar a otros por su forma de ser y vestir, esa falsa moralidad le daba repudia y deseos de vomitar en sus bocas y mentes.
El escandalo de una pelea se esparció desde fuera llamando la atención de algunos de los supervisores y la entrenadora que dirigía el grupo, los adultos hicieron un acto de presencia bastante pobre, mirando sin nada más, y cuchicheando, hablando y opinando sin hacer algo al respecto, excepto por uno o dos supervisores que empezaron a llamar a la calma, pero para ese punto crucial, creo que ya no existía algo más que pudiera calmar al pequeño demonio.
Se oyó un estruendo, un gran estruendo que sin duda llamo la atención de todos acompañado de un azotó de esas sillas de metal que encontrarías en un auditorio, luego otra que fue seguida por los espectadores hasta ver con impresión, miedo y pavor cómo esa silla era aplastada sobre el cuerpo de la pelinegra, y después cayó la segunda que le dio justamente en la cabeza haciéndole un muy notable raspón en la cara que empezó a sangrar, Fukui empezó a gritar cuándo notó cómo la sangre caía de su cabeza, aunque no era mucha, era muy alarmante para alguien temerosa a la sangre, sin embargo a Masao le importo tan poco el estado de shock de la chica y que esta se encontrara de rodillas casi llorando que únicamente atino en agarrarla con toda violencia del cabello, agarrando la barbilla de Yumei con la intención de arrancársela.
Podía ver el miedo en los ojos de la pelinegra, esa sumisión y sus suplicas de que la dejara en paz, cualquier sentimiento que logrará calmar el corazón de la protagonista de esta historia, más nada le aseguraba que el protagonista debía ser moralmente correcto, Masao le miró con una cara elida e inquitante, tanto, que Fukui pudo sentir unas pequeñas gotas de orina salirse por accidente.
¡Cuándo se hizo tan aterradora!, se preguntó Fukui así misma, finalmente aunque muy tarde, dando a entender que esa no era la Masao a quién hizo sus primeros años en Tokyo un infierno viviente.
━━ Pídele disculpas. -Dijo Masao mientras obligaba a Fukui a ver directamente a Emma, quién sujetaba su cabello y se quitaba algunos que ella logró arrancar.
Emma al instante pudo ver en los ojos de Masao una mirada perdida y llena de tantas cosas que se esforzaba por reprimir, cómo si ya hubiese visto eso mucho antes, sin embargo, Masao no se contenía, ella sabía el momento de cuándo podía y debía ser cruel.
Cómo Fukui no hablaba tan veloz cómo cualquier victima, Masao agitó su cabeza, pero estaba vez exigiéndole en un tono de voz mucho más alto. Fukui volvió a repetir con una voz mucho más temblorosa y llena de pánico, los adultos que hace unos momentos estaban cómo si nada, repentinamente se habían puesto en un extraño circulo, cómo esperando un pelea, o quién sabe que cosas pasarían por sus mentes llenas de cuadros.
Masao arrastró a Yumei de su largo cabello mientras esta buscaba desesperadamente cómo zafarse, para este punto, la entrenadora iba detrás de ellas mientras gritaba un montón de cosas que, honestamente no le interesaban a Masao.
━━¡Bushida-San, sino se detiene ahora mismo quedará descalificada del evento!.
Y fue ahí que Masao tuvo que detenerse, no para pensar, sino para hacer que la maestra quién intentaba mantener su pose profesional, no saliera espantada con los ojos cavernarios y sanguíneos de Masao.
━━¿Sabía que Fukui-San rompió mi vestido, no es así?. -Sus ojos hicieron que la maestra, una mujer de casi treinta, cayera en las mañas de un chica de quince.
━━ L-lo supe hasta ahora, pero había a tomar cartas en este asunto. No había necesidad de hacer semejante espectáculo. -Tuvo un ligero quiebre al final de la oración, algo que Masao tomó con mucha gracia, "haremos algo al respecto", lo sabían, pero dejaron que se quedara.
Ella sonrió de lado, abrió la puerta del vestidor de una patada y se metió ahí dentro con Fukui.
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