[❀❁04]
❤ Dedicado especialmente a Divali ❤
✷ · ˚ * . * * ⋆ .· ⋆ ˚ ˚ · ✵ ⋆ ✧ · ✧ ✵
La presentación de Jimin como omega no había sido una época fácil, especialmente cuando su trabajo y mayor rutina de vida era la de un ídolo. Siempre estaba rodeado de opiniones y críticas no pedidas, todo porqué había presentado como omega. No podía negar que cuando era beta pasaba por algunas dificultades de aspectos mínimos, pero todo se maximizó cuando presentó como omega.
A pesar de que siempre se describió así mismo como una persona cariñosa y atenta, las cosas fueron diferentes siendo omega, la necesidad de contacto, el remolino de preocupación agrupándose en su pecho, y la ansiedad por hacer todo de forma correcta eran aspectos que se hicieron mucho más intensos y pronto se encontró perdido en la cumbre de su vida.
Sin embargo, encontró el camino de nuevo cuando descubrió lo reconfortante que eran los brazos de su alfa favorito, Min Yoongi (y por supuesto nadie tenía que saber que tenia un preferido, pero tampoco negaría que había cosas que se sentían distintas con el mayor a diferencia de los demás alfas del grupo). De chico, había escuchado algunas historias sobre como para los omegas era más fácil detectar las intenciones de las demás personas, lo cual lo llevó a ser inseguro con los extraños y desconocidos, pero todo fue tan fácil cuando conoció a Yoongi y al paso del tiempo sólo mejoró su dinámica, era tan sencillo estar con el alfa, saber que tenía, que quería, gustaba, o al menos eso pensaba...
¿Cómo se suponía que tenía que actuar después de hoy? Había salido tan silencioso como pudo en el momento en que Yoongi cayó dormido, le había dicho al alfa que dormiría la siesta con él, pero ni el propio Jimin estaba seguro de que eso fuera posible, el pelinegro era una bomba de tiempo y las nuevas emociones que comenzaron a emerger de Jimin tampoco ayudaban con la situación.
Era la primera vez que se sentía de esa forma, y era consciente de como se llamaba esa emoción que le hacia cosquillas en el pecho y que hormigueaba su cuerpo de pies a cabeza.
No era tonto, su comportamiento y actitud con Yoongi era excesivamente permisivo a diferencia de los demás y estaba seguro, muy apenado, pero seguro, de que los demás ya eran conscientes de eso. Se sabía que era cariñoso y atento con todos, un hombro en el que podían encontrar consuelo, pero ¿los toques tímidos con el alfa eran parte de una amistosa consolación? Por supuesto que no, sus manos traviesas buscaban día a día la manera de entrar en contacto con el alfa, de tocarlo discretamente, un roce, envolverse en su aroma sutilmente hasta que los nervios de su estomago desaparecieran porqué sí, parecía como si estuviese pasando por un estado de abstinencia en donde necesitaba de su alfa.
No, no su alfa, del alfa de Yoongi, o... bueno, gimió por lo bajo con molestia cuando se dio cuenta, claro que lo sabía, ya lo sabía.
Estaba perdidamente enamorado de Min Yoongi.
Y sabía que no había comenzado de un día a otro, era algo que se había cultivado con el tiempo, una siembra de charlas nocturnas en donde ambos desahogaban sus preocupaciones sobre las adversidades de la vida. Que el alfa fuera guapo era sólo un bonus, un plus, era su aroma terroso lo que envolvió a Jimin, era la manera en que su dinámica fluía sin problemas, la forma en que Jimin podía hablar con libertad y hacer lo que le plazca sin tener que preocuparse de pensar que había una brecha de casta alfa-omega entre ambos, con Yoongi no sentía miedo de quedarse a solas, no pensaba en lo que el alfa podría hacerle como lo había estado pensando con cada alfa desde su presentación porqué estaba jodidamente cansado de vivir en un modo de supervivencia en donde todos los alfas eran posibles problemas y aunque amaba a sus miembros de grupo, aunque confiaba su vida en las manos de sus hermanos, ninguno le daba la seguridad de dormir con tranquilidad como lo hacia con Yoongi.
Estaba tontamente enamorado, empapado de amor de pies a cabeza, rebosante de cariño y anhelo porqué por un instante no eran omega y alfa, eran solamente dos corazones perdidos el uno al otro.
Y lo único que necesitaba, para calmar todos sus ansiosos pensamientos era confesarse y escucharlo de Yoongi.
