Esquizofrenia
/ Un poema sobre el miedo
Acostumbrarse a la pequeña muerte del paso de cebra,
pararse en verde habituado al rojo,
la realidad no se reduce a líneas blancas sobre asfalto
sino al ojo
que sabe distinguirlas de lo oscuro.
Cruzo, hago fila de farmacia,
consumo cápsulas que demuestran su eficacia,
lo dice la publicidad
SACIE SU ANSIEDAD SOCIAL
Comprar ánimo es legal
si usted tiene el alma sucia ¿verdad?
Nada que no arreglen diez miligramos de diazepan,
el psiquiatra prepara mis dosis, extiende recetas,
la dieta de pastilla con pastilla domestica mi neurosis,
reduce mis crisis nerviosas, aumenta mis náuseas,
me dicen ya eres normal
y con un mililitro de Risperdal aplaco la psicosis,
pierdo materia gris
pero aún sé
distinguir el arcoiris.
Diagnosticada a los veinte
muerta a los dieciséis
esquizofrénica paranoide
así es como vosotros me llamaréis
un nombre para todos los trastornos emocionales
y multinacionales avalando investigaciones
que crean medicación para tales enfermedades
y después
usted tiene una discapacidad del sesenta y cinco por ciento.
Eso
eso es sinónimo de límites que acotan cárceles,
rejas que visten de traje oficial,
el destino de este pobre animal,
conejillo de indias de los putos psiquiatras,
sus máscaras,
industria farmacéutica,
toda esa mierda
convirtiéndome en carne de psiquiátrico.
Pero hay algo que no puede doler
hay algo más allá de este cielo ámbar que no debe doler
y es la vida temblar de verme amar la vida hasta el desangre,
palpitar sincronizada con el tiempo de mi cuenta atrás
sin saber si a alguien le importará
qué hueco dejo cuando me arrastre,
su silueta de luz perdida en ruinas de bancal de nadie,
hay algo
que hace mías sus cadenas
pero no puedo
hacer eslabón del reloj
ni sucumbir a la condena del tiempo,
que ser aire que levanta fuego y amontona marea
es lo que quiero
y tú
entiérrame en tu vuelo si has de hacerlo
pero no hagas míos los insomnios
para soñarte en vilo y esperarte con el filo del ojo abierto
que yo quiero ser viento.
Hay algo que no debe doler.
Y es la vida acojonándose
de verme correr hacia su entraña
arrastrando en la memoria
el perfil de todas las montañas que corono,
arrastrando su mentira de asegurarme el mañana para robarme el hoy,
ser un animal domesticable vivir encogiéndome
hasta dejar de ser quien soy,
hay algo
más allá de lo bello
y no se puede etiquetar con un sello,
no se llama esquizofrenia,
la enfermedad se llama miedo,
los locos son los cuerdos
y quiénes los cuerdos,
quiénes
si no ellos.
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