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Capítulo I: Power & Control.

Das un poco y obtienes mucho.

Solo necesitas una mínima de esfuerzo, y las grandes recompensas vienen con el tiempo, la frase; trabaja duro y obtendrás todo que te propongas.

──¡¿Estás terminando conmigo?!. 

Y la desesperación por perderlo puede hacerte lucir patético.

Sus ojos negros y profundos como las aceitunas, penetrantes si los observabas fijamente, no mostraban alteración o algún tipo de vergüenza por la escena que ahora su ex-novio, nada de lo que hacia lograba satisfacerle, era de otra escuela, no era el mejor en nada ni en lo que se proponía. Aunque este jamas le contradijo en nada, no estaba conforme con un simple seguidor.

──¿Me acabas de levantar la voz?. -Dijo aseverando su mirada una vez mas, resaltando las venas en su frente, sus ojos grandes y redondos se hicieron pequeños. El chico se calló de golpe, pero no se iría sin una explicación. 

Ahora el dulce que se estaba comiendo sabia amargo. Lo saco de su boca. Su chaqueta favorita de color rojo se elevo con el viento. 

── No puedes hacer esto. ¡Llevamos tres meses juntos!. ¿¡Cómo puedes mandar a la mierda todo!?.

── Por qué eres débil. 

Iba a irse, tanto su persona como el chico caían demasiado bajo, no veía la necesidad de hacer una escena frente a sus amigos, tampoco delante de los estudiantes del instituto, uno que otro docente curioseando. Era deplorable, no había peor falta de respeto que esa. Sin importar el berrinche del otro dio media vuelta y se dispuso a caminar. 

──¡JuicyJuice!

Una de las chicas grito su nombre cuando miro al intenciones de uno de los compañeros de su ahora ex-novio. 

──¡Maldita perra presumida!. ¡¿Te crees la gran cosa?!. 

Uno de los subordinados se lanzo en su contra con el puño apunto de impactarle en la cabeza, los pasos apresurados delataban sus acciones,  suspiro, y antes de que el golpe le alcanzara se agacho, y cuando el otro iba a volver a impulsar su golpe, a punto directamente a su nariz, la presión en esta hizo que la sangre saltara y se expandiera por toda la cara del sujeto, retorciendo por el dolor, sus crujía los dientes del enojo, soltó su mochila, de una patada lo derribo. 

Su corazón y sangre hervían, miro a la montada de ahora cinco, el tipo con el que había terminado solo se quedo ahí, sabia que no podía hacer nada. 

Cuándo JuicyJuice se enojaba, no tomaba misericordia en lo que hacia, ni contra quien arremetía. Es mas, él podría jurar que tampoco le importaba el daño que podía hacer, porque siempre lo haría una y otra vez.  

Hasta estar satisfecho.

── Juicy, es demasiado...-Él quería salvar a su compañero, pero si intentaba a acercarse, seguramente lo apuñalarían con un lápiz. 

Los estudiantes no decían tampoco nada, y los maestros preferían hacer caso omiso antes de tener que lidiar con su estudiante, tampoco sentían remordimiento, solo se estaba defendiendo ¿no?. 

── Cómo sea, estamos perdiendo tiempo. -Nuevamente, su rostro cambio al mismo de siempre, ojos nulos de cualquier expresión, las curvados en un rostro serio, la piel menos crispada como las de un gato cuando esta enojado. Volteo a ver al tipo, lo pateo una vez mas. Tomo sus cosas y dio su ultimátum.- ── No me busques, y empieza a pensar en lo que quieres con seriedad.

Se fue dejando dos heridos.

Tenia un carácter fuerte y brillante, sabia la influencia que su imagen angelical podía darle, un presa fácil que por dentro era el devorador. 

Poder y control total, dos cosas que buscaba en cualquier rincón de la ciudad, el poder suficiente para derribar a cualquier adversario que se le cruzara, y el control suficiente para ser tan influyente para reclutar personas con las cuales forjar su propia pandilla, cosa que no la tenia fácil, ya que no muchos arriesgaban su suerte para ser mandados por su persona.

Una niña. Ese era el principal problema. Y la frustración era tal que terminaba explotando contra cualquiera, abandonando todo rastro de razón común hasta dejarlos hechos un pedazo de basura. Pero ni con eso lograba algo.

Creyó que consiguiendo una pareja que liderara una pandilla seria suficiente para darle el conocimiento para forjar la suya, pero como se pudo ver, fue una perdida de tiempo, no había experimentado ni una mierda interesante. Claro, el tipo comenzó a gustarle de verdad, pero sus ambiciones egoístas eran mas grandes que cualquier afecto.

── Dos zanahorias, dos papas, una bolsa de tallarines y un kilo de pechuga. ¿Me complementa para una gaseosa?. -Miro su teléfono, de tanta conmoción casi olvidaba hacer el mandado, pero seria mejor apurarse antes de que si madre fuera a su turno nocturno. 

──¿Masao-Kun?.

── Ahane-San, ¿esta haciendo el mercado a esta hora?. -Repentinamente su actitud y su rostro malhumorado fueron cambiando, una adorable y tierna anciana en frente suyo le estaba hablando. 

── Así es, pensaba venir en la mañana pero mi rodilla volvió a fallarme, estaba esperando que tu madre me inyectara para poder hacer mis cosas, pero se tardo un poco. ¿Te importaría ayudarme con las bolsas?. -Su era dulce y tierna como sus galletas. ¿Quien era para decirle no a tan amable señora?. 

── No hay problema. Solo comprare unas cosas y en seguida voy. 

── Oh tómate tu tiempo Masao-Kun, aún me faltan algunas cosas. 

La Señora Ahane llevaba una enorme bolsa de supermercado, Masao al menos sabia que no cargaría con tantas bolsas de plástico y podría ir sin magullar el pollo como la ultima vez. La Señora Ahane le gustaba sacar charla,y Masao era de pocas palabras. Algo que la anciana le agradaba porque le escuchaba atentamente.

Masao observaba como todo se ponía oscuro, la mujer vivía a unas cuantas casas a distancia de los apartamentos donde vivía acompañada de su madre, no importaba si llegaba unos minutos tarde.

Amablemente la mujer le ofreció galletas como pago, Masao las acepto sin hacer mala cara, galletas de canela con azúcar glass, le gustaban mucho comerlas en la mañana cuando estaban "amanecidas" según su madre, como el pan y el recalentado. Masao hizo una reverencia y se fue, no sin antes cerrar muy bien la puerta de la casa. 

Ya era completamente de noche, por lo que el resto del camino se fue corriendo por las calles con la única luz de las casas y las farolas, pasando algunas personas que iban en medio del camino y sujetando la bolsa de comprar lo mas , un fuerte rugido se escucho detrás de ella, ensordeciendo sus oídos y haciéndole parar de golpe para mirar atrás, varias luces que la dejaron aturdida sumando el insoportable ruido de motocicletas a toda velocidad viniendo en su dirección.

Pasaron tan cerca, a solo unos centímetros cerca de su persona, mientras la falda larga color azul marino y su cabello malgastado bailaba con el viento provocado pro esos delincuentes, Masao cayo de espaldas ante tanta interferencia, que su cerebro simplemente dejo de funcionar y espero el impacto, que nunca llego.

Sólo escucho una voz gruesa gritar "Cuidado" antes de caer al suelo. 

Escuchaba las risas, los gritos de victoria entre los infernales motores, todos exclamando a una persona. 

Excitados, triunfantes y victoriosos, el olor del sudor y la ráfaga de adrenalina que detendría su aburrido cerebro de una, sintiéndose lo mas drogado posible, Masao quería todo ese poder y reconocimiento. ¿Cuanto tiempo debía esperar para ser reconocido?.

 ── Maldita sea. -Agarro la bolsa de compras con fuerza, se levanto sacudiendo el polvo de su uniforme reviso la bolsa con las galletas, algunas se partieron, pero nuevamente, el pollo congelado quedo aplastado cuando cayo.-  ──¿Por qué soy tan torpe en esto?. No puede ser, si no son perros, son pandilleros, y si no son pandilleros soy yo. Ahh, que problema.

 ──¡Momento!. ¿Se encuentra sabien?. ¿No la golpearon?. -Mas atrás de ella venia un niño, debido a su estatura podía suponer que tenia alrededor de unos 13 años. 

Y por la apariencia, podía ser una posible victima. Pero bien, no tenia ganas de seguir jugando, ignoro al chico y siguió con su camino, se estaba siendo tarde para la cena y su madre debía ir pronto al turno nocturno. 

El complejo de apartamentos estaba cerca de un parque donde regularmente, los intentos mal hechos de supuestas pandillas esperaban al acecho del mas débil en cuestión, pero para Masao ya tenia ganada una reputación fuera del edificio, las tácticas de esos tipos eran las mismas, con sus sonrisas molestas y llamados de atención patéticos, el intento de sonar mas rudos sin ser mas torpe, para Masao la intimidación psicológica en ellos, era la mejor táctica para alejarlos, incitarlos a matarse, porque saben por dentro, lo idiotas que eran.

Fue un día bastante largo para ella, después de su ultima pelea, el vientre le había dolido mucho algunos días, los moretones en su cara desaparecen con un poco de maquillaje, pero la caída de hace rato le había vuelto a despertar el dolor de antes, los analgésicos los olvido en casa, por lo que todo el día tuvo que lidiar con eso. No se sentía tan mal, pero tampoco bien. 

Ahora que había terminado con su novio, que parecía ser la única manera de unirse a una pandilla, pero que como se vio, fue un fracaso, debía pensar en otra estrategia que le ayudara en su meta. Empezar desde lo mas bajo y alcanzar lo alto, pero sus tácticas tenían fallas graves, y era que no estaba pensando en grande. 

Al entrar al edificio, Masao iba pensando en una nueva idea que le ayudara a cumplir su deseo. En medio de la sección donde vivía, choco con lo que relata; un chico llorón lleno de golpes y cabello rubio decolorado.

Quien termino por romper las galletas.

── Lo sien--

El chico decolorado no tuvo tiempo de decir nada mas, Masao lo sujeto del cuello de su camisa y lo estampo violentamente contra la pared, haciendo que el chico se sacudiera. 

Era tan fácil de provocar como una brecha de dinamita cerca del fuego. 

──¿Tienes los ojos metidos en el culo?. Enano de mierda.

──¡Lo siento!¡Lo siento!, ¡No vi por donde iba!. -El tipo decolorado hablaba asustado, jamas había sido intimidado pro una chica, ahora parecía que simplemente cualquiera lo agarraba de idiota. Patético.

── Mira al frente pelos de piña. 

De un solo empujón Masao lo aparto del camino, su rostro seguía fruncido, sus pisadas eran fuertes, incluso gruñía por el hambre que traía consigo encima. El apartamento donde vivía era el ultimo de la sección, cuando llego abrió la puerta, y al hacerlo un agradable olor a hierba buena y caldo de pollo relajo sus facciones, se quito rápidamente los zapatos, lanzo la maleta del colegio a un lado y entro rápidamente a la cocina. 

── Oh, bienvenida a casa bebe!. ¿Cómo te fue hoy?.

La cocina estaba llena de tazones y vasos coloridos, una olla hirviendo con la planta aromática, tomates cocinándose y el fresco olor de la limonada. Y todo eso, hecho por su hermosa madre, una mujer de su misma estatura de cabello frondoso y rizado negra, piel bronceada y brillante como el dulce de leche, y ojos tan profundos y alegras como la noche mas fiestera.

Muy diferente a sus ojos, negros y opacados de enojo y aburrimiento. La música en el viejo radio solo ambientaba mas la alegre aura de la señora. Masao le enseño la bolsa, su madre la reviso y solo le observo.

──¿Otra vez te caíste?. Bueno, esta bien. Hare la cena rápido, y luego me iré al hospital, ¿de acuerdo?. 

Masao asintió con la cabeza, entro a su habitación. 

No existía nada mas desalentador que una falla en tus planes de vida. ¿Acaso no era lo suficiente?. 

Definitivamente, algo estaba faltando, per exactamente, ¿qué era?. 

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