Quería pensar que las palabras del alfa eran verdaderas, pero que el joven le hubiera pedido hasta matrimonio porqué su celo ya había nublado su cabeza no le daba la confirmación que quería. Amaba reírse con él, se divertía escucharlo decir un sinfín de tonterías y seguirle la corriente, porqué Dios sabe que nunca negaría una propuesta de su corazón tierno, de su alfa amado. Pero, no sabía como se veía todo aquello a los ojos de Yoongi, tampoco era totalmente ciego, le gustaba pensar que el rosado en la punta de las orejas del alfa, que su mirada esquiva, y sus tartamudeos cuando Jimin se acercaba a él eran meramente reacciones nerviosas por un interés romántico, quería creerlo, pero tampoco tenía la seguridad para lanzarse cien por ciento a ello.
—¿Qué te tiene suspirando tanto, pequeño biscocho? —Seokjin apareció de la nada haciéndole brincar del susto en su lugar.
—Hyung, yo... sólo pensaba en un par de cosas.
—¿En tu amor por Yoongi?
—¿Qué?
Encogiéndose de hombros, el beta sonrió—Mi cariño, estas suspirando como adolescente enamorado justo en la puerta del Alfa, no es que pueda leer mentes, pero la situación es tan obvia.
Con un sonrojo, Jimin se alejó y camino junto al mayor en dirección a la estancia.
—Perdón, sólo... pensaba cosas, de verdad.
—Bueno, si tú lo dices, venía a preguntarte si querías cenar algo, trajimos comida.
Negó con la cabeza—Oh, esta bien, comí con Yoongi hyung cuando no estaban.
Pensativo, Seokjin se detuvo justo en la barra desayunador y miró con ojos pequeños a Jimin.
—¿Usaron protección?
—¡Dios mío, Hyung!
(...)
Cuando abrió los ojos su cabeza se sentía más ligera, no sabía cuánto tiempo había dormido, pero todo estaba cubierto por una oscuridad, buscó a tientas su teléfono y resopló al ver la hora, eran pasadas las dos de la mañana, se había quedado dormido temprano que ya había dormido sus horas y ahora difícilmente volvería a conciliar el sueño.
—Mmm... manzana, tanta manzana—murmuró dichoso cuando enterró su rostro en la almohada, el aroma de Jimin aún permanecía, aunque creía que no por mucho ya que podía sentir el calor extenderse por su cuerpo señal de que andaba liberando feromonas y que tal vez en una hora o minutos comenzaría su rutina completa.
Lo primero que hizo fue mandar varios mensajes de texto, a su representante y asistentes, no estaría disponible para los ensayos de la semana, al menos no durante unos dos días.
Estiró su mano y tocó un peluche, seguramente lo había dejado Jimin, era un conejo color rosa con una nariz de botón, y un pompón en su trasero. Cuando lo reconoció sonrió y se dio cuenta que en realidad había sido Jungkook. Pronto observó que el nido que jimin construyó tenía artículos de cada miembro, sabanas y almohadas de Taehyung y Seokjin, un saco de Namjoon que aun olía al sutil aroma de café y otro cojín que pertenecía a Hoseok.
Cuando un gruñido involuntario salió de su garganta, se obligó a levantarse y salir por sus cosas, pareció buena idea hasta que se topó con la puerta de la habitación de Jimin, antes de que pudiera controlarse su mano ya estaba sobre el pomo, pero no lo giró. Una fuerza que venía de si mismo lo mantuvo clavado al suelo como una estaca, ya había pasado tiempo con el omega, su aroma persistía en sus sabanas, eso debería ser suficiente, todo lo que Jimin le dio en su buen juicio y con consentimiento era suficiente, —debía serlo —pensó.
Sabía que nada lo hacia diferente a otros alfas y sus rutinas por más que piense que no entra en el estereotipo de alfa promedio, su casta seguía siendo la misma, por lo que antes de que pudiera pensarlo dos veces se movió tan rápido como pudo a la cocina y tomó varias botellas de agua, se encerraría en su habitación y trataría de dormir después de tomar unos supresores, eso era, tomaría las pastillas porqué nada valía más que respetar todo el esfuerzo que su omega había puesto en hacerle pasar una rutina tranquila, no iba arruinar eso, no.
—No es mi omega, no es mi omega —susurró en voz baja para si mismo, si se lo repetía varias veces tal vez su cabeza comenzaría a creerlo.
El enojo por cruzar la línea de amistad que Jimin había marcado era mucho más que su dolor de cabeza o calambres estomacales por su celo, así que con esfuerzo se terminó encerrando en su habitación.
—Maldición... —se quejó con un lamento lloroso.
Y si las lágrimas ya habían comenzado a deslizarse por sus mejillas no le importó—, lo quiero tanto... —murmuró—en donde... ¿en donde voy a conseguir un castillo?
Después de tantoooooooooooo, ¡que felicidad! espero les haya gustado, nos leemos pronto <3 recuerden que en mi Instagram @parksusy1599 hay avisos sobre dedicatorias y actualizaciones, publique el calendario de actualizaciones de este fin, ¡muchas gracias por leer! <3<3
-Susy
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